miércoles, 28 de agosto de 2013

CORNELIUS À LAPIDE (1567-1637)


Cornelius Cornelii à Lapide SJ (18 de diciembre de 1567 - 12 de marzo de 1637) fue un sacerdote católico flamenco. Fue jesuita y exégeta de la Sagrada Escritura.


Su Vida

Nació en Bocholt, en el Limburgo belga. Estudió humanidades y filosofía en los colegios jesuitas de Maastricht y Colonia, primero teología durante medio año en la Universidad de Douai y luego durante cuatro años en la Antigua Universidad de Lovaina; ingresó en la Compañía de Jesús el 11 de junio de 1592 y, tras un noviciado de dos años y otro de teología, fue ordenado Sacerdote Católico el 24 de diciembre de 1595. 

Después de enseñar filosofía durante medio año, fue nombrado profesor de Sagrada Escritura en Lovaina en 1596 y el año siguiente, de hebreo también. Durante su cátedra en Lovaina le gustaba pasar sus vacaciones predicando y administrando los sacramentos, especialmente durante la peregrinación a Scherpenheuvel (Montaigu). 

Veinte años más tarde, en 1616, fue llamado a Roma con el mismo cargo, donde, el 3 de noviembre, asumió el cargo que ocupó durante muchos años después. Los últimos años de su vida, sin embargo, aparentemente los dedicó exclusivamente a completar y corregir sus comentarios. Murió en Roma el 12 de marzo de 1637.

Se describe a sí mismo en una oración a los Profetas al final de su comentario sobre el Libro de Daniel : “Desde hace casi treinta años sufro con alegría con y por Ti [Dios] el continuo martirio de la vida religiosa, el martirio de la enfermedad, el martirio del estudio y de la escritura; obtén para mí también, te lo ruego, para coronar a todos, el cuarto martirio, de sangre. Por Ti he gastado mis espíritus vitales y animales; gastaré también mi sangre”.


Sus Obras

Cornelius a Lapide escribió comentarios sobre todos los libros del Canon Católico de la Escritura, es decir, incluidos los libros deuterocanónicos, excepto el Libro de Job y los Salmos. Incluso antes de partir de Flandes, editó los Comentarios in omnes divi Pauli epistolas en 1614 y In Pentateuchum (Sobre el Pentateuco) en 1616, ambos en Amberes. Los comentarios de los Profetas Mayores y Menores, Hechos de los Apóstoles, Epístolas Canónicas y el Apocalipsis de San Juan, Sabiduría de Sirac y Libro de Proverbios más tarde. El resto fueron editados póstumamente, y todos ellos han sido reeditados varias veces de forma individual y colectiva. Del Comentario a las Epístolas de San Pablo vivió hasta ver al menos once ediciones.

La serie completa, con el Libro de Job y los Salmos añadidos por otros, se publicó en Amberes en 1681 y 1714; en Venecia en 1717, 1740 y 1798; en Colonia en 1732; en Turín en 1838; en Lyon en 1839-1842, 1865 y 1866; en Malta en 1843-1846; en Nápoles en 1854; en Lyon y París en 1855 y 1856; en Milán en 1857; y en París en 1859-1863. A la edición más mencionada, Crampon y Péronne agregaron anotaciones complementarias de intérpretes posteriores. Todos los comentarios antes mencionados tienen un gran alcance. Explican no sólo el sentido literal, sino también alegórico, tropológico y anagógico de las Sagradas Escrituras y proporcionan numerosas citas de los Padres de la Iglesia e intérpretes medievales. Como la mayoría de sus predecesores y contemporáneos, Lapide pretendía estar al servicio del estudio histórico y científico de las Sagradas Escrituras y, más aún, de la meditación piadosa y, especialmente, de la exposición homilética. Un extracto del comentario a los Hechos de los Apóstoles apareció en 1737 en Tyrnau bajo el título Efigies Sancti Pauli, sive idea vitae apostolicae. Una gran obra en cuatro volúmenes, Les trésors de Cornelius a Lapide: extraits de ses commentaires de l'écriture sainte à l'usage des prédicateurs, des communautés et des familles chrétiennes del Abbé Barbier se publicó en Le Mans y París en 1856, re -editado en París en 1859, 1872, 1876, 1885 y 1896; y traducido al italiano por FM Faber y publicado en Parma en 1869-1870, en 10 volúmenes durante 16 meses.

