martes, 31 de marzo de 2020

25 AÑOS DESPUÉS DE EVANGELIUM VITAE , TODAVÍA NECESITAMOS UN "NUEVO FEMINISMO"


En su encíclica, el Papa Juan Pablo II pidió un "nuevo feminismo", "nuevo" en el sentido de la novedad radical del cristianismo mismo, no una respuesta cristiana reaccionaria al feminismo secular.

Por Michele M. Schumacher

Quizás en ningún momento de la historia de la humanidad la urgencia de la proclamación del "Evangelio de la vida", el nombre dado a las 11 encíclicas del Papa San Juan Pablo II, ha sido tan evidente como hoy. De hecho, en este 25 aniversario de Evangelium Vitae (promulgado el 25 de marzo de 1995), más feroz que nunca es el cuestionamiento sistemático e ideológico de la dignidad y la protección de la vida humana, por parte de las instituciones que tradicionalmente se han encargado de protegerla: el estado, la profesión médica, incluso -y quizás más tristemente, como señaló Juan Pablo II en esta misma encíclica- “la familia misma
, que por su naturaleza está llamada a ser el “santuario de la vida” (EV, 9). En una nota más positiva, fue dentro del contexto de esta “cultura de la muerte” (12) e incluso de lo que él consideraba una “conspiración contra la vida” (17), que este Papa santo, en “cooperación” con “el episcopado” de cada país del mundo (5), llamó a las mujeres a “ocupar un lugar, en el pensamiento y la acción, que es único y decisivo” en “transformar la cultura para que apoye la vida”. 



¿Qué es el "nuevo feminismo"?


A partir del importante pasaje de Evangelium Vitae citado anteriormente (n. 99), se pueden señalar las siguientes características de este llamado nuevo feminismo. 1) Su objetivo principal es el de transformar la cultura con el fin de promover y mantener la vida humana. 2) Procede del pensamiento y la acción de las mujeres, lo que quiere decir que no puede limitarse a la teoría o la praxis, sino que busca un matrimonio entre las dos. 3) Un nuevo feminismo se basa en el hecho de que el pensamiento y la acción de las mujeres son “únicos y decisivos”: nuestra contribución no es, en otras palabras, idéntica a la de los hombres (y la siguiente frase reafirma este punto al insistir en que “rechaza el tentación de imitar modelos de 'dominación masculina'”); ni es incidental. 4) Un nuevo feminismo desafía la “dominación masculina”, en contraste, por ejemplo, al liderazgo masculino. Esto no quiere decir que niegue roles de liderazgo a las mujeres. En cualquier caso, el liderazgo siempre debe entenderse y vivirse como un servicio para los demás. 5) Más allá de su afirmación del pensamiento y la acción únicos de las mujeres, un nuevo feminismo fomenta el “verdadero genio” de las mujeres, cuyo contenido permanece indefinido, aunque trataremos de completar eso en lo que sigue. 6) Lejos de limitar el alcance de la influencia de las mujeres, por ejemplo, a la esfera doméstica, busca fomentarla dentro de “todos los aspectos de la vida de la sociedad”. 7) Un nuevo feminismo busca “superar toda discriminación, violencia y explotación”; sobre las mujeres, ciertamente, pero también sobre los niños, los discapacitados, los ancianos y todos aquellos que son débiles e indefensos.

En vista de estas características, hay buenas razones para creer que un nuevo feminismo avanzará de una manera casi orgánica: nuestra praxis de representar estos principios ayudará a avanzar en nuestra comprensión teórica de un nuevo feminismo, lo que a su vez incitará aún más nuestra práctica. Las mujeres somos, por supuesto, tanto actoras como teóricas en este esfuerzo, pero no estamos solas. Un nuevo feminismo que aísla a las mujeres no es mejor, y quizás sea peor, a lo que se opone: a saber, modelos de “dominación masculina” por un lado, y “discriminación, violencia y explotación” por el otro. Se deduce que todos nosotros tenemos un papel que desempeñar en la formación de este nuevo feminismo, aunque fue específicamente para las mujeres que Juan Pablo II abordó el desafío de promover este “nuevo feminismo”.



Lo que no es el nuevo feminismo


Es extremadamente importante que al promover el nuevo feminismo evitemos posibles malentendidos asociados con el término “feminismo” en sí mismo. De hecho, hay casi innumerables hebras de feminismo secular, de ahí la posibilidad muy real de creer falsamente que lo que es promovido por un hilo también podría ser promovido por otro. Muchas ecofeministas, por ejemplo, se oponen radicalmente a la anticoncepción química, que con razón denuncian que pone en peligro la salud de las mujeres. La mayoría de los otros hilos del feminismo, por el contrario, lo promueven como fundamento de la “liberación” de las mujeres de la servidumbre masculina, que a su vez se presenta como un objetivo supremo. Hablar de un “nuevo feminismo” casi inevitablemente conlleva el riesgo de inducir a error a la gente a pensar que sus objetivos están de acuerdo con los de los diversos aspectos del feminismo secular, como el llamado “derecho al aborto”, que va en contra de la vida. Incluso con respecto a un objetivo principal que nosotros sí compartimos con casi todas las formas de feminismo secular, el de promover los derechos y la dignidad de las mujeres, el nuevo feminismo difiere en la medida en que sigue el ejemplo del Papa Juan Pablo II en su insistencia no solo en los derechos de las mujeres, sino también en nuestras responsabilidades. De ahí el título de su carta apostólica “Sobre la dignidad y la vocación de la mujer” (Mulieris dignitatem).

Finalmente, al abordar el nuevo feminismo como “nuevo”, corremos el riesgo de engañar a la gente para que piense que es de carácter reaccionario: una especie de respuesta cristiana al feminismo secular, y este, insisto, no es el caso. Si bien un nuevo feminismo puede inspirarse en ciertos puntos del feminismo secular y también aprender de sus fallas, es “nuevo” en el sentido de la novedad radical del cristianismo mismo, que no se adapta simplemente a lo que ya se ha dado. “Nadie pone vino nuevo en odres viejos; si lo hace, el vino nuevo reventará las pieles y se derramará, y las pieles serán destruidas. El vino nuevo debe ponerse en odres frescos” (Lc 5, 37-38).

Todo esto es para decir que debemos ser muy cuidadosos en nuestro uso del término “nuevo feminismo”, que es otra razón más para insistir en un entendimiento común entre sus defensores de lo que se entiende de ese modo. Entre los aspectos más importantes de este feminismo particular está la admisión de que hombres y mujeres son iguales pero diferentes; y es este hecho el que nos permite señalar su complementariedad y también “reconocer y afirmar” lo que Juan Pablo II llama “verdadero genio” de las mujeres.


El genio de la mujer



Aunque el concepto de “genio” de las mujeres sigue siendo relativamente ambiguo en el contexto de Evangelium Vitae, uno podría señalar que sugiere, casi por definición, la superación de la norma, señalando un don extraordinario. Al emplear este concepto, el Papa Juan Pablo II podría haber tratado de desviar nuestra atención de lo que muchas feministas seculares denuncian legítimamente como la presentación del hombre como el estándar con el cual se juzga a las mujeres. Por otro lado, muchas feministas (seculares) también denuncian el concepto del genio de las mujeres como otro intento de categorizar, estereotipar o delimitar a las mujeres al imponernos un ideal de mujer: un ideal que necesariamente implica que ella es diferente y por lo tanto hay “otro” ideal para el hombre. Este es un tema importante en la obra de la famosa filósofa feminista francesa Simone de Beauvoir. De manera similar, la talentosa filósofa y fiel defensora del nuevo feminismo, Hna. Prudence Allen, RSM, ha realizado un trabajo maravilloso exponiendo la influencia generalizada y lamentable de la visión reducida de Aristóteles de la mujer (como un hombre "defectuoso") sobre la filosofía incluyendo la era medieval y mucho más allá.

Dado este trasfondo histórico problemático, casi inevitablemente se camina sobre cáscaras de huevo al intentar definir el concepto de “genio” de las mujeres. No es suficiente insistir en que las mujeres son “iguales pero diferentes”, porque la pregunta surge de inmediato: ¿en qué somos diferentes? Obviamente, si queremos enfatizar los fundamentos metafísicos, como insisto en que debemos hacerlo, no podemos simplemente señalar las diferencias biológicas. Por esta razón, el Papa Juan Pablo II hizo bien en señalar no solo la clara vocación de la maternidad, sino también la dimensión específicamente espiritual de la maternidad, de tal manera que nunca puede reducirse simplemente al parto de los hijos. Por otro lado, muchas feministas seculares van más allá de esta idea para argumentar que la maternidad es simplemente una cuestión de “elección” y el aborto es una cuestión de libertad.

Quizás la única forma de evitar este problema es proceder con nuestra propia experiencia como mujeres. Para aquellos de nosotros que creemos que la creación revela la bondad y la sabiduría infinitas de un Creador todopoderoso, se hace evidente que la virtud consiste en actuar de acuerdo con nuestro ser y que nuestras acciones revelan quiénes somos como criaturas. Al observar nuestras acciones, además, podríamos entender mejor la naturaleza de la cual proceden esas acciones. Esto no es admitir que la biología es el destino; ni es garantizar que las mujeres tengan una naturaleza diferente a la de los hombres. Nosotras también somos seres humanos y, por lo tanto, criaturas completamente racionales. Por otro lado, la naturaleza humana es necesariamente sexual, lo que significa que la persona humana es hombre o mujer y no simplemente andrógina (Mulieris dignitatem, 1).

Es quizás esa pregunta la que también podría dirigir nuestra investigación sobre el “genio” de las mujeres: lo que, específicamente como mujeres, ofrecemos a nuestro patrimonio cultural común y más específicamente a la promoción de una cultura de la vida, de acuerdo con el desafío de Juan Pablo II. Instintivamente, comparto su creencia (cf. MD, 30) de que nuestra contribución específica está vinculada tanto a nuestra experiencia de la maternidad como a nuestra disposición natural para la maternidad. Por lo tanto, somos profundamente conscientes de que la vida, tanto física como espiritual, es un regalo y no simplemente una elección. Por otro lado, la Hna. Prudence Allen ha argumentado con buenas razones que el recurso de una mujer a la anticoncepción, especialmente la anticoncepción química, podría inhibir esta conciencia natural y, por lo tanto, experimental, precisamente porque una mujer ya no está dispuesta a recibir vida. Este es un punto importante a tener en cuenta cuando se avanza el argumento “por experiencia” de que las mujeres no necesariamente tienen una disposición natural para la maternidad, o un llamado “instinto maternal”. Cuando, de hecho, la naturaleza es alterada por la voluntad humana de una manera que posiblemente esté en conflicto con los propósitos de la naturaleza, no puede ser puesta como ejemplo para testificar contra sí misma.

