martes, 20 de agosto de 2024

20 DE AGOSTO: SAN BERNARDO, ABAD Y DOCTOR


20 de Agosto: San Bernardo, abad y doctor

(✞ 1153)

San Bernardo, abad de Claraval, dulce doctor y lumbrera resplandeciente de la Iglesia, nació en un pequeño lugar de la provincia de Borgoña, llamado Fontana, y fue hijo de Teselino, caballero y honrado militar y de Alicia de Montebarro, señora tan noble como virtuosa.

Era Bernardo de muy buena disposición y rara hermosura y tan honesto y recatado, que porque una vez se descuidó un poco poniendo los ojos en el rostro de una mujer, se arrojó desnudo a un tanque de agua casi helada, de donde le sacaron medio muerto.

Conociendo la vanidad del mundo, determinó entrar en la Orden del Císter que poco antes había sido fundada por el abad Roberto, bajo la Regla de San Benito, y atrajo a ella con su ejemplo a sus cinco hermanos, y a su tío, y a otros treinta compañeros.

Dijo el hermano mayor a Nevardo que era el más joven y estaba jugando: 

- Nevardo, quédate, adiós; nosotros nos vamos al monasterio y te dejamos como heredero de toda nuestra hacienda.

A lo que contestó el muchacho:

- Pues, ¿como? ¿tomáis vosotros el cielo y me dejáis a mí la tierra? No es esa una buena partición.

Y así, de allí a algunos días, también siguió a sus hermanos.

Comenzó su noviciado nuestro santo siendo de veintitrés años de edad, con tan gran recogimiento que habiendo estado un año entero en la pieza de los novicios no sabía si el techo era de bóveda o de madera.

Habiendo el abad Esteban edificado el monasterio de Claraval, hizo abad de él a San Bernardo, y entre los muchos caballeros que tomaron el hábito de manos del santo, uno fue Teselino, su mismo padre, el cual, haciéndose hijo espiritual de su hijo, acabó santamente su vida en aquel monasterio.

Deseaba el santo abad estarse allí toda su vida, desconocido del mundo, y por esa causa renunció muchas veces a grandes dignidades y obispados; pero fue necesario que saliese de su pobre celda para reconciliar con la Iglesia Romana a los cismáticos que después de la muerte del Papa Honorio habían ensalzado al antipapa Anacleto; y persuadir al Rey Enrique de Inglaterra y al Conde Guillermo, y al emperador Lotario, que acatasen a Inocencio como a Sumo y verdadero Pastor de la Iglesia.

Hubo de reprimir también el santo a los famosos herejes Pedro Abelardo y Enrique, que durante el cisma publicaron guerra contra Jesucristo y su Iglesia; y predicar después, por orden del Pontífice Eugenio III la cruzