miércoles, 30 de noviembre de 2011

PROCLAMA CATÓLICA EN DEFENSA DE LA FAMILIA

  
En la ciudad de San Rafael (Mendoza) el pasado 20 de Noviembre, la agrupación CIDEPROF creada para la Defensa de la Familia, ha dado a conocer a los medios locales y nacionales una declaración donde se reafirman los valores católicos en defensa del matrimonio, la familia y la vida del niño no nacido, repudiando todo proyecto de leyes o mal llamadas leyes, que aprueben el homonomio, el aborto y la eutanasia.
 
“Dos amores construyeron dos ciudades: el amor propio hasta el desprecio a Dios hizo la ciudad terrena; el amor de Dios hasta el desprecio de sí mismo, la ciudad del cielo” . Que debe convivir, en el tiempo, con aquélla.
No nos equivoquemos ni nos dejemos engañar. Cuando el Señor le dijo a Pilato que su reinado no era de este mundo lo que afirmó es que su Majestad no le ha sido conferida por los poderes del mundo sino por Dios. Se refirió al origen de su potestad y no al ámbito universal de sus alcances.
Así, pues, Cristo Jesús, nuestro Redentor, debe reinar en nuestras almas pero debe también hacerlo en nuestras familias, en nuestras costumbres, en nuestras instituciones, en nuestras leyes, en nuestra Patria.
Y hoy, tristemente comprobamos que así como Cristo no reina en las almas, tampoco reina en nuestra sociedad.
Cristo no reina en nuestras familias. Aún quienes nos llamamos cristianos y nos decimos sus discípulos hemos excluido a Jesucristo de nuestras casas, dejando que en ellas entren otros señores; hemos silenciado la voz de su Palabra dejando que otros ruidos la sustituyan; hemos arrinconado sus imágenes, dejando que sean otras las que llenen nuestro espacio visual. Pero Cristo tampoco reina en la vida de nuestras casas, donde no se lo invoca, donde no se lo honra, donde no se cumple su ley. Otros, blasfemos y obscenos, han sustituido su adorable y amorosa presencia.
Cristo Jesús ha sido desterrado de nuestras calles y de nuestras instituciones. ¿Reina Cristo verdaderamente en nuestra sociedad? “¿… reina Cristo en este país?”, se preguntaba Castellani e irónicamente respondía: “¿Y cómo no va a reinar? Somos buenos todos. Y si no reina, ¿qué quiere que le hagamos?” .
Muchos hombres buenos, pero Él no reina.
Y si no reina ¿qué quiere que le hagamos?
Vemos cómo las antiguas naciones cristianas reniegan de Cristo y de su Iglesia, blasfeman y se burlan de sus leyes. Y, mientras, con cierta curiosidad distante e indiferente observamos lo que ocurre en otras tierras, dejamos que crezcan en nuestra Patria las mismas flores venenosas y los mismos frutos de podredumbre. ¿Qué quiere que le hagamos?, responderíamos tal vez, resignados y vencidos, si tuviéramos que contestar aquél interrogante.
Cristo no reina en nuestra familia no sólo porque lo hemos echado de ella, sino porque hemos echado a la misma familia de nuestra organización social. Hace tiempo, mucho tiempo, que venimos haciéndolo, alegremente. Primero dejamos que el Estado se metiera en ella, regulándola con el matrimonio civil. Luego permitimos que se inmiscuyera con las primeras leyes inicuas de educación que, en los albores del siglo XX, comenzaron a sustituir la autoridad de los padres en la formación de sus hijos. Permitimos que se pusiera en crisis el principio de autoridad y jerarquía, en un grado mayor, al aceptar que se destruyera la autoridad paterna.
No hace tanto, luego de otras claudicaciones, aceptamos que esa familia, ya regulada por el Estado, se fundara sobre una unión inestable al admitir el divorcio, primero en nuestras leyes y, luego, en nuestros hábitos sociales, admitiéndolo, si no siempre como una solución óptima a los problemas inevitables de la convivencia conyugal, sí como un mal menor tolerable y, aún, beneficioso.
Y finalmente, pero no finalmente del todo, nos habituamos a pres-cindir del matrimonio como institución fundante de la familia y permitimos que se llamara familia cualquier unión, y admitimos como normales y hasta buenas las uniones de hecho y la paternidad o maternidad extramatrimonial. ¿Qué quiere que le hagamos?, respondimos. Y nos conformamos con que nuestros jóvenes aceptaran a los hijos concebidos fuera del matrimonio, también como un mal menor frente al aborto.
Pero se dio un paso más, en esa paulatina y creemos que ya definitiva expulsión de la familia de nuestra organización institucional, con la sanción, el año pasado, de la mal llamada “ley de matrimonio igualitario”, mal llamada ley, porque no lo es propiamente, sino una corrupción de la ley y una perversión de la justicia. Y mal llamada de “matrimonio igualitario” porque, al legalizar la unión homosexual y equipararla al matrimonio, se ha fabricado una caricatura siniestra y una mofa de la sagrada institución del matrimonio, fundado por el mismo Dios en los albores de la creación.
Con el homomonio, porque no podemos llamar matrimonio a ese infernal engendro, nos hemos lanzado al abismo.
Nuestra sociedad, que debía estar basada en los sólidos fundamentos de la familia y de la autoridad paterna, ha quedado empantanada en las sucias arenas de la unión homosexual estéril y de la parodia de una paternidad sin padres verdaderos y sin hijos propios. Ya no sólo hemos aceptado que se cuestionara la potestad de Dios y el reinado de Cristo en el gobierno de nuestra sociedad, de nuestras instituciones y de nuestras leyes, sustrayéndonos a su Ley; sino que abiertamente la hemos conculcado, sancionando normas y fabricando instituciones que no sólo la ignoran sino que directa y alevosamente la violan en su raíz. Porque esto es el homomonio, una repugnante y diabólica inversión de la ley de Dios.
Y si no reina, ¿qué quiere que le hagamos?,
Pero, como la caída al abismo no tiene fondo y se abre al infinito, nuestra precipitación no se detiene en esas inmundicias sino que se lanza raudamente hacia las más hondas negruras al incorporar al sistema de nuestras leyes no ya la contranatura como norma, sino el crimen como derecho.
Hoy el aborto está a nuestras puertas. No el aborto como crimen individual, como una de las más tristes y graves consecuencias del pecado original, sino el aborto como derecho, como derecho de la madre, con lo cual se llega a la destrucción del nudo mismo de todo el orden social, porque no sólo se devastan el matrimonio y la familia sino que se destruye la maternidad, el principio más sagrado de la vida, en el orden natural.
El aborto no sólo es el asesinato de la más inocente e indefensa de las criaturas del hombre, no sólo es el más grave abuso de poder frente a la mayor debilidad, no sólo es la más grave infidelidad a la más alta de las custodias, sino que es la destrucción de la mujer y de lo más sagrado y alto de la mujer, que es la maternidad. El Estado, al otorgar a la mujer el derecho de matar a su hijo, a su hijo no nacido que reposa en el claustro de su vientre, destruye la esencia de la feminidad, la maternidad y los restos de toda institución matrimonial y social. ¿Qué quiere que le hagamos?
“Tengo miedo –decía el padre Castellani, comentando esa respuesta– de los grandes castigos colectivos que amenazan nuestros crímenes colectivos”.
El aborto, como derecho social, es el más grande de nuestros crímenes colectivos y su adopción nos hará acreedores de los más grandes castigos.
Con su sanción, ya no hay valor que merezca respetarse. Si la vida del niño por nacer nada vale y puede disponerse de ella ¿qué habremos de decir de la vida del anciano, del discapacitado, del enfermo? Y estamos a las puertas de la eutanasia. Bajo el eufemismo de “muerte digna” ahora mismo nuestros legisladores están considerando proyectos que la consagren. Si admitimos que los padres maten a los hijos “no deseados” ¿qué impide consagrar a los hijos el derecho de disponer de la vida de los padres inútiles y gravosos; a los padres y hermanos asesinar a los prójimos enfermos o discapacitados; a los fuertes eliminar a los débiles? ¿Qué limite hay en todo esto si ya se ha transpuesto el más sagrado de los límites?
¿Qué derecho de educar a sus hijos pueden reivindicar unos padres que han admitido una sociedad en la que es legítimo y un derecho matarlos? ¿Qué autoridad pueden pretender quiénes han admitido ser ellos mismos eliminados cuando se convierten en una carga?
Todo esto va acompañado de mucho más. Se debaten y estudian leyes que reglamenten la fabricación de hijos a gusto y placer, industrialmente y como si fueran cosas; se instrumentan las formas de penetrar más y mejor en el alma de los niños sobrevivientes, mediante la educación organizada por un Estado enemigo de Dios y de su ley. Se procura eliminar los rastros de la Cristiandad y las manifestaciones de la fe y la devoción popular. Se intenta legislar llevando al extremo el principio de igualdad, de modo tal que se haga imposible distinguir lo distinto convirtiendo en delito el uso racional de la discriminación, indispensable para separar el bien del mal, lo justo de lo injusto, lo conveniente y necesario de lo nocivo. Se convierte a la justicia, a la administración de justicia, en instrumento de la venganza y del rencor. Y así vamos...
¿Qué quiere que le hagamos?
Si no es por amor a nuestro Rey amable que nos creó y nos redimió y que conquistó con su Sangre el poder que como Dios le pertenece, al menos temblemos y actuemos para evitar que caiga sobre nosotros y sobre nuestra Patria la ira de Dios.
Pongámonos virilmente de pie, afinemos nuestras inteligencias, fortalezcamos nuestros corazones, dispongamos nuestro espíritu porque vivimos un tiempo agonal, un tiempo de lucha y de martirio. Porque es necesario que hoy estemos dispuestos a decir toda la verdad, y a defender toda la verdad, aún con nuestras vidas. No sólo es necesaria nuestra paciencia, como expresión pasiva de la virtud de la fortaleza. Es hoy, más que nunca necesaria, junto con ella, nuestra firme determinación de hacerle frente a la caída hacia el abismo de nuestra Patria y de nuestras familias, para nuestra propia salvación y para el bien y la salvación de nuestros hijos.
Tengamos presente al menos, si nos falta el fuego del amor, la admonición del padre Castellani. “Tengo miedo de los grandes castigos colectivos que amenazan nuestros crímenes colectivos”.
Ante la apostasía general, ante el silencio de los cobardes, frente a la torpeza de los necios, afirmemos nuestra Fe, levantemos nuestras voces, agudicemos nuestras inteligencias.
Hoy, más que nunca, es necesario instaurar todo en Cristo y para hacerlo, debemos instaurarlo y hacerlo reinar en nuestras almas y en nuestras casas y debemos militar para restaurar su reinado en nuestra sociedad y en nuestra Patria. Hoy nosotros, más que nunca y como tantos otros lo han hecho en España y en Rusia, en México y en Cuba, y en tantas otras regiones de la tierra, en los últimos tiempos debemos lanzar nuestro grito ardiente ¡Viva Cristo Rey! aún cuando en ello nos vaya la honra, la fortuna y la vida.
Hoy, en el 167° aniversario del glorioso combate de la Vuelta de Obligado, un hito en nuestra historia patria, cuando nuestros padres supieron hacerle frente a los poderosos del mundo, gritemos con toda nuestra fuerza y con todo nuestro corazón ¡Viva Cristo Rey! y así digamos ¡no! al espíritu del mundo que nos invade, nos envenena y nos mata.
¿Qué quiere que le hagamos? Pongámonos de pie, en orden de combate, bajo las banderas santas y gloriosas del Rey vencedor. Y al amparo de su Madre Reina, en su Iglesia Santa.
¡Esa es nuestra respuesta! ¡Esa es nuestra misión! ¡En ese combate debemos empeñar nuestro tiempo y jugar nuestra vida!