Por otro lado, está el caso de que la mayoría de las manifestaciones del verdadero genio de las mujeres no se expresan explícitamente en el contexto de la promoción de un nuevo feminismo. Por ejemplo, cada vez que nosotras, como mujeres, interactuamos con otras mujeres u hombres, incluso con un deseo implícito de contribuir a una cultura de la vida, estamos promoviendo efectivamente el objetivo principal del nuevo feminismo. Al hacerlo, a menudo, inconscientemente, traemos a nuestras actividades y preocupaciones diarias ese “genio” que nos pertenece en virtud de nuestra disposición natural de recibir y nutrir la vida, y de nuestra experiencia real de hacer eso. Las diversas maneras en que cooperamos en la promoción del llamado nuevo feminismo son, por lo tanto, casi imposibles de enumerar: visitar a enfermos y ancianos, ayudar a madres solteras, cuidar a los niños pequeños, ofrecer una palabra de aliento, tomar una mano, promover las misiones, ofrecer un ejemplo alentador a aquellos que han perdido la esperanza en la posibilidad de un matrimonio feliz o una vida familiar plena, promoviendo candidatos políticos y leyes para proteger la vida humana y el bienestar de todos los pueblos, especialmente aquellos que no pueden defenderse. Y la lista sigue y sigue.

Por supuesto, debe reconocerse que los hombres también están involucrados en estas actividades que dan vida y sostienen la vida, pero su manera de hacerlo es diferente. Me inclino a estar de acuerdo con muchas feministas seculares involucradas en el campo de la epistemología que argumentan que las mujeres tienden a tener maneras más relacionales de pensar, y por lo tanto también de comportarse, que los hombres. En otras palabras, se argumenta que las mujeres tendemos a vernos dentro de un complejo tejido de relaciones, y no como nómadas aisladas, una opinión que se dice que es más típica de los pensadores masculinos. Esta es otra área donde las filósofas feministas seculares contemporáneas y las nuevas feministas (católicas) podrían encontrar un terreno común. Según el análisis de ambas, las mujeres tienden a ser más relacionales en nuestras autoconcepciones y más empáticas con los demás que nuestras contrapartes masculinas) en su manera de actuar.


Complementariedad


A diferencia de muchas feministas que usan estos datos epistemológicos o fenomenológicos para abogar por el desmantelamiento de las instituciones y estructuras sociales dominadas por los hombres, y por la reconstrucción de facto de esas mismas instituciones y estructuras con una influencia “superior” de las mujeres, las nuevas feministas abogan por la importancia de la influencia masculina y femenina dentro de nuestras estructuras e instituciones sociales. Hombres y mujeres son diferentes y complementarios, sostiene un nuevo feminismo.

Desde esta perspectiva, la complementariedad no se trata de “permitir” ciertos rasgos a un sexo que podrían no atribuirse al otro. Más bien, se trata de superar las limitaciones más o menos naturales de cada sexo (la precaución es importante, porque se debe otorgar espacio a la influencia cultural, que después de todo, es parte del misterio de ser humano), precisamente por medio de sus relaciones con el otro. La filósofa y santa del siglo XX, Edith Stein, a quien las nuevas feministas citan a menudo, tiene algunas cosas interesantes que decir sobre este tema. Ella aborda ciertas tendencias de cada uno de los sexos: el hombre con su "mundo" de trabajo, por ejemplo y la mujer con "sus" hijos y la mezquindad que surge de su concentración a veces excesiva en estas ocupaciones, que puede evitarse mediante interacciones saludables entre los sexos.

Abogar por la complementariedad no supone, y los llamados pensadores tradicionales y las nuevas feministas son constantemente malentendidos en este punto, que ni los hombres ni las mujeres son completos en sí mismos y que necesitan entrar en comunión unos con otros para ser expresamente "completos". Más bien, hay un sentido en el que ambos sexos son desafiados, alentados y expandidos, por así decirlo, en su comunión continua y dinámica entre sí. Precisamente al ir más allá de las limitaciones del "yo" de cada uno en un esfuerzo incesante por entrar en una auténtica comunión de personas, las capacidades naturales tanto del hombre como de la mujer son, en otras palabras, fomentadas, desarrolladas e incluso satisfechas. Por lo tanto, en la educación de los niños, por ejemplo, hay buenas razones para promover la presencia activa de la madre y el padre.

Desafortunadamente, el surgimiento de la verdadera complementariedad a menudo se ha visto sofocado por estructuras sociales que imponen camisas de fuerza a mujeres y hombres al obstaculizar o prohibirles llegar a un equilibrio natural, casi orgánico, entre el trabajo y la familia, o incluso entre el trabajo y la oración de acuerdo con los dones y necesidades de cada uno. Sin duda, la lucha por encontrar un equilibrio es muy real. Un desafío es un sistema que instrumentaliza su fuerza laboral, reduciendo a sus empleados a un medio para su propio beneficio. En tal entorno, no hay lugar para la preocupación de, por ejemplo, asegurar el empleo para madres solteras, especialmente el empleo que no comprometerá su vocación primaria de cuidar y educar a sus hijos. Tampoco hay un lugar para asegurar una licencia de maternidad adecuada; ni tampoco el de permitir el empleo a tiempo parcial para madres y padres, quienes también desean otorgar primacía a la educación de sus hijos, y que, francamente, con demasiada frecuencia quedan fuera de estas discusiones. Un ejemplo aún más lamentable es lo que Juan Pablo II señala como una "conspiración contra la vida" en una cultura que "niega la solidaridad" y está "excesivamente preocupada por la eficiencia", para considerar a los débiles, enfermos, ancianos y no nacidos como algo "inútil" y como "carga(s) intolerable(s)" (EV, 12).

Más positivamente, muchas parejas casadas están convencidas de que no solo son responsables de sus propias vocaciones personales, sino que también son responsables de una vocación compartida: como padres de sus hijos, por supuesto, pero también en los muchos ámbitos multidimensionales en los que juntos, como marido y mujer, contribuyen a la construcción de una cultura de la vida.


El llamado a una perspectiva contemplativa



Tal contribución es ciertamente fomentada por la convicción de que realmente somos “el guardián de nuestro hermano” (Génesis 4: 9) (cf. EV, 19). Sin embargo, aún más fundamentalmente, se fortalece con la convicción, nacida de la fe, de que somos hijos e hijas de un Padre celestial, que somos responsables en última instancia de nuestras propias vidas e incluso de las vidas de todos los que pasan por nuestros caminos y comparten nuestros destinos. Desde esta perspectiva, un nuevo feminismo se basa en lo que Juan Pablo II también se refiere en Evangelium Vitae como una “perspectiva contemplativa”: “Es la perspectiva de aquellos que ven la vida en su significado más profundo, que captan su total gratuidad, su belleza y su invitación a la libertad y la responsabilidad. Es la perspectiva de aquellos que no presumen de tomar posesión de la realidad, sino que la aceptan como un regalo, descubriendo en todas las cosas el reflejo del Creador y viendo en cada persona su imagen viva” (cf. Gn 1:27; Sal 8 : 5) "(EV, 83).

in duda, es sólo en la medida en que seamos capaces de maravillarnos ante el misterio de nuestro ser y vivirlo como nos es dado (no sólo de hecho, dato, sino también generosamente, donum) y, por lo tanto, tal como fue creado, para que podamos apreciar verdaderamente las intuiciones más básicas del nuevo feminismo y contribuir a fomentarlo. Porque realmente si podemos admitir que Dios nos ha creado hombres y mujeres, tiene sentido plantear las preguntas en el corazón del nuevo feminismo: ¿qué tiene de específico ser mujer, tan diferente de un hombre? ¿Hay una llamada o tarea específica que pueda atribuirse a las mujeres como mujeres? Como todas las preguntas genuinamente humanas que ocupan los corazones de hombres y mujeres a lo largo de la historia, estas son preguntas que no pueden resolverse con respuestas simplistas. Por el contrario, deben ser vividas y reflexionadas a lo largo de las diversas etapas de nuestras vidas, con una apreciación de la belleza natural y un asombroso respeto del misterio. Después de todo, es la actitud de asombro, mucho más que la actitud de la duda, lo que ha hecho avanzar el aprendizaje y la cultura a través de la mayor parte de la tradición de la humanidad.

Por lo tanto, tenemos buenas razones para creer que el nuevo feminismo, en su búsqueda de comprensión metafísica, no representa un fenómeno pasajero. Es así como una mujer virtuosa, está destinada a dejar su huella en la historia humana y los corazones humanos.

Catholic World Report

“SI YO MUERO, VOY AL INFIERNO”


A medida que las autoridades están tomando medidas para garantizar la salud del cuerpo, la salud de las almas es brutalmente descuidada.

Por John Horvat II

Un reciente mensaje en Twitter pone sobre el tapete cómo esta situación se ha convertido en impactante. Una mujer escribió:

“Las confesiones han sido canceladas también. Dios ayúdanos. Si muero, me voy al infierno”.

Su grito dramático era una respuesta al anuncio de la diócesis sobre el cierre de todas las iglesias. Ahora todas las diócesis de América han cancelado las misas y sus servicios. Las Capillas de Adoración se han cerrado. Incluso las Confesiones ha sido canceladas para que todo contacto humano sea minimizado. Las personas se quedaron sin ayuda espiritual.

Los Sacerdotes en sus parroquias han recibido la orden de retirarse de sus funciones pastorales. A algunos incluso, se les dice que pueden oír confesiones sólo en casos de muerte inminente. Otras directivas desalientan bautismos y la extremaunción. Hemos quedado huérfanos ante esta retirada espiritual gigantesca.

Los fieles están angustiados. Algunos padres están deseando bautizar a sus hijos. Otros buscan alternativas en vano. La gente teme por su salvación eterna.


