viernes, 13 de junio de 2025

MONSEÑOR VIGANO: OPORTET ILLUM REGNARE (ÉL DEBE REINAR)

Discurso pronunciado por Monseñor Carlo Maria Viganò en el “Foro del Futuro: 2050”, organizado por el Instituto Tsargrad, Moscú, el 10 de junio de 2025.


OPORTET ILLUM REGNARE

(ÉL DEBE REINAR)

Queridos amigos:

Permítanme saludar a las autoridades civiles y religiosas presentes y agradecer a los organizadores de este Foro la invitación que me han hecho.

La presencia de ilustres científicos, filósofos, intelectuales y sociólogos me lleva a dar a mi intervención un carácter eminentemente teológico. La evolución cada vez más frenética de los acontecimientos de los últimos años —precisamente debido a esta carrera hacia el precipicio que recuerda el dicho latino “Motus in fine velocior”— requiere ciertamente una gran capacidad de análisis de los hechos contingentes, pero también una visión de conjunto que no puede ignorar la dimensión espiritual de nuestro ser. Sin esta visión trascendente, excluimos el aspecto fundamental de nuestra existencia como criaturas racionales, restauradas a la vida de la Gracia en el Bautismo y destinadas a amar, adorar y servir a Dios, nuestro Señor y Creador. Sin esta visión trascendente, ignoramos la realidad ontológica —que los Excelentísimos Prelados de la Iglesia Ortodoxa comparten con la Iglesia Católica— de la Realeza universal de Nuestro Señor Jesucristo, quien, como verdadero Dios y verdadero Hombre, es verdaderamente Pantocrátor, el Soberano de las sociedades terrenales, el Príncipe del Tiempo y de la Historia, el Alfa y la Omega.

En esta conferencia, muchos de ustedes escucharán propuestas y proyectos para un Gran Reinicio alternativo que contrarreste el golpe de estado de la élite globalista; para un “orden mundial” basado en la soberanía nacional, en el bien común, en la primacía del hombre sobre la máquina, de la razón sobre las pasiones, del espíritu sobre el cuerpo. Este nuevo orden ya existe, y es nuevo porque está fundado en Cristo, Rey y Sumo Sacerdote: se inauguró con la Encarnación, se consumó con la Pasión y Muerte del Salvador, se coronó victorioso con su gloriosa Resurrección y se ha perpetuado a lo largo de los siglos mediante la acción santificadora de la Gracia a través de los Sacramentos. Este “orden” —que podríamos llamar más propiamente κόσμος, en oposición al χάος de la Revolución— es la societas christiana, que el Imperio Romano de Oriente supo encarnar en la visión sagrada de la Autoridad y en la equiparación de la persona del Emperador —el César, de donde deriva el título ruso de Zar— con los Apóstoles, no solo por el prestigio de la función de gobierno, sino también, y sobre todo, por la responsabilidad moral que recae sobre los gobernantes. El Soberano, en la visión cristiana bizantina y luego en la visión europea medieval, es el lugarteniente de Cristo, y su autoridad se ejerce dentro de los límites y con los propósitos establecidos por Cristo. Y es precisamente contra este punto fundamental que se ha desatado la furia destructora de la Revolución: para derrocar a los gobernantes legítimos, para privarlos de la santidad de su unción real, para hacerlos autorreferenciales y, por lo tanto, potencialmente tiránicos. La ilusión de que el pueblo puede gobernarse a sí mismo ha servido para transferir el ejercicio de la autoridad temporal a manos de una élite que no rinde cuentas a nadie, ni a Dios ni al pueblo. Y hoy, en medio de los escombros morales de un Occidente apóstata y rebelde, que ha llegado al punto de pisotear los principios más sacrosantos de la Ley Natural, esta élite subversiva, reunida en poderosos grupos de presión y en posesión de enormes recursos financieros, se prepara para hacer inútil y superfluo el voto ciudadano, tras haber interferido en los procesos electorales y subvertido la voluntad popular. Emisarios de organizaciones supranacionales se han infiltrado en gobiernos, en los jefes de instituciones, ministerios, tribunales, fuerzas del orden, universidades, el mundo de la cultura e incluso en la Iglesia. No es ningún misterio que estén vinculados a sus amos por graves conflictos de intereses y se les chantajee debido a sus vicios corruptos y su estilo de vida perverso. La arrogancia de esta clase política traidora solo se justifica por la presunción de impunidad y la ilusión de poder escapar de la justicia.

No me corresponde, como Sucesor de los Apóstoles, dar indicaciones sobre cómo resolver los problemas que se ciernen sobre el panorama internacional. Sin embargo, puedo señalarles los principios infalibles que nuestra santa religión ha demostrado que son ampliamente válidos y probados por la experiencia de los siglos: están enunciados en el Evangelio, proclamados en la Divina Liturgia y representados en los mosaicos de nuestras antiguas basílicas, desde Santa Sofía en Constantinopla hasta San Marcos en Venecia, desde San Basilio en Moscú hasta San Vitale en Rávena. Estos principios pueden resumirse en la imagen de Cristo sentado en un trono, con las vestiduras reales, la corona, el cetro y la esfera del mundo. La realeza de Nuestro Señor es el fundamento del orden social, la concordia entre los pueblos, la prosperidad de las naciones y la salvación de la raza humana. Si la obra de Satanás es tan feroz al oponerse al señorío de Cristo, es porque es el único y verdadero baluarte contra la barbarie y contra el establecimiento del reino del Anticristo. Donde la sociedad cristiana ha sido reemplazada por las ideologías del mundo, solo hay ruina y destrucción. Donde Cristo reina, y donde los gobernantes lo reconocen como su Rey, la Revolución retrocede derrotada.

Se han fijado el año 2050 como fecha límite: tienen veinticinco años para organizar un renacimiento espiritual que forme a las futuras generaciones en la fe y la moral de sus padres. Comiencen, pues, con la formación, la educación, las escuelas y las universidades: deben ser forjas donde la clase dirigente del mañana pueda redescubrir el orgullo de llamarse cristiana, una clase dirigente cristiana que viva en la vida cotidiana los principios que profesa. Protejan la familia natural, fundada en la unión indisoluble entre el hombre y la mujer y orientada a la procreación y la educación de los hijos. Fomenten todas las formas de agricultura, ganadería, pesca, artesanía y comercio que garanticen la independencia y la autonomía de las familias y las pequeñas comunidades. Protejan todos esos derechos inalienables que el globalismo amenaza y pisotea. Y castiguen con los rigores de la Ley a todas aquellas asociaciones y organizaciones subversivas que interfieren en la soberanía de las naciones: la tolerancia que muestran estas camarillas de criminales consagradas al mal es una debilidad imperdonable, máxime cuando –como sabemos- atentan contra la existencia misma del género humano y planean la reducción de la población mediante guerras, hambrunas, epidemias, esterilizaciones masivas y la destrucción moral del hombre.

Devuelvan a Cristo las naciones que le pertenecen, porque solo así restaurarán ese Orden divino —los κόσμος— que la Revolución pretende subvertir. No puede haber paz ni justicia donde no reinan el Príncipe de la Paz y el Juez Justo. Creer que podemos ignorar esta realidad es una ilusión, una quimera que preludia el fracaso más terrible. El Divino Maestro nos enseñó: “Sin mí nada podéis hacer” (Jn 15,6). ¿Cómo, entonces, podremos esperar el fin de esta pesadilla infernal que la élite globalista desea imponer si no es volviendo a Cristo? Esta batalla trascendental entre el Bien y el Mal, entre Dios y Satanás, solo se puede ganar si nos ponemos del lado de Cristo, quien en la Cruz conquistó el mundo. Y en la cruz de Cristo –signo de contradicción, escándalo para los judíos, necedad para los gentiles (1 Co 1,24)– podremos comprender que las pruebas, incluso terribles, a las que somos sometidos pueden ser premisa de victoria, si sabemos afrontarlas, no con fuerzas humanas, sino poniendo toda nuestra esperanza en Aquel que es verdaderamente Todopoderoso.

El 29 de mayo de 1453, el emperador Constantino XI Palaiologos defendió a muerte las murallas de Constantinopla, asediada por los turcos. Esto marcó el fin del Imperio Romano de Oriente y, para los historiadores, el fin de la Edad Media. El legado de Constantinopla ha pasado en parte a la Rusia cristiana de los zares, las últimas víctimas, junto con Carlos de Habsburgo, de la furia asesina del materialismo ateo y la conspiración de las logias masónicas. Pero gran parte de ese legado de fe, cultura, historia y heroísmo aún permanece vivo y palpitante: así como la fe de los cristianos perseguidos por el régimen comunista se mantuvo viva y palpitante durante setenta años. Cuando rezamos el Padrenuestro, decimos: “Venga tu reino”: esto no es un simple deseo, sino un programa de vida, inseparable de “hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo”. Porque el κόσμος une la tierra con el cielo, así como Nuestro Señor resume en Sí mismo la naturaleza divina y la naturaleza humana.