¡Viva Cristo Rey!

Ricardo S. Curutchet

San Rafael, 20 de noviembre de 2011



EDUCAMOS CON EL EJEMPLO: UN ENEMIGO EN CASA

Hay un enemigo en casa que es preciso descubrir: El orgullo. No es fácil, pues adopta muy diferentes disfraces. Pero si lo buscamos sinceramente dentro de nosotros, lo hallaremos por todas partes.

Por el Pbro. José Martínez Colín

1) Para saber


El escritor Alfonso Aguiló escribió un artículo al respecto donde hace valiosas apreciaciones en que se basa el presente escrito.

En él afirma que el orgullo afecta en todos nuestros ámbitos, y perjudica especialmente en nuestra propia casa. Si nos revisamos, veremos que el orgullo empobrece nuestro ambiente.

A veces queremos erradicar el mal en los demás, sin pensar que hay que empezar por uno mismo. En la medida en que erradiquemos el orgullo de nuestra vida, desaparecerá también de nuestra familia.

2) Para pensar

Pongamos algunos ejemplos:

-El marido que interrumpe a su esposa –o viceversa– y no escucha lo que le dice, como si sus propias opiniones fueran las únicas que merecen ser tenidas en cuenta. Desprecia la opinión contraria.

-La madre que no quiere corregir a su hijo por temor a perder el afecto del niño.

-El marido que llega tarde a cenar y no avisa porque es él quien manda.

-El hijo consentido que casi nunca ayuda en nada y se queja constantemente de todo.

Más ejemplos en la vida diaria fuera del hogar:

-Cuando manejando otro conductor se equivoca y uno se pone a insultarlo, aunque sea internamente.

-Cuando en la oficina le entregas a tu secretaria el trabajo bruscamente y le das órdenes de forma desconsiderada y altiva, sin dar las gracias ni mostrarte amable.

-O si eres médico o abogado, y un cliente acude a ti con un problema, y resulta ser un poco lento. Te impacientas con él y le apabullas con palabras técnicas médicas o jurídicas.

-O cuando estás en la cola, a la espera de hacer una compra, y a una anciana que tienes delante le resulta difícil contar el dinero; te mueves con impaciencia y suspiras sonoramente con exasperación.

-Cuando criticamos al cónyuge por ser distinto a uno.

-Cuando tratamos a un camarero o mesero como si fueran esclavos, agredimos la dignidad de alguien que la merece toda.

3) Para vivir

Cuando los demás, o los hijos son espectadores, entonces van formando sus criterios de conducta. No se trata de cuidar solo los modales. Pensemos en cuál es nuestra forma de pensar acerca de nosotros mismos y de los demás, pues encontraremos un aire de superioridad que nos hace menospreciar a todos.

Cuando parece que la persona disfruta diciendo que no, porque así se da aires de mucho mando, degrada a las personas, pero también se degrada a sí misma. También una persona peleonera y chismosa en el trabajo, intolerante con el marido o la mujer, excesivamente duro con los hijos, despectivo con la suegra, o áspera con el portero y los vecinos, entonces está demostrando un egocentrismo, que los demás y, sobretodo los hijos lo ven, y lo asumen casi sin darse cuenta.

Uno a uno, cada uno de estos ejemplos no significan gran cosa. Pero cuando el orgullo se hace fuerte en esos detalles que empiezan a acumularse, puede convertirte en un gran deseducador en la familia.

No nos desalentemos cuando descubramos ese mal orgullo y pongamos freno a esas actitudes rectificando nuestro modo de pensar sobre los demás, tratando de valorarlas y darles el lugar que merecen.

Escríbanos a ed.dia7@gmail.com


MORAL BENETTON

Al grupo Benetton siempre le gustaron las situaciones equívocas. No es de extrañar, los Benetton son equívocos y su ideal no es ser como los demás sino que éstos sean como ellos, equívocos.


Por Jorge Milia
 
Ayer se presentó la nueva campaña Benetton en París. Poco se podrá leer sobre la ropa, por la sencilla razón de que no les interesaba que la campaña apuntara a la indumentaria sino al escándalo. Una política de negocios tan inmoral como la firma que la utiliza, la cual ha descubierto que no importa lo que se diga en tanto sea mencionada.

Benetton vende a través del escándalo. En una época lo disfrazaba de humanismo. Ahora lo define como posición “Unhate”, contra el odio. De esta manera intenta invitar a los “habitantes del mundo a combatir la cultura del odio", de acuerdo a lo publicado por el propio grupo.

"Si el amor global sigue siendo una utopía compartida, la invitación a no odiar, a combatir la cultura del odio, representa un objetivo ambicioso pero realista”, sostiene Alessandro Benetton, vicepresidente ejecutivo de la firma. Para ello no se les ocurrió nada mejor que recurrir a la fotografía, pero en forma de fotomontaje. Así se muestra al Papa Benedicto XVI besando en la boca a Ahmed Mohamed el-Tayeb, imán de la mezquita Al-Azhar en El Cairo; al presidente de los Estados Unidos Barack Obama, besando a su apasionado par chino, Hu Jintao. Obama es el único que se repite, ya que otra secuencia lo muestra baboseándose con Hugo Chávez. También el presidente palestino Mahmoud Abbas y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu son mostrados fundidos en un beso, al igual que los líderes de Corea del Norte y Corea del Sur. No podían faltar el francés Nicolas Sarkozy y la alemana Angela Merkel en el único beso heterosexual de la serie.

