sábado, 14 de octubre de 2006

RATZINGER: LA MISA TRIDENTINA ES UNA LITURGIA MUERTA

¿Qué pensaba realmente el padre Ratzinger sobre la Misa Tridentina?


Los medios seculares están llenos de noticias que especulan con que Benedicto XVI permitirá pronto que la Misa Tridentina la diga cualquier sacerdote de todo el mundo que quiera hacerlo, a menos que el obispo de su zona lo prohíba formalmente. Los informes presentan al Papa Ratzinger como un claro conservador, o incluso un tradicionalista.

Dado que el tema se ha convertido en noticia de última hora, nos parece oportuno poner en conocimiento de nuestros lectores lo que el teólogo padre Joseph Ratzinger escribió sobre la Misa Tridentina en 1966, poco después de la clausura del Concilio Vaticano II.

Se trata de un juicio bastante negativo sobre la Misa Tridentina que hace preguntarse sobre la verdadera razón de la anunciada restauración, si es que efectivamente tiene lugar.

En el texto que sigue hay un extracto en el que el padre Joseph Ratzinger analiza la Misa Tridentina tal como la estableció el Concilio de Trento.

fotocopias del texto en italiano


Nuestra traducción de las partes resaltadas en amarillo:

Se eliminaron los añadidos [litúrgicos] de la Baja Edad Media y, al mismo tiempo, se adoptaron severas medidas para evitar un renacimiento .... En aquella época, el destino de la liturgia occidental estaba ligado a una autoridad establecida, que funcionaba de forma estrictamente burocrática, carente de toda visión histórica y que consideraba el problema de la liturgia desde el único punto de vista de las rúbricas y las ceremonias, como un problema de etiqueta en la corte de un santo, por así decirlo.

Como consecuencia de este vínculo, se produjo una completa arqueologización de la liturgia, que del estado de historia viva pasó al de pura conservación y, por lo tanto, se condenó a una muerte interna. La liturgia se convirtió de una vez y para siempre en una construcción cerrada, firmemente petrificada. Cuanto más se preocupaba por la integridad de las fórmulas preexistentes, más perdía su conexión con las devociones concretas ....

En esta situación, el barroco la talló [a la liturgia] superponiendo una para-liturgia popular a su verdadera y propia liturgia arqueologizada. La solemne misa barroca, a través del esplendor de la interpretación de la orquesta, se convirtió en una especie de ópera sacra, en la que los cantos del sacerdote tenían su papel al igual que los recitativos alternados .... En los días ordinarios que no permitían tal actuación, a menudo se añadían a la misa devociones que seguían la mentalidad del pueblo.

(Joseph Ratzinger, Problemi e risultati del Concilio Vaticano II, Brescia: Queriniana, 1967, pp. 25-27)


Tradition in Action


domingo, 8 de octubre de 2006

EL VATICANO ESTÁ FURIOSO CON EL VOCERO DE BERGOGLIO

El presbítero Guillermo Marco criticó a Benedicto XVI por su “Discurso de Ratisbona” el 12 de septiembre de 2006.


El caso argentino volvió a instalarse inesperadamente en estos días en el Vaticano y por momentos “no se habló de otra cosa”, dijo una fuente interna a Clarín. Pero el tema que agitó al Palacio Apostólico tuvo muy poco que ver con el conflicto centrado en la provincia de Misiones y la candidatura a constituyente del obispo Joaquín Piña. Lo que enfureció a las cumbres de la Secretaría de Estado fueron las declaraciones del presbítero Guillermo Marcó, portavoz del cardenal Jorge Bergoglio, criticando nada menos que a Benedicto XVI en el flanco más débil del papa Ratzinger: su ataque contra el islam, consumado en la lección teológica magistral del 12 de setiembre en la Universidad alemana de Ratisbona.

Los comentarios de Marcó a la revista Newsweek en español —los que originaron el enojo—, son insólitos para un observador que sabe que en la Iglesia sus funcionarios sólo pueden hablar bien del papa, e “inauditos”, para las fuentes vaticanas que consultó Clarín. Mientras la Iglesia lanzó en el mundo una contraofensiva diplomático-propagandística para contrarrestar los durísimos ataques islámicos a Benedicto XVI, el vocero del Arzobispado de Buenos Aires se desmarcó en sentido contrario.

En Ratisbona, el papa había citado a un emperador bizantino contra Mahoma como portador del malsu voluntad de imponer con la espada las conversiones forzadas. Además mencionó a la Yihad, la guerra santa, y al dios del islam como “totalmente trascendente”, incluso a la racionalidad, contraponiéndolo al cristianismo, religión del “logos”, de la razón y la fe, que considera a la violencia “contraria a la esencia de Dios”.

El papa se defendió afirmando que no había querido ofender al islam, que no lo habían comprendido y que sus palabras habían sido deformadas. Pero en sus declaraciones, el presbítero Marcó afirmó:
“Es una pena. Cuando uno insiste en la diferencia de las doctrinas necesariamente va a un enfrentamiento. Por eso, cuando el papa se mete en el campo de la discusión sobre la verdad, o sobre lo que es verdad o no, la declaración se hace infeliz.

Es infeliz porque si dice que el islam no tiene nada bueno se está generalizando y además el islam tiene, ha tenido y ha aportado muchísimas cosas buenas a la historia de la humanidad”.
Marcó dijo cosas más duras. 
“Esas palabras del papa no me representan. Yo no hubiera hecho esa cita nunca”. 
También comparó al actual papa con su predecesor Juan Pablo II quien, dijo, “estaba parado en otro lado”. Y remató: 
“Si el papa no sale a reconocer los valores que el islam tiene y todo esto queda así, me parece que se habrá destruido en veinte segundos lo que se edificó en veinte años”
Era una referencia a la exitosa política de diálogo con el mundo islámico que elaboró Juan Pablo II.

“¿Cómo es posible que su vocero haga semejantes declaraciones y el cardenal Bergoglio no se sienta obligado a desautorizarlo y quitarlo de inmediato de sus funciones?”, dijo a Clarín un monseñor vaticano. Ese silencio del arzobispo, “ha debilitado su posición aquí”. concluyó.


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