Los insto, queridos amigos, a que hagan suyos mis deseos. Si Cristo —el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin— es el centro de su vida privada y pública, podrán aplicar concretamente los principios que los inspiran y podrán reconocer y combatir eficazmente todo lo que se oponga a ellos.

Por intercesión de la Theotokos, Nuestra Señora y Nuestra Reina, Reina de las familias, de las sociedades, de las naciones y del mundo entero, invoco sobre todos vosotros las Bendiciones de la Santísima Trinidad.

+ Carlo Maria Viganò, Arzobispo

10 de junio de 2025
Tercer viernes después de Pentecostés de octubre

UN MODELO TEÓRICO DE LA CRISIS EN LA IGLESIA CATÓLICA

Este artículo propone el modelo de la caja negra como una forma de entender la revolución posconciliar, incluso en ausencia de mecanismos discernibles que puedan explicar tal cambio.


Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia ha cambiado su fe, doctrina, disciplina y culto. Tal escenario es imposible porque contradice la doctrina de la indefectibilidad de la Iglesia.

Los sedevacantistas argumentan que la iglesia posconciliar, en efecto, ha desertado y, por lo tanto, no puede ser la misma institución fundada por Nuestro Señor. Sin embargo, no logran explicar cómo la nueva religión reemplazó a la anterior con mínima resistencia.

Las circunstancias históricas que rodearon el cónclave de 1958 y el inicio de la religión conciliar siguen siendo oscuras. En este contexto, el modelo de la caja negra, que estudia los sistemas centrándose en datos conocidos mientras sus mecanismos internos permanecen inaccesibles, parece ofrecer una herramienta valiosa para comprender la crisis actual de la Iglesia.

Este artículo propone el modelo de la caja negra como una forma de entender la revolución posconciliar, incluso en ausencia de mecanismos discernibles que puedan explicar tal cambio.

¿Qué es el modelo de la caja negra?


En la teoría de sistemas, una caja negra es un sistema abierto en el que sólo las entradas (estímulos) y las salidas (respuestas o reacciones) son visibles, mientras que la estructura o proceso interno permanece oculto.

Un sistema es un complejo de elementos que interactúan. Los sistemas abiertos interactúan con su entorno y son capaces de importar y exportar información (von Bertalanffy 1968, 55, 141)

La entrada se refiere a todo lo que entra al sistema desde su entorno. La salida es lo que el sistema procesa (la caja negra) y envía al entorno.

Por ejemplo:
1. Una persona presiona un botón en el control remoto (la entrada o estímulo).

2. El televisor se enciende (la reacción).

3. El mecanismo interno que produce la salida es la caja negra. Consiste en las interacciones de elementos electrónicos que resultan en una respuesta específica, incluso si el proceso permanece desconocido para nosotros.

 

 El modelo de caja negra aplicado a la crisis actual

La muerte del Papa Pío XII marcó el fin de una era. Lo que siguió, el cónclave de 1958, el Vaticano II y la nueva liturgia, constituyeron una ruptura total con el catolicismo y el inicio de una nueva religión. La caja negra es una analogía perfecta para la crisis. No podemos explicar cómo se originó todo esto. Ignoramos cómo interactuaron los elementos y qué procesos se requirieron para provocar esta revolución. Solo podemos comprender las entradas y las salidas.

Aportación: La muerte de Pío XII y el cónclave de 1958

A la muerte del último Papa válido y a la vacante de la Sede Apostólica siguió el insólito cónclave de 1958, que dio como resultado la elección de Juan XXIII, quien sólo tres meses después convocaría el Concilio Vaticano II.

Resultado: El Vaticano II creó una nueva religión
● Nuevas doctrinas, incluyendo el ecumenismo, la libertad religiosa, la colegialidad, etc.

● El Novus Ordo Missae

● Nuevos sacramentos

● Nuevos Santos

● Nueva eclesiología

¿Qué hay dentro de la caja?

Como nuestro método se limita a la evidencia empírica, sólo podemos especular.

Esto es lo que podría haber dentro de la caja negra:
● Los hechos y circunstancias desconocidos relativos al cónclave de 1958 

● La existencia de un papa oculto o de obispos con jurisdicción ordinaria

● La explicación de cómo casi todos los obispos aceptaron a Juan XXIII, Pablo VI y la nueva religión.
Ventajas, debilidades y limitaciones de este método

Ventajas
● Objetividad

● Basado en evidencia

● Método apropiado al objeto

● Evita especulaciones infundadas

● Proporciona una herramienta analítica para explicar el misterio de la iniquidad.
Desventajas
● Incompletitud

● Restringido a las entradas y salidas

● Enfoque reduccionista

● Riesgo de sesgo

● Proporciona conocimiento descriptivo en lugar de explicativo.
Limitaciones

Este modelo es útil para reconocer que un sistema ha fallado, pero no puede explicar cómo ni por qué falló. No puede revelar los mecanismos internos, las intenciones ni los procesos causales dentro de la caja negra. Por lo tanto, genera conocimiento descriptivo sin ofrecer una explicación exhaustiva de cómo ni por qué se produjo la ruptura.

En resumen:
● Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia ha cambiado su fe, su doctrina, su disciplina y su culto.

● Los sedevacantistas reconocen estos hechos, pero aún no han explicado cómo la nueva religión pudo reemplazar a la anterior sin una resistencia efectiva mínima.

● El modelo de caja negra proporciona una herramienta analítica útil para los casos en que los mecanismos internos son inaccesibles, como los acontecimientos históricos que rodearon el cónclave de 1958 y el surgimiento de la secta Novus Ordo.

● Según este modelo, sólo las entradas y las salidas son observables, mientras que los procesos internos permanecen ocultos.

● Aportación: La muerte del Papa Pío XII y el cónclave de 1958.

● Salida: La revolución postconciliar.

● Los procesos y mecanismos dentro de la caja negra que nos han llevado a la situación actual siguen siendo desconocidos.

13 DE JUNIO: SAN ANTONIO DE PADUA, CONFESOR Y DOCTOR


13 de Junio: San Antonio de Padua, confesor y doctor

(✞ 1231)

El maravilloso predicador de Cristo, San Antonio de Padua, nació en Lisboa, cabeza del reino de Portugal, y fue hijo de muy nobles y virtuosos padres.

Bebió con la leche de su madre la devoción a la Virgen Santísima; y a la edad de quince años tomó el hábito en el monasterio de canónigos reglares de San Agustín, donde hizo su profesión; más once años después, pasó con la venia de sus superiores a la religión seráfica, llevado del deseo de convertir a los moros y derramar su sangre por Jesucristo.

Pero el Señor que le destinaba a otro apostolado, le envió en África una grave enfermedad; y para cobrar salud se embarcó con rumbo a España, más por vientos contrarios fue llevada a la nave a Italia.

Su seráfico padre San Francisco, le mandó que leyese teología en las ciudades de Montpellier en Francia, y de Bolonia y Padua en Italia, y le encomendó después el oficio de predicar.

Eran sus palabras como unas llamas de fuego que abrasaban los corazones, y como Dios las confirmaba con grandes prodigios, fueron innumerables los herejes y pecadores que convirtió así en Francia como en Italia.

Una vez, disputando con un hereje llamado Bonibillo, que negaba la presencia de Cristo en la Eucaristía, hizo que la mula del hereje, a pesar de haber estado tres días sin comer, dejase la cebada que le ponían delante, para arrodillarse delante del Santísimo Sacramento; con este milagro se convirtió aquel principal maestro de los herejes.

Otra vez estando en la ciudad de Armino, para confundir a los herejes que no querían oírle, se llegó a la ribera del mar, a predicar a los peces, a los cuales, asomando del agua, les echó su bendición.

Un día lo convidaron a comer unos herejes y le pusieron ponzoña en el plato, y el santo les afeó aquella maldad, porque haciendo la señal de la cruz sobre el manjar, lo comió sin recibir del veneno lesión alguna.

Aconteció muchas veces que predicando en una lengua le entendían los oyentes de diferentes naciones y lenguas, como si predicara en la lengua de cada uno, y aún fue oído dos millas lejos de donde predicaba.