GH Goetzius fue autor de una disertación académica, Exercitatio theologica de Cornelii a Lapide Commentariis in Sacram Scripturam (Leipzig, 1699), en la que elogió a Lapide como el comentarista católico de las Escrituras más importante.

Thomas W. Mossman, un clérigo anglicano, tradujo algunos de los comentarios del Nuevo Testamento al inglés bajo el título The Great Commentary of Cornelius a Lapide (Londres, 1876):

● Los evangelios de San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan.

● Epístolas de San Pablo a los Corintios y Gálatas

● Primera, segunda y tercera epístolas de San Juan

Un manuscrito de la Biblioteca Vaticana contiene una traducción árabe del Comentario al Apocalipsis de San Juan del maronita Yusuf ibn Girgis (principios del siglo XVIII), quien supuestamente también tradujo el Comentario a las Epístolas de San Pablo.

Respecto a la supremacía papal y las consecuencias de que un Papa abrace la herejía, dijo:

“Porque el Papa en la Iglesia es más que un rey en un reino: porque este rey recibe el poder de su propia república, [mientras que] el Papa verdaderamente no recibe su poder de la Iglesia, sino inmediatamente de Dios: por lo tanto, en ningún caso puede ser depuesto por la Iglesia, sino sólo ser declarado caído del Pontificado. Si (Dios no lo quiera) cayera en herejía pública, dejaría ipso facto de ser Papa, , dejaría ipso facto de ser fiel y cristiano.”.


miércoles, 21 de agosto de 2013

“NO SEAN CATEQUISTAS CON CARA DE MOMIAS”

Compartimos las palabras del entonces Cardenal Jorge Bergoglio a los catequistas reunidos en el Encuentro Arquidiocesano de Catequesis de Buenos Aires, en el año 2012.

“Y se armó la fiesta. La vida y el encuentro es fiesta. Acompañar la vida es animarme a encontrar al otro como está, como viene o como lo voy a buscar. Es encuentro y ese encuentro es festivo. Ya lo dijo Jesús: “va a haber mucha fiesta en el cielo por cada uno de estos que ustedes dejan de lado y se acercan y vuelven a la casa… encontrarse.

Yo pregunto, entre ustedes, catequistas, ¿hay fiesta? ¿hay encuentro? ¿o está el gesto adusto del dedito con un 'no' adelante como la maestra del tiempo de Yrigoyen? ¿Hay eso o hay fiesta y encuentro? ¿Saben lo que es fiesta o son una momia? Catequistas con cara de momias, ¿hay? No sé, pregunto. Una momia anclada sólo en verdades, en preceptos; sin ternura, sin capacidad de encuentro.

Yo quisiera que entre ustedes no haya lugar para momias apostólicas, ¡por favor no!, vayanse a un museo, ahí van a lucir mejor. Sino que haya corazones que se conmueven con la vida desde donde se la pateen, que saben abrazar la vida y decirle a esa vida quién es Jesús.

Y para que no se equivoquen y momifiquen sus entrañas de la mano de María, la Madre de la ternura, acompañemos la vida de la mano de María”.


Fragmento de la homilía del Cardenal Jorge Mario Bergoglio, Arzobispo de Buenos Aires, en el Encuentro Arquidiocesano de Catequesis (10 de marzo de 2012).





martes, 13 de agosto de 2013

SECRETOS DEL CÓNCLAVE DE 2005

Publicamos los extractos del diario de un cardenal durante el cónclave que eligió al papa Benedicto XVI, filtrado a la prensa 

Por Gabriel Ariza


El cónclave que convirtió a Joseph Ratzinger en Benedicto XVI no se desarrolló como se pensó en su momento. La principal alternativa a Ratzinger no fue el cardenal jesuita Carlo Maria Martini, sino otro jesuita, el argentino Jorge Mario Bergoglio, quien finalmente se atemorizó y renunció. Es uno de los datos hasta ahora desconocidos sobre la transición en el Vaticano. Limes, una prestigiosa revista italiana de información geopolítica, publicó ayer un documento insólito: el supuesto diario que un cardenal redactó durante el cónclave de abril. La revista mantuvo en el anonimato la identidad del cardenal, por razones obvias, pero avaló la autenticidad del diario. Fuentes vaticanas se limitaron a comentar que si las revelaciones eran ciertas suponían una grave ruptura del juramento de secreto efectuado por todos los participantes en el cónclave.

