Por Monseñor de Segur (1878)
VII
ÚLTIMAS PRUEBAS
“Profano -exclama el Venerable- habéis sido purificado por la tierra, el aire, el agua y el fuego. No sé con qué palabras alabar vuestro valor; pero que no os abandone, porque tenéis todavía que pasar por algunas pruebas. La sociedad en la que deseáis ser admitido, tal vez os exija que derraméis por ella hasta la última gota de vuestra sangre. ¿Estáis pronto a todo?”
Es la segunda advertencia de este género que se le hace; pues, para hacer francmasón, hay que comprometerse solemnemente a todo lo que exijan los intereses de la Francmasonería, y estar dispuesto a sacrificar su vida a la primera señal.
A la respuesta afirmativa del aspirante, el Venerable añade: “Necesitamos convencernos que no es vana esta seguridad que nos dais. ¿Queréis dejaros abrir ahora mismo una vena?” El postulante consiente; le pinchan ligeramente, simulando un chorro de sangre, y se le hace tener el brazo en cabestrillo.
Luego le propone el Venerable dejarse marcar en el pecho el sello masónico con un hierro candente. El aspirante consiente también, y se le aplica al pecho, o bien un cabo de vela recién apagado, o un pedazo de vidrio calentado en la llama de un papel. Por último, el postulante debe comunicar en voz baja al H∴ Hospitalario la cantidad que quiera destinar como ofrenda para los francmasones pobres.
Aquí concluyen las famosas pruebas.
El Venerable arenga al aspirante y alaba su valor con aquel estilo enfático y hueco, cuyo secreto conserva fielmente la francmasonería; y como recompensa de su heroísmo, manda al H∴ Maestro de Ceremonias “que lo inicie en el grado de Aprendiz, enseñándole...” a dar el primer paso en el ángulo de un cuadrilongo!!! “Le haréis dar también los otros dos pasos” -añade con gravedad- “y al punto le llevaréis al altar de los juramentos”. En efecto, los tres pasos en el ángulo de un cuadrilongo constituyen la marcha de un Aprendiz-Masón.
Ese bobalicón que se ha dejado vendar los ojos, pinchar el vientre, tirar a través del papel en la caverna; que ha bebido agua clara, y dado traspiés en sus “tres viajes”; que ha subido la escalera sin fin y se ha precipitado heroicamente a un abismo de tres pies; que ha sido purificado por la llamarada de la pólvora; que advertido su noble sangre, y ha prometido y oído cosas tan bellas... llega por fin a ser iniciado en algo serio: ¡le han enseñado a dar tres pasos en el ángulo de un cuadrilongo!!!
Continúa...
No hay comentarios:
Publicar un comentario