Era tanta la gente que acudía a sus sermones, que no cabiendo en los templos se salían a los campos.

Acechó una noche al Santo el huésped que le había recibido en su casa, y vio en su aposento una gran claridad, y el Niño Dios hermosísimo y sobremanera gracioso encima de un libro, y después, en los brazos de San Antonio, y que el santo se regalaba con él sin apartar los ojos de su Divino rostro.

Finalmente, a los diez años de sus apostólicos ministerios, acabó su vida llena de virtudes, y en la ciudad de Padua entregó su alma bienaventurada al Señor.

San Antonio de Padua fue el segundo santo más rápidamente canonizado por la Iglesia (tras san Pedro Mártir de Verona), el día 30 de mayo de 1232 en la Catedral de Spoleto Estados Pontificios por el papa Gregorio IX.

Reflexión:

Entre los milagros con que Dios ilustró a este Santo gloriosísimo, es muy digno de mención el que aconteció treinta y dos años después de su muerte, en la traslación de su sagrado cuerpo. Porque se halló entre los huesos de la boca la lengua tan entera y fresca como si estuviera viva; y tomándola en las manos San Buenaventura, que en ese momento era ministro general de la Orden de San Francisco, bañado en lágrimas exclamó: - ¡Oh lengua bendita! que siempre alabaste a Dios, y fuiste a causa de que tantos le alabasen, bien se ve ahora de cuánto merecimiento eres delante del Criador, para que tan alto oficio te había formado! Empleemos también la nuestra en alabar al Señor, ya que es este el mejor uso que podemos hacer de ella.

Oración:

Haz, Señor Dios mío, que la solemne festividad de tu confesor Antonio regocije a toda la Iglesia, para qué fortificada con los socorros espirituales, merezca disfrutar los gozos eternos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.



jueves, 12 de junio de 2025

¿POR QUÉ NECESITAMOS UN CREDO?

Olvidar el credo es una forma de Alzheimer eclesiástico que nos hace olvidar quiénes somos y por qué estamos vivos.

Por Randall Smith


Este año se celebra el 1700 aniversario del Concilio de Nicea del año 325 d. C., del cual proviene el Credo de Nicea. Algunos afirman que no quieren verse limitados por un credo. Entonces, ¿por qué necesitamos un credo?

Nuestra palabra “credo” proviene del latín credo, que significa “creo”. Si dices “creo”, necesitas creer en algo o en alguien. Sería extraño gritar: “¡Creo, de verdad creo!”, pero si alguien te pregunta: “¿En qué crees?”, respondes: “No lo sé, pero sé que creo”. Tienes que creer en algo. También puede ser importante entender cómo y por qué crees lo que crees. Pero lo primero que debes tener claro es en qué crees.

Pero decir “creo” en el sentido que entienden quienes recitan el Credo de Nicea no es simplemente indicar: “Esto es lo que pienso ahora mismo”, como cuando alguien, en respuesta a la pregunta “¿Dónde está el baño de hombres?”, dice: “No estoy seguro, pero creo que está allí”. Un credo es una declaración de los principios fundamentales que animan tu vida, como cuando alguien, ante una gran adversidad, proclama: “Creo que el bien triunfará sobre el mal” y luego respalda esas palabras con sus acciones.

Cuando las personas recitan el Credo, en realidad están diciendo: “Esto es lo que soy”. O, si se trata de una comunidad de personas, estarían diciendo: “Esto es lo que somos. Nos comprometemos con Dios y con los demás. Nos proponemos vivir así, en las buenas y en las malas. Creemos que vivir así es el camino hacia el desarrollo humano y aceptamos todo lo que conlleva”. Un credo, en este sentido, es algo así como un voto matrimonial.

Como se supone que es una expresión de quién eres, no puedes decir: “Esto es lo que creo, pero, sabes, podría cambiar mañana”. Si lo hicieras, no estarías hablando de las creencias que animan tu vida. Tendrías otras convicciones más fundamentales que animan tu forma de vivir y por las que juzgas todo lo demás. Si las creencias del credo encajan con esas convicciones más profundas, bien. Pero si no, entonces el credo, o ciertas partes de él, se abandona. Es como jurar fidelidad en tu matrimonio, pero si las cosas se ponen difíciles, decides abandonarlo. Eso hace que tu matrimonio sea menos importante que aquello por lo que lo abandonaste.

Curiosamente, hay “teólogos” que afirman que los credos ratificados en el pasado —en Nicea, Constantinopla y Calcedonia— carecen de relevancia para nosotros hoy. La complejidad de Dios no se puede expresar con palabras, afirman, por lo que cada generación tiene sus propios conceptos y debe componer su propio credo.

Pero eso es como decir: “Como no hay palabras que puedan capturar la esencia del matrimonio, lo que le prometí a mi cónyuge el día que nos casamos ya no es relevante. Mi nuevo voto me permite cometer adulterio”. Eso no es un voto, ni sería la base de un credo. ¿Te imaginas a alguien insistiendo: “Creo que siempre está mal mentir”, y al día siguiente, no solo mintiéndote, sino insistiendo en que tiene la misma creencia? Creo que probablemente le dirías: “No creo que lo creas”.

En una conferencia reciente, escuché a alguien comparar el credo con nuestra memoria. Nuestros recuerdos, señaló, tienen mucho que ver con nuestra identidad, con quiénes somos. La tragedia del Alzheimer es que las personas pierden muchos de sus recuerdos y, con ellos, gran parte de su identidad. No necesitamos recordarlo todo; de hecho, sería abrumador si no pudiéramos olvidar muchas de las cosas triviales de nuestro día. Pero es importante que recordemos cosas fundamentales; cosas como quiénes somos, quiénes son nuestros familiares y mejores amigos, nuestra promesa de ser amables con los demás y valientes en situaciones difíciles. Olvidar el credo es una forma de Alzheimer eclesiástico que también nos hace olvidar quiénes somos y por qué estamos vivos.

¿Qué debemos recordar para conservar nuestra identidad cristiana? Estos principios básicos que nos animan se expresan en el Credo. Sería bueno que más gente conociera mejor la historia y las tradiciones intelectuales de la Iglesia. Pero pocos tienen tiempo para ello. E incluso si lo tuvieran, todos necesitamos leer esa historia, como leemos las Escrituras, a la luz del Credo, lo que los primeros Padres de la Iglesia llamaron la regula fidei, “la regla de la fe”.

El Credo. Apréndelo. Repítelo. No son solo palabras vacías. Piénsalo como si fuera un voto matrimonial. Dilo y cúmplelo. Deja que las palabras animen tu vida e influyan en tu pensamiento. Te traerá innumerables bendiciones. Pero te advierto: muchos decimos las palabras, pero vivimos un credo diferente.
 

LAS RAÍCES RELIGIOSAS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA

La Revolución Protestante del siglo XVI fue la que rompió la unidad y el equilibrio de la cristiandad.

Por Marian T. Horvat


Como se señaló en el artículo anterior, la Revolución Francesa no surgió de repente como una reacción espontánea de un pueblo furioso y oprimido. Los revolucionarios habían preparado cuidadosamente el terreno para un furioso estallido contra la Monarquía y la Iglesia.

Muchos historiadores afirman que la religión no tuvo nada que ver con la Revolución Francesa. El argumento de que una revolución que se volvió tan violentamente contra el catolicismo no tuvo orígenes religiosos es parcial o ingenuo.

Retrocediendo en la historia, vemos que el puritanismo asestó un duro golpe a la monarquía de Inglaterra durante la llamada Revolución Gloriosa, que decapitó al rey y estableció una monarquía constitucional (1). La Revolución Francesa fue varios pasos más allá: no solo cometió regicidio, sino que intentó abolir el cristianismo por completo.

Creo que la causa religiosa más remota de la Revolución Francesa fue el protestantismo.

Protestantismo: 
La igualdad en la religión conduce a la igualdad en el gobierno

Fue la Revolución Protestante del siglo XVI la que rompió la unidad y el equilibrio de la cristiandad.

Lutero se rebeló contra el papado, negando el carácter jerárquico y monárquico de la Iglesia al proclamar el “sacerdocio de todos los creyentes”. También afirmó el principio de igualdad y lo aplicó en el ámbito religioso, exigiendo el libre examen de las Escrituras (2).

Lutero estudió para justificar su tesis de la “sola fidei”

Una vez afirmada la igualdad como un bien en sí misma, el siguiente paso fue aplicarla en todos los aspectos de la vida humana. Es natural, entonces, que algunos sectarios de Lutero llevaran estos principios hasta sus últimas consecuencias. Calvino aplicó la idea de igualdad de una manera aún más radical. Mientras que Lutero solo rechazó la autoridad papal y aceptó a los obispos, Calvino solo aceptó el sacerdocio. En política, Lutero seguía favoreciendo el absolutismo. Calvino ya era republicano y se oponía a la monarquía.

