miércoles, 6 de agosto de 2025

DEL ALTO GRADO DE ROSA-CRUZ

“La palabra”, el secreto de los grados avanzados de la Francmasonería, es el odio a Jesucristo.

Por Monseñor de Segur (1878)


XIV

Del alto grado de Rosa-Cruz

La admisión de un Rosa-Cruz el jefe de la logia ya no es Venerable, ni Muy-Respetable; se llama “Maestro Muy-Sabio y Perfecto”, y todos los oficiales de la logia son “Muy-Poderosos y Perfectos”. La perfección es el carácter distintivo de este grado; pero no confundamos las cosas: se trata de la perfección masónica. 

Entre otras cosas se pregunta al candidato sobre el significado de la célebre inscripción INRI colocada por orden de Pilatos en la cruz de Jesucristo. Para los francmasones no significa Jesús Nazareno Rey de los Judíos, sino que la interpretan (¡blasfemia horrible!) del siguiente modo: “que el judío Jesús de Nazaret fue llevado por el judío Rafael (1) a Judea para sufrir allí el justo castigo de sus crímenes”. Cuando el candidato ha dado al Muy-Sabio esta interpretación sacrílega, exclama éste: “¡Hermanos míos, ha vuelto a encontrarse la palabra!”. - Tenemos, pues, que “la palabra”, el secreto de los grados avanzados de la Francmasonería, es el odio a Jesucristo.

En las leyendas masónicas Nuestro Señor, como descendiente del Rey Salomón, expía justamente en la cruz el supuesto asesinato de Adoniram por Salomón, envidioso de su arquitecto. Adoniram es el pretendido descendiente de Caín, hijo (dicen) de Lucifer y de Eva; y la lucha actual de la Revolución y la Francmasonería contra el Altar y el Trono no es más que una continuación lógica y fatal de la lucha comenzada en el paraíso terrenal: lucha de Lucifer, Caín su hijo, Adoniram su descendiente, y de toda una raza superior, que recibió el don de la ciencia, de la luz y de la verdadera virtud, contra Dios, contra Adán, Abel, Salomón; contra Jesucristo y la raza inferior de los hijos de Adán, personificada en los sacerdotes y en los reyes; raza cuyo principal carácter es la fuerza ciega, la tiranía y la ignorancia. Además, según los francmasones, Dios tiene envidia a Lucifer y le persigue; Caín es el perseguido por Adán y Abel, etc. Todo está revuelto y confundido: es la apoteosis de la rebelión, y la crucifixión de la verdad y del bien: en una palabra, es la Revolución, cuya doctrina fundamental es por esencia anticristiana, atea, satánica. 

Por adelantados que puedan estar en el conocimiento del secreto de la Francmasonería todos los Hermanos de los altos grados, es preciso reconocer, sin embargo, que aún no han salido de la “antesala mal alumbrada”, como decía el H∴ Pequeño-Tigre, y que todavía no son más que francmasones en hierba y en flor. El fruto está oculto más adentro, en los negros antros de la secta. Esto decía un sacerdote a una especie de hombre de bien de cortos alcances, promovido hacía muchos años al grado de Rosa-Cruz, el cual no veía en las ceremonias de las logias más que mojigangas históricas. “No perdía ocasión -contaba el sacerdote aludido (2)- en inspirarme una idea mejor que una sociedad, en la que se gloriaba de haber ejercido cargos importantes. Quería a todo trance convertirme a la Francmasonería. Yo sabía que solo le faltaba dar el paso para llegar al punto en que se rasga el velo; en el que ya no es posible hacerse ilusiones sobre el fin ulterior de los adeptos ocultos. Para convencerme, quiso llegar hasta allí. 
Pocos días después, le veo entrar en mi casa en un estado indescriptible. 

- ¡Oh, mi querido amigo! -exclamó- ¡Cuánta razón tenía V.! ¿Dónde estaba yo, Dios mío, dónde estaba? 

Sentóse, o mejor, dejóse caer en una silla, repitiendo siempre: 

- ¿En dónde estaba yo? ¿En dónde estaba? ¡Cuánta razón tenía V.!

Yo hubiera deseado que me informase de lo que ignoraba todavía, pero se contentó con decirme:

- Tenía V. razón, pero esto es todo cuanto puedo decirle.

Añadió, sin embargo, que si aceptaba lo que le proponían repararía su fortuna arruinada por la Revolución.

- Si quiero marchar a Londres -me decía- a Bruselas, a Constantinopla, o a cualquier otra ciudad a mi elección, no tenemos ya más que pedir, ni yo, ni mi mujer, ni mis hijos. 

- Si -le dije- pero con la condición de que irá usted a predicar por todas partes la igualdad, la libertad y todo el credo revolucionario. 

- Cabal -murmuró en voz baja- pero repito que esto es cuanto puedo decir a V. ¡Ah! ¡Dios mío! ¿Dónde estaba?...”

Este pobre hombre se encontraba simplemente en los altos grados de la Francmasonería exterior, y acababan de enseñarle los naipes al revés. -Echémosles, a nuestra vez, una mirada. 

Notas:

1) ¿Quién es ese judío Rafael? ¿Será, acaso, el traidor Judas, tan simpático al H∴ Renán?

2) Barruel: Le Jacobinisme devoilé, tomo II, página 312 y siguientes. 
 

No hay comentarios: