jueves, 11 de septiembre de 2025

EL DELIRIO DEL “PAPA DE TRANSICIÓN”

Sí, León XIV definitivamente es un “Papa de transición”: está llevando a la Iglesia del catolicismo al bergoglianismo permanente.

Por Chris Jackson


Un mundo fantástico alejado de la evidencia

Nunca en toda mi vida me había encontrado con tal delirio. El padre Claude Barthe y Peter Kwasniewski insisten ahora en que León XIV es un “papa de transición”, un puente entre el caos de Francisco y la restauración doctrinal. Trad Inc. ha adoptado esta narrativa como un dogma, repitiéndola a pesar de todas las pruebas que demuestran lo contrario.

Pero concedámosles ese punto. León es efectivamente transitorio, pero solo como el “papa que convierte el caos de Francisco en algo permanente. Está suavizando los bordes ásperos de la revolución, asegurándose de que el sacrilegio y la sinodalidad ya no sean “novedades”, sino el orden establecido de las cosas.

El cuento de hadas de una “etapa de transición”

Barthe dice a los católicos:

“Podemos esperar la adopción de una especie de etapa de transición realista, en virtud de la cual se permitiría prosperar a lo que queda de fuerzas vitales dentro de la Iglesia”.


Pero el historial de León ya destroza este sueño. En su primera “misa papal”, normalizó la desacralización: mujeres lectoras, ministros laicos en el santuario, comunión en la mano en el altar mayor. Eso no fue una transición.

Desde el principio, León XIV ha llevado adelante los mismos horrores que Barthe pretende suavizar.

La unidad sin doctrina es un fraude

Barthe tranquiliza a sus lectores:

“El nuevo papa, que es un hombre de reflexión, oración y escucha atenta, pide que se restaure la unidad...”.

Pero la “unidad” de León es la misma falsedad que promovió Francisco: unidad sin verdad, sin doctrina, sin arrepentimiento. En sus homilías iniciales repitió diez veces la palabra “paz”, prometiendo “puentes de diálogo y encuentro”.

En Corpus Christi, despojó al milagro de Cristo de su significado sobrenatural, reduciéndolo a una moraleja sobre compartir el pan. La curación del sordomudo se convirtió en una metáfora de la comunicación. Incluso el buen samaritano fue predicado como una insulsa parábola de compasión social. Este es el evangelio de las ONG: la unidad comprada al precio de la doctrina.

El mito del respiro litúrgico

Barthe fantasea:

“Que se le dé un respiro a la liturgia tradicional es aún más plausible...”.

Pero el único “respiro” que León tolera es la asfixia a cámara lenta. En Charlotte, el “obispo” Robert Martin ha ordenado suprimir todas las misas en latín de las parroquias, confinando a los fieles a una única capilla gueto. Detroit ha endurecido las restricciones. Louisville ha llegado incluso a desaconsejar arrodillarse para comulgar, insistiendo en que “lo normal es hacerlo de pie”.

León no ha movido un dedo. Ha confirmado la premisa envenenada de Traditionis Custodes de que el Novus Ordo es la “única expresión” del rito romano. Cualquier respiro que pueda conceder será una contención calculada, nunca una restauración.

El legado bergogliano intacto

Barthe incluso admite la realidad:

“Las palabras de León implican claramente que tiene la intención de continuar por el camino de Francisco de construir una Iglesia sinodal... Este legado... se puede resumir en tres textos: Amoris Laetitia, Fiducia SupplicansTraditionis Custodes.

Y León ya lo ha demostrado. Elogió Amoris Laetitia como “guía pastoral”, respaldando su veneno de que los adúlteros pueden permanecer en gracia. Ha dejado intacta Fiducia Supplicans, mientras que los sacerdotes ahora bendicen a las parejas homosexuales con la aprobación del Vaticano. Ha defendido Traditionis Custodes y ha puesto a sus ejecutores en el poder.

Sus nombramientos confirman la trayectoria. Shane Mackinlay, que ha apoyado públicamente la ordenación de mujeres, ahora gobierna Brisbane. Mientras tanto, los “obispos” de Charlotte, Detroit y Oklahoma City silencian la Misa Tradicional. El programa de Francisco no se está deshaciendo, sino que se está institucionalizando.

El sueño imposible de un futuro Pío XIII

Barthe concluye con una especulación nostálgica:

“La obligación, si la cumpliera León XIV, de arbitrar sobre este legado bergogliano proporcionaría una oportunidad para volver a un magisterio de plena autoridad...”.

Pero León ya ha revelado su dirección. Se quedó en silencio mientras una monja proclamaba en el Jubileo del Vaticano queCristo tiene seno. Recibió a James Martin como invitado de honor, mientras grupos arcoíris procesionaban a través de la Puerta Santa como peregrinos oficiales. Ha promovido el “feminismo sinodal” al poner a monjas a cargo de dicasterios enteros.

Esto es aceleración. Imaginar a León como un puente hacia un futuro Pío XIII es habitar un mundo de fantasía donde las pruebas no importan.

Prueba A: La fantasía a plena vista

He aquí un ejemplo perfecto del pensamiento fantasioso que ahora domina Trad Inc.:

“Siempre fue irrazonable esperar un cambio radical por parte de Francisco. Habrá una figura de transición que traerá la calma, nos ayudará a volver a centrarnos en la persona de Jesús y, luego, rezamos para que haya un Papa que lleve a cabo una restauración”.

Esto es una ilusión disfrazada de prudencia. León XIV no ha traído “calma”, sino sacrilegio a San Pedro, gobierno feminista en la Curia, peregrinaciones arcoíris a través de la Puerta Santa y nombramientos episcopales que aceleran la supresión de la Misa de siempre.

Llamar a eso “reenfocarse en la persona de Jesús” es mirar la profanación e insistir en que es devoción. Es ver al equipo de demolición balancear la bola de demolición y afirmar que el edificio está siendo restaurado. Esto es negación; la que sostiene la misma revolución que destruye la Iglesia.

El “papa de transición” como caricatura

La narrativa del “papa de transición” de Trad Inc.: León se lanza para patear el balón de la Restauración, mientras que el Vaticano se lo arrebata cada vez. Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco, León XIV... la situación nunca cambia, y sin embargo Trad Inc. sigue insistiendo en que esta vez no se dejarán engañar.

Pero siempre los engañan. Y la revolución siempre avanza.

Conclusión: la única transición que ofrece León

Barthe y Kwasniewski llaman a León XIV un “papa de  transición”. Y tienen razón, pero no en el sentido que ellos imaginan. León está haciendo la transición de la Iglesia del catolicismo al bergoglianismo permanente, de los abusos temporales a las estructuras permanentes del sacrilegio, de la ambigüedad al error institucionalizado.

Lejos de ser “un puente hacia la restauración”, este es el puente por el que el catolicismo es conducido al cautiverio.

Trad Inc. ya no vive en la realidad. Viven en un cuento de hadas donde cada horror se reinterpreta como esperanza. Los católicos deben despertar: la única transición que ofrece León XIV es el entierro de la fe, la liturgia y la identidad de la Iglesia bajo el cemento de la revolución.
 

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