Una mentalidad secular mortal

Estos cierres son un triste reflejo del estado de una nación que se ha alejado de Dios. Los líderes temporales y espirituales sólo están considerando las medidas materiales para combatir la epidemia, y estas medidas drásticas contra el bienestar espiritual de los fieles son la consecuencia de una mentalidad secular que se atreve estúpidamente a poner en cuarentena a Dios como una figura inútil en la lucha contra el coronavirus.

De hecho, la filosofía liberal de la modernidad sostiene que todo se puede resolver a través de la tecnología, la economía y el progreso material. Esta perspectiva materialista burda celebra el disfrute de la vida como valor supremo. El sufrimiento y la tragedia deben evitarse a toda costa. Por eso, cuando aparece la “tragedia” de un niño no deseado, la sociedad moderna dice, hay que abortar el “problema”. Del mismo modo, cuando una amenaza como el virus chino interrumpe la vida, hay que ser despiadadamente eficientes y erradicarlo con medidas modernas “científicas” independientemente de cualquier consideración moral.

Según esa filosofía cínica, Dios, si se considera en absoluto, es en el mejor bienestar psicológico de los débiles que no tienen fe en las soluciones “modernas”. En The New York Times el escritor Mattia Ferraresi, que no entiende nada sobre la Fe, dice sobre el tema del cierre de las iglesias: “para los creyentes, la religión es una fuente fundamental de la curación espiritual y la esperanza. Es un remedio contra la desesperación, la prestación de apoyo psicológico y emocional que es una parte integral del bienestar”.

Sin embargo, ni siquiera esa comodidad psicológica se concede a los fieles, en el manejo del coronavirus. Dios debe ser sacado de la escena. Las iglesias deben estar cerradas.


Una receta para el fracaso

Una forma tan impía de actuación es una receta para el fracaso.

La historia registra cuán desastrosa ha sido esta filosofía materialista! Regímenes comunistas y socialistas, todos ellos se han basado en modelos materialistas de una sociedad sin Dios. Del mismo modo, nuestra sociedad liberal y atea funciona como si Dios no existiera. Tal modelo ha creado un desierto moral y psicológico.

Dondequiera que se ha intentado, una sociedad sin Dios, falla. Es un estado que sólo se ocupa de los bienes materiales y que con el tiempo suprime todas las cosas espirituales. Cuando un estado sin Dios actúa, siempre lo hará con brutalidad, ya que no tiene en cuenta el componente espiritual superior de la naturaleza humana.

Este componente superior es lo que hace que cada persona sea única y establece la dignidad de cada uno. Este reconocimiento orienta todo hacia su propósito en la vida y en última instancia, a Dios. Los líderes nacionales que respeten esta perspectiva espiritual pueden actuar con sabiduría, caridad y comprensión de la dignidad humana.


El gobierno necesita la ayuda de Dios

En tiempos de crisis, los gobiernos necesitan la ayuda de Dios. Necesitan la amplia experiencia de la Iglesia en el tratamiento de la adversidad y la tragedia. La Iglesia no es una fuerza que complica el proceso de lucha contra el coronavirus. Más bien, la Iglesia es un socio eficiente y compasivo que hará que el ser humano luche, abnegado y lleno de caridad. Cuando ocurren calamidades, la Iglesia siempre ha formado parte de la primera línea, no las líneas laterales. La gracia de los Sacramentos fortalece a los fieles para unirse mejor en esta lucha.

Para asegurar esta muy necesaria ayuda, los líderes espirituales y temporales deben tener en cuenta el bienestar espiritual de los ciudadanos. No pueden abandonarlos a la desesperación al igual que a esa pobre mujer que está siendo privada de la confesión. El código católico de la ley canónica enseña que salus animarum suprema lex, la salvación de las almas es la ley suprema.

¿Con qué propósito se guardan las vidas humanas, si las almas se pierden eternamente?

La Iglesia mantiene privada a la nación del sistema de atención de la salud más grande. Si se les da la oportunidad, los ministros pueden encontrar fácilmente maneras de administrar los Sacramentos, incluso dentro de las normas de salud draconianas establecidas por las autoridades.


Fe desaparecida

Lo que falta en esta lucha es la FE. Muchos todavía se aferran a la modernidad y creen que los esfuerzos del gobierno son lo único que puede salvar el mundo. Si ese es el caso, entonces todo está perdido.

El hecho de que la modernidad niegue la acción de Dios en la historia, no significa que Dios no actúe. Dios socorre a los que lo invocan. Cuando las soluciones naturales a los problemas modernos fallan, es el momento de buscar las sobrenaturales.

La crisis por el coronavirus sólo se resolverá cuando una humanidad pobre y humilde tenga Fe en Dios que todo lo puede. Él está dispuesto a ayudar en los acontecimientos humanos. Es sólo una cuestión de seguir sus indicaciones divinas.

TIEMPOS SIN PRECEDENTES

A pesar de las apariencias, ha habido muchas otras veces como estas (hambrunas, guerras, plagas), aunque ninguna tal vez haya llevado tan efectivamente a todo el mundo a un punto muerto. Pero hay paralelos, paralelos instructivos.

Por Monseñor Michael Heintz

Hace poco más de 1600 años, por ejemplo, los católicos tenían su mundo, un mundo que compartían con un número de no creyentes. En 410, los vándalos, cuyo nombre se ha convertido en sinónimo de "matones merodeadores", saquearon la ciudad de Roma, que había permanecido intacta e intocable durante 1000 años. Esta crisis produjo, entre creyentes y paganos por igual, profunda angustia existencial, cuestionamientos e inseguridad.

En la Providencia de Dios, un hombre abordó esta crisis y sus consecuencias: el obispo de una diócesis bastante pequeña en el norte de África llamado Agustín (354-430 dC). A través de la lente de una fe bíblica y sacramental (es decir, católica), compuso, en el transcurso de trece años, una respuesta en forma reflexión sinuosa tanto sobre la historia (siempre en constante cambio) como sobre la naturaleza humana ( inmutable desde la caída).

Leer su "Ciudad de Dios" todavía vale la pena el tiempo y el esfuerzo; ricamente paga a ambos. Además de los paganos que identificaron la causa de la desaparición del mundo con el abandono de los dioses paganos (y el ascenso de los cristianos), Agustín también tuvo que lidiar con muchos católicos problemáticos, algunos de los cuales habían supuesto que, ahora que el imperio era oficialmente "Cristiano" (desde principios de los años 380 por un acto imperial), Dios naturalmente los protegería de tales calamidades.


Habían imaginado que este compromiso de la Iglesia y el estado marcaba el comienzo del progreso constante, la prosperidad y la protección divina. Su fe débil fue perturbada por los acontecimientos que se desarrollaban a diario, mucho más allá de su control.

Al principio del primer libro de "Ciudad de Dios", Agustín observó (refiriéndose a las enseñanzas del Señor en Mateo 5) que tanto los buenos como los malvados experimentan los caprichos de esta vida: sus altibajos, inconvenientes y molestias, alegrías, desgracias y las penas más amargas.

La diferencia no es que los virtuosos estén protegidos de tales tragedias mientras que los malvados deben sufrirlas. La diferencia radica en quien las experimenta: “el hombre bueno no se eleva con las cosas buenas del tiempo ni se rompe con sus males; pero el hombre malvado, porque está corrompido por la felicidad de este mundo, se siente castigado por su infelicidad".


Agustín pone de relieve el sentido más pleno de la vida y el destino, que trasciende el aquí y el ahora, el orden histórico o temporal actual. Los cristianos, que viven en el aquí y ahora, no viven simplemente por el aquí y el ahora. Aquellos que lamentan las miserias de la vida (el mundo está realmente lleno de tristeza y sufrimiento) como si este orden temporal fuera todo lo que los cristianos poseen o podrían esperar, sufren de miopía espiritual. Los virtuosos harán un buen uso incluso de los inconvenientes y desgracias de esta vida, creciendo en la resistencia, la esperanza y la caridad. Los malvados simplemente se volverán más amargos, resentidos, recelosos y malhumorados por la misma experiencia.

Descubrí desde el principio en este drama ahora global, en gran parte por vivir en una comunidad de unos 170 seminaristas y sacerdotes bastante apretados, que pruebas como esta revelan rápidamente las debilidades y defectos en nuestro carácter. Nuestros peores defectos tienden a manifestarse en momentos de mayor tensión y estrés.

La ira, el resentimiento, la impaciencia, la obstinación, la intensa autoabsorción y la fragilidad emocional fueron solo algunos de los aspectos menos sabrosos de la naturaleza humana caída que encontré en las últimas semanas (¡algunos en mí mismo!).

Una forma de hacer un "buen uso" de la calamidad actual es identificar qué aspectos más oscuros de nuestra personalidad caída han surgido durante la incertidumbre y el estrés de las últimas semanas. Y luego nombrarlos y arrepentirse de ellos.

Frente a las hambrunas, guerras y plagas a lo largo de la historia, la Iglesia nos ha exhortado regularmente al arrepentimiento, el primer elemento y el más básico en la predicación de Jesús. En esta vida, nunca (a menos que seamos tontos) podremos decirnos a nosotros mismos: “He dominado la vida cristiana; mi trabajo está hecho."
Siempre somos, como enseña Agustín,  peregrinos o caminantes, o, como a Tomás de Aquino le gustaba decir, "en la vía", en el camino. El "allí" hacia donde nos dirigimos no se puede encontrar simplemente en esta vida. Pero al mismo tiempo, la vida por venir no es remota; comienza aquí. Comenzó en nuestro bautismo.

Comenzamos a vivir ahora como si fuera entonces, por así decirlo, por nuestra configuración bautismal a Cristo, el Señor resucitado y glorificado, a cuyo Cuerpo nos hemos asociado por gracia y cuya gloria, estamos llamados a manifestar en este orden temporal, aquí y ahora, a través de la caridad que es suya trabajando en nosotros y a través de nosotros. Pero la era por venir, mientras se abre paso en nuestro propio orden caído por la gloria del Señor resucitado manifestada en su Iglesia, aún no se ha alcanzado completamente en el aquí y ahora. Aún luchamos contra el pecado, la enfermedad, el sufrimiento y la muerte.

Sabemos que la enfermedad y la muerte, como el pecado que nos infecta a todos, son los enemigos del Señor Jesús. También expresamos, en nuestra fe y adoración pascuales, que los ha conquistado. Si bien ya compartimos, aquí y ahora, esa victoria, también sabemos que la experiencia completa de esta victoria no se logrará en esta vida. Estamos hechos, por gracia, para algo más que esta vida.

Como Agustín recordó a sus contemporáneos estresados ​​y confundidos: "La felicidad real y duradera es la posesión distintiva de aquellos que adoran a Dios por quien solo se puede conferir". Mientras nos preparamos para entrar en la semana más sagrada del año, que cada uno de nosotros identifique y nos arrepintamos de nuestros pecados, crezcamos en la caridad y en la esperanza, nos fortalezcamos mutuamente y lleguemos de la mejor manera posible a los más heridos y afectados. por este flagelo actual. Y al hacerlo, manifestemos la victoria y la gloria, incluso aquí y ahora, del Señor Jesús resucitado.



The Catholic Thing




lunes, 30 de marzo de 2020

EL EXORCISTA ITALIANO PAOLO CARLIN: "ES IMPOSIBLE CONCILIAR LA PERSPECTIVA NEW AGE Y LA CRISTIANA"


La New Age se hace atractiva para nuestra sociedad contemporánea "porque mucho de cuanto ofrece satisface las aspiraciones que a menudo no son satisfechas por las instituciones oficiales".


El padre Paolo Carlin, sacerdote franciscano capuchino italiano, ha escrito un artículo sobre la New Age (Nueva Era) y la Next Age (Próxima Era), las evoluciones contemporáneas de la religiosidad más desafiantes para el cristianismo. En el mismo título del texto se pregunta: “Próxima Era ¿espiritualidad del futuro?”.

Siendo doctor en Teología Moral y exorcista en las diócesis italianas de Faenza-Modigliana y la de Ravenna-Cervia, Carlin tiene una sólida experiencia sobre el nocivo impacto -para la salud de las personas y sociedades-, del esoterismo y las “espiritualidades alternativas”.

Además de ser discípulo del conocido exorcista Gabriele Amorth (q.e.p.d.), Carlin también es portavoz de la Asociación Internacional de Exorcistas (AIE) y autor del libro De cura obsessis. Riconoscere i casi di possessione diabolica, intervenire e accompagnare le persone con problemi spirituali (San Paolo, 2017).


En el referido artículo difundido por al AIE, este religioso advierte que muchas personas, desconfiando del cristianismo, “miran dentro de sí, en sí mismas, buscando sentido y fuerza. También recurren a instituciones alternativas, con la esperanza de que puedan satisfacer sus necesidades más profundas”. De este modo, la New Age se hace atractiva para nuestra sociedad contemporánea “porque mucho de cuanto ofrece satisface las aspiraciones que a menudo no son satisfechas por las instituciones oficiales”.

Esto incluye el peligro del sincretismo, dado que “la New Age influye y cambia los valores de referencia en la vida”, y así se entiende “el número siempre más alto de personas que consideran posible mezclar cristianismo y New Age, tomando de cada uno lo que entienden que es lo mejor”. En algunas versiones de esta espiritualidad se instrumentaliza a Dios, en lugar de negarlo, ya que “tiene la función de promover el desarrollo del individuo”, mientras que otras corrientes “explotan las fuerzas de la naturaleza y buscan comunicarse con otro mundo para descubrir el destino de los individuos”.


New Age y cultura occidental

Padre Paolo Carlin

Este exorcista italiano advierte sobre la impregnación general de la Nueva Era en las sociedades occidentales, algo de lo que deben ser conscientes los cristianos: “la New Age es transversal a las culturas y está presente en diversos fenómenos como la música, cine, seminarios, grupos de estudio, retiros, terapias y muchas otras actividades y eventos”. Y como “es muy difusa e informal”, se da el fenómeno de que “algunos grupos religiosos o para-religiosos incorporan conscientemente elementos de la New Age”.

Porque, aunque la Nueva Era haya sido fuente de inspiración para diversas sectas, ella misma no es una secta, “no es un movimiento único o uniforme, sino más bien una red” cuyos participantes “no conocen necesariamente a los otros componentes y se encuentran raramente, o más bien nunca”. Como se trata de una estructura sincretista que incorpora una gran diversidad de elementos, esto “permite a las personas compartir intereses y vínculos en grados muy diferentes y en distintos niveles de compromiso”.

No sólo eso: “muchas tendencias, prácticas y actitudes que forman parte de alguna manera de la New Age son, de hecho, parte de una reacción profunda, fácilmente identificable, contra la cultura dominante”.


Una calculada distancia de la religión

Paolo Carlin afirma que no podemos considerar a la Nueva Era como una religión, aunque sí se presenta como “una respuesta a preguntas necesidades de naturaleza religiosa” y, por eso, atrae a “personas que buscan descubrir y redescubrir una dimensión espiritual en sus vidas”. Pero enseña que ya se ha acabado el tiempo de las religiones particulares, y por eso hay “una cuidadosa distinción entre ‘religión’ y ‘espiritualidad’”. Para el exorcista, se puede ubicar la Nueva Era “en el contexto más amplio de la religiosidad esotérica, cuyo atractivo continúa aumentando”.

Para la búsqueda de “una nueva conciencia espiritual” –que es el objetivo de la también llamada “Era de Acuario” (utilizando términos tomados de la astrología)–, confluyen en la New Age las más diversas tradiciones esotéricas: “las antiguas prácticas ocultas egipcias, la cábala, el gnosticismo cristiano primitivo, el sufismo, la sabiduría de los druidas, el cristianismo celta, la alquimia medieval, el hermetismo renacentista, el budismo zen, el yoga, etc.”. De manera que, para el padre Carlin, es claro: “es imposible conciliar la perspectiva de la New Age y la cristiana”.


Más espiritismo que espiritualidad


En su artículo, el religioso capuchino se fija en la fascinación que ejerce en la Nueva Era todo lo extraordinario y paranormal, y que se muestra sobre todo en la figura de los médiums, que “sostienen que otra entidad toma el control de su personalidad durante el proceso de ‘éxtasis’ –un fenómeno de la New Age conocido como ‘canalización’–, durante el cual el ‘médium’ puede perder el control de su cuerpo y sus facultades”.

Aunque hay personas que al presenciar estos hechos aseguran que se trata de manifestaciones verdaderamente espirituales, está claro que “no provienen de Dios, aunque casi siempre se emplea un lenguaje de amor y de luz”. La valoración del exorcista italiano de estos hechos es clara: “probablemente sea más correcto referirse a ellos como formas de espiritismo en lugar de espiritualidad en sentido estricto”.

Por eso hay que tener cuidado con todo lo que tiene que ver con entidades espirituales en la Nueva Era, por mucho que se pueda hablar de ángeles o de elementos de la naturaleza. Como explica el padre Carlin, “a menudo son invocadas para ayudar a una relajación con miras a ejercitar un mejor control de la propia vida y de la propia carrera, y a facilitar la toma de decisiones”.

Así puede darse, en algunas versiones de la New Age, una “fusión con algunos espíritus que enseñan a través de personas particulares”, que son considerados como “místicos”. En otras ocasiones, esos espíritus “son descritos como energías poderosas” presentes en los “planos internos” del ser humano, y a los que se puede acceder “mediante rituales, drogas y otras técnicas que inducen estados alterados de conciencia”.


¿Ética? No hay bien ni mal


Otro aspecto importante de la Nueva Era que recoge este religioso capuchino es “la importancia de estar en armonía con la naturaleza y con el cosmos”. De manera que “en la New Age no existe distinción entre el bien y el mal”, sino que “las acciones humanas son fruto o de la iluminación o de la ignorancia”. En consecuencia, “no podemos condenar a nadie, ni nadie necesita el perdón”.

Esto da lugar a una visión irreal e ingenuamente optimista del mundo, ya que “creer en la existencia del mal sólo puede crear negatividad y miedo. La respuesta a la negatividad es el amor”. Pero es importante darse cuenta de que en la Nueva Era, como observa con mucha agudeza Paolo Carlin, este amor “no se trata de traducirlo en acciones, sino de tener unas determinadas actitudes mentales”. Un amor, entonces, que no se traduce en caridad ni en buenas obras, sino que “es energía, una vibración de alta frecuencia”. Así, “el secreto de la felicidad, de la salud y del éxito consiste en poder encontrar una sintonía, encontrar el propio lugar en la gran cadena del ser”.


Sanación… y divinidad interior


En este momento es cuando el exorcista introduce el tema de la sanación, de las terapias, tan importante en la Nueva Era. Como la finalidad de las prácticas mentales y espirituales es hallar la armonía, “los maestros y las terapias de la New Age pretenden ofrecer la clave para que las personas puedan modular el tono de su propia vida y estar en armonía unos con otros y con todo lo que les rodea”.

Aquí se inserta la crítica que hace la Nueva Era a la medicina oficial actual –a la que denomina, de forma despectiva, “alopática”–, con el argumento de que “tiende a limitarse al tratamiento de enfermedades particulares y aisladas, y no consigue prestar atención al cuadro más amplio de la salud de la persona”. Como respuesta, “la New Age ofrece las terapias alternativas que afirman considerar a la persona en su totalidad y sanar en vez de curar”.

Para sostener este planteamiento sanitario alternativo –que denominan “salud holística”–, insisten en dar el protagonismo a la mente como responsable de la curación física: “se afirma que el vínculo entre los aspectos espirituales y físicos de la persona reside en el sistema inmunitario o en el sistema indio de los chakras”.

De esta forma, para la Nueva Era las enfermedades y el sufrimiento tienen un origen simple: las acciones humanas que van contra la naturaleza. “Cuando se está en sintonía con la naturaleza, se puede esperar una vida más sana y también la prosperidad material. Según algunos sanadores de la New Age, en realidad no deberíamos morir”, ya que “el desarrollo de nuestro potencial humano nos pondrá en contacto con nuestra divinidad interior y con aquellas partes de nosotros mismos que han sido alienadas o reprimidas”.


Un amplio catálogo de pseudoterapias


El padre Carlin reconoce que “existe una extraordinaria variedad de enfoques que promueven la salud holística, algunas derivadas de antiguas tradiciones culturales, ya sean religiosas o esotéricas, y otras ligadas a teorías psicológicas desarrolladas en [el Instituto] Esalen entre 1960 y 1970”.

