Por Monseñor de Segur (1878)
XXV
QUE LA FRANCMASONERÍA COMIENZA A APODERARSE DE LA INFANCIA POR MEDIO DE LA INSTRUCCIÓN Y DE LA EDUCACIÓN
Esta segunda arma es tal vez más peligrosa que la primera. La Francmasonería parecía tenerla un poco olvidada; pero apercibida de ello, proyectó lo que vamos a ver.
La Iglesia hace cristianos y echa los cimientos de su vida religiosa por medio del Bautismo, del Catecismo y de la primera Comunión. La Francmasonería, que es enemiga de la Iglesia, nada acepta de todo eso, o por mejor decir, quiere substituir esta base cristiana por otra masónica, absolutamente extraña al Cristianismo. Procura en primer lugar imprimir el sello masónico en los tiernos niños, para lo cual tiene una ceremonia de adopción que se celebra “al resplandor de la Luz masónica”, y dice al pobre niño a quien adopta: “Brille a tus ojos la Luz masónica como más tarde la haremos brillar en tu entendimiento” (1). A la manera que el niño bautizado se hace cristiano y miembro de la Iglesia, así también el niño adoptado se vuelve lobezno (2) y miembro de la Francmasonería. Estos lobeznos, si son pobres, tienen derecho a ser socorridos por los Hermanos.
En un hospicio de Aviñón, una pobre mujer presentó a las Hermanas de la Caridad un niño de once meses, declarando a la Superiora que se encontraba de paso por la ciudad, y pidiéndole algunos remedios para su niño. La Religiosa, acariciándole, vio colgada a su cuello una medalla extraña, y preguntó a la madre: “¿Qué medalla es ésta?”
- “Es la medalla de los francmasones”- respondió ésta; y haciéndole la Hermana algunos cargos sobre esto, diciéndole que los francmasones estaban excomulgados, la infeliz contestó sin rodeos:
-“Si me presento con esta medalla al jefe de una logia, obtendré al punto un socorro en dinero para continuar mi viaje”.
Parece que en algunos arrabales de París el número de esos lobeznos es muy considerable entre los hijos de la clase obrera. ¡Pobres niños!
Pero es sobre todo por medio de las escuelas como la Francmasonería quiere hacerse dueña de los niños. “Es preciso preparar el mundo profano a recibir nuestros principios” -decía El Mundo Masónico (Octubre de 1866)- Considero la instrucción primaria como la piedra angular de nuestro edificio... ¿Debe suprimirse del programa la instrucción religiosa?... El principio de autoridad sobrenatural (es decir, la fe), que arranca al hombre su dignidad, es inútil para conservar la disciplina entre los niños (¡qué carencia de sentido práctico!) y susceptible de llevarlos al olvido de toda moral (¡ qué carencia de sentido moral!): así, pues, debemos renunciar a ella. Nosotros enseñaremos los derechos y los deberes en nombre de la libertad, de la conciencia, de la razón, y hasta en nombre de la solidaridad. (¡Qué bien se muestra la jerga revolucionaria, hueca y sonora, y que con sus palabrotas no sabe lo que se dice!) La Francmasonería debe ser el molde de la sociedad moderna; debe formar hombres libres. (Ya conocemos esa libertad). Crear escuelas, sobre todo escuelas de adultos y orfelinatos, es el mejor medio para vulgarizar la Francmasonería”.
Estos deseos, adoptados por un gran número de logias, han sido sancionados y realizados por un decreto del Gr∴ Or∴ de Francia (en Enero de 5867, o en lengua cristiana, de 1867). Según este decreto, “se ha decidido en Consejo, que el Gr∴ Or∴ se pondría al frente de una obra, cuyo objeto sería el ayudar y fomentar la instrucción primaria, otorgando cada año recompensas, bien a los maestros y maestras, bien a los alumnos; y el fundar escuelas primarias y clases de adultos, cuando las circunstancias lo permitieren”. Luego expone dicha circular la organización de la obra, que será dirigida por las logias, o por Comités nombrados por ellas; el modo de verificarse las subscripciones, y la necesidad de desplegar el mayor celo; decidiendo que las recompensas y libretas de las Cajas de ahorros irán acompañadas de una medalla con la siguiente inscripción: Gran Oriente de Francia, Impulso a la instrucción primaria en nombre de los francmasones del Oriente de...
