Desde hace años, en los círculos católicos tradicionales, cada vez más contaminados por la inmodestia del mundo, se ven en algunas capillas estas prescripciones sobre la vestimenta de las mujeres: “falda o vestido que cubra las rodillas”. Ahora bien, esta prescripción, que por otra parte cada vez se cumple menos, no se corresponde en absoluto con la moral vestimentaria de casi 2000 años de cristianismo.
Al contrario, las rodillas cubiertas pero las pantorrillas descubiertas corresponden a la primera fase de la revolución vestimentaria del siglo XX, que se puso en marcha en los años 20 en todo el mundo al mismo tiempo... Revolución anunciada por Nuestra Señora en Fátima, cuando le dijo a Jacinta que iban a llegar modas que ofenderían mucho a Nuestro Señor, revolución condenada por los primeros papas del siglo XX.
El presente trabajo tiene por objeto demostrar la realidad de la revolución vestimentaria (y social) de los años veinte. Para ello, se examinan los hechos desde tres ángulos que se complementan y demuestran esta revolución. Estos tres ángulos son tres tipos de testimonios: el testimonio de las fotos de la época, el testimonio de la condena por parte de los papas y los obispos, y el testimonio del entusiasmo de las feministas por esta revolución en la vestimenta de las mujeres...
Nosotros mismos descubrimos esta realidad hace unos años, después de haber seguido a la masa durante mucho tiempo. Esto se produjo en varias etapas y momentos decisivos, entre los que se encuentra la creación en el sur de Francia de un Círculo para la Modestia, basado, sin embargo, en la falsa premisa de “rodillas cubiertas”. Las reacciones negativas de entonces nos hicieron cuestionarnos, y entonces profundizamos en el tema y descubrimos una verdad mucho más restrictiva a primera vista, pero liberadora después...
Este delicado tema y la aparente implicación de parte de las autoridades en la decadencia actual pueden incomodar a algunos. En cuanto al tema, su importancia no debe considerarse en función de nuestras propias costumbres, sino en función de lo que siempre ha dicho la Iglesia, que desde sus inicios lo ha convertido en uno de su caballo de batalla. En cuanto a la debilidad de las autoridades que ha provocado este deterioro, no se trata de juzgar las intenciones, sino de constatar objetivamente una decadencia, más o menos rápida según los lugares, pero universal.
Esto no debe impedirnos, una vez conocida esta revolución, hacer todo lo posible por contrarrestarla. No se trata, pues, de juzgar, sino de intentar remediarla. Nuestro amor por la verdad debe traducirse necesariamente también en una lucha contra el mal: porque, como decía en esencia Ernest Hello en “L'homme”, se puede decir que la Revolución comienza cuando disminuye la aversión por el error... René Bazin escribía, en la introducción a una nota sobre el padre de Clorivière S.J.: “En tiempos de revolución, solo son útiles aquellos que lo rechazan todo; todos los demás hacen el juego” (Forts dans la Foi n.º 59-60). Y el cardenal Pie enseñaba que el antídoto solo puede ser eficaz si conserva toda su energía, y es impotente si se atenúa (Sel de la Terre n.º 95, p. 223). También decía que “reservar la acción para el futuro sería un error, reservar la verdad sería un error aún mayor”.
Nuestra Madre Celestial, siempre vestida con modestia... ¿Acaso se presentó alguna vez con las piernas y los brazos descubiertos, con escote o con pantalones?
Esta obra está bajo la protección de la Reina de la Pureza, Madre Muy Casta y Virgen Muy Prudente (Letanías de la Santísima Virgen), y bajo la de las almas del Purgatorio, especialmente aquellas que se encuentran en ese lugar de purificación por su inmodestia. Oremos por ellas a cambio en la comunión de los santos. También lo confío a los santos sacerdotes que lucharon con celo: el Santo Cura de Ars, el Padre Emmanuel, el Padre Pío y los santos y santas como San Vicente Ferrer o Santa Francisca Romana, que en tiempos más lejanos ya defendían esta causa, que es uno de los pilares necesarios para que la fe sea provechosa para nuestras almas.