Y a continuación ofrece un elenco de varias de estas supuestas terapias promovidas por la Nueva Era: acupuntura, biofeedback, quiroterapia, kinesioterapia, homeopatía, iridología, algunos tipos de masaje (ergonómico, Feldenkrais, reflexología, Rolfing, terapia de polaridad, toque terapéutico, etc.), meditación y visualización, terapias nutricionales, sanación psíquica, varios tipos de fitoterapia, cristaloterapia, metaloterapia, musicoterapia y cromoterapia… “La New Age cree que la fuente de la sanación está dentro de nosotros y que podemos lograrla entrando en contacto con nuestra energía interior o energía cósmica”.


El paso necesario: La reencarnación


Este logro de la salud holística trae consigo un supuesto alargamiento de la vida humana. Es el momento del discurso de la Nueva Era en el que ésta “ofrece una fórmula oriental en términos occidentales”: la reencarnación. El padre Carlin explica en qué consiste esta doctrina tal como la hemos recibido del pensamiento hindú y budista, con una importante carga de fatalidad y pesimismo, ya que el objetivo vital es liberarse del ciclo de reencarnaciones, que responderían a la ley del karma, según el propio comportamiento.

Sin embargo, “en Occidente, desde tiempos de Lessing, la reencarnación se ha considerado de una forma mucho más optimista como un proceso de aprendizaje y de progresiva realización individual. El espiritismo, la Teosofía, la Antroposofía y la New Age consideran la reencarnación como una forma de participación en la evolución cósmica”.

Esta doctrina, además, “elimina la noción de infierno”. Como señala este capuchino, desde el punto de vista de la Nueva Era, “cuando el alma se separa del cuerpo, los individuos pueden revisar toda su vida hasta ese punto, y una vez que el alma se ha unido a su nuevo cuerpo, ven en anticipo algo de la fase siguiente”. La New Age asegura que se pueden conocer las supuestas vidas pasada “a través de los sueños y de las técnicas de meditación”.

Como se ha visto, constituye un repaso muy interesante a cuestiones centrales de la Nueva Era que justifican lo ya dicho por Paolo Carlin en su artículo: New Age y fe cristiana son incompatibles, porque expresan visiones totalmente inconciliables de Dios, el ser humano y el mundo y, por tanto, más allá de lo meramente teórico o doctrinal, traen consigo distintas formas de vivir.


Luis Santamaría del Río (InfoRIES)


Portaluz

MONSEÑOR MARCEL LEFEBVRE: LA MISA TRADICIONAL Y LA MISA PUESTA AL DIA (CAPITULO IV)

Para preparar el Congreso Eucarístico de 1981, se redactó un cuestionario cuya primera pregunta era la siguiente:

"Entre estas dos definiciones, 'Santo Sacrificio de la Misa' y 'Comida Eucarística',¿cuál adopta usted espontáneamente?" Habría mucho que decir sobre esta manera de interrogar a los católicos en la que en cierto modo se les deja la libertad de elegir y se apela a su juicio personal en una cuestión en la cual la espontaneidad nada tiene que hacer. No se puede elegir la definición de la misa así como se elige un partido político.

Pero, ¡ay! La insinuación no se debe a la torpeza del redactor de este cuestionario.

Hay que convencerse: la reforma litúrgica tiende a reemplazar la noción y la realidad del Sacrificio por la realidad de una comida. Y así es como se habla de celebración eucarística y de Cena, pero el término Sacrificio es mucho menos empleado y casi ha desaparecido por entero de los manuales de catecismo y de predicación. El término no figura en el Canon Nº 2 llamado de san Hipólito.

Esta tendencia tiene relación con lo que comprobamos tocante a la Presencia real: si ya no hay sacrificio, ya no hay más necesidad de una víctima. La víctima está presente con miras al sacrificio. Convertir la misa en una comida conmemorativa, en una comida fraternal es el error de los protestantes.


¿Qué ocurrió en el siglo XVI?

Primeramente lo que está pasando en nuestros días


Los protestantes reemplazaron inmediatamente el altar por una mesa, suprimieron el crucifijo de la mesa e hicieron volver al "presidente de la asamblea" en dirección de los fieles.

El desarrollo de la Cena protestante se encuentra en Fierres Vivantes, el libro compuesto por los obispos de Francia que todos los niños que aprenden catecismo deben utilizar obligatoriamente: "Los cristianos se reúnen para celebrar la eucaristía; se trata de la misa... Los cristianos proclaman la fe de la iglesia, ruegan por el mundo entero, ofrecen el pan y el vino... El sacerdote que preside la asamblea dice la gran oración de acción de gracias..." Ahora bien, en la religión católica, es el sacerdote quien celebra la misa, es él quien ofrece el pan y el vino. El concepto de presidente está tomado directamente del protestantismo. El vocabulario mismo sigue al cambio de espíritu. Antes se decía: "Monseñor Lustiger celebrará una misa pontifical". Me han dicho que en la Radio NotreDame, la frase que ahora se utiliza es: "Jean-Marie Lustiger presidirá una concelebración".

Véase cómo se habla de la misa en un folleto editado por la Conferencia de Obispos suizos.

"La comida del Señor realiza en primer término la comunión con Cristo. Es la misma comunión que Jesús realizaba durante su vida terrestre cuando se sentaba a la mesa con los pecadores, comida que continúa en la comida eucarística desde el día de la Resurrección. El Señor invita a sus amigos a reunirse y él estará presente entre ellos."

¡Pues no! Todo católico está obligado a responder de manera categórica.

¡No! La misa no es eso. No es la continuación de una comida semejante a aquella en la que nuestro Señor invitó a san Pedro y a algunos discípulos una mañana a orillas de lago después de su resurrección; "Luego pues que subieron saltando a tierra vieron allí un fuego de carbón, un pescado puesto encima y pan... Díceles Jesús, 'Venid y almorzad' y ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle '¿Quién eres tú?' conociendo que era el Señor. Viene entonces Jesús, toma el pan, lo da a sus discípulos y asimismo el pescado" (San Juan, XXI, 9-13).

La comunión del sacerdote y de los fieles es una comunión con la víctima que se ofrece en el altar del sacrificio. Ese altar es macizo y está hecho de piedra; si no es de piedra contiene por lo menos la piedra de altar que es una piedra de sacrificio, en ella se han incrustado reliquias de mártires porque ellos ofrecieron su sangre por su Maestro. Esta comunión de la sangre de Nuestro Señor con la sangre de los mártires nos alienta a ofrecer también nosotros nuestras vidas.

Si la misa es una comida, comprendo que el sacerdote se vuelva hacia los fieles. Uno no preside una comida volviendo la espalda a los invitados. Pero un sacrificio se ofrece a Dios, no a los circunstantes. Por esa razón el sacerdote, a la cabeza de los fieles, se vuelve hacia Dios, hacia el crucifijo que domina el altar.

Hoy se insiste en toda ocasión en lo que el Nuevo Misal de los domingos llama "el relato de la institución". El Centro Jean Bart, centro oficial del obispado de París, declara: “En el corazón de la misa hay un relato”.

Otra vez ¡No! La misa no es una narración, es una acción. Hay tres condiciones indispensables para que la misa sea la continuación del Sacrificio de la Cruz: la oblación de la víctima, la transubstanciación que hace a la víctima efectivamente presente y no simbólicamente, la celebración por parte de un sacerdote que ocupa el lugar del Sacerdote máximo que es Nuestro Señor y que debe estar consagrado por su sacerdocio.

De esta manera la misa puede procurar la remisión de los pecados. Un simple acto recordatorio, un relato de la institución acompañado por una comida distaría mucho de bastar. Toda la virtud sobrenatural de la misa proviene de su relación con el Sacrificio de la Cruz. Si uno ya no cree en eso, no cree nada de lo que la Santa Iglesia enseña, la Iglesia ya no tiene razón de ser y tampoco es necesario pretender ser católico. Lutero había comprendido muy bien que la misa es el corazón, el alma de la Iglesia. Decía: "Destruyamos la misa y destruiremos a la Iglesia".

Lo cierto es que percibimos que el Novus Ordo missae, es decir, la nueva regla adoptada después del concilio, se alinea según las concepciones protestantes o, por lo menos, se aproxima a ellas peligrosamente. Para Lutero, la misa podrá ser un sacrificio de alabanza, es decir un acto de loor, de acción de gracias, pero ciertamente no un sacrificio expiatorio que renueva el Sacrificio de la Cruz y lo aplica.

Para Lutero el Sacrificio de la Cruz tuvo lugar en un determinado momento de la historia y Lutero permanece prisionero de esa historia; nosotros no podemos aplicarnos los méritos de Cristo sino por obra de nuestra fe en su muerte y en su resurrección.

En cambio, la Iglesia cree que ese sacrificio se realiza místicamente en nuestros altares en cada misa, de una manera incruenta, por obra de la separación del cuerpo y de la sangre en las especies del pan y del vino. Esa renovación permite aplicar a los fieles presentes los méritos de la cruz y perpetuar esa fuente de gracias en el tiempo y en el espacio. El Evangelio de san Mateo termina con estas palabras: "Y ahora yo estaré con vosotros para siempre, hasta el fin del mundo".

La diferencia de concepción no es insignificante. Sin embargo se procura reducirla alterando la doctrina católica, como puede comprobarse por numerosos signos en la liturgia.

Lutero decía: "El culto se dirigía a Dios como un homenaje, en adelante se dirigirá al hombre para consolarlo e iluminarlo. El sacrificio ocupaba el primer lugar, ahora el sermón lo suplantará".

Esto significaba introducir el culto del hombre y, en la Iglesia, la importancia de la "Liturgia de la palabra". Si abrimos los nuevos misales comprobamos que esa revolución se ha cumplido. Se agregó una lectura a las dos que existían y además una "oración universal" a menudo utilizada para expresar ideas políticas o sociales. Se llega así a un desequilibrio en favor de la palabra. Una vez terminado el sermón, la misa ya casi toca a su fin.

