Por Monseñor de Segur (1868)
27. HACE MUCHO TIEMPO QUE NO ME CONFIESO. NO SÉ POR DÓNDE EMPEZAR
¡Oh! si no te detiene más que esto, no hay nada más sencillo; vete a encontrar al señor cura, u a otro sacerdote en quien tengas confianza sea en su casa, sea en la sacristía o sea en el confesionario, y dile: “Deseo volver a mi Dios y confesarme”. Pregúntale cómo debes hacerlo y sigue dócilmente sus consejos.
Los hombres pueden confesarse en todas partes; las mujeres, salvo en caso de enfermedad, no pueden ser oídas en confesión sino en la iglesia y en el confesionario.
Toma hora, y en ella y en el día señalado, acude animosamente a la cita; Dios te contempla con amor, el Ángel Custodio está a tu lado, el diablo rabia y te tira por detrás; la Virgen y todos los santos te bendicen y ruegan por ti.
Arrodíllate humildemente, haz la señal de la cruz y acuérdate de que en la Confesión se da al sacerdote el nombre de padre y no el de señor. No hay allí un señor, sino un padre que recibe y consuela a su hijo.
Reza la confesión y recordando los mandamientos de Dios y de la Iglesia, los siete pecados capitales y los deberes particulares de tu estado, acúsate con toda sinceridad de todas las faltas de que te acuse tu conciencia.
Si te hallas embarazado para confesarte, sobre todo en lo relativo a los pecados contra la pureza, pide al confesor que te ayude, y que te pregunte. Como acostumbrado que está a estas cosas, lo hará de muy buena gana para facilitar tu confesión.
No procures excusarte, ya que de nada sirve el hacerlo. No cuentes historias, ni pierdas el tiempo en inútiles discursos; y cuando hayas concluido pide perdón a Dios de todo corazón.
No procures excusarte, ya que de nada sirve el hacerlo. No cuentes historias, ni pierdas el tiempo en inútiles discursos; y cuando hayas concluido pide perdón a Dios de todo corazón.
Escucha con atención los consejos del sacerdote y la penitencia que te imponga, y al bendecirte o al darte la absolución, inclina humildemente la cabeza y reza el acto de contrición.
El momento de la absolución es el más solemne; es el momento en que el sacerdote perdona en nombre de Jesucristo.
Después de haberte confesado da gracias a Dios. Cumple lo más pronto posible la penitencia que te habrá sido impuesta y reitera tus buenos propósitos; después de lo cual te podrás ir con la alegría en el alma y más feliz que un rey. Ya ves que todo esto es muy sencillo.
Continúa...
Después de haberte confesado da gracias a Dios. Cumple lo más pronto posible la penitencia que te habrá sido impuesta y reitera tus buenos propósitos; después de lo cual te podrás ir con la alegría en el alma y más feliz que un rey. Ya ves que todo esto es muy sencillo.
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