La campaña de Benetton es miserable, para darle un calificativo mejor del que merece. Y no invita a no odiar, como expresa su postulado, todo lo contrario, porque ni siquiera es graciosa. Tampoco es de extrañar, el humor nunca fue un elemento definible del mundo Benetton. La campaña apunta a denigrar, a poner en ridículo, a generar reacciones viscerales de quienes se sienten agredidos.

A no dudar, Ahmed Mohamed el Tayeb tiene en Egipto muchos más seguidores que Joseph Ratzinger, a quien muchos egipcios deben ignorar, pero sin dudas se sentirán ofendidos por la bajeza del trato a su líder religioso. Un hecho que se repetirá de una y otra forma según los personajes.

No es un dechado de labor fotográfica el trucaje digital. Hoy cualquier canalla habilidoso y bien pagado podría mostrar a Teresa de Calcuta en una tapa de Playboy o armar imágenes pedófilas como las que suelen comercializar ciertos depravados.

Los Benetton no apuntan al rencor personal de sus retratados sino al de la gente en general. La burla está dirigida contra miles de imbéciles que considerarán las fotos como auténticas y emitirán juicios de valor contra lo que ven en ellas.

La revista Colors, la empresa United Colors of Benetton, el mismo grupo Benetton, juegan a confundir a la gente. La negación del odio no está en la homosexualidad ni en la heterosexualidad sino en el respeto por los demás, en el respeto por sus creencias y por sus sentimientos. Su actitud de canallas, con mucha antigüedad en el ejercicio de la perversión, los lleva a imaginar que cada uno de los que compran sus productos cree en sus postulados carentes de moral y se sienten representados por ellos.

A partir de ahora sería bueno que, aquellos que aún piensan, se dieran cuenta que consumir un producto Benetton no es sino aceptar que un grupo de perversos se esté burlando de ellos como clientes y seres humanos.




NAVIDAD: LA CONTEMPLACIÓN DEL ORDEN

La aplicación de la Ley Eterna constituye un acto de coherencia de Dios con su propia y exclusiva naturaleza. Él es fiel a sí mismo, por cuanto es impensable la dualidad, y por tanto la presencia de otro ser de iguales características con el cual compartir esencialmente la Verdad, que es Él.


Por Juan Carlos Grisolia

Dios no abandona a su creación. Ella permanece en el marco regulatorio de la Ley Eterna, la que por tal carácter está fuera del tiempo.-

Por ello tampoco el Padre abandona a sus hijos, creados a su imagen y semejanza y por tanto en la condición de persona humana, unión sustancial conveniente de cuerpo y espíritu. En lenguaje tomista, de materia y forma. Pero, cada uno de nosotros, sus criaturas, ordenados a trascender para consumar nuestro fin último sobrenatural, que es la Visión del Padre.-

La recomposición del vínculo de la persona humana con Dios, quebrado por el pecado, exigió de un nuevo acto de amor.-

Y el amor del Padre se manifestó en el ejercicio de su Poder, configurando éste un acto en total coherencia con aquél primario de la Creación.-

Y esta intervención directa del Padre, fue designada como Redención que, como ya he sostenido “constituyó una exigencia de la relación de amor –y por tanto de su entrega ilimitada- entre el Padre y sus criaturas. Porque ‘Redimir’ implica ‘Rescatar o sacar de esclavitud al cautivo mediante precio’” (D.R.A.E.) (1).-

La Ley Eterna según San Agustín, es: “La razón y la voluntad divina que manda observar y prohíbe alterar el orden natural”. En tanto que Santo Tomás dice que “Es el plan de la divina sabiduría por el que dirige todas las acciones y movimientos de las criaturas en orden al bien común de todo el universo” (2).-

Dios es el Ser Necesario, Acto Puro. Por eso es que en Él no existe ni dudas ni vacilaciones, en tanto estas implicarían movimiento –en cuanto cambio- y por la apuntada naturaleza éste le es ajeno.-

Por ello es que la aplicación de la Ley Eterna constituye un acto de coherencia de Dios con su propia y exclusiva naturaleza. Él es fiel a sí mismo, por cuanto es impensable la dualidad, y por tanto la presencia de otro ser de iguales características con el cual compartir esencialmente la Verdad, que es Él.-

Dice Santo Tomás: “……así como en la mente del artista preexiste el plan que llevará después a la práctica en su obra de arte, así en el entendimiento divino preexiste desde toda la eternidad el plan por el que dirigirá todas las acciones y movimientos de sus criaturas al fin del Universo; y ese plan es, cabalmente, la Ley Eterna” (3).-

Acciones y movimientos que en la persona humana, criatura preferente de su Orden, reconocen como causa la decisión generada en el acto libre. Porque así fue creada, en tanto la paternidad de Dios, no podía admitir hijos sometidos a las leyes propias del determinismo, aplicables a los seres dotados solo de alma vital. Ello habría implicado la imposibilidad de que la criatura le amara, y por tanto pudiera entablar con el Creador el vínculo necesario –por tota la eternidad- que solo puede surgir en tanto sea inteligible el Ser que es fuente inagotable de Verdad, Bondad y Belleza.

Y para que sea aprehensible por la criatura, la Ley Eterna debía proyectarse, en orden a su participación, hacia aquella. Es esta la ley natural, que debe definirse como “la misma ley eterna promulgada en el hombre por medio de la razón natural” (4).-

Por medio de ésta, se aprehende el Orden. Esto es la “unidad que resulta de la armónica disposición de las cosas”. Por ella se origina la vida, y para conservarla y perfeccionarla, se explican las manifestaciones de la realidad que conforman los cuerpos sociales, que el hombre reconoce como un imperativo que reclama su naturaleza, y que por tanto no puede ser modificado en su esencia, por decisión de su voluntad, ya aislada, ya expresada por el conjunto.-

La ley natural, como he dicho, predica el Orden. Y en su esencia encuentran su causa las diversas sustancias que lo concretan.

Es por eso que cada acto por el que el Creador, en el marco de su plan, que es el de la Ley Eterna, ha intercurrido en la historia del hombre, ha sido una rica manifestación de la docencia del Padre destinada a brindar a sus criaturas, una nueva oportunidad ordenada a que ejerza su libertad, para alcanzar lo mejor, esto es el ser, aumentando así su capacidad óntica y con ella su perfección.

Aún cuando subsiste en la persona humana, su decisión plena para aceptar al Creador o negarlo, en este último caso, perdiendo su libertad que ha de quedar convertida en simple licencia. Y con ésta, reducida su condición humana a la de simple cosa. Y por esto ingresando en la desolación propia de quien no encuentra sentido a su vida.

Las reflexiones precedentes explican el profundo sentido de la Navidad.

Ello hace que necesitemos separar la Encarnación y la vida del Niño, hasta lograr su viabilidad en el seno virginal de María, y por fin el nacimiento, de aquellos símbolos que en tanto meras expresiones accidentales, en modo alguno constituyen las formas que conservan la esencia.

Porque en la Navidad contemplamos la obediencia de la criatura hacia su Creador, el origen de la vida en la concepción por obra del Espíritu Santo y la plenitud de la persona humana –que es Cristo- manifestándose desde el vientre en el encuentro con su primo, el hijo de Isabel.

Todo ello, en esta etapa, expresando la sociedad primaria que necesita el pequeño para avanzar en su desarrollo, que se hace realidad en las perfecciones agregadas conforme su naturaleza.

La sociedad conyugal y la sociedad paterna, originada ésta última por la concepción y el nacimiento del Niño Dios.

Y es precisamente en la particular característica de esta sociedad, que es la Sagrada Familia, definida en su carácter divino y por ello en la pureza, donde se configura el arquetipo.

Es en la Navidad, entonces, donde contemplamos el Orden, y en éste la unidad que es causa de vida, y en dicha unidad, el matrimonio y la familia. Por ello es que podemos contemplar la Navidad para aprehender de ella lo que el Creador nos ha querido transmitir, conjuntamente con el acto inicial del proceso de Redención.

Porque toda acción del Padre es pródiga en la difusión de la Verdad, llevada a cabo en cumplimiento de la Ley Eterna, traducida a la Ley Natural, que es expresiva del Orden.

Y entonces podemos entender la dimensión social del matrimonio, reflejándonos en el acto de amor del Padre, que se manifiesta en la Navidad.