Que puedan obtener para nuestros pastores de hoy el mismo valor y el mismo celo diario y permanente que ellos demostraron, con la gracia de Dios, por la modestia cristiana entre otras exigencias, haciéndoles meditar y poner en práctica las directrices de Pío XI en 1930, es decir, mucho antes de la minifalda y en plena época en la que se descubrían las pantorrillas: “Las doncellas y mujeres vestidas inmodestamente deben ser excluidas de la Sagrada Comunión y de actuar como madrinas en los Sacramentos del Bautismo y la Confirmación; además, si la ofensa es extrema, se les puede incluso prohibir la entrada en la Iglesia” (cf. “Carta de 1930 de la Sagrada Congregación del Concilio” - Cardenal Donato Sbaretti).
Que ellos nos obtengan (o nos conserven, porque nadie está a salvo de caer) a nosotros, los fieles, para llevar bien este nombre de “fieles” en la docilidad a la verdad y al bien proclamado por nuestra Santa Madre la Iglesia durante veinte siglos.
Que sobre las almas cerradas o negligentes caiga la venganza de Dios, pero una venganza de Amor como solo Él puede hacer, abriendo las almas a la Luz con una sobreabundancia de gracias.
Todo nuestro agradecimiento va, por supuesto, a todos los sacerdotes que luchan valientemente en este ámbito de la decencia sin esconderse detrás de “es un tema delicado, difícil y complicado”, o incluso “secundario”, y a todos aquellos y aquellas que se mantienen firmes sin ceder ante la apisonadora del mundo.
“Dom Maréchaux no dudaba en resumir en dos rasgos toda la acción pastoral del padre Emmanuel: el rosario de los hombres y la modestia de las mujeres” (La modestie chrétienne, Editions du Sel). Y, efectivamente, si los hombres fueran piadosos con una piedad que alimentara la acción, y las mujeres modestas con una modestia comprendida, convencida y sin concesiones, todo se salvaría, porque sería el terreno fértil donde la gracia podría florecer sin obstáculos. Porque la verdadera piedad es la humildad del hombre al guardar en su bolsillo su orgullo masculino, y la modestia es la humildad de la mujer al contrarrestar su coquetería y hacerla imitadora de la Santísima Virgen María.
La inmodestia en los hechos...
A continuación se muestran algunas fotos tomadas de páginas públicas de redes sociales. No se trata de juzgar ni de señalar con el dedo, pero la constatación de la decadencia en materia de modestia es aterradora. ¡Esta página es una señal de alarma! Recemos por todos los jóvenes que caen en las redes del demonio y ceden a la inmoralidad generalizada...
Católicas en una boda: faldas muy cortas, brazos completamente desnudos, incluidos los hombros, escotes... ¡Una inmodestia nunca vista en tiempos pasados!
Jóvenes tradicionalistas: ¿dónde está la reserva cristiana entre chicos y chicas?
¡La inmodestia de los pantalones (además ajustados) de las jóvenes adolescentes que, sin embargo, provienen de escuelas dominicanas!
Desde hace varios años, se observa en los círculos y capillas de la Tradición un deterioro adicional de la vestimenta, en particular entre las mujeres jóvenes (incluso a veces entre las mujeres de 40-50 años), aunque los hombres y los niños tampoco se libran de este fenómeno desde hace poco (pantalones ajustados, camisas entalladas o de colores femeninos, zapatos de estilo afeminado, sudaderas con logotipos mundanos, por no hablar de los pantalones cortos: de scout, deportivos...). Porque no se trata en absoluto de atacar solo a las mujeres y eximir a los hombres de sus responsabilidades en este ámbito, aunque las consecuencias morales de su mala vestimenta sean menos inmediatas. Los hombres encontrarán en San José un excelente modelo a seguir...
Después de casi 10 años de observación y 5 o 6 años de reflexión para remontarnos a los fundamentos de esta sutil forma de revolución:
– mediante el estudio de lo que nos han dicho la Iglesia y los santos que la vivificaron antes del concilio Vaticano II,
– mediante el estudio de la evolución de las modas en 2000 años de cristianismo,
– mediante el estudio de lo que se nos ha dicho durante años en la Tradición,
– y mediante lo que dicen nuestros enemigos (feministas, entre otros, sobre este tema),
Y después de haber descubierto así una parte olvidada de la revolución, la conclusión que se impone es que se ha producido un largo deslizamiento a lo largo de más de un siglo, debido, entre otras cosas, a la cobardía de algunos, a la negligencia de otros y, por último, a la ignorancia, sobre todo de las últimas generaciones que no han conocido “lo de antes”.
