martes, 22 de julio de 2025

LA DECADENCIA DEL CATOLICISMO LIBERAL

El liberalismo comete un grave error al presumir que no podemos alcanzar realidades y verdades más profundas sin la ayuda de la política.

Por Monseñor Robert J. Batule


Cuando fui ordenado sacerdote en 1985, mi primer párroco estaba a punto de cumplir 50 años; era miembro de la clase de ordenación de 1962. Se veía a sí mismo, y otros también, como “un sacerdote del Vaticano II”. Hubo muchísimas reuniones, mucho “co-ministerio” con religiosas y, en las conversaciones, frecuentes referencias a los marginados y a minorías de diversos tipos. Pero no recuerdo que tuviéramos ni una sola Hora Santa en la Presencia del Santísimo Sacramento durante mis cinco años de servicio allí, ni recuerdo haber oído una sola palabra en contra de la cohabitación en el programa de Pre-Caná (1) de la parroquia. Además, no recuerdo ningún anuncio en el boletín semanal sobre planificación familiar natural.

Siempre habrá diferentes énfasis pastorales, incluso en parroquias que podrían considerarse no particularmente ideológicas. Sin embargo, lo que se desarrolló en muchas parroquias posconciliares son lo que ahora llamamos “espacios seguros”, es decir, lugares a los que se puede acudir sin que nadie pronuncie palabras e ideas que no nos gustan. Cuando este “espacio seguro” se rompe después de décadas en algunos casos, es fácil imaginar el descontento en “ciertos sectores”. Pero era inevitable que ocurriera en algún momento.

En los últimos años, los sacerdotes ordenados en la década de 1970 han celebrado su quincuagésimo aniversario y se están retirando del ministerio activo. ¡Están siendo reemplazados por hombres que ni siquiera existían en la década de 1970! De hecho, los hombres de la cohorte de sacerdotes más jóvenes actuales fueron ordenados en las últimas dos décadas. Estos sacerdotes jóvenes son doctrinalmente más conservadores que los sacerdotes a los que reemplazan. Esto no es solo anecdótico; las encuestas también lo confirman.

Esto ha generado bastante fricción, ya que los “espacios”, por usar la jerga mencionada anteriormente, han pasado de ser “seguros” a “inseguros”. De nuevo, no en todos los casos, pero los cambios son evidentes en el púlpito, en el altar, en el confesionario y en las aulas donde hay parroquias con escuelas primarias y secundarias. A diferencia de los ejemplos que usé en mi primera tarea, las Horas Santas se celebran con regularidad en muchas parroquias ahora, y las presentaciones pre-caná tienden a señalar no solo la incongruencia, sino también la pecaminosidad de la cohabitación y, en consecuencia, que la castidad conyugal no se alcanza mientras se practica la anticoncepción.

Siempre debemos ser cuidadosos con las palabras que colocamos inmediatamente antes de “catolicismo” en nuestro discurso o en nuestros escritos. Al fin y al cabo, nos referimos a nuestra fe, que no es, taxonómicamente, un fenómeno político. Sin embargo, existe una clara pertinencia con el conservadurismo, ya que la fe posee atributos que, sin duda, tienden a preservar íntegramente y sin merma lo que se transmite. En este sentido, existen correlatos bíblicos y eclesiales distintivos con el conservadurismo.

Tras el Congreso Eucarístico Nacional del año pasado, el obispo Robert Barron comentó que “el catolicismo liberal jamás habría logrado lo que ocurrió en Indianápolis”. Dijo esto tras quedar impresionado al ver la procesión al aire libre con el Santísimo Sacramento por las calles de la capital de Indiana.

Ver a tantos miles y miles de católicos participar en esta devoción, junto con su reverencia y piedad, fue profundamente conmovedor para el obispo Barron y, sin duda, para innumerables otros que presenciaron lo mismo. Esto llevó al obispo Barron a observar que, en contraposición a la reverencia y la piedad hacia el Señor Eucarístico, el liberalismo en la religión “tiende a reducir lo sobrenatural a lo natural”.

Si la Eucaristía es meramente “un símbolo”, como la mayoría de los católicos piensa y cree, lo que habría que hacer es redefinir el significado de la Presencia Real y la transubstanciación. Pues el carácter trascendente y ontológico de estos términos tendría que reinterpretarse para que se centren en nosotros mismos y no en el Señor.

Esa, desafortunadamente, es la tendencia que comenzó hace décadas. Comenzó con la catequesis en las décadas de 1960 y 1970 y no se detuvo ahí, llegando hasta la supresión de la estética (especialmente el arte y la arquitectura) en la práctica litúrgica en muchos lugares del mundo católico. Lo que estamos presenciando es la inmanentización gradual de la fe, históricamente hablando. Si alguna vez llegáramos a ese desenlace, no habría nada que “transmitir” salvo nuestros propios imperativos personales.

También se comentó, hace más de veinticinco años, que “el catolicismo liberal es un proyecto agotado”. El difunto cardenal Francis George lo dijo en una homilía. Obviamente, los católicos liberales se mostraron reticentes o ligeramente ofendidos por la observación. Pero no recuerdo haber visto ni oído jamás una refutación contundente del juicio del cardenal. Nadie siquiera argumentó que, dado que la cultura es liberal, se necesita un catolicismo liberal.

Irónicamente, algunos podrían decir que el sínodo sobre la sinodalidad, la bendición de los homosexuales y la recepción de la Sagrada Comunión por los divorciados y vueltos a casar son evidencia de que el catolicismo liberal no está agotado, sino que en realidad le está yendo bastante bien.

Bueno, eso sin considerar dónde la Iglesia está creciendo y mostrando verdaderas señales de vida. No es en las naciones que antes se llamaban “el primer mundo”. La Iglesia está más viva ahora en los países en desarrollo. Allí, la asistencia a misa suele ser mucho mayor y las vocaciones al sacerdocio son abundantes; tanto es así que las diócesis de Estados Unidos tendrían que cerrar más parroquias de las que ya tienen por falta de feligreses y de apoyo financiero, si algunos de estos sacerdotes no vinieran a Estados Unidos.

Las señales de vida eclesial son sin duda importantes, pues indican que ha estado presente un verdadero conservadurismo, y no solo en lugares culturalmente monolíticos. El liberalismo comete un grave error al presumir que no podemos alcanzar realidades y verdades más profundas sin la ayuda de la política. Es mejor buscar primero el rostro de Dios antes de confiar en nuestras propias maquinaciones.


Nota:

1) El curso Pre-Caná está dirigido a parejas que se están preparando para realizar una boda católica y  quieren cumplir con los requisitos de la Iglesia para la preparación ante el matrimonio. 


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