Porque al ser el hombre imagen de Dios, es el amor “la vocación fundamental e innata de todo ser humano”, siendo que el amor, debe ser definido y obrado como una entrega perfectiva hacia el prójimo, es posible en tal dación, participar del acto creador, en la generación de la vida. Señala Juan Pablo II en la Encíclica “Familiaris Consortio”: “El único ‘lugar’ que hace posible esta donación total es el matrimonio, es decir, el pacto de amor conyugal o elección consiente y libre, con la que el hombre y la mujer aceptan la comunidad íntima de vida y amor, querida por Dios mismo, que solo bajo esta luz manifiesta su verdadero significado. La institución matrimonial no es una injerencia indebida de la sociedad o de la autoridad ni la imposición intrínseca de una forma, sino una exigencia interior del pacto de amor conyugal que se confirma públicamente como único y exclusivo, para que sea vivida así la plena fidelidad al designio de Dios Creador. Esta fidelidad, lejos de rebajar la libertad de la persona, la defiende contra el subjetivismo y relativismo, y la hace partícipe de la Sabiduría Creadora…..”(5).

He aquí la sociedad conyugal, que al ser integrada por los hijos, se convierte en la sociedad paterna, que es la familia.

Agrega Juan Pablo II: “Según el designio de Dios, el matrimonio es el fundamento de la comunidad más amplia de la familia, ya que la institución misma del matrimonio y el amor conyugal están ordenados a la procreación y educación de la prole en la que encuentran su coronación” (6).

Por todo ello, “así, el cometido fundamental de la familia es el servicio a la vida, el realizar a lo largo de la historia la bendición original del Creador, transmitiendo en la generación la imagen divina de hombre a hombre” (7).

La Navidad, entonces, no puede agotarse en la exhibición del árbol, o el armado del pesebre como manifestación de una simple tradición, en la que no se perciben, conceptualmente definidos, los contenidos que le dieran origen.

Tampoco puede quedar reducida a una reunión familiar más, en torno a una mesa más o menos nutrida de alimentos y bebidas; ni al saludo solamente motivado en la emoción superficial, y por ello aplicable a cualquier circunstancias.

En la Navidad contemplaremos el Orden, y al hacerlo develaremos el sentido de la vida, que solo se explica en tanto penetremos en el maravilloso secreto de la grandeza sin límites del Creador.

Y en la intelección, podemos conocer la Verdad. Y con ella ordenar nuestra voluntad hacia el Bien.

En estos tiempos en que se predica el progresismo, actitud relativista y por ello sustentada en la subjetividad de quien las asume, se torna fundamental comprender que en este marco desaparecen las esencias y por tanto, con ellas, lo que las cosas son. El cambio es desvinculado de lo que cambia y así, lo accidental pasa a ser considerado esencial. Nada puede ser construido sobre las simples formas, y éstas nunca pueden sustituir a aquello que están llamadas a custodiar.

Sin embargo subyace en esta conducta contraria al Orden Natural –que por tal no puede sostenerse- una singular hipocresía. Dice el Santo Padre Benedicto XVI en su discurso en Reichtagsgebäude. Berlín. 22 de Septiembre de 2011: “Y, sin embargo, no podemos negar que en este mundo autoconstruido recurrimos en secreto igualmente a los ‘recursos’ de Dios, que transformamos en productos nuestros. Es necesario volver a abrir las ventanas, hemos de ver nuevamente la inmensidad del mundo, el cielo y la tierra, y aprender a usar todo esto de modo justo”.

Quienes gobiernan la Argentina, no ignoran que la hipocresía designa la conducta que se actúa, intentando que su personaje –que se dice apegado a los valores- oculte su identidad. En definitiva se trata de simular para engañar, y de hacerlo con clara conciencia de dar a la mentira apariencia de verdad. El deterioro ético que ha sufrido nuestra sociedad, ha tenido una directa incidencia en lo que al reconocimiento de los valores refiere. Primero se los ha simulado, después ignorado y, luego, sencillamente, se los ha negado.-

De este modo, quedo asegurada la arbitrariedad, causa de la injusticia, con la que, perversamente someten al hombre, al que han privado del sentido de su vida.-

Que la enseñanza que nos brinda la Navidad, celebración de la intervención de Dios en el marco de la Ley Eterna, participada al hombre en la Ley Natural, nos capacite para obrar la restauración del orden quebrado por los hipócritas y con ello recomponer, mediante el amor, la unidad de nuestra sociedad que, podrá así visualizar, con objetividad, los fines que surgen de los imperativos teleológicos.

Porque dijo el Señor: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn. 10,10).

Y la abundancia en la vida, a la que se refiere el Redentor, consiste en el incremento de nuestro ser. Y para ello, el Señor nos presenta las fuentes de las que podremos extraer la Sabiduría, que es la que ha de permitir aquel movimiento, ordenado a la perfección.-

La Navidad es momento propicio para que la inmanencia reciba las cualidades que nos ha de conducir, con tal grado de excelencia, hacia el disfrute del Ser Necesario prometido para nuestro fin trascendente.

En la ciudad de Rosario, a los veintisiete días del mes de Noviembre del año dos mil once. Primer Domingo de Adviento.



lunes, 28 de noviembre de 2011

LA GRAN BATALLA EMPIEZA EN LOS ESPÍRITUS


Hay que buscar la manera de llenar el espacio inconmensurable que hay entre la inmensidad de la tarea (acabar con la tiranía e instaurar un gobierno justo) y los minúsculos medios con que contamos para semejante obra.

Por Cosme Beccar Varela

He tratado de aclararme a mí mismo lo que pienso acerca del qué hacer para destruir la tiranía e instaurar un gobierno justo que restablezca la Justicia y el bienestar general, y de explicar a otros lo que me parece que debe hacerse y por qué creo que lo que todos ellos hacen hasta ahora, no alcanza, aunque sea meritorio y muy laudable, y que mucho menos alcanza no hacer nada y limitarse a deplorar lo que pasa.

Este es el planteo. Ahora tengo que ver si consigo ver claro, sacar conclusiones, hacer una propuesta, explicarla de una manera comprensible y dejarlo expuesto para que mis compatriotas puedan pensar sobre el asunto y decirme cuáles son sus conclusiones.

El problema es que hay que buscar la manera de llenar el espacio inconmensurable que hay entre la inmensidad de la tarea (acabar con la tiranía e instaurar un gobierno justo) y los minúsculos medios con que contamos para semejante obra.

* * *

Me imagino un hombre parado frente a un abismo de una anchura tal que ni se vea el otro lado de la sima, pero que esté obligado a transponerlo, sin medio alguno del cual valerse, como una obligación moral que compromete su honor. Ese hombre tiene dos opciones: o quedarse donde está lamentándose de su suerte o proponerse hacer el cruce como sea y cuando pueda, sin dejar un instante de quererlo.

Imaginemos, todavía, que en el lado en que él está domina una banda de facinerosos y que del otro, reinan los buenos en un país feliz. Quedándose de este lado puede dedicarse a mejorar las cosas en cuanto pueda y, en la medida en que los malos se lo permitan -ya que de este lado del abismo el poder será siempre de ellos-, puede intentar una concordia basada en algunas concesiones que le hagan los tiranos no pudiendo ignorar, sin embargo, que serán forzosamente precarias.

La opción para el hombre de nuestra parábola será con eso más difícil aún de resolver, porque no puede negarse que algún alivio podría tal vez conseguir, mientras que la decisión de intentar la travesía casi imposible aparecerá como una decisión insanamente utópica.

¡Ah! ¡Pero la alegría de pensar cómo será aquella otra ribera en donde reina la Justicia, los malos son castigados y los buenos premiados, Dios adorado y obedecido, la inocencia de los niños protegida, la virtud admirada y el vicio repudiado, esa alegría que anticipa la felicidad del otro país maravilloso, esa alegría no la tienen los que se resignan a vivir bajo la pata de los perversos en un vano intento de conseguir una falsa paz!

* * *

Ahora bien, el dilema de ese hombre es el que tenemos los "buenos patriotas", en especial los católicos, que vivimos bajo esta tiranía cuyo final no se avizora ya que tiene todo el poder y todas las cobardías a su disposición y puede durar indefinidamente, siempre para peor.

¿Qué hacer? Dice la Escolástica que lo primero en la intención puede ser lo último en la realización. De lo cual se deduce que lo que consiga uno realizar dependerá de lo que intentó. Si yo intento subir una escalera de diez escalones, lo primero es mi intención de llegar al décimo escalón y, por lo tanto, lo más y lo último que podré realizar es eso mismo, o sea, llegar al décimo escalón. Y nada más que eso.

Consecuentemente, si en esta noche de la Patria en que sobrevivimos, apenas nos proponemos prender dos o tres luces, como por ejemplo, impedir que se amplíen las causales de excusación del aborto contenidas en el art. 86 del Cödigo Penal (que rige desde 1922) o conseguir que se dicte una nueva amnistía para los mil secuestrados políticos o que se suprima la "lista sábana" o insertar un candidato decente en las listas de legisladores de alguno de los partidos indecentes de la “dirigencia” o que se derogue el "homonomio" o conseguir cualquier otra cosa buena en sí pero que en nada modifica el sistema de poder montado por los malos, renunciando a destruir ese sistema y a instaurar una Autoridad legítima que haga reinar la Justicia, habremos optado por quedarnos de este lado del abismo que imaginaba en la parábola.

En cambio, si amaramos con un amor demasiadamente grande el país de la Justicia sin resignarnos a vivir en este otro de la injusticia, aunque no tuviéramos los medios de llegar a él todavía, habríamos puesto lo primero en esa obra, que es la intención, y la realización nos será dada por añadidura en la medida de la intensidad de nuestro deseo: "Buscad el reino de Dios y su Justicia y todas las demás cosas se os darán por añadidura" (S. Mateo. 6 - 33)

Santo Tomás de Aquino, cita una frase de San Bernardo que expresa maravillosamente lo que quiero decir. La voy a transcribir primero en latín porque su fuerza de expresión es inigualable y da a entender lo que quiero decir con claridad meridiana:

"Amoris sunt decem gradus secundum Bernardum: scilicet quia facit languere utiliter, quaerere incesanter, operari indesinenter, sustinere infatigabiliter, appetere impatienter, currere velociter, audere vehementer, stringere indisolubiliter, ardere suaviter et similari: totaliter" (Opus 61, co.38, etc. en , tado en la "Tabula Aurea" de Pietri de Bergomo, pag. 75, 2da. col)

(Del amor hay diez grados, según Bernardo: a saber en cuanto hace languidecer útilmente, buscar incesantemente, obrar sin pausa, soportar infatigablemente, desear con impaciencia, correr velozmente, atreverse con vehemencia, abrazar indisolublemente, arder con suavidad y otras cosas semejantes, siempre totalmente)

Si hubiera un número suficiente de argentinos -que no necesitan ser inicialmente sino unos pocos-, con el alma suficientemente grande como para amar de esa manera la Argentina que perdimos y la que debe ser, ese grupo sería como un motor siempre en movimiento, acumulando fuerzas que serán usadas siempre en la procura del Bien amado y capaz de hacer valer hasta el más pequeño medio de acción y la más fugaz ocasión para acercarnos un poco más al otro lado del abismo.

Las cabezas de la secta que nos tiraniza tienen un odio por Dios, por la Justicia y por la Argentina tradicional al que podrían atribuirse los diez grados del amor que dice San Bernardo, pero al revés. Están unidas entre sí estrechamente por ese odio y han conseguido munirse de la fuerza material necesaria para imponerse sobre todos. Ese poder es el abismo que nos separa de la Argentina Justa y feliz.

Parecería que no teniendo una fuerza igual o superior para vencerlos, ese abismo es intransponible y que deberemos permanecer para siempre bajo su reinado de injusticia plagado de horrores.

Sin embargo, creo que si pudiéramos desear intensamente el triunfo de la Justicia y la derrota de los enemigos de Dios, se renovaría en nosotros aquella famosa lucha que hubo en el Cielo cuando Luzbel se rebeló exclamando. "¡No serviré!" a lo que San Miguel respondió: "¡Quién como Dios!". Esa fue la Batalla de las Batallas, la más grande de todos los tiempos y, sin embargo, fue “sólo” una lucha de espíritus en la que la fuerza material no contaba sino la fuerza invisible de las voluntades angélicas.

"En ese momento empezó una batalla en el Cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron contra el Monstruo. El Monstruo se defendía apoyado por sus ángeles, pero no pudieron resistir, y ya no hubo lugar para ellos en el Cielo. Echaron, pues, al enorme Monstruo, a la Serpiente antigua, al Diablo o Satanás, como lo llaman, al seductor del mundo entero, lo echaron a la tierra y a sus ángeles con él". (Apocalipsis 12, 7-10).

* * *

Después ha seguido la misma lucha entre los buenos y los malos a lo largo de la Historia hasta el triunfo irrevocable de Nuestro Señor Jesucristo precisamente en el momento en que todo parecía perdido, porque el poder de la Sinagoga y el del Imperio Romano, aliados en su maldad, lo habían matado colgándolo de la Cruz.

Sin embargo, ese triunfo debe ser completado desde entonces y hasta el fin del mundo por la fidelidad decidida de las almas humanas que siguen al Redentor en lucha contra las que siguen a Satanás.

* * *

La situación política argentina es parte de esa lucha y aunque parezca de poca monta dentro del inmenso panorama de la Gran Batalla, no lo es porque cada día que toleramos el dominio de los malos es un día en que se agrava la ofensa a Dios que eso implica, se hace más difícil la salvación de los buenos y se induce la perdición de las almas.

Luego, no queda otra opción que proponerse, con los diez grados del amor que decía San Bernardo, la derrota de esta tiranía y la instauración de un gobierno justo que sirva el bienestar general, como un acto de amor de Dios que Le debemos por el Primer Mandamiento. Los medios para vencer, está prometido por el Divino Redentor que nos serán dados por añadidura.

Esto es lo que he conseguido aclararme a mí mismo con gran dificultad y creo que esto es lo que no consigo hacer entender, y mucho menos aceptar, por los “buenos patriotas”, tan briosamente empeñados en obras buenas, pero parciales, que no afectan en nada el poder de la tiranía y, por lo tanto, no sirven para la victoria, y hasta me atrevería a decir que ni siquiera sirven para los fines parciales que se proponen.



DDHH DE LA MADRE Y EL HIJO: COMUNICADO DE LA RED FEDERAL DE FAMILIAS

 
Al concluir el año parlamentario la Red Federal de Familias (RFF) consideró que la presentación del proyecto de ley que ha patrocinado, de Protección Integral de los Derechos Humanos de la Mujer Embarazada y del Niño por Nacer (Expte. N° 8516-D-2010), ha marcado un hito legislativo.
 
La Red se comprometió a impulsar una nueva presentación del mismo en el próximo período legislativo, agradeció a los más de 30 diputados que lo acompañaron con su firma, invitó a los que quedan en la Cámara a mantener su adhesión y exhortó a los que ingresan a incorporar su firma.

Asimismo dejó en claro que la protección integral de la familia y de la mujer no pueden encararse mediante soluciones parciales, en cuanto no se tenga en cuenta, como objetivo primordial, la protección del niño por nacer, cuya indefensión es la más grave y cuya subsistencia, y no sólo su salud y bienestar, es la que se encuentra más amenazada..

A continuación el texto completo del comunicado:

COMUNICADO DE LA RED FEDERAL DE FAMILIAS

Próximos a finalizar el año parlamentario y ante la inminente renovación de las Cámaras, la RED FEDERAL DE FAMILIAS encuentra propicia la ocasión para agradecer a los diputados que acompañaron con su firma el Proyecto de Ley de Protección Integral de los Derechos Humanos de la Mujer Embarazada y del Niño por Nacer (Expte. N° 8516-D-2010) que, como expresa en su propia fundamentación, ha sido tomado del Título III del proyecto de ley de Protección Integral de la Familia que esta Red impulsa para presentar ante el Congreso de la Nación mediante el procedimiento de Iniciativa Popular (art. 39 de la Constitución Nacional).

Más allá de la virtual pérdida de estado parlamentario del proyecto, consideramos que el mismo ha marcado un hito al propiciar un régimen legal que, atendiendo verdaderamente a la problemática que pudiera presentarse ante determinados embarazos, proporciona una solución integradora que respeta y protege por igual los derechos de los dos integrantes del binomio madre-hijo, esencialmente iguales en dignidad e igualmente valiosos.

Asimismo, ante noticias relativas a la presentación y tratamiento –finalmente frustrado– de un proyecto de ley de “Régimen de Protección Integral de la Mujer Embarazada”, la RED FEDERAL DE FAMILIAS se ve en la obligación de poner en claro que aquella propuesta –al eliminar por completo todas las disposiciones que se referían a los derechos del niño por nacer– no se corresponde de manera alguna con el proyecto original, al cual distorsiona y cuyo tratamiento posterior dificulta o enerva.

La regulación legal y la protección de los derechos de la madre, sin la correspondiente y simultánea consideración de los del hijo concebido y nonato, desnaturaliza por completo la idea de “protección integral” que contiene el proyecto propiciado por la RED FEDERAL DE FAMILIAS y abre las puertas al reconocimiento de un derecho autónomo de la mujer embarazada, independiente del fruto de sus entrañas y, por lo tanto, indiferente, al menos, respecto de su suerte.

De tal manera –y por cuanto una ley de esa naturaleza pone todas sus miras en el cuidado exclusivo de los intereses de la mujer y se desentiende por completo del hijo concebido– se ve favorecida la introducción del “derecho al aborto” pretendido por todos los partidarios de la legalización de esa práctica criminal.

La protección integral de la familia y de la mujer no puede de modo alguno encararse mediante soluciones parciales –por muy laudables y bienintencionadas que sean– que no tengan en cuenta, como objetivo primordial, la protección del niño por nacer, cuya indefensión es la más grave y cuya subsistencia, y no sólo su salud y bienestar, es la que se encuentra más amenazada.

En esa inteligencia, la RED FEDERAL DE FAMILIAS propicia una nueva presentación del Proyecto de Ley de Protección Integral de los Derechos Humanos de la Mujer Embarazada y del Niño por Nacer para el próximo año parlamentario. Exhorta a los diputados que lo acompañaron con su firma y que continúan su mandato a renovar su adhesión, e invita a quienes se incorporan a partir del próximo 10 de diciembre a adherir al mismo.

Dado el 18 de noviembre de 2011.

Notivida



sábado, 26 de noviembre de 2011

ALGUNAS TRADICIONES DE LAS FIESTAS DE FIN DE AÑO TIENEN CONSECUENCIAS DE SALUD

Controlar las calorías y la ingesta de alcohol puede ayudar a prevenir los ataque cardiacos y accidentes cerebrovasculares relacionados con la temporada.

Los grandes atracones y las comidas mal sanas, el beber en exceso y el estrés pueden aumentar el riesgo de problemas cardiacos y accidentes cerebrovascular en la temporada de fiestas de fin de año, advierte un experto.

Por ejemplo, una comida promedio de estas festividades tiene 3,000 calorías y 229 gramos de grasa, según el Consejo Americano del Ejercicio (American Council on Exercise).

"Ser demasiado indulgente, viajar y el estrés de hacer de anfitrión tienen consecuencias de salud", anotó en un comunicado de prensa de la Sociedad de Cirugía Vascular (Society for Vascular Surgery) el Dr. Niten Singh, miembro de la sociedad.

"Tras la cena de estas fiestas, las salas de emergencias de los hospitales se llenan de invitados demasiado hartos".

Beber alcohol en exceso puede llevar a una afección llamada síndrome cardiaco festivo. Es provocado por un ritmo cardiaco anómalo llamado fibrilación auricular, que aumenta el riesgo de accidente cerebrovascular.

"Vemos a muchos pacientes de accidente cerebrovascular durante la temporada de fiestas de fin de año", señaló Singh.

Un estudio de 2004 que apareció en la revista Circulation halló que las muertes relacionadas con el corazón aumentan en cinco por ciento en la temporada de fiestas de fin de año, anotó Singh en el comunicado de prensa.

Las personas pueden reducir el riesgo de problemas cardiacos y accidente cerebrovascular haciendo ejercicio a diario, consumiendo una dieta sana, al no fumar y manteniendo un peso corporal saludable, sugirieron los expertos.

"La temporada de fiestas son una época perfecta para anunciar a familias y amigos sobre la decisión de reducir las calorías, el alcohol y los cigarrillos", dijo Singh. "Luego, invítelos a acompañarle en una nueva tradición: una caminata tras la cena".

FUENTE: Society for Vascular Surgery

HealthDay



CAMBIA “RADICALMENTE” EL PERFIL DEL ENFERMO DE SIDA: EL DROGADICTO DEJA PASO AL GAY JOVEN CON BUEN NIVEL EDUCACIONAL

“Ahora es un paciente joven, hombre, que mantiene relaciones sexuales con otro hombre”, afirma presidente del Congreso Nacional de Gesida. En España se infectan tres mil personas al año y la causa es “la reducción de la percepción de riesgo”, advierte

El tratamiento con nuevos medicamentos que mejoran la calidad de vida del paciente e impiden que la persona infectada por VIH alcance la fase final y más deteriorada de la enfermedad, el sida, ha provocado también un bajar la guardia en la prevención.

De esta manera, la consecuencia de la “reducción de la percepción del riesgo” de la enfermedad, que ya no es una patología mortal sino crónica, ha sido que la infección por VIH no ha disminuido en España cuando se cumple el treinta aniversario del descubrimiento del sida.

Así lo afrimó el presidente del comité organizador del III Congreso Nacional del Grupo de Estudios de Sida (Gesida) y director del plan andaluz contra esta enfermedad, Fernando Lozano, tras la celebración del encuentro en Sevilla.

Los médicos participantes en el congreso advirtieron de que en España se infectan por VIH tres mil personas al año, y pusieron el énfasis en la necesidad de prestar una mayor atención a la prevención.

Desde el descubrimiento de la enfermedad identificada en 1981 en Estados Unidos, se han notificado oficialmente 79.363 casos de contagio en España.

El drogadicto deja paso al joven gay

Lozano explicó que el perfil del enfermo de Sida “ha cambiado radicalmente” desde la segunda mitad de los años noventa. Si antes era un usuario de droga por vía parenteral, “ahora es un paciente joven, hombre, que mantiene relaciones sexuales con otro hombre, con un nivel de educación muy superior a los afectados hace treinta años”.

También advirtió de que en el caso de la mujer “el diagnóstico oculto y tardío” de esta infección fomenta su transmisión, según información publicada por el Comité Independiente Anti-Sida.

Por su parte, Pere Domingo, del Hospital de la Santa Cruz y San Pablo de Barcelona y presidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), admitió “el fracaso” de los estamentos institucionales y sociales en la menor prevención de esta enfermedad contagiosa, en especial de los pacientes, ya que un 30% de los contagiados ignoran esta condición y causan el 70% de las nuevas transmisiones.

También Lozano coincidió con Domingo en este aspecto y matizó que este “fracaso” es aún mayor si se tiene en cuenta que “la prevención es la estrategia fundamental en la lucha contra el sida hasta que dispongamos de una vacuna; no hay otra, es la prioritaria”.

Un tercer experto que opinó sobre la necesidad de incrementar la prevención es José Alcamí, del Instituto de Salud Carlos III y coordinador de la Red Española de Investigación en SIDA (RIS), que agrupa a 35 centros de investigación y más de trescientos científicos en España.

Alcamí insistió en que “estamos asistiendo, con preocupación, a una bajada en las medidas de prevención, quizá porque ya no se percibe la infección por VIH como una enfermedad mortal”.

Explicó que el sida es la única enfermedad infecciosa que se trata durante toda la vida y la primera infección a la que se ha enfrentado una sociedad tecnológicamente desarrollada.

Respecto a la vacuna contra el VIH admitió que, de momento, es “la historia de un fracaso” y que “a corto plazo no va a haber vacuna” contra este virus, aunque matizó que “ya conocemos muy bien por qué han fracasado los ensayos”.

“Ahora soy optimista porque ahora comprendemos mejor qué es lo que tenemos que conseguir y se han puesto las neuronas y los dólares para conseguir la vacuna”, concluyó.

ForumLibertas



THETAHEALING, O EL CURANDERISMO VESTIDO DE SECTA

Reproducimos a continuación el artículo que acaba de escribir el sacerdote español Julio de la Vega-Hazas, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), sobre el movimiento conocido como “Thetahealing”, después de varias consultas que se han recibido en la RIES sobre su terapia.
  
Un vendedor ambulante de un mágico elixir que cura todas las dolencias no constituye, desde luego, una secta. Si forma una red de venta del elixir con unos cuantos compinches, tampoco. Pero si su puesta en escena va adoptando tintes religiosos, entonces ya entra en ese ámbito de religiones extrañas que se suelen denominar sectas. Thetahealing, como su propio nombre indica –“sanación Theta”-, es un curanderismo contemporáneo, pues pretende tener la clave de la curación de todos los males al margen de la medicina científica. No se trata, claro está, de un elixir; tiempo atrás, el elixir se presentaba como lo más avanzado, pero ahora lo vanguardista son técnicas complejas que permiten actuar a fuerzas ocultas. Eso es lo que propone la organización creada por la norteamericana Vianna Stibal. Y Stibal se presenta cada vez más nítidamente como una visionaria religiosa, y su grupo como una religión.

En cierto modo esta deriva religiosa resulta inevitable. En otros tiempos el charlatán del elixir podía huir a tiempo en su carromato a otro lugar en donde no le conocían. Hoy el simple poner distancia de por medio no permite escapar de las acusaciones de fraude y las amenazas de acciones judiciales –hay variedad en los distintos códigos penales, pero todos coinciden en considerar delito el intrusismo profesional y la comercialización fraudulenta-, y el refugio que les queda a los pretendidamente milagrosos remedios es transformarse en entidades religiosas, más protegidas por las leyes que las llamadas medicinas alternativas.

No es nuevo este proceder. Ya lo hizo Ronald Hubbard, que llamó Dianética a su método revolucionario, cuando en 1954 fundó la “Iglesia de la Cienciología”. La publicación de su libro Dianética no le causó problemas, pero su puesta en práctica abriendo una consulta llevó casi inmediatamente al acoso legal por intrusismo por parte del colegio profesional que agrupa a los psiquiatras, la APA. De ahí que lo convirtiera en religión (y albergara un odio a los psiquiatras que transmitió a su organización).

De hecho, hay ciertos paralelismos entre ambos, que van bastante más allá de la coincidencia de que en un caso el método se llame theta y en el otro el objetivo sea convertirse en lo que designan como un thetan operativo. Las semejanzas no hay que buscarlas con la compleja organización de la Cienciología, sino entre Thetahealing y el método de sanación y potencial humano de Hubbard, la “Dianética”.

En primer lugar, las personas. Hubbard aseguró que su método funcionaba porque en la última guerra mundial, cuando servía como oficial de la Reserva Naval, le curó de unas heridas de guerra que le habían dejado desahuciado. En realidad nunca entró en combate, y en los archivos de la marina norteamericana en Saint Louis solo consta una úlcera de duodeno y no consta ninguna herida (sí, en cambio, que duró poco al mando de dos pequeños barcos y fue valorado como “falto en las cualidades esenciales de juicio, liderazgo y cooperación”). Vianna Stibal asegura que “en 1995 recibí una instantánea curación de un cáncer por el Creador de Todo lo que Es. Desde entonces, me he curado a mí misma muchas veces a través del Creador utilizando ThetaHealing”. Pero no aporta ningún documento del historial médico, y los diversos relatos que ha hecho sobre su cáncer en el fémur y su instantánea desaparición no concuerdan en los pormenores.

Con la titulación encontramos también un paralelismo. Hubbard pregonaba tener un título de ingeniería, pero en realidad abandonó la universidad al segundo año. Y, junto al título de ingeniero de caminos, o civil, también exhibía un doctorado en filosofía. Este último se trataba de un doctorado honoris causa por la Universidad de la Sequoia, una entidad nunca reconocida oficialmente cuyo propietario era el mismo Hubbard, y que cerró en 1984 por orden judicial. Stibal no ha contado con tantos medios. Nunca fue a la universidad, ni tiene estudios superiores. Sin embargo, ha figurado en sus publicaciones como Doctora en Naturopatología.

En el Estado de Idaho donde vivía, esto significaba haber cursado unos estudios de varios años, obtener el consiguiente título y registrarse en un colegio profesional. Nada de esto consta. Lo que cuenta sugiere más bien lo contrario: “como madre soltera con tres niños a mi cargo, pronto me decidí que trabajar en una fábrica no ofrecía mucho futuro, así que empecé a concentrarme en el estudio de la medicina naturopática y en marzo de 1994 pasé a la práctica de masaje y naturopatología a tiempo completo”. Ese estudio de ratos libres duró aproximadamente dos años. ¿Qué estudió? No es fácil precisarlo, pero debió incluir alguna noción de neurofisiología y de masaje, pero, aunque no haya modo de hacerlo constar, es bastante probable que la Dianética de Hubbard pasara por sus manos.

Las dos organizaciones ponen un especial relieve en afirmar que sus métodos son científicos, incluso más profundamente científicos que la medicina regular. En el caso de Hubbard, el nombre de “Cienciología” lo dice todo al respecto, aunque detrás de tanta apariencia no se vea mucha ciencia. Stibal afirma, de entrada, que su medicina es “cuántica”, a pesar de que no aparezca por ningún lado el empleo de la física cuántica. El nombre de la técnica obedece a que pretendidamente actúa extrayendo todo el potencial que contienen las ondas cerebrales Theta. Se trata de uno de los cuatro tipos de ondas cerebrales (de 5 a 8 ciclos por segundo), asociado a momentos de rutinas asumidas con serenidad que permiten liberar la conciencia para pensar, de forma que suelen ser momentos de que surjan buenas ideas u ocurrencias. Hasta aquí no hay nada de particular. Solo que Stibal asegura que, potenciándolas, se consigue llegar a un “estado Theta”, una especie de trance que conecta con el Creador y permite participar de sus potencialidades sanantes.

¿Cómo actúan? De varios posibles modos, aunque hay uno que destaca sobre los demás, porque es el que va a la raíz del problema y su solución: sobre el ADN de la persona. Aquí Vianna Stibal nos sorprende con un descubrimiento: resulta que hay un cromosoma de la juventud y la vitalidad. Pero ése ha sufrido una involución: se ha deteriorado a lo largo de la historia humana, y con ello se ha perdido la capacidad de autorrejuvenecer nuestros cuerpos. Se trata de recomponer lo perdido, y para ello Thetahealing imparte los cursillos ADN-1 y ADN-2, estando el tercero en fase de preparación. A esto hay que añadir el toque apocalíptico tan común en muchas sectas, que alegan tener la clave de la salvación de una humanidad al borde de la catástrofe global: en este caso, las toxinas y venenos de nuestra sociedad industrial amenazan la supervivencia humana, de forma que, en palabras de Stibal, “el acabamiento del cromosoma de la juventud y la vitalidad le ayudará a sobrevivir”, pues “es en este tiempo de iluminación cuando la raza humana está de nuevo preparada para recibir la juventud regenerada”.

Eso sí, semejante descubrimiento, que habría podido hacer a su autor acreedor de un premio Nobel, no ha sido alcanzado por métodos científicos, sino por revelación de lo alto cuando su receptora estaba en un “éxtasis theta”. Asimismo –escribe-, “el Creador me dijo que empezara con las Activaciones de ADN, activando el filamento fantasma en el cuerpo de una persona. Entiendan que en realidad no estamos añadiendo secuencias a nadie; solo estamos despertando lo que ya está ahí. Se me dijo que a través de esta activación mejora la intuición de una persona, mejora la capacidad de sanar, el cuerpo se destoxifica y la persona es capaz de acceder a los diferentes Planos de Existencia sin esfuerzo”.

Para la creadora de Thetahealing las enfermedades pueden tener su causa en la existencia de toxinas o en malfunciones o deformaciones del ADN o del “Sistema de Creencias”, consistente este último en lo que se tiene por cierto y como tal queda en el cerebro al modo que un programa en el ordenador, regulando desde ahí la conducta. El problema aquí es que solemos creer en una serie de limitaciones como definitivas, y eso es lo que hay que cambiar. Por eso –cuenta Stibal– “fui al Creador y le dije «Creador, ¿cómo pueden cambiarse las creencias? Enséñame». Y me enseñó que la misma técnica que empleaba para la sanación puede también cambiar creencias”.

Las referencias a Dios son constantes, aunque prefiere llamarle “el Creador de Todo lo que Es” o simplemente el Creador. Ahora bien, ¿quién o qué es? Cuando declara que Thetahealing es compatible con cualquier religión, no está queriendo decir que es algo ajeno a ellas, sino más bien que pretende englobarlas a todas. Se trata de una mentalidad y una terminología que resulta familiar a quien conozca algo de cerca a los gurúes del hinduismo cuando predican en Occidente. Como muchos de ellos, se afirma que lo que se proporciona, más que una religión, es una filosofía de la vida. Pero es esa “filosofía” la que tiene las claves de las realidades últimas, de forma que las religiones lo que hacen es expresarla cada una a su modo.

Así, Stibal puede decir que “me doy cuenta de que el Creador tiene muchos nombres distintos: Dios, Buda, Shiva, Diosa, Jesús, Yahvé y Alá son todos ellos corrientes que fluyen hacia el Séptimo Plano de la Existencia y la Energía Creativa de Todo lo Que Es”. Para ella, Dios es la fuerza o energía creativa que subyace en el universo, de forma que es inmanente al mismo. A la hora de detallar algo más la explicación surgen en sus textos conceptos de un inequívoco origen en la India. Así, se logra alcanzar ese “séptimo plano” a través de un proceso de meditación “diseñado para liberar la conciencia (consciousness) de la atracción magnética de la Tierra y del egoísmo de la persona”, el mismo yoga de los hindúes destinado a despojar a la persona de todo deseo y apego terrenales para fundirse con el absoluto. A ese estado supremo también lo llama conciencia cósmica, otro término familiar en el hinduismo.

La conexión con lo divino lleva “el don de la Co-Creación o sinergia con Dios”, a través del cual “es posible traer al Creador a nuestra realidad para sanar a otros y a nosotros mismos”. Hay alguna terminología más sacada de la India, como las “chakras”, o centros de energía latentes en el cuerpo humano. Y, aunque hay signos de su reconocimiento en muchos lugares, Stibal concluye en buena lógica que “sin embargo, ninguna cultura ha desarrollados las chakras más que los indios (hindúes) a partir de la filosofía tántrica y el yoga”.

No faltan tampoco algunos toques en la más pura sintonía con esa especie de movimiento ideológico que se ha denominado New Age. Stibal narra un encuentro personal con Jesucristo, en el cual le muestra una visión completa de su paso por la Tierra. “Entonces –continúa su narración– le pregunté sobre el final del mundo, y cuándo llegaría. Lo que vi no es lo que hubiera esperado. Vi nacer al mundo a unos niños especiales. Era el nacimiento de esos niños especiales lo que iba a ser el fin del mundo tal como lo conocemos, y esos niños eran el nuevo comienzo”. Ella misma los llama los hijos de la Nueva Era.

En el desarrollo de montajes como el de Thetahealing, la vida –o más bien las leyes– les empuja poco a poco a subrayar el elemento religioso frente al que podríamos denominar científico. A la vez, la curación prometida se va desplazando también poco a poco al área de problemas psicológicos o espirituales frente a los físicos. Aquí es más fácil prometer bienestar y obviar los posibles fracasos: siempre se puede alegar que el cliente no colabora suficientemente –le falta fe en el saneamiento, por ejemplo–. Thetahealing lleva pocos años en funcionamiento, y puede apreciarse, si se sigue su pista, esa evolución. Con el tiempo, son más las cautelas legales que se adoptan, sin llamar la atención sobre ello, como el que Stibal ya no firme como titulada o que se solicite consentimiento escrito para el tratamiento, o bien que los resultados anunciados sean más altisonantes pero menos concretos.

A la vez, el reclamo acaba siendo más o menos el de la Cienciología y los gurús hindúes: unas sesiones de masaje y sauna, contar al detalle todo lo que preocupa o inquieta, y hacer unos ratos de meditación son un recurso bastante seguro para conseguir sentirse mejor en el inicio, y poder así afirmar que el método funciona. El problema es que ahí se queda la cosa, no hay más, salvo que uno quiera hacerse la ilusión de que está contribuyendo al nacimiento de una nueva humanidad. Si fuera verdad lo que han proclamado de modo tan contundente, ni Hubbard se habría muerto ni Vianna Stibal sería hoy una señora gordita en la que se nota –como en todo el mundo– el paso de los años. Ella puede decir –lo hizo– que se sentía más joven cuando entró en el séptimo plano de la existencia, pero el resto de los mortales lo que ve es que una cosa es sentirse algo y otra distinta serlo en verdad. La mucha palabrería no debería hacer perder de vista lo evidente.

Todo el recubrimiento científico de Thetahealing es algo postizo, por mucho que se barajen conceptos que sí pertenecen a la neurofisiología, como las ondas theta. Todo lo que pretende aportar thetahealing como original e innovador tiene una única fuente: las supuestas revelaciones de la divinidad a Vianna Stibal. De hecho, si en sus libros y exposiciones se prescindiera de todo el ropaje científico, todo quedaría igual. La ciencia tiene su propia metodología, tanto para descubrir como para comprobar, y al respecto no se aporta nada que no se supiera de antemano y no hubiera servido más que para conseguir un poco más de relajación, algo desde luego positivo pero muy alejado de sanaciones milagrosas, y mucho menos del surgir de una nueva humanidad. Los testimonios pueden estar muy bien, pero requieren comprobación, son manipulables, y en todo caso resulta sospechoso que constituyan la única fuente de respaldo acerca de unos avances terapéuticos que, de ser ciertos, revolucionarían la medicina.

Si pasamos del terreno de la ciencia al de la religión, puede pensarse que es el mismo Dios el que adoran los cristianos, los judíos y los musulmanes, aunque vendría bien hacer algunas matizaciones. Pero lo que resulta insostenible es que ese Dios es el del budismo y el hinduismo. La diferencia fundamental es que, para los primeros, Dios trasciende al universo visible, mientras que para los segundos es inmanente al mismo. En otras palabras, las religiones orientales son panteístas. Puede discutirse sobre si estamos hablando de un Dios personal. Para las grandes religiones monoteístas, la respuesta es afirmativa. Para el budismo claramente no lo es. En el hinduismo encontramos variantes, pues en algunos casos lo entienden como una especie de alma universal con un cierto carácter personal, aunque esté poco precisado conceptualmente y no carezca de ambigüedad, cosa por lo demás habitual en los panteísmos.

El de Stibal es una fuerza cósmica, que por sus características es impersonal, ya que puede ser compartido por quienes alcancen la cúspide de su iluminación, convertidos así –el término lo emplea ella– en “cocreadores”. No es muy diferente de la Madre Tierra de moda en el neopaganismo. Sin embargo, en las obras de Vianna Stibal lo encontramos tanto con esos rasgos, como entablando un diálogo continuado, algo que solo puede hacerse con un ser personal. Los gurús hindúes presentan todos ese peculiar sincretismo tan propio de sus creencias: cualquier expresión de la divinidad es válida... siempre que se entienda a su modo, como una encarnación de la fuerza cósmica suprema. Ellos mismos suelen presentarse como seres divinizados por contener en grado superior esa energía que les proporciona la “conciencia cósmica”. Pueden de esta manera alegar que son una encarnación de la divinidad o unos seres particularmente iluminados por ella. Pero lo que ninguno se atreve a hacer es reivindicar un diálogo de tú a tú con esa divinidad. No son particularmente rigurosos, pero por lo menos llegan a comprender que eso supone la admisión de un Dios personal que arruina sus doctrinas. Stibal no parece darse mucha cuenta de ello.

De todos modos, hay elementos en Stibal que son tan ajenos a las religiones orientales como lo son a las monoteístas, y pertenecen más bien a la corriente New Age. El primero es que la técnica sustituye a la ascética. Se podrá decir que también hay y ha habido gurús venidos de la India que hacían promesas parecidas a las de Thetahealing recurriendo a técnicas sin esfuerzo, como por ejemplo el “burbujeante bienestar” de Maharishi. Sin embargo, en estos últimos se trata sobre todo de un reclamo, puesto que en la medida en que se avanzaba en sus cursos el iniciado se introducía en un mundo de meditación y ascesis que requería bastante esfuerzo por su parte. En Thetahealing no hay nada más detrás del reclamo. Nada del auténtico yoga, una práctica que va mucho más allá de una gimnasia psicofísica, pues supone una continua lucha para desprenderse de todo lo sensible para fundirse con el infinito y pasar así al nirvana.

Pero la diferencia más importante se refiere a la meta final, que es el aspecto más determinante de las religiones. En Oriente se trata de esa fusión con el infinito que hace perder la propia identidad al sujeto, que, caso de no conseguirlo, sufrirá una reencarnación con toda la carga negativa de las anteriores vidas –el karma– que tendrá que superar. En Stibal hay un final al más puro estilo de la Nueva Era, declaradamente tal. Aunque evita declararse explícitamente como la profetisa que introduce al mundo en la nueva humanidad –y de paso salva a la actual de la inminente hecatombe–, no hay más remedio de concluir eso cuando se leen sus escritos. Es la ilusión propia del neopaganismo contemporáneo: la salvación, e incluso la eternidad, intramundanas.

En resumen, ¿qué encontramos en Thetahealing? La respuesta es que un curanderismo revestido de un ropaje pseudocientíifico, unas ideas prestadas de las religiones orientales, una utopía de estilo New Age, e incluso alguna noción cristiana. Todo ello metido dentro de un caldero del que resulta una amalgama muy poco coherente, pero revisado una y otra vez para sonar cada vez más convincente, y para protegerse de posibles pleitos. Quizás pueda decirse que a poco que se analice salta por los aires. Pero ni la clientela lo analiza ni su propaganda está dirigida a ello: sencillamente, se emocionan... y lo compran.