Imaginemos la reacción de San Pablo o del Santo Cura de Ars al llegar a nuestras capillas. La famosa técnica de la Revolución de “3 pasos adelante y 2 pasos atrás” también ha funcionado muy eficazmente en algunos lugares, tras un ligero retroceso, una pequeña mejora no continuada, porque muy pronto se espolvoreó con un poco de “ya está bien haber conseguido eso”, “la perfección no es de este mundo”, “en otros sitios es mucho peor”, “lo mejor es enemigo de lo bueno” o “cuidado con el radicalismo” y otros sofismas utilizados por el demonio para avanzar sus peones.
Así, hoy en día se oye a veces pedir ropa “ni demasiado larga (sic) ni demasiado corta” o se ven colegios en los que se pide a las chicas que vistan “por debajo de la rodilla” (lo cual es bastante impreciso...), “10 cm por encima de la rodilla para hacer deporte”, y donde en la práctica se tolera la mitad de la rodilla en la escuela y la mitad del muslo en educación física, cuando no es a la altura de los glúteos (lo he visto con mis propios ojos en varias ocasiones). Si la revolución en la vestimenta impulsada por las logias se hubiera estudiado de forma sistemática y en profundidad en las escuelas de niñas, quizá hoy no estaríamos en esta situación. Esperemos que este tema tan importante forme parte algún día del programa educativo de las jóvenes.
En cuanto a las bodas, a menudo se han convertido en motivo de escándalo por la vestimenta de las invitadas (faldas cortas y tacones, escotes, transparencias) y por la de la novia: corpiño ajustado, escote, brazos e incluso hombros desnudos o cubiertos de encaje, vestido muy ajustado a la cintura.
Algunos se preguntarán si, en materia de decencia, puede haber una verdad. Pero la verdad es que desde hace 2000 años las cristianas siempre han llevado vestidos muy largos (e incluso mucho antes de la era cristiana), y hubo que esperar a los “años locos” para que empezaran a descubrir sus piernas. ¿Cómo fue posible este cambio en tan poco tiempo? Parece que varios factores influyeron:
– La esclavitud de la moda sometió a las mujeres de décadas anteriores a extravagancias muy poco prácticas (corsés, cortes demasiado ajustados que obligaban a dar pasos cortos...), lo que las llevó a desear una liberación, legítima en sí misma en relación con esos excesos, pero que algunos supieron explotar para llevarlas más lejos: “Es el envenenamiento calculado que querían los Cuarenta [...] y en este momento se está desplegando una actividad y un ingenio increíbles para llevar a las mujeres, y a las más correctas, a vestirse a partir de ahora de la manera más indiscreta”, alertaba Mons. Delassus en 1910 en “La conjuración anticristiana”. Los Cuarenta a los que se refería Mons. Delassus eran los cuarenta miembros de la Ata Vendita, organización supra-masónica que dirigía la subversión de la sociedad y de la Iglesia. Por otra parte, es inquietante ver la rapidez con la que se han extendido estos cambios por todo el mundo, como si obedecieran a una consigna.
– La guerra de 1914-1918, que provocó la desaparición de un millón y medio de hombres en Francia (600.000 viudas, por lo tanto, potencialmente casi el mismo número de familias sin padre) y 4,3 millones de heridos, algunos de ellos graves (sin contar las secuelas psicológicas), desorganizó lo que quedaba de equilibrio y firmeza en la sociedad y permitió una más rápida sugestión y contaminación de las jóvenes generaciones femeninas (aunque las nuevas ideas ya habían penetrado en las mentes, citando de nuevo a Mons. Delassus).
