Los obispos polacos no son indiferentes a la amenaza que representa la epidemia llegada de China, pero su solución es patentemente distinta a la de otras conferencias episcopales: aumentar las misas dominicales, de modo que los fieles puedan distribuirse y estén menos peligrosamente hacinados.
Por Carlos Esteban
El presidente de la Conferencia Episcopal Polaca, Stanisław Gądecki, arzobispo de Poznan, ha enviado una carta a los fieles polacos en respuesta a la crisis sanitaria provocada por el coronavirus COVID-19 con instrucciones que, aunque llenas de sentido común y pragmatismo, contrastan poderosamente con las medidas de muchos de sus colegas en otras partes de Europa, especialmente los italianos, que han suspendido las misas hasta el viernes previo al Domingo de Ramos: aumentar el número de misas dominicales, de forma que se evite la excesiva concentración de fieles en cada celebración.
La carta de Gądecki señala que, “en conexión con las recomendaciones del Inspector Jefe de Sanidad en el sentido de que no se produzcan aglomeraciones de personas, pido que se aumente, todo lo que sea posible, el número de Misas Dominicales de modo que se limite el número de fieles que asisten a cada celebración, siguiendo las directrices de los servicios sanitarios”.
Al mismo tiempo, Gądecki ha querido recordar que si los hospitales curan las enfermedades del cuerpo, las iglesias sirven, entre otras cosas, para curar las enfermedades del espíritu. “Por tanto, es impensable que no recemos en nuestras iglesias”, subraya el arzobispo.
Los ancianos y las personas vulnerables, añade la carta, pueden quedarse en casa y seguir la Santa Misa por televisión, y señala Gądecki que “no hay obligación de darse la mano como signo de paz durante la Santa Misa”.
Acaba el arzobispo su carta pidiendo a los fieles que recen por quienes han fallecido a causa de la enfermedad y para que termine la epidemia.
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