Los anabaptistas, parte de la Revolución Protestante Radical, fueron aún más lejos. Deseaban la igualdad completa, no solo en materia religiosa, sino también en el ámbito económico. También exigían plena libertad de conciencia. Así, en ellos, la Revolución Francesa ya estaba plenamente presente.

Liderados por Thomas Munster (c. 1489-1525), los anabaptistas no solo exigieron el fin de la monarquía, sino que impusieron un régimen comunista en la ciudad de Mühlhausen. Los monasterios fueron confiscados y se decretó que todas las propiedades serían comunes. La consecuencia de esto último, como señaló un observador contemporáneo, fue que “esto afectó tanto a la gente que nadie quería trabajar” (3). En esencia, el anabaptismo es el protestantismo llevado a su extremo.

Thomas Munster llevó la Revolución Protestante hasta sus últimas consecuencias con su secta anabaptista

Dos siglos después, la Revolución Francesa aplicó al ámbito político las mismas ideas que Lutero había establecido en el ámbito religioso.

El protestantismo rompió la unidad de la Iglesia católica medieval y pretendió acabar con la jerarquía eclesiástica, especialmente con el papado.

La Revolución Francesa no fue más que la transposición de esos mismos principios igualitarios al ámbito político. Es decir, primero fue necesario romper la monarquía papal e imponer la igualdad religiosa, y luego vino el siguiente paso: la ruptura de la monarquía temporal y la imposición de la República.

El profesor Plinio describe cómo la Revolución Francesa se corresponde con la Revolución Protestante en su obra emblemática “Revolución y Contrarrevolución”
● La revuelta contra el Rey correspondió a la revuelta contra el Papa.

● La rebelión del pueblo llano contra los nobles correspondió a la rebelión de los laicos comunes contra la “aristocracia” de la Iglesia, el clero.

● La afirmación de la soberanía popular, o la soberanía del pueblo, correspondía al “sacerdocio de todos los creyentes” protestante, que insistía en que todos los creyentes bautizados estaban en pie de igualdad.

● El libre examen aceptado en el ámbito religioso por el protestantismo generó la exaltación de la razón y el librepensamiento de la Ilustración, lo que allanó el camino para la Revolución Francesa. (Parte I, Cap. 3, 5.C La Revolución Francesa)
La palabra misma “revolución” significa rebelarse, perturbar el orden establecido y poner en su lugar el desorden. ¿Y qué buscaba perturbar y derrocar el protestantismo? A la Iglesia católica. Era el paso necesario que debía darse antes de que la monarquía pudiera ser destruida en la esfera temporal y la destrucción de la cristiandad pudiera avanzar aún más.

Jansenismo

En los siglos XVII y XVIII, el jansenismo apareció principalmente en Francia, los Países Bajos e Italia. En Francia, gradualmente se conectó con la lucha contra el papado, uniéndose a los defensores del galicanismo, que también abogaban por la restricción del poder papal. Para comprender el papel del jansenismo en la Revolución francesa, uno debe darse cuenta de que realmente hay dos fases de este supuesto movimiento de “reforma” en la Iglesia católica de Francia: la primera es religiosa, la segunda, política.

Su primera fase religiosa

El jansenismo, toma su nombre de Cornelius Jansenius, un teólogo holandés que murió en 1638. Sus escritos dieron lugar a un movimiento religioso complejo en el pensamiento y la práctica católica que prevaleció, principalmente en Francia, en el siglo XVII. Sus seguidores adoptaron una visión del pecado original, la gracia y la predestinación que, según afirmaban, provenía de las enseñanzas de San Agustín, pero que finalmente fue condenada por la Iglesia (4). Los jansenistas rechazaron esencialmente el libre albedrío y la capacidad del hombre para cooperar con la gracia de Dios.

Su visión pesimista los llevó a enseñar que la mayoría de las personas, incluso aquellas libres de pecado mortal, eran indignas de recibir la Comunión. También se opusieron a lo que consideraban el énfasis indebido en los cultos al Sagrado Corazón y a la Virgen María, que consideraban “innovaciones”.

En algunos de sus representantes, el jansenismo también se opuso a la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora y negó su Asunción corporal y su realeza en el cielo.

Su segunda fase política

En el siglo XVIII, el énfasis del jansenismo había abandonado el ámbito religioso —aunque conservaba su fuerte impronta calvinista— y se había trasladado al ámbito político.

El jansenismo llegó a incluir objetivos nacionalistas, reclamando la independencia de la Iglesia francesa del control romano. Sus defensores políticos cuestionaron la primacía papal sobre la Iglesia francesa, así como la subordinación de los párrocos al alto clero (5).

Esto se tradujo, en el ámbito político, en una revuelta contra la monarquía absoluta del Rey. Los jansenistas, por lo tanto, llegaron a ofrecer un fuerte apoyo a las novedades constitucionales que la Revolución pretendía imponer.

También se enfrentaron a los jesuitas, quienes apoyaron la condena papal de su doctrina, y desempeñaron un papel importante en la expulsión de la Orden de los Jesuitas de Francia (6). De este modo, el jansenismo contribuyó a socavar la estabilidad del Antiguo Régimen y los elementos tradicionalistas de la Iglesia.

Muchos historiadores presentan falsamente al “pueblo” como instigadores de la Revolución Francesa.

El jansenismo se extendió tanto entre el clero francés que, por su influencia, se puede afirmar que la Revolución Francesa puede calificarse como Revolución jansenista. La Constitución Civil del Clero, que expresa bien el espíritu de la Revolución Francesa, fue obra de jansenistas y galicanos.

En resumen, los jansenistas defendieron las siguientes ideas que influyeron fuertemente en la ideología revolucionaria:
● La abolición de la autoridad papal.

● La democratización de la Iglesia mediante la elección de obispos y sacerdotes por el pueblo.

● La formación de una iglesia nacional.
En efecto, mientras que en su primera fase religiosa el movimiento fue considerado criptocalvinista, en su segunda etapa política fue republicano y pro-revolucionario.

Galicanismo

La Iglesia católica francesa, conocida como la Iglesia Galicana, reconocía tradicionalmente la autoridad del Papa como cabeza de la Iglesia católica, pero había negociado ciertas libertades que privilegiaban la autoridad del monarca francés. Titulado como el Rey Cristiano, el Rey era a su vez garante de la fe católica.

Sin embargo, el protestantismo en Francia dio origen a una secta galicana más radical, que exigía la completa independencia de la Iglesia francesa del Papa en Roma. Esta actitud formaba parte de la herejía del galicanismo, que sostenía que los Concilios ecuménicos y la iglesia local tenían mayor autoridad que el Papa.

Los galicanos se unieron a los jansenistas en su lucha contra los jesuitas, fieles defensores del papado y la monarquía en Francia. Tanto galicanos como jansenistas apoyaron los principios constitucionales de la Revolución Francesa. De este modo, ambos sentaron las bases para la Revolución de 1789.


Artículo relacionado:


1) El rey inglés Carlos I provocó una gran hostilidad en el Parlamento, dominado por los puritanos. En 1642, estalló una guerra civil entre los partidarios de Carlos, llamados Cavaliers, y los puritanos partidarios del Parlamento. Los puritanos, liderados por Oliver Cromwell, derrotaron a Carlos en 1648 y lo decapitaron.

2) Como señala el profesor Plinio Correa de Oliveira en su obra emblemática Revolución y contrarrevolución, el orgullo engendró el espíritu de duda y el libre examen de las Escrituras.

3) Murray N. Rothbard, Messianic Communism in the Protestant Reformation, Instituto Mises, https://mises.org/library/messianic-communism-protestant-reformation

4) En 1713, la bula papal Unigenitus del 8 de septiembre de 1713, del Papa Clemente XI, condenó las doctrinas jansenistas, así como ciertos principios del galicanismo. Esta bula encaminó a los jansenistas franceses hacia una trayectoria que culminó en el rechazo de la religión revelada en general y la promoción de la Revolución Francesa. “The Religious Origins of the French Revolution, 1560–1791”, en The Origins of the French Revolution, Yale Un Press: 1996, pp. 160-190.

5) JANSENISM. LIBERTY, EQUALITY, FRATERNITY: EXPLORING THE FRENCH REVOLUTION (JANSENISMO. LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD: EXPLORANDO LA REVOLUCIÓN FRANCESA) https://revolution.chnm.org/d/1095.

6) Adam Hunt, “Suppressing the Arbitrary: Political Jansenism in the French Revolution and the Abolition of Lettres de Cachet, 1780-1790” (Suprimiendo lo arbitrario: el jansenismo político en la Revolución Francesa y la abolición de las Lettres de Cachet, 1780-1790), https://quod.lib.umich.edu/w/wsfh/0642292.0045.002/--suppressing-the-arbitrary-political-jansenism-in-the-french?rgn=main;view=fulltext


12 DE JUNIO: SAN JUAN DE SAHAGÚN, CONFESOR


12 de Junio: San Juan de Sahagún, confesor

(✞ 1479)

El apostólico varón San Juan de Sahagún, decoroso ornamento de la Sagrada Orden de los Ermitaños de San Agustín, nació de nobles padres en la población de Sahagún, que está en la provincia de León, en España.

Siendo todavía de tierna edad solía juntar a otros muchachos, y subido a lo alto de una piedra les predicaba con tanto celo y discreción, que todos decían que aquel admirable niño habría de ser un apostólico orador.

Pasó su mocedad entre los pajes del arzobispado de Burgos, renunció a una canonjía, y a otros beneficios eclesiásticos; y después de una peligrosísima enfermedad, por cumplir con un voto que había hecho, tomó el hábito de los ermitaños de San Agustín, y fue tan admirable el ejemplo de sus virtudes, que le confiaron los superiores el cargo de maestro de los novicios.

Todos los días purificaba su alma con el Sacramento de la Penitencia, diciendo que ignorando en que día había de morir, debía estar siempre prevenido para la hora de su muerte.

Celebraba diariamente la Misa con gran ternura y devoción, y antes de comulgar, le oyeron decir algunas veces:

- ¡Señor! yo no te puedo recibir si no te vuelves a la primera especie eucarística.

Y era, como manifestó humildemente al superior, que se le aparecía Jesucristo en carne humana, unas veces con las señales de la Pasión, y otras, glorioso.

Ardiendo la ciudad de Salamanca en una guerra civil, causada por la enemistad de dos familias que habían atraído a sus bandos a la mayor parte de los vecinos, cuando todos respiraban ira y venganza, el santo predicó con tanto Espíritu de Dios, que compuso las paces, y ablandó los ánimos que habían resistido a la autoridad de tres reyes.

En cierta ocasión un caballero muy principal se imaginó que el santo le había injuriado en sus sermones, y buscó asesinos para que le vengasen; más, cuando estos iban a poner sus manos sacrílegas en el santo, que salía de la iglesia, quedaron inmóviles y pasmados, hasta que reconociendo su culpa, se echaron a sus pies para que les perdonase.

Pasando por una calle le dijeron que se había caído un niño dentro de un pozo, y movido el santo por las lágrimas de la madre, echó la bendición a las aguas del pozo, y subieron casi hasta le brocal.

Entonces el santo alargó su correa hasta el niño, el cual, asido de ella, salió del pozo sin recibir daño alguno.

Finalmente, después de haber convertido a penitencia a innumerables pecadores, quiso el Señor que muriese este santo por haber predicado contra la deshonestidad, como el Bautista; porque se tiene por cosa cierta que una dama muy principal, de cuyos lazos había librado el santo  a un caballero, le dio un veneno que le causó la muerte.

Estuvo su santo cadáver en el féretro algunos días para satisfacer la devoción de innumerables gentes que acudieron a venerarle, y el Señor acreditó su santidad con repetidos y grandes prodigios.

Reflexión:

No hay duda que arden a veces los odios y enemistades con tan grandes llamas, que no bastan para apagarlas ni la manifiesta sinrazón de tomarse el hombre la venganza por sus propias manos, ni aun el temor de la muerte y del patíbulo. Pero el glorioso San Juan extinguía el fuego de los odios con la sangre de Cristo; porque en efecto, quien considera al Divino Redentor perdonando en la cruz a los que lo estaban crucificando, o no es cristiano, o debe perdonar también de corazón a sus enemigos.

Oración:

Oh Dios, autor de la paz y amante de la caridad, que condecoraste al bienaventurado Juan, tu confesor, con la admirable gracia de componer a los enemistados, concédenos por sus méritos e intercesión, que afirmados en tu caridad, no nos separemos de ti por ningún motivo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén

miércoles, 11 de junio de 2025

ALGUNOS ESTUDIOS SOBRE EL SATANISMO (4ª PARTE)

Cuarta parte del análisis sobre los movimientos satanistas y los actuales “eruditos” impulsores de la propagación de esta tendencia.

Por el Padre Paolo M. Siano


Un libro de Per Faxneld y Johan Nilsson: “Satanismo. Un lector” (2023)

En 2023, Oxford University Press publicó el libro Satanism. A reader (Satanismo. Una lectura), una colección de veinte ensayos sobre satanismo, con un total de 351 páginas, editada por los académicos suecos Per Faxneld y Johan Nilsson. Ya conocimos a Faxneld: en una entrega anterior de este estudio, analicé su libro 
Feminismo Satánico: Lucifer como liberador de la mujer en la cultura del siglo XIX” (véase aquí: Algunos estudios sobre el satanismo - 2a parte). Faxneld y Nilsson reiteran tesis que ya he expuesto y criticado en la segunda y tercera partes de este estudio mío (ver aquí: Algunos estudios sobre el satanismo - 2a parte; y aquí: Algunos estudios sobre el satanismo - 3a parte).

Paso ahora a mencionar algunas de las contribuciones recogidas en el volumen por Faxneld y Nilsson.

Satanismo “explícito”, “público”: producto de la secularización

En la Introducción (
Introducción”: págs. 1-23), los dos eruditos suecos argumentan que el satanismo es un fenómeno inventado desde los inicios del cristianismo, cuando los Padres de la Iglesia creían en cuentos fantásticos sobre adoradores del diablo y rituales macabros (cf. pág. 1). Obviamente, no estoy de acuerdo con esta tesis. En cambio, encuentro correcta e interesante la siguiente observación de los dos eruditos suecos: el satanismo, entendido como una identidad/fenómeno abierto”, es decir, manifiesto o explícito, pudo manifestarse porque el poder temporal del cristianismo se debilitó; el satanismo es un producto directo de la secularización que rompe los vínculos entre el Estado/Sociedad y la Iglesia/Religión.
“Naturalmente, el satanismo como identidad abierta solo se hizo posible en una época en que el control del cristianismo sobre los sistemas legales y las normas sociales se había debilitado. En ese sentido, el satanismo es un producto directo de la secularización (entendida principalmente como la ruptura de los vínculos entre el Estado/esfera pública y la religión)” (p. 5).
Eliphas Lévi y Lucifer

En el ensayo “Eliphas Lévi, La Bible de la liberté (1841)” (págs. 24-40), el prof. Julian Strube muestra que Alphonse-Louis Constant (más conocido como Eliphas Lévi, socialista y ocultista francés) en su “Bible de la liberté” (Biblia de la libertad) (1841) elogia a 
Lucifer” como el libertador de las mujeres y el mártir expulsado del Edén (cf. p. 30). Según Constant, Dios es masculino y femenino (cf. p. 32, nota 34)… En su “Testament de la liberté” (Testamento de la libertad), Constant presenta a Lucifer como el redentor de la humanidad que primero debe redimirse a sí mismo mediante el sufrimiento (cf. p. 32)… Más tarde, en su “Dogme et rituel de la haute magie” (Dogma y ritual de la alta magia), Constant/Eliphas Lévi habla de Baphomet”, una figura andrógina, símbolo del equilibrio universal de los opuestos (cf. pp. 35-36)… En el libro “La clef des grands mystères” (La clave de los grandes misterios) (1861), Constant/Lévi cita muchos pasajes de su anterior “Biblia de la libertad” y vuelve a alabar a Lucifer” como un héroe rebelde y revolucionario, ángel de luz y libertad, padre de la inteligencia (cf. p. 35)…

Prof. Julian Strube

Entre 2016 y 2024, Strube impartió docencia en las universidades de Ámsterdam, Heidelberg, Hamburgo, Harvard, Viena…; desde 2024 imparte docencia en la Universidad de Göttingen (en inglés aquí).

Albert Pike, grado 33 y el Lucifer gnóstico [por Eliphas Lévi]…

Fredrik Gregorius, profesor de la Universidad de Linköping (Suecia), en el ensayo “Albert Pike, Morals and Dogma of the Ancient and Accepted Scottish Rite of Freemasonry (1871)” (Albert Pike, Moral y dogma del Antiguo y Aceptado Rito Escocés de la Masonería - 1871) (pp. 62-68), aunque intenta argumentar que el famoso masón Albert Pike, grado 33 no era ni luciferino ni satanista, admite sin embargo que Pike, en su libro “Morals and Dogma”, siguiendo a Eliphas Levi, revaloriza a Lucifer (cf. pp. 63, 65-66) y a Baphomet (cf. p. 65) y distingue a Lucifer y Satanás (p. 66)… Ya he escrito sobre Albert Pike-Eliphas Lévi-Lucifer en la tercera parte de este estudio mío.

Prof. Fredrik Gregorius

Fredrik Gregorius admite, sobre la presencia de la Gnosis y Lucifer en los escritos de Pike (Moral y Dogma):
[….] a veces es posible ver un tipo de trasfondo gnóstico en sus escritos […]” (p. 66).

[…] Podría argumentarse que existe una tendencia en el libro que puede considerarse gnóstica, en el sentido de que retrata al Dios del Antiguo Testamento como el creador, pero también como una forma inferior de existencia. Lucifer, a pesar de ser a veces ambivalente, parece ser un símbolo de libertad e iluminación” (p. 66).
Gregorius también observa que los grupos luciferinos o satanistas, para justificar sus creencias, se remiten a los escritos de Albert Pike, aunque Gregorius luego dice que sacan de contexto esos pasajes de Pike (cf. p. 67)… Es obvio que al defender a Pike grado 33, Gregorius defiende la masonería, principalmente la del Rito Escocés Antiguo y Aceptado… Sin embargo, el propio Gregorius admite claramente que en “Moral y Dogma” hay, o puede haber, pasajes de Pike en los que Lucifer es revalorizado en un sentido gnóstico…

Existe también otro texto importante, quizá poco conocido o citado, que se atribuye a Albert Pike. Se trata del texto de inauguración/consagración de la Cámara Ritual del Grado 30 del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, en el que se alaba a Lucifer, la estrella de la mañana, ángel de luz y libertad. El autor masónico de dicho texto ritual (creo que es Pike, grado 33) extrae esas alabanzas a Lucifer del libro de Eliphas Levi, ya mencionado, “La clef des grands mystères (La clave de los grandes misterios). En resumen, a Albert Pike, grado 33, le gustaba el Lucifer de Eliphas Lévi, y ciertamente no el Dios católico de los dogmas.

Los opuestos Lucifer y Satanás… ¿Y el verdadero secreto del grado 32?

Volvamos al libro de Per Faxneld y Johann Nilsson,
“Satanism. A Reader” (Satanismo. Un lector). En el ensayo Léo Taxil, Le Palladium régénéré et libre (1895)” (págs. 93-100), Ruben van Luijk (ya lo conocimos en la tercera parte de este estudio) destaca un hecho que considero importante: Eliphas Lévi defiende una distinción fundamental (a fundamental distinction”) entre Lucifer [la luz] y Satanás [la oscuridad], distinción también asumida por Madame Blavatsky (cf. pág. 97). Desafortunadamente, van Luijk y sus otros colegas (que publican con Oxford University Press ) no enfatizan lo suficiente que hay suficientes elementos para afirmar que Albert Pike también recupera de Elifas Levi esta 'doctrina' de la distinción entre Lucifer y Satanás... Además, estos autores (Faxneld, van Luijk, etc.) no consideran el Secreto Real del Grado 32 del Rito Escocés Antiguo y Aceptado (ilustrado por Pike en “Moral y Dogma”!) es decir, la Ley Universal (o Equilibrio) de los Opuestos (su unión/necesidad), en virtud de la cual los Opuestos son necesarios: el Bien y el Mal, la Luz y la Oscuridad, lo Masculino y lo Femenino, etc. No es difícil entender que esta Ley -y la Gnosis- también puede incluir a Dios [el Bien] y Satanás [el Mal], Lucifer [dios gnóstico de la Luz] y Adonai [el Dios judeo-cristiano], Lucifer [la Luz] y Satanás [la Oscuridad]...

Ben Kadosh y la unión de los opuestos: Lucifer, la Oscuridad que trae la Luz

También es interesante el ensayo 
“Ben Kadosh (aka Carl William Hansen), Den ny morgens gry (1906)” [Ben Kadosh (también conocido como Carl William Hansen) El amanecer de un nuevo día (1906)] de Johann Nilsson (pp. 122-130). Ya escribí sobre el caso del francmasón Ben Kadosh en mi episodio anterior

El masón Carl William Hansen (Ben Kadosh)

Nilsson cita algunos pasajes del libro danés del francmasón Ben Kadosh/Hansen, Den ny morgens gry” (El amanecer de un nuevo día), traducido al inglés como “The Dawn  of the New Morning” (Nilsson, op. cit., pp. 131-134). Ben Kadosh afirma que la masonería practica la magia (cf. p. 132). Ben Kadosh elogia a Lucifer” como la Oscuridad que trae Luz, energía sublime y majestad divina (cf. p. 133).

Madame de Naglowska y la unión de los opuestos: servir a Satanás para servir a Dios

La satanista rusa Maria de Naglowska

A propósito del ensayo “Maria de Naglowska, La Lumière du sexe (1932) and 'Satanisme masculin, Satanisme féminin' (1933)” (pp. 135-147) de los eruditos Hans Thomas Hakl y Michele Olzi, resumo (en cursiva) la gnosis satánica de la famosa esotérica rusa Madame de Naglowska de la siguiente manera: Dios produce opuestos, los incluye en sí mismo; Dios produce Verdad y Error, incluso Satanás es necesario en esta lógica de opuestos; la Razón es Satanás; Dios se niega a sí mismo en el proceso dialéctico de la creación; el Iniciado que quiere convertirse en parte del proceso dialéctico debe servir a Satanás para luego servir a Dios y esta es la doctrina secreta del Arte Real (cf. p. 140). De nuevo, según de Naglowska: Satanás está asociado con el sexo y la sexualidad femenina (cf. p. 141), Satanás es masculino y femenino (cf. p. 144), Satanás es fuerza femenina, madre divina (cf. p. 145)…

El “Dragón Rojo” no se declara satanista, pero alaba a Lucifer y practica la magia negra

En el ensayo “Thomas Karlsson (Dragon Rouge), Kabbala, kliffot och den goetiska magin (2004)” (
Thomas Karlsson (Dragón Rojo), Cábala, el acantilado y la magia goética - 2004) (pp. 306-313), el erudito sueco Fredrik Gregorius trata sobre la Orden del “Dragon Rouge”, una Orden mágica fundada en 1989 por el jovencísimo Thomas Karlsson (nacido en 1972), que trabajaba en la librería “New Age” más famosa de Estocolmo “Vattumannen” (trad.: “Acuario”) y había conocido a un grupo de personas involucradas en la “magia tifoniana y yazidí” y activa en la ciudad de Gotemburgo (cf. p. 306).

El satanista Thomas Karlsson, fundador de la Orden del “Dragón Rojo”

El “Dragón Rojo” se considera una “Orden Mágica”, no una organización satanista; sin embargo, sus miembros declaran practicar el “Camino de la Mano Izquierda” y la “Magia Negra”. El “Camino de la Mano Izquierda” busca la autodeificación; es un camino antinómico y transgresor… El “Dragón Rojo” alaba a Lucifer y a Satanás (cf. págs. 310-311)… Según el “Dragón Rojo”, Lucifer es la Serpiente del Génesis, portadora de luz y sabiduría (cf. págs. 311-312).

Gregorius cree que el “Dragón Rojo” no es una Orden Satanista sino que se inscribe en la lógica que ha creado el satanismo moderno, es decir, el explícito, público (cf. p. 312)…

El luciferismo inclusivo de los opuestos luz-oscuridad [nuevamente la unión de opuestos]

También es muy interesante el ensayo “Michael W. Ford (
The Order of Phosphorus, etc.), The Bible of the Adversary (2007)” [Michael W. Ford (La Orden del Fósforo, etc.), La Biblia del Adversario (2007)] de la académica sueca Olivia Cejvan (pp. 317-326) que examina los escritos y actividades del estadounidense Michael W. Ford, quien es un exponente del “Camino de la Mano Izquierda” y de la “Tradición de Brujería Luciferina”, fundador de “the Order of Phosphorus” (TOPH)” (La Orden del Fósforo, o Lucifer), así como uno de los líderes de la Assembly of Light Bearers (ALB)” (Asamblea de Portadores de Luz, o Luciferinos), anteriormente conocida como la Gran Iglesia de Lucifer” (TGCL) (cf. p. 317). 

El satanista Michael W. Ford

Ford cree que el Luciferianismo está por encima de las dualidades[…] El Luciferianismo de Ford es inclusivo, operando tanto con la luz como con la oscuridad” (p. 318). Según Ford, un Luciferino debe buscar el equilibrio ( p. 318, énfasis añadido). Según Ford, no hay magia blanca, solo hay magia negra, que es la magia de la transformación, para todos los propósitos y por todos los medios (cf. p. 318, nota 12)… Según Olivia Cejvan, el eclecticismo que caracteriza al Luciferianismo de Michael W. Ford recuerda ese eclecticismo y síntesis de múltiples vertientes esotéricas que se encuentra en Órdenes esotéricas como la “Hermetic Order of the Golden Dawn” (Orden Hermética del Amanecer Dorado” (cf. p. 319). Más adelante, Cejvan afirma que algunos de los rituales mágicos de Michael W. Ford se parecen a los rituales del mencionado “Golden Dawn” (Amanecer Dorado) (cf. p. 324). Cejvan cita al erudito sueco [y masón] Henrik Bogdan según quien el “Amanecer Dorado” retoma y reinterpreta los rituales masónicos y, además, de manera más general, los rituales occidentales modernos de iniciación tienen sus raíces en la masonería (“modern Western rituals of initiation typically have their historical roots in Freemasonry”: cf. p. 324)…

¿Satanismo “humano”, “altruista”, “solidario”?

El último ensayo del libro “Satanism. A Reader”, de Per Faxneld y Johann Nilsson, es 
Lucien Greaves (The Satanic Temple), Church of Satan vs. Satanic Temple (2017)” [Lucien Greaves (El Templo Satánico), Iglesia de Satán vs. Templo Satánico (2017)], de Fredrik Gregorius y Manon Hedenborg White (págs. 333-341). Manon Hedenborg White es otra estudiosa sueca del esoterismo. 

Gregorius y Hedenborg White tratan sobre The Satanic Temple”(TST) [El Templo Satánico], una nueva organización satanista fundada alrededor de 2012 por Lucien Greaves, cuyo verdadero nombre es Doug Mesner, nacido en 1976 (cf. pág. 333). El TST se opone abiertamente a la derecha política de Trump, a sus  “tendencias teocráticas” y a sus tendencias antiabortistas (cf. pág. 336). El TST también critica la “Iglesia de Satán” de Anton Szandor LaVey, al que considera demasiado patriarcal y sexista (cf. p. 336). El TST considera a Satanás un símbolo de rebelión, libertad e independencia, y en este sentido se refiere abiertamente a escritores como John Milton, William Blake, Lord Byron y Mijaíl Bakunin (cf. p. 337). Mientras que la “Iglesia de Satán” insiste en el Satanás de los placeres terrenales, el TST, en cambio, lo presenta como un liberador prometeico de los oprimidos, un feminista antipatriarcal (cf. p. 338). A diferencia de la “Iglesia de Satán”, el TST insiste en el compromiso social y la solidaridad (cf. p. 338), mientras que la “Iglesia de Satán”, criticando al TST, rechaza el activismo político y social (cf. p. 339). En resumen, el TST se presenta como un satanismo que defiende el altruismo, la solidaridad, la cooperación humana (cf. Satanism. A Reader, op. cit., pp. 342-351)…

Algunas reflexiones

Así termina, sin más comentarios, el libro sobre satanismo de los académicos suecos Per Faxneld y Johann Nilsson. Si bien se trata de un estudio académico, repleto de datos muy interesantes, la sensación general es que es un libro a favor del satanismo en un mundo secularizado y descristianizado…

Me parece interesante señalar que, prácticamente, desde hace una década (si no más), un círculo de académicos suecos ha estado trabajando en torno a Oxford University Press y al académico Henrik Bogdan (cuya pertenencia a la masonería sueca no parece muy conocida por el público lego). Creo que es legítimo preguntarse si los académicos del área 
sueca” que he citado en este y en los episodios anteriores de mi estudio son solo académicos, intelectuales o incluso practicantes de alguna forma de esoterismo, realizando así lo que sociológicamente se definiría como observación participante”

Lo que une a estos eruditos, que forman lo que yo ahora definiría como el “Círculo Sueco”, me parece ser, entre lo explícito y lo implícito, defender/exonerar a la Masonería regular/oficial de los Tres Grados y los Altos Grados de cualquier acusación o sospecha de vínculos/enredos/tangencias con el Luciferismo y/o el Satanismo (gnóstico, intelectual...).

En resumen, me parece lógico, legítimo y necesario preguntar si entre los citados estudiosos del “Círculo Sueco”:
● hay quienes forman parte de la Masonería [Bodgan seguro] y/o de algún grupo/asociación/sociedad que cultiva alguna forma de Esoterismo y/o Magia, etc.;

● y si, bien mirado, entre estos eruditos, además de defender propiamente la masonería, hay también quienes comparten personalmente la rehabilitación/revalorización gnóstica de Lucifer como dios-ángel-símbolo-portador de luz, libertad, independencia, etc. 

Continúa...
 

TYRRELL LUCHÓ CONTRA LA “TIRANÍA” DE LA ESCOLÁSTICA

El modernista “padre” Tyrrell murió excomulgado y abatido, negándose a retractarse de sus herejías.

Por la Dra. Carol Byrne


Era característico de todos los modernistas —la libertad de pensamiento y la autoexpresión eran de suma importancia en su cosmovisión— irritarse ante las restricciones de cualquier “autoridad externa” o poder superior que sofocara el espíritu de independencia que promovían como valor supremo. La autoridad espiritual de Roma en materia de fe y moralidad era su principal blanco de ataque, como lo había sido durante la Reforma protestante y lo sigue siendo en nuestros días.

Tyrrell sentía un profundo resentimiento hacia la Iglesia institucional, especialmente hacia sus estructuras de autoridad que ejercían poder jurídico contra la expresión de ideas heréticas. Nunca la perdonó por haber censurado sus “obras” y excomulgado, y la difamó rutinariamente como “una prisión para el alma”, “un infierno represivo y autoritario”, como, por ejemplo, cuando afirmó:
“La Iglesia se sienta sobre mi alma como una pesadilla, y la opresión es enloquecedora” (1).
A menudo se quejaba de la “sofocación” de la libertad intelectual bajo Pío X, quien ordenó el estudio de la filosofía escolástica como parte de toda la formación seminarística. Tyrrell denunció que “las escuelas teológicas han llegado a tiranizar a la Iglesia en estos tiempos aciagos” (2). Describió específicamente la escolástica como una tiranía” (3); de hecho, “una de las peores tiranías intelectuales que el mundo haya conocido” (4). Su visión para la Iglesia era transformarla en una religión libre de restricciones que hiciera del creyente “un pájaro libre en vuelo” y “no aplastado y arrugado en las garras del halcón” (5). Creía que el espíritu humano nunca podría ser libre mientras estuviera prisionero de la necesidad de obediencia a los superiores religiosos y del respeto por el sistema escolástico de razonamiento intelectual.

Como resultado de este tipo de desprestigio por parte de Tyrrell y los primeros modernistas, el sistema escolástico se asoció en la mente de los progresistas con la injusticia y la opresión. La misma palabra “escolasticismo” provoca ahora carcajadas y comentarios obscenos entre el clero actual. Evoca imágenes mentales de sofismas tontos e inútiles, disputas inútiles sobre cuestiones irrelevantes para la vida en el mundo real, todas ellas dirigidas por personas que afirmaban tener el monopolio del conocimiento y dar respuesta a todo.

Francisco trató el escolasticismo como una anomalía absurda

Huelga decir que Francisco, con su peculiar talento para sembrar la confusión y la división a escala mundial, tenía escaso respeto por la gran tradición escolástica de la Iglesia. Puede que, para guardar las apariencias, haya elogiado algunos aspectos de ella en alguna ocasión, pero, en realidad, aprovechó cada oportunidad para criticarla, directa o indirectamente, siguiendo el ejemplo de Tyrrell. Este último, sin embargo, al menos tenía el mérito de ser menos hipócrita.

Bergoglio se unió a las filas del modernismo cuando criticó la escolástica “decadente”.

Tras pronunciar un discurso en la 36ª Congregación General de la Compañía de Jesús el 24 de octubre de 2016, Francisco dirigió una sesión de preguntas y respuestas con sus compañeros jesuitas. En ella, condenó rotundamente el sistema escolástico utilizado en los seminarios desde el posmodernismo hasta el Concilio Vaticano II:
He estudiado en el tiempo de la teología decadente, de la escolástica decadente, en el tiempo de los manuales. Entre nosotros se bromeaba, todas las tesis teológicas se probaban con este esquema, un silogismo: 1°. Las cosas parecen ser así. 2°. El catolicismo siempre tiene razón. 3°. Ergo... Esa es una teología de tipo defensivo, apologético, encerrada en un manual. Así bromeábamos, pero era lo que nos presentaban en aquel momento de la escolástica decadente (6).
Consideremos por un momento el probable impacto que tales expresiones despectivas —que durante décadas formaron parte de la narrativa modernista— habrían tenido en la moral de los jóvenes seminaristas en la época del Vaticano II. Que les dijeran que lo que les habían enseñado provenía de manuales viejos, áridos y polvorientos, con contenido obsoleto que los haría parecer ridículos a los ojos del mundo moderno, era una forma segura de persuadirlos a abandonar la vieja teología por la nueva. Después de todo, el Vaticano II había sentado las bases para la “nueva evangelización” (que en realidad es solo una versión actualizada del antiguo modernismo), que se presenta como el único camino a seguir para lo que la Iglesia debería creer y hacer hoy.

La difamación de Bergoglio hacia el Sistema Escolástico de formación en los seminarios fue una sutil herramienta de propaganda que funciona infundiendo miedo a ser marginados por el mundo moderno y a ser “víctimas del control tiránico de una Iglesia anticuada”. Este también fue el mensaje promovido por el “padre” Tyrrell.

La condena del escolasticismo por parte de los teólogos modernistas, considerándolo obsoleto, fue objeto de la siguiente reprimenda del Papa Pío X:
“Por esto ridiculizan generalmente y desprecian la filosofía y teología escolástica, y ya hagan esto por ignorancia o por miedo, o, lo que es más cierto, por ambas razones, es cosa averiguada que el deseo de novedades va siempre unido con el odio del método escolástico, y no hay otro más claro indicio de que uno empiece a inclinarse a la doctrina del modernismo que comenzar a aborrecer el método escolástico. Recuerden los modernistas y sus partidarios la condenación con que Pío IX estimó que debía reprobarse la opinión de los que dicen: 'El método y los principios con los cuales los antiguos doctores escolásticos cultivaron la teología no corresponden a las necesidades de nuestro tiempo ni al progreso de la ciencia. Por lo que toca a la tradición, se esfuerzan astutamente en pervertir su naturaleza y su importancia, a fin de destruir su peso y autoridad'” (Pascendi § 42)
Además, las generaciones de formación seminarística a las que se refiere Francisco fueron todo menos decadentes. En aquella época, desde mediados del siglo XIX hasta finales de la década de 1950, la larga tradición de la escolástica, especialmente la metafísica tomista, se encontraba en la cúspide de su prestigio. Fue alentada por una sucesión de elogios papales:
● Pío IX elogió la escolástica en Tuas libenter (1863) como “una defensa válida de la fe y un arma terrible contra sus enemigos” (7).

● León XIII publicó Aeterni Patris (1879) en defensa y fomento de la Filosofía Escolástica de Santo Tomás de Aquino.

● Pío X hizo lo mismo en Pascendi (1907), Sacrorum Antistitum (1910) y en Doctoris Angelici (1914).

● Benedicto XV consagró la tradición en el Código de Derecho Canónico (1917) (8).

● Pío XI afirmó en Studiorum Ducem (1923) que la Escolástica de Santo Tomás de Aquino, que todavía se enseñaba en su tiempo, era de la más alta autoridad, “pues la Iglesia ha adoptado su filosofía como propia”.
● Más cerca del Concilio Vaticano II, el Sistema Escolástico aún se tenía en alta estima por su valor perenne como marco conceptual intelectual básico de la Iglesia. En 1950, Pío XII declaró: “Nunca debemos derrocarlo, ni contaminarlo con falsos principios, ni considerarlo una gran reliquia, pero obsoleta...” (Humani generis § 24).
En contradicción con Pío X y Pío XII, Juan Pablo II negó que la Iglesia tuviera una filosofía propia:
“La Iglesia no propone una filosofía propia ni canoniza una filosofía en particular con menoscabo de otras” (Fides et ratio 1998, § 49).
En un vano intento de fundamentar su afirmación, citó un pasaje de Humani generis 9, pero sin citarlo. Sin embargo, la referencia no contiene nada que respalde su opinión. Au contraire, en la misma encíclica, Pío XII nombró repetidamente la filosofía de Santo Tomás de Aquino como “nuestra” (“nostram philosophiam”; “philosophiam nostris traditam scholis”, etc.).

En cuanto a la segunda declaración de Juan Pablo II, toda la evidencia indica que la Iglesia ha canonizado la filosofía tomista, no solo al ordenar su uso en el Código de Derecho Canónico (1917), sino también a través del juicio unánime de los sucesivos Papas desde el Concilio de Trento en adelante. Solo a partir del Vaticano II la Iglesia dejó de considerar la filosofía tomista como uno de sus propios activos esencialmente católicos y comenzó a tratarla como “una entre muchas filosofías” que compiten por la hegemonía en los seminarios.

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68ª Parte: Preparando el Novus Ordo Missae 
69ª Parte: La acusación de 'clericalismo'
73ª Parte: Destruyendo la Octava de Pentecostés
74ª Parte: Revisión de la 'participación activa'
75ª Parte: Abusos interminables de la “participación activa”
76ª Parte: Participación activa = abuso litúrgico
81ª Parte: El cambio en el Canon de 1962 presagiaba la misa novus ordo
85ª Parte: Cuando los Santos se marchan
86ª Parte: El hallazgo de la Santa Cruz
87
ª Parte: Abolida para complacer a los protestantes: La Fiesta del Hallazgo de la Santa Cruz
95ª Parte: Un pedazo de Palestina en Loreto
97ª Parte: No hay objeciones válidas contra la Tradición de Loreto
100ª Parte: 'La acción de la Misa es realizada solo por el clero'
104ª Parte: Las Órdenes Menores puestas a merced del “espíritu de la época”
110ª Parte: Actitudes ante las Órdenes Menores antes y después del Movimiento Litúrgico 
118ª Parte: El fantasma del “clericalismo”
123ª Parte: “Infalibilidad del Pueblo” versus Infalibilidad Papal
124ª Parte: La “Iglesia que escucha”
125ª Parte: Los Jesuitas Tyrrell y Bergoglio degradan el Papado
126ª Parte: Rehacer la Iglesia a imagen y semejanza del mundo
131ª Parte: Comparación de la formación en el Seminario anterior y posterior al vaticano II
132ª Parte: El Vaticano II y la formación sacerdotal
134ª Parte: Francisco: No a la “rigidez” en los Seminarios
135ª Parte: El secretario de seminarios
142
ª Parte: El legado antiescoléstico de Ratzinger
144ª Parte: Una previsible crisis de Fe Eucarística
145ª Parte: El papel de Ratzinger en el rechazo de los documentos originales del Vaticano II
146ª Parte: El Santo Oficio fue destruido por Ratzinger149ª Parte: El modernismo en la raíz de la confusión teológica actual

Notas:

1) G. Tyrrell, ‘Letter to V.’ [Baron Friedrich von Hügel], (Carta a V.' [Barón Friedrich von Hügel]), 18 de mayo de 1903, en Maude Petre (ed.), George Tyrrell's Letters, Londres: T. Fisher Unwin Ltd., 1920, pág. 109.

2) G. Tyrrell, The Church and the Future (La Iglesia y el futuro), pág. 107.

3) G. Tyrrell, ‘Letter to V.’ ('Carta a V.'), 5 de noviembre de 1904, en Maude Petrie (ed.), George Tyrrell's Letters, pág. 108.

4) G. Tyrrell, The Church and the Future (La Iglesia y el futuro), pág. 33.

5) G. Tyrrell, Christianity at the Crossroads (El cristianismo en la encrucijada), Londres; Nueva York, Longmans, Green and Co., 1910, pág. 219.


7) “Fortissimum fidei propugnaculum et formidanda contra suos inimicos arma”, Carta al arzobispo Gregor von Scherr de Munich y Freising, 21 de diciembre de 1863.

8) El estudio de la filosofía y la teología, así como la enseñanza de estas ciencias a sus estudiantes, deben ser realizados con precisión por los profesores, según los argumentos, doctrinas y principios de Santo Tomás, que deben mantener inviolablemente (Código de Derecho Canónico de 1917, Canon 1366 § 2)

9) AAS 42, 1950, pág. 566.