– Como al término de la mayoría de las guerras, un deseo de disfrutar de la vida, de cambio, de renovación y un viento de libertad muy bien canalizado por las oficinas secretas que mueven los hilos (artes, música, comercio, moda, etc., véase la infiltración de diversas asociaciones e incluso cofradías (!) por parte de la masonería en “La conjuración anticristiana”, cap. XXIX de Mons. Delassus). Del mismo modo, la proliferación de revistas femeninas contribuyó a que las mujeres se volvieran cada vez más abiertas, dispersas, frívolas y mundanas...
– Cuando la nueva diseñadora Gabrielle Chanel se lanzó a innovar en el estilo y la moda femenina con prendas nunca antes vistas (faldas más cortas, pantalones, pelo corto...), se encontró con un público ávido de consumo, liberación y novedad. Coco Chanel, que se convertiría en la referencia del estilo de los años 20 y 30 antes de ser superada por otros “creadores”, era una joven independiente, coleccionista de hombres (la lista de sus amantes es elocuente) y detestaba la familia y la tradición en sentido amplio. Por otra parte, es sorprendente constatar que los “creadores” de esos locos años de 1920, Jeanne Lanvin, Lucien Lelong, Paul Poiret, Madeleine Vionnet y otros como Coco Chanel, que rompieron los códigos y aceleraron la revolución de las costumbres, eran libertinos, divorciados, feministas, “audaces” que querían cambiar la sociedad. No es que antes todo fuera perfecto, pero todos los historiadores coinciden en que los años posteriores a 1914-1918 fueron años de aceleración de la revolución en la sociedad. La explosión del prêt-à-porter también dinamizó este proceso revolucionario.
Para terminar esta introducción, conviene recordar que toda sociedad es o se convierte en lo que sus líderes hacen de ella. Recemos, pues, para tener pastores santos y celosos, pero también para que cada padre de familia tenga el valor y el amor a la Iglesia suficientes para atreverse a llevar a su familia al Cielo, dando él mismo ejemplo de una conducta digna de un templo del Espíritu Santo: el padre de familia demuestra su amor por los suyos manteniendo exigencias difíciles que los llevan al Cielo y respetándolas él mismo, no ablandando a su familia con una diplomacia de bajo nivel. Y que en cada familia, las esposas y los hijos, cada uno según su rango, se alineen completamente detrás de la bandera de Cristo Rey.
En otro orden de ideas, pero en estrecha relación con el tema de la modestia, podríamos hablar de la invasión de las nuevas tecnologías en las familias (“los prodigios más asombrosos tendrán lugar en la Tierra y en los cielos... ”, Nuestra Señora de La Salette), de la invasión de libros con contenido subversivo, incluso para los jóvenes e incluso entre editores de tendencia “tradicionalista” (“los malos libros abundarán en la Tierra”, Nuestra Señora de La Salette).
Modestie Catholique
Así, hoy en día se oye a veces pedir ropa “ni demasiado larga (sic) ni demasiado corta” o se ven colegios en los que se pide a las chicas que vistan “por debajo de la rodilla” (lo cual es bastante impreciso...), “10 cm por encima de la rodilla para hacer deporte”, y donde en la práctica se tolera la mitad de la rodilla en la escuela y la mitad del muslo en educación física, cuando no es a la altura de los glúteos (lo he visto con mis propios ojos en varias ocasiones). Si la revolución en la vestimenta impulsada por las logias se hubiera estudiado de forma sistemática y en profundidad en las escuelas de niñas, quizá hoy no estaríamos en esta situación. Esperemos que este tema tan importante forme parte algún día del programa educativo de las jóvenes.
Indecencia de la ropa deportiva en las escuelas religiosas...
En cuanto a las bodas, a menudo se han convertido en motivo de escándalo por la vestimenta de las invitadas (faldas cortas y tacones, escotes, transparencias) y por la de la novia: corpiño ajustado, escote, brazos e incluso hombros desnudos o cubiertos de encaje, vestido muy ajustado a la cintura.
Jóvenes invitadas a una boda: faldas cortas, tacones altos, brazos desnudos... ¡Qué inmodestia!