En la Iglesia, el sacerdote lleva la marca de un carácter indeleble que lo hace un alter Christus; sólo el sacerdote puede ofrecer el Santo Sacrificio. Lutero considera la distinción entre clérigos y laicos como "la primera muralla levantada por los romanistas"; todos los cristianos son sacerdotes, el pastor no hace sino ejercer una función al presidir la "misa evangélica". En el nuevo orden, el "yo" del celebrante ha quedado reemplazado por el "nosotros"; por todas partes se lee que los fieles "celebran", se los asocia a actos del culto, leen la Epístola y eventualmente el Evangelio, distribuyen la comunión, a veces hacen la homilía que puede ser reemplazada por "un intercambio en pequeños grupos sobre la palabra de Dios", se reúnen con antelación para "forjar" la celebración del domingo.

Pero todo esto no representa más que una etapa; desde hace varios años, responsables de organismos episcopales emiten proposiciones de este género: "Los que celebran no son los ministros, sino que la que celebra es la asamblea'' (Fichas del Centro Nacional de la Pastoral Litúrgica) o "La asamblea es el primer tema de la liturgia"; lo que cuenta no es "el funcionamiento de los ritos, sino la imagen que la asamblea se forja de sí misma y las relaciones que se instauran entre los co-celebrantes" (P. Gelineau, artífice de la reforma litúrgica y profesor en el Instituto Católico de París).

Si lo que cuenta es la asamblea, bien se comprende que las misas privadas sean mal consideradas, lo cual hace que los sacerdotes ya no las digan, puesto que cada vez es menos fácil encontrar una asamblea sobre todo en días hábiles. Esto constituye una ruptura con la doctrina invariable: la Iglesia necesita multiplicar los sacrificios de la misa para la aplicación del Sacrificio de la Cruz y para todos los fines que le son asignados-, la adoración, la acción de gracias, la propiciación 3 y la impenetración 4.

Y aquí no acaba todo, pues muchos se proponen eliminar lisa y llanamente al sacerdote, lo cual da lugar a las famosas ADAP (Assamblées dominicales en l'absence du prétre) 5.

Podría uno concebir la idea de que los fieles se reúnan para orar juntos y honrar así el día del Señor. Pero esas ADAP son en realidad especies de misas a las cuales únicamente les falta la consagración y esto, como se puede leer en un documento del Centro Regional de Estudios Socio religiosos de Lille, sólo porque hasta nueva orden los laicos no tienen el poder de ejecutar este acto. La ausencia del sacerdote puede ser deliberada "para que los fieles aprendan a desempeñarse solos".

El padre Galineau en Demnm ia hturgie escribe que las ADAP no son más que una "transición pedagógica hasta que las mentalidades hayan cambiado" y concluye, con una lógica que confunde, que hay demasiados sacerdotes en la Iglesia, "sin duda demasiados para que las cosas evolucionen rápidamente".

Lutero suprimió el ofertorio: ¿por qué ofrecer la hostia pura y sin mancha si ya no hay más sacrificio? En el nuevo orden francés el ofertorio prácticamente ya no existe; por lo demás ya ni siquiera se lo llama con ese nombre.

El Nuevo Misal de los domingos habla de "oraciones de presentación". La fórmula utilizada evoca más una acción de gracias, un agradecimiento por los frutos de la tierra. Para darse cuenta de esto basta con compararla con las fórmulas tradicionalmente empleadas por la Iglesia en las que se manifiesta claramente la finalidad propiciatoria y expiatoria del sacrificio "que yo os ofrezco... por mis innumerables pecados, ofensas y negligencias; por todos los asistentes y por todos los cristianos vivos y muertos a fin de que aproveche a mi salvación y a la de ellos para la vida eterna". Y luego elevando el cáliz, el sacerdote dice: "Te ofrecemos, Señor, el cáliz de vuestra redención y suplicamos que vuestra bondad lo quiera hacer ascender, como un suave perfume, a la presencia de Vuestra divina Majestad, para salvación nuestra y salvación del mundo entero".

¿Qué queda de todo esto en la nueva misa? Lo siguiente: "Bendito tú seas, Dios del universo, que nos das este pan, fruto de la tierra y del trabajo de los hombres. Ahora te lo presentamos y se convertirá en el pan de la vida"; lo mismo ocurre con el vino que se convertirá en "el vino del reino eterno"; ¿De qué sirve agregar un poco después: “Lávame de mis faltas, Señor, purifícame de mi pecado" y "Que nuestro sacrificio sea agradable ante ti"?

¿Qué pecado? ¿Qué sacrificio? ¿Qué relación puede establecer el fiel entre esta presentación vaga de las ofrendas y la redención que es capaz de alcanzar? Haré otra pregunta-. ¿Por qué sustituir un texto claro y de sentido completo por una serie de frases enigmáticas y mal hilvanadas en su conjunto? Si se siente la necesidad de cambiar algo debe procederse a mejorar.

Esas pocas palabras que parecen rectificar la insuficiencia de las "oraciones de presentación" hacen pensar otra vez en Lutero, quien disimulaba con tiento los cambios. Conservaba lo más posible ceremonias antiguas y se limitaba a cambiarles sólo el sentido. La misa conservaba en gran parte su aparato exterior y el pueblo encontraba en las iglesias más o menos la misma decoración, más o menos los mismos ritos con algunos retoques hechos para complacerlo, pues a partir de entonces todo se dirigía al pueblo mucho más que antes; el pueblo tenía ahora más conciencia de valer algo en el culto, desempeñaba una parte más activa mediante el canto y la oración recitada en voz alta. Poco a poco el latín fue dejando definitivamente su lugar al alemán.

¿Y todo esto no nos recuerda nada? Lutero también se empeñaba en crear nuevos cánticos para reemplazar "todos esos gorgoritos del papismo"; las reformas siempre asumen el aspecto de revolución cultural.

En el Nuevo Orden (Novus Ordo), la parte más antigua del canon romano, que se remonta a la edad apostólica, fue modificada para que se aproximara a la fórmula consagratoria luterana, con un agregado y una supresión. La traducción francesa ha conservado las palabras pro multis, pero alterando su significación. En lugar de "mi sangre... que será derramada para vosotros y para un gran número", leemos; "que será derramada para vosotros y para la multitud". Esto no significa lo mismo y teológicamente no es neutro.

Se habrá podido observar que la mayor parte de los sacerdotes pronuncia hoy de un tirón la parte principal del canon que comienza así: "La víspera de su pasión, tomó el pan en sus manos muy santas..." sin hacer la pausa implícitamente indicada en el misal romano: "Sosteniendo con las dos manos la hostia entre el índice y el pulgar, el sacerdote pronuncia las palabras de la consagración en voz baja, pero distintamente sobre la hostia".

El tono cambia entonces, se hace vivo y las cinco palabras Hoc est enim Corpus meum operan el milagro de la tran-substanciación, así como las palabras que se dicen en la consagración del vino. El nuevo misal invita al celebrante a conservar el tono narrativo como si se tratara efectivamente de una recordación. Como hoy la creatividad es la regla, podemos ver a ciertos oficiantes que al recitar su texto muestran la hostia en redondo o hasta la rompen con ostentación para agregar el gesto a las palabras e ilustrar mejor su relato. Se suprimieron dos de las cuatro genuflexiones y las que quedan a veces se omiten; verdaderamente cabe preguntarse si el sacerdote tiene el sentimiento de consagrar, suponiendo que realmente tenga la intención de hacerlo.

Y entonces los católicos perplejos se convierten en católicos preocupados: ¿Fue válida la misa a la que acaban de asistir? ¿Fue realmente el cuerpo de Cristo la hostia que recibieron?

Este es un grave problema. ¿Cómo puede el fiel juzgar la situación? Para la validez de una misa existen condiciones esenciales: la materia, la forma, la intención y el sacerdote válidamente ordenado. Si se cumplen estas condiciones no se ve cómo se podría llegar a la conclusión de la invalidez.

Las oraciones del Ofertorio, del Canon y de la Comunión del sacerdote son necesarias a la integridad del sacrificio y del sacramento, pero no a su validez.

El cardenal Mindszenty, al pronunciar a hurtadillas y de prisa en su prisión las palabras de la Consagración sobre un poco de pan y vino para nutrirse con el cuerpo y la sangre de Nuestro Señor sin que lo advirtieran sus carceleros, ciertamente cumplió el sacrificio y el sacramento. Una misa celebrada con las tortitas de miel del obispo norteamericano a quien me he referido es ciertamente inválida, lo mismo que aquella en la que las palabras de la consagración estuvieran gravemente alteradas u omitidas.

Se ha informado sobre el caso de un celebrante que hizo un despliegue tal de creatividad que sencillamente se olvidó de decir las palabras de la Consagración. Pero ¿cómo apreciar la intención del sacerdote? Es evidente que cada vez hay menos misas válidas a medida que la fe de los sacerdotes se corrompe y ellos mismos no tienen ya la intención de hacer lo que siempre hizo la Iglesia, pues la Iglesia no puede cambiar de intención. La formación actual de los que se llaman seminaristas no los prepara para celebrar misas válidas. Ya no se les enseña a considerar el Santo Sacrificio como la obra esencial de su vida sacerdotal.

Por otra parte, se puede agregar sin exageración que la mayoría de las misas celebradas sin piedra de altar con utensilios vulgares, con pan fermentado, con la introducción de discursos profanos en el cuerpo mismo del Canon, son sacrilegios y pervierten la fe al disminuirla. La desacralización llega a un punto tal que esas misas pueden llegar a perder su carácter sobrenatural, el "misterio de la fe", para no ser más que actos de religión natural. La perplejidad del católico tal vez asuma la forma siguiente : ¿Puedo asistir a una misa sacrílega pero que sin embargo es válida a falta de otra y para satisfacer la obligación dominical?

La respuesta es simple: esas misas no pueden ser objeto de una obligación. Además,uno debe aplicarles las reglas de la teología moral y del derecho canónico en lo referente a la participación en una acción peligrosa para la fe o eventualmente sacrílega.

La nueva misa, aun dicha con piedad y con el respeto de las normas litúrgicas, es pasible de las mismas reservas puesto que está impregnada de espíritu protestante. Esa misa lleva dentro un veneno pernicioso para la fe. Teniendo en cuenta esto, el católico francés de hoy puede encontrar las condiciones de práctica religiosa que existen en países donde se envían misiones. En esos países, los habitantes de ciertas regiones no pueden asistir a misa más que tres o cuatro veces por año. Los fieles de nuestro país deberían hacer el esfuerzo de asistir una vez por mes a la misa de siempre, verdadera fuente de gracia y de santificación, en aquellos lugares en que todavía continúa honrándosela.