El diario ofrecía algunas anécdotas, como la sorpresa del autor al no poder abrir las persianas de su habitación (selladas por razones de clausura) y las expediciones que el cardenal portugués José Policarpo da Cruz realizaba al patio para fumarse un puro. Más significativas resultaban las quejas planteadas por un grupo de cardenales contra el “conflicto de intereses” de Joseph Ratzinger, a la vez decano (y por tanto organizador del cónclave) y principal aspirante. Se propuso que el siguiente decano tuviera más de 80 años, para que no pudiera aspirar al papado, pero la idea no tuvo éxito: el actual decano es el secretario de Estado, Angelo Sodano, a punto de cumplir los 79.


Lo esencial del documento era, en cualquier caso, el relato de la singular competición mantenida entre Ratzinger, el todopoderoso prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, mano derecha del papa difunto y decano del colegio cardenalicio, y el cardenal arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio. En la primera votación, la de tanteo, Ratzinger obtuvo 47 votos. El segundo clasificado resultó Bergoglio, un jesuita ortodoxo en cuestiones dogmáticas pero flexible en materia de ética sexual (“quieren meter el mundo dentro de un preservativo”, bromeaba en privado), en torno al cual se articuló, por sorpresa, todo el bloque más o menos liberal y opuesto a Ratzinger. En esa primera votación, celebrada el 18 de abril por la tarde, el líder de los reformistas, Carlo Maria Martini, se quedó en nueve votos. Sobre Martini, ex arzobispo de Milán, pesó el estado de salud: sufría una incipiente enfermedad de Parkinson, la misma que aquejó durante largos años a Karol Wojtyla.


El objetivo de los antiratzinger no era ganar. Cardenales como el belga Daneels o el conjunto de los alemanes (contrarios a su compatriota) eran conscientes de que casi todos los miembros del colegio cardenalicio habían sido nombrados por Juan Pablo II con criterios conservadores y que de ese electorado no podía salir nada reformista. El objetivo consistía en conseguir una minoría firme que impidiera que el cardenal alemán recogiera los dos tercios necesarios y le empujara a renunciar en favor de un candidato alternativo y más conciliador. Los nervios de los ratzingerianos, que no esperaban una oposición sólida, se hicieron visibles a la hora de la cena. “Gran preocupación entre los purpurados que auspician la elección del cardenal Ratzinger”, escribió el diarista. Bergoglio permanecía en silencio. El cardenal colombiano Alfonso López Trujillo intentó convencer a los demás suramericanos de que no debían optar por Bergoglio porque no existía “ninguna auténtica alternativa a Ratzinger”.


En la segunda votación, a la mañana siguiente, Ratzinger subió a 65 y Bergoglio, a 35. El cardenal Martini se sentía optimista ante la evidencia de que Ratzinger no conseguía reunir los dos tercios necesarios. En la tercera votación, antes del almuerzo, Ratzinger 72, Bergoglio 40. En torno al cardenal argentino se había articulado algo que se parecía mucho a una minoría de bloqueo. “Mañana, grandes novedades”, le comentó Martini a un colega. Confiaba en que las dos votaciones de la tarde siguieran en la misma línea y en que Ratzinger renunciara esa misma noche. Sucedió lo contrario. Mientras Martini veía crecer sus esperanzas de cerrar el paso al panzerkardinal, otros observadores más atentos percibían que era Bergoglio quien, con alusiones bastante claras, daba a entender que no se sentía preparado para seguir manteniendo el pulso o, en caso extremo, de asumir el pontificado. Bergoglio tenía miedo. Y eso hizo que, tras el almuerzo, un grupo de rebeldes decidiera volver al redil ratzingeriano.


En la cuarta y definitiva votación, Ratzinger alcanzó una mayoría suficiente, con 84 votos, y Bergoglio bajó a 26. El malhumor de algunos cardenales se reflejó en votos excéntricos, como el otorgado a Bernard Law, ex arzobispo de Boston, retirado tras el escándalo de los sacerdotes pederastas. “En la Sixtina hubo un instante de silencio seguido de un largo y cordial aplauso”, dice el diario. Al término del cónclave, el cardenal Daneels, el único que lamentó en público la elección de Ratzinger, pronunció una frase que ahora cobra todo su significado: “Aún no ha llegado el momento de elegir a un Papa hispanoamericano”

 Artículo publicado en el Diario EL PAIS en Septiembre de 2005


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