Algunos se preguntarán si, en materia de decencia, puede haber una verdad. Pero la verdad es que desde hace 2000 años las cristianas siempre han llevado vestidos muy largos (e incluso mucho antes de la era cristiana), y hubo que esperar a los “años locos” para que empezaran a descubrir sus piernas. ¿Cómo fue posible este cambio en tan poco tiempo? Parece que varios factores influyeron:
– La esclavitud de la moda sometió a las mujeres de décadas anteriores a extravagancias muy poco prácticas (corsés, cortes demasiado ajustados que obligaban a dar pasos cortos...), lo que las llevó a desear una liberación, legítima en sí misma en relación con esos excesos, pero que algunos supieron explotar para llevarlas más lejos: “Es el envenenamiento calculado que querían los Cuarenta [...] y en este momento se está desplegando una actividad y un ingenio increíbles para llevar a las mujeres, y a las más correctas, a vestirse a partir de ahora de la manera más indiscreta”, alertaba Mons. Delassus en 1910 en “La conjuración anticristiana”. Los Cuarenta a los que se refería Mons. Delassus eran los cuarenta miembros de la Ata Vendita, organización supra-masónica que dirigía la subversión de la sociedad y de la Iglesia. Por otra parte, es inquietante ver la rapidez con la que se han extendido estos cambios por todo el mundo, como si obedecieran a una consigna.
– La guerra de 1914-1918, que provocó la desaparición de un millón y medio de hombres en Francia (600.000 viudas, por lo tanto, potencialmente casi el mismo número de familias sin padre) y 4,3 millones de heridos, algunos de ellos graves (sin contar las secuelas psicológicas), desorganizó lo que quedaba de equilibrio y firmeza en la sociedad y permitió una más rápida sugestión y contaminación de las jóvenes generaciones femeninas (aunque las nuevas ideas ya habían penetrado en las mentes, citando de nuevo a Mons. Delassus).
– Cuando la nueva diseñadora Gabrielle Chanel se lanzó a innovar en el estilo y la moda femenina con prendas nunca antes vistas (faldas más cortas, pantalones, pelo corto...), se encontró con un público ávido de consumo, liberación y novedad. Coco Chanel, que se convertiría en la referencia del estilo de los años 20 y 30 antes de ser superada por otros “creadores”, era una joven independiente, coleccionista de hombres (la lista de sus amantes es elocuente) y detestaba la familia y la tradición en sentido amplio. Por otra parte, es sorprendente constatar que los “creadores” de esos locos años de 1920, Jeanne Lanvin, Lucien Lelong, Paul Poiret, Madeleine Vionnet y otros como Coco Chanel, que rompieron los códigos y aceleraron la revolución de las costumbres, eran libertinos, divorciados, feministas, “audaces” que querían cambiar la sociedad. No es que antes todo fuera perfecto, pero todos los historiadores coinciden en que los años posteriores a 1914-1918 fueron años de aceleración de la revolución en la sociedad. La explosión del prêt-à-porter también dinamizó este proceso revolucionario.
En la Italia rural del sur, en la primera mitad del siglo XX, aún se conservaba la modestia...
Seamos verdaderos líderes...
Para terminar esta introducción, conviene recordar que toda sociedad es o se convierte en lo que sus líderes hacen de ella. Recemos, pues, para tener pastores santos y celosos, pero también para que cada padre de familia tenga el valor y el amor a la Iglesia suficientes para atreverse a llevar a su familia al Cielo, dando él mismo ejemplo de una conducta digna de un templo del Espíritu Santo: el padre de familia demuestra su amor por los suyos manteniendo exigencias difíciles que los llevan al Cielo y respetándolas él mismo, no ablandando a su familia con una diplomacia de bajo nivel. Y que en cada familia, las esposas y los hijos, cada uno según su rango, se alineen completamente detrás de la bandera de Cristo Rey.
En otro orden de ideas, pero en estrecha relación con el tema de la modestia, podríamos hablar de la invasión de las nuevas tecnologías en las familias (“los prodigios más asombrosos tendrán lugar en la Tierra y en los cielos... ”, Nuestra Señora de La Salette), de la invasión de libros con contenido subversivo, incluso para los jóvenes e incluso entre editores de tendencia “tradicionalista” (“los malos libros abundarán en la Tierra”, Nuestra Señora de La Salette).
Modestie Catholique
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