Porque, en verdad, debo decir y afirmar sin temor a equivocarme que la misa codificada por Pío V — y no inventada por él, como se ha dado a entender a menudo-expresa claramente estas tres realidades: sacrificio, presencia real y sacerdocio de los oficiantes. Esa misa tiene también en cuenta, según lo precisó el concilio de Trento, la naturaleza del hombre que necesita algún socorro exterior para elevarse a la meditación de las cosas divinas. Los usos establecidos no lo fueron por casualidad y no se los puede desplazar o abolir impunemente. Cuántos fieles, cuántos jóvenes sacerdotes, cuántos obispos perdieron la fe después de la adopción de las reformas. No se contraría la naturaleza y la fe impunemente, pues ellas se vengan.

Pero precisamente se nos dice que el hombre no es el mismo de un siglo atrás; su naturaleza ha sido modificada por la civilización técnica en la cual está inmerso, ¡Qué absurdo! Los innovadores se guardan bien de mostrar a los fieles el deseo que los anima de acercarse al protestantismo; invocan otro argumento: el cambio. Véase lo que se dice en la escuela teológica de Estrasburgo: "Debemos reconocer que hoy estamos en presencia de una verdadera mutación cultural. Una cierta manera de celebrar la recordación del Señor estaba vinculada con un universo religioso que ya no es el nuestro". Se lo dice rápidamente y todo desaparece. Hay que volver a comenzar desde cero. Ésos son los sofismas de que se valen para hacernos cambiar nuestra fe. ¿Qué es un "universo religioso"? Sería mejor ser francos y decir: "una religión que ya no es la nuestra".


3 Acción de hacer propicio a Dios.
4 Acción de obtener las gracias y bendiciones divinas.
5 * Asambleas dominicales en ausencia del sacerdote.



Capítulo I

Capítulo II
Capítulo III



NUESTRA SEÑORA DE TODAS LAS NACIONES: EL QUINTO DOGMA

La aparición de la Dama de Fátima llegó a Portugal en las últimas etapas de la sangrienta Primera Guerra Mundial, mientras que otra aparición mariana ignorada ocurrió en otro pequeño país europeo, Ámsterdam, Países Bajos, en los últimos estertores de la Segunda Guerra Mundial. 

Por el Dr. Mark Miravalle y Richard L Russell

La encomendación del papa Francisco al mundo a Nuestra Señora de Fátima ha reavivado el interés entre los católicos por las apariciones marianas. La aparición de la Dama de Fátima llegó a Portugal en las últimas etapas de la sangrienta Primera Guerra Mundial, mientras que otra aparición mariana ignorada ocurrió en otro pequeño país europeo, Ámsterdam, Países Bajos, en los últimos estertores de la Segunda Guerra Mundial. Si bien Fátima es bien conocida por las advertencias y predicciones de la Santísima Madre sobre los próximos eventos en la política mundial, las apariciones en Amsterdam tenían aún más que decir sobre el futuro del mundo y la humanidad. Y las apariciones en Amsterdam ofrecieron un nuevo dogma mariano al igual que la Rue Du Bac, las apariciones de París a Santa Catalina Laboure en 1830 anunciaron la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción. Las apariciones de Amsterdam, además, ofrecieron ayuda a la humanidad si la Iglesia proclamara un quinto y último dogma mariano.

La posibilidad de un quinto dogma mariano provocó un considerable debate y discusión sobre las apariciones marianas de la “Dama de todas las Naciones” que ocurrieron a lo largo de los años a raíz de la Segunda Guerra Mundial en Amsterdam. El obispo de Haarlem y Amsterdam, Jozef Marianus Punt, declaró valientemente en 2002 que esta serie de apariciones marianas eran de origen sobrenatural y dignas de fe.

Sin embargo, la promoción de la devoción y la misión de la “Dama de todas las Naciones” se ha visto obstaculizada por controversias, disputas y desinformación sobre esas apariciones. Tal parece ser el caso con muchas, si no todas, las apariciones marianas. Pasan por un terrible momento de juicio antes de ser ampliamente aceptadas y veneradas por los fieles, al igual que las historias de Lourdes y Fátima en las que los visionarios o videntes fueron tratados duramente por las autoridades civiles y eclesiásticas.

Nos gustaría ayudar y aclarar algunos de estos problemas relacionados con la “Señora de Todas las Naciones”, especialmente porque sus advertencias sobre el estado del mundo actual son muy oportunas y su oferta de asistencia celestial es tan urgentemente necesaria. 

Primero, nos gustaría compartir con ustedes lo que la “Señora de Todas las Naciones” le estaba pidiendo a la humanidad en las apariciones de Amsterdam. La “Dama de todas las Naciones” es una de las apariciones marianas más importantes en la historia de la Iglesia. Es una piedra angular, por así decirlo, para la larga historia de las apariciones marianas.


Lo que la “Señora de todas las Naciones” pidió en Amsterdam

La aparición de Amsterdam consistió en cincuenta y seis mensajes entregados desde 1945 a 1959 por la “Señora de todas las Naciones” a una mujer holandesa, Ida Peerdeman, que trabajaba como secretaria en Amsterdam. 


Esta mujer era una católica devota, además de una persona modesta y humilde, pero por lo demás no era notable a los ojos del mundo. Ella era un "nadie" mundano, y actuó solo como un "instrumento", como la Dama de todas las Naciones le dijo varias veces durante sus visitas. Que Ida fuera insignificante para los estándares de lo mundano, estaba totalmente en consonancia con otras apariciones marianas famosas en las que lo más bajo de lo más bajo de la humanidad se usa para fines celestiales, como Santa Bernadette de Lourdes, que era una niña pastora analfabeta.

Los mensajes de Amsterdam tenían una gran variedad de contenido y se transmitieron con una gran cantidad de imágenes en las que la “Señora de todas las Naciones” transmitió a Ida una representación asombrosamente aguda de lo que vendría al mundo. Tenga en cuenta que estos mensajes se dieron después de la Segunda Guerra Mundial que devastó Europa y Holanda en la que muchas personas miraron hacia adelante con optimismo después de que la derrota de la Alemania nazi y el catolicismo florecieron en el continente. En cambio, la “Señora de todas las Naciones” advirtió sobre la desaparición del catolicismo en Europa, las disputas y los conflictos dentro de la Iglesia, el surgimiento del secularismo, la decadencia de las familias tradicionales, las dificultades económicas, los desastres naturales, el cambio climático y más conflictos armados. Todo lo cual ha sucedido en las décadas posteriores, tal como lo había predicho la “Señora de todas las Naciones” contrariamente a la sabiduría convencional del hombre.

La “Señora de todas las Naciones” señaló que el fracaso de la humanidad de vivir según las enseñanzas de Cristo es la causa principal de la creciente degeneración, desastre y guerra del mundo. Ella dijo que el mundo no prestó atención al sacrificio de Cristo en la Cruz y no pudo vivir de acuerdo con los mandamientos de amar a Dios y a nuestro prójimo.

La “Señora de todas las Naciones” le pidió a la humanidad varias cosas para evitar una degeneración, un desastre y una guerra aún mayores, a menos que la humanidad cambiara sus formas. Primero, ofreció una poderosa oración para invocar al Espíritu Santo para renovar la tierra y pidió a los fieles que la rezaran diariamente:

“Señor Jesucristo, Hijo del Padre, envía ahora Tu Espíritu sobre la tierra. Deja que el Espíritu Santo viva en los corazones de todas las naciones, para que puedan ser preservadas de la degeneración, el desastre y la guerra. Que la Señora de todas las naciones, la Santísima Virgen María, sea nuestra abogada. Amén”.

La oración ha sido aprobada por el obispo Punt de Haarlem-Amsterdam y la Congregación para la Doctrina de la Fe. La redacción de la oración cambió ligeramente en Roma. La forma original de la oración dada por Nuestra Señora incluía la expresión "quien una vez fue María", pero fue adaptada a "la Santísima Virgen María" a pedido de la Congregación del Vaticano para la Doctrina de la Fe en un esfuerzo por evitar "cualquier malentendido pastoral", que se implementó en 2006.

Imagen de Nuestra Señora de las Naciones / Dr. Russell

En segundo lugar, la Señora pidió que su imagen, que compartió con Ida y que, a su vez, fue pintada, fuera promovida en todo el mundo. Ella pidió que su imagen junto con su oración se imprima en todos los idiomas para invocar nuevamente al Espíritu Santo. La imagen muestra a la Señora parada delante a la cruz, sobre el mundo, emanando gracias de sus manos a la humanidad representada por ovejas blancas y negras.

Tercero, la Señora solicitó la construcción de una iglesia en su honor en Amsterdam. Dio una descripción bastante detallada de la ubicación de la Iglesia en lo que entonces era tierra abierta, e incluso le mostró a Ida cómo se vería la Iglesia. De nuevo, las palabras de la Señora contradicen la sabiduría común del hombre de hoy. Con la desaparición del catolicismo en Europa y el cierre de las iglesias en Holanda y en todo el continente, uno pensaría que lo último que el mundo y los Países Bajos necesitan es construir una nueva iglesia. Pero la Señora de todas las Naciones quiere un lugar de peregrinación para todos los pueblos del mundo en el corazón de una de las ciudades más cosmopolitas, una encrucijada cultural del mundo globalizado de hoy.

Finalmente, la Señora solicitó la declaración del quinto y último dogma mariano. Recordemos que los cuatro dogmas marianos de la Iglesia son Madre de Dios, Siempre Virgen, Inmaculada Concepción y la Asunción. Pidió a los fieles que le pidieran a nuestro Santo Padre que la declarara "Abogada, Mediadora y Corredentora".

El dogma reconocería a María como la defensora de la humanidad ante la Santísima Trinidad, la mediadora a través de la cual las gracias celestiales pasan del cielo a la humanidad, y la corredentora con su Hijo de la humanidad. La idea de María como corredentora es probablemente uno de los aspectos más controvertidos de las apariciones de la Dama de todas las naciones. Pero es importante notar que "co-" significa "junto con", no como un "igual" con Cristo o la divinidad.