Parece que en algunos arrabales de París el número de esos lobeznos es muy considerable entre los hijos de la clase obrera. ¡Pobres niños!
Pero es sobre todo por medio de las escuelas como la Francmasonería quiere hacerse dueña de los niños. “Es preciso preparar el mundo profano a recibir nuestros principios” -decía El Mundo Masónico (Octubre de 1866)- Considero la instrucción primaria como la piedra angular de nuestro edificio... ¿Debe suprimirse del programa la instrucción religiosa?... El principio de autoridad sobrenatural (es decir, la fe), que arranca al hombre su dignidad, es inútil para conservar la disciplina entre los niños (¡qué carencia de sentido práctico!) y susceptible de llevarlos al olvido de toda moral (¡ qué carencia de sentido moral!): así, pues, debemos renunciar a ella. Nosotros enseñaremos los derechos y los deberes en nombre de la libertad, de la conciencia, de la razón, y hasta en nombre de la solidaridad. (¡Qué bien se muestra la jerga revolucionaria, hueca y sonora, y que con sus palabrotas no sabe lo que se dice!) La Francmasonería debe ser el molde de la sociedad moderna; debe formar hombres libres. (Ya conocemos esa libertad). Crear escuelas, sobre todo escuelas de adultos y orfelinatos, es el mejor medio para vulgarizar la Francmasonería”.
Estos deseos, adoptados por un gran número de logias, han sido sancionados y realizados por un decreto del Gr∴ Or∴ de Francia (en Enero de 5867, o en lengua cristiana, de 1867). Según este decreto, “se ha decidido en Consejo, que el Gr∴ Or∴ se pondría al frente de una obra, cuyo objeto sería el ayudar y fomentar la instrucción primaria, otorgando cada año recompensas, bien a los maestros y maestras, bien a los alumnos; y el fundar escuelas primarias y clases de adultos, cuando las circunstancias lo permitieren”. Luego expone dicha circular la organización de la obra, que será dirigida por las logias, o por Comités nombrados por ellas; el modo de verificarse las subscripciones, y la necesidad de desplegar el mayor celo; decidiendo que las recompensas y libretas de las Cajas de ahorros irán acompañadas de una medalla con la siguiente inscripción: Gran Oriente de Francia, Impulso a la instrucción primaria en nombre de los francmasones del Oriente de...
Al año siguiente se decidió la fundación de cuarenta escuelas primarias masónicas en los veinte distritos de París; dos en cada distrito: una para niños, y otra para niñas.
Peligrosa es la propaganda de las escuelas protestantes, pero a mi juicio ésta lo será mucho más.
Como complemento, El Mundo Masónico nos anuncia “la redacción de un catecismo de moral para uso y al alcance de los niños; un catecismo que les enseñará a escuchar más bien su conciencia que la tradición (es decir, la Religión y la Iglesia); a ser virtuosos por principio (como si los cristianos no fueran virtuosos por principio), por convicción (como si la fe no fuese la más seria, la única seria de todas las convicciones), y en fin con desinterés (como si la esperanza del Cielo y el temor del infierno nos impidiesen servir y amar a Dios con pureza)”. En Junio de 1867 se concedió un premio de quinientos francos para este objeto.
En fin, en Noviembre de 1866 los francmasones de la Alsacia inauguraron una liga de enseñanza para Francia a ejemplo de la que funciona en Bélgica desde 1864. Esta liga tiene por principio fundamental “no servir a los intereses particulares de ninguna opinión religiosa”; en otras palabras, suprimir absolutamente la fe en la enseñanza y en la educación. El H∴ Macé, promotor de esta liga impía, había recogido al cabo de un mes numerosas subscripciones, y El Mundo Masónico declaraba que los franceses debían adherirse en masa a esta liga bienhechora, y que las logias debían “estudiar en la paz de sus Templos (sic) los medios más conducentes a hacerla eficaz”.
En Francia se cuentan un millón seiscientos mil francmasones: ¡juzgad si es quimérico el peligro! ¡Ténganlo en cuenta, no solamente los pastores de almas, sino también los padres de familia que conserven en su corazón la menor chispa de fe!
Continúa...
Notas:
1) El H∴ Ragón, Ritual de adopción de los Lobeznos.
2) También llamados “lovetones”
24 - La Prensa masónica
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