En cambio, el dogma de María como corredentora reconocería oficialmente el papel único que desempeñó María en la salvación de la humanidad. Ella es quien le dio a Cristo la sangre para derramar en la crucifixión. Y ella es la única en los Evangelios que estuvo presente durante toda la vida terrestre de Cristo, desde el principio y hasta el final. Ella sufrió con el Redentor a lo largo de su misión de redención de toda la vida, que alcanzó su punto culminante en el Calvario. La Señora de todas las Naciones también dejó en claro que la proclamación de este quinto dogma mariano era un prerrequisito celestial para la paz: “Una vez que se proclame el dogma final en la historia mariana, la Dama de todas las naciones otorgará la paz, verdadera paz, para el mundo”.


Profecías y predicciones como autenticación

La coherencia de las apariciones de Amsterdam con los Evangelios es una marca de su autenticidad. Las apariciones también enfatizaron las enseñanzas y la importancia de los sacramentos de la Iglesia, especialmente la Eucaristía como el cuerpo y la sangre de Cristo, no solo un símbolo de ellos. Otra marca de su autenticidad es la impresionante cantidad de profecías y predicciones sobre el curso de la política mundial que se han cumplido a lo largo de los años. Observe la distinción entre "profecía" y "predicción". Una profecía es una advertencia de lo que podría venir a menos que la humanidad cambie su comportamiento, mientras que una predicción es de un evento que seguramente ocurrirá. Otra característica de las profecías y predicciones dadas en Amsterdam es el simbolismo y las imágenes en los mensajes que parecen oscurecer los significados antes de los eventos.

Algunas de las profecías y predicciones dadas por la “Señora de todas las Naciones” sobre política internacional fueron las siguientes:

● En marzo de 1945, en el primero de los 56 mensajes dados en Amsterdam, la “Señora de todas las Naciones” mostró una visión a Ida de tropas que regresan de la guerra y levantó el Rosario diciendo: "Es gracias a esto". Los Países Bajos fueron liberados de las fuerzas nazis por las tropas aliadas el 5 de mayo.

● Ida, la vidente, en 1945 tuvo una visión del éxodo judío bíblico de Egipto y la “Señora de todas las Naciones” dijo: "Pero Israel resucitará". Los colonos judíos en Palestina tres años después, en 1948, libraron una guerra amarga contra las fuerzas árabes para establecer un estado independiente de Israel.

● Ida vio en 1945 una imagen de "China con una bandera roja". Solo cuatro años después, los comunistas ganaron la guerra civil china y adoptaron una bandera roja como símbolo en 1949.

● La “Señora de todas las Naciones” le mostró a Ida en 1950 una imagen y le permitió experimentar algunos de los efectos de una gran explosión que arrasó una llanura en Rusia. La Unión Soviética, tres años después, detonó una bomba de hidrógeno, cuyo poder hizo que las bombas atómicas estadounidenses lanzadas sobre Japón durante la Segunda Guerra Mundial parecieran petardos.

● Ida fue advertida en 1949 sobre el conflicto que estalló en la península de Corea. El ataque de Corea del Norte contra Corea del Sur en 1950 conmocionó al mundo occidental. A Ida se le mostró "demarcaciones que se realizan a intervalos". Un armisticio puso fin a la guerra abierta, pero la frontera que separa a los dos países se convirtió en la más fuertemente armada del mundo hoy, tal como Ida había visto en la visión de Amsterdam.

● La “Señora de todas las Naciones” en una visión de 1950 mostró a Alemania y Europa divididas en dos. Pasó la mano sobre la pared divisoria y desapareció en silencio. El muro que dividió a Europa en Berlín durante la Guerra Fría se derrumbó décadas más tarde en 1989. Y, contrariamente a la creencia común de que la Guerra Fría solo pudo desaparecer con el choque de armas entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, se desvaneció pacíficamente en la visión de la “Señora de todas las Naciones”.

● La “Señora de todas las Naciones” le mostró a Ida en 1947 una visión de El Cairo (Egipto) y advirtió: “El mundo, por así decirlo, se partirá en dos”. Egipto tuvo una gran convulsión política en 2011 en la que un líder autoritario fue derrocado después de décadas en el poder. Ese levantamiento condujo a una reacción en cadena de agitación política en todo el Medio Oriente y ha dado oportunidades para que los movimientos islámicos militantes suban al poder. Un Medio Oriente envalentonado con una ideología islámica militante en oposición con la cultura occidental es ciertamente consistente con la advertencia de la “Señora de todas las Naciones” décadas antes sobre un mundo “desgarrado”.


Un observador escéptico podría descartar estas predicciones o profecías como una "casualidad" o como una "conjetura afortunada". Dos de esos eventos podrían ser descartados como "mera coincidencia". Tres o más de esos hechos tendrían incluso a los observadores más escépticos preguntándose qué está pasando aquí. En general, los académicos de relaciones internacionales hacen un trabajo muy pobre al predecir eventos futuros y ninguno vio todos los eventos predichos y profetizados por la “Señora de todas las Naciones”.


Peligros por delante

Con un historial tan impresionante de predicción y profecía, debemos prestar atención a las advertencias de la “Señora de todas las Naciones” para el futuro.

● La Señora advirtió sobre el “cambio climático” que ocurriría en el planeta. Las advertencias se produjeron cuando nadie hablaba del “calentamiento global” o de la “nueva normalidad” ante tormentas cada vez mayores y desastrosas como la del huracán Sandy, que recientemente se estrelló en la costa este de los Estados Unidos.

● Advirtió de la próxima crisis económica y monetaria. Hoy, cuando la moneda de la Unión Europea, el euro, parece deshacerse de las crisis económicas en numerosos estados miembros como Grecia, España, Portugal, Irlanda e Italia, estas advertencias parecen estar llegando a buen término.

● La “Señora de todas las Naciones” también advirtió sobre problemas dentro de la Iglesia Católica. Ciertamente, la crisis de pedofilia que estalló en la iglesia en los Estados Unidos y en todo el mundo en la última década encaja con las advertencias de la Señora.

● Advirtió en 1951 sobre el conflicto interno en China, pero predijo el posterior surgimiento del catolicismo en China: “Después de muchos combates, China regresará a la Iglesia Madre. Pero será después de muchas peleas”.

● Mostró imágenes a Ida y le permitió experimentar algo de la horrible guerra química y biológica. La guerra química ya se ha utilizado muchas veces en combate para incluirla más recientemente en Siria, pero la guerra biológica no se ha utilizado todavía en la medida en que la “Señora de todas las Naciones” implicaba en su visita. (N.R.: Este artículo fue publicado originalmente el 21 de Octubre de 2013, mucho antes de la pandemia mundial que estamos padeciendo.)

● Advirtió en una visión de 1955: “Momentos de grandes inventos están por venir. Habrá inventos alarmantes, de modo que incluso sus creadores se sorprenderán y dirán: 'estamos perdidos'”. Ella reiteró: “Acabo de decir: se harán inventos alarmantes. Dios lo permite; pero ustedes, pueblos, pueden ver que no resulte en un desastre. Pueblos: les ruego... Para que no lleguen esas cosas alarmantes, les ruego ahora: pidan al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo que protejan a su pueblo, que lo unifiquen otra vez, de nuevo. La gente tiene que lograr la unidad, ser uno y superarla”.

Debemos escuchar y actuar

Tomadas colectivamente, estas predicciones y profecías de peligros se ciernen sobre la humanidad. La élite occidental está infundida colectivamente con la filosofía de la Ilustración de que la humanidad está en una marcha constante hacia el progreso, está cada vez mejor y que la humanidad no necesita a Dios en el proceso. La élite occidental cosmopolita cree que la promoción de la tecnología y la democracia es el camino de la humanidad hacia la perfección.

En su arrogancia, la élite cosmopolita ignora el hecho de que sus contrapartes en las potencias emergentes desde Oriente Medio hasta Asia no comparten su idealismo filosófico. En cambio, están motivados por la ideología religiosa militante, la búsqueda del poder en bruto o alguna combinación de ambos. La élite occidental cosmopolita se aferra a su cosmovisión atea incluso frente a realidades obstinadas con el mundo en degeneración, experimentando más desastres naturales y provocados por el hombre y más guerras, tal como advirtió la “Señora de todas las Naciones”.

Las profecías y predicciones de la “Señora de todas las Naciones” son advertencias de lo que vendrá a menos que la humanidad cambie de rumbo. Tenemos en nuestro poder evitar las calamidades que ella nos advirtió. De hecho, el consejo maternal dado en Amsterdam ofrece esperanza a todas las naciones y pueblos del mundo al volverse hacia su Hijo y la vida según los Evangelios. Advirtió en 1950: “Verán que solo después de mucha miseria y muchos desastres se levantará nuevamente la Cruz. Todos deben hacer su parte, de acuerdo con su habilidad”. Y nuevamente señaló el primer y más grande mandamiento: “Amor, Amor al prójimo”.

La Señora nos dio las armas necesarias para evitar la degeneración, el desastre y la guerra. Pero tenemos que hacer nuestra parte. Tenemos que pedir ayuda celestial. Deberíamos decir diariamente la oración que la “Señora de todas las Naciones” nos dio, difundir su imagen en todos los idiomas del mundo y ayudar a establecer una iglesia de la “Señora de todas las Naciones” en Amsterdam.

Mientras tanto, la “Señora de todas las Naciones” nos encarga que solicitemos al Santo Padre su declaración del quinto y último dogma mariano, María como abogada, mediadora y corredentora. La “Señora de todas las Naciones” dijo clara y directamente a Ida: “Hija, quienes luchan y trabajan por esta causa, que el Hijo quiere que se realicen, deben hacerlo con gran ardor y celo”. Ella no ofreció advertencias o calificaciones como cuando es conveniente, políticamente conveniente o fácil, simplemente dijo "con gran ardor y celo". Nuestra tarea es solicitar, alentar, apoyar, proteger, seguir y amar al Santo Padre, no tratar de imponer nada al vicario de Cristo en la tierra. Con el extremadamente mariano papa Francisco, el "Papa del Pueblo" al timón de la Iglesia, tenemos todas las razones para escribirle con la confianza de que nuestras peticiones serán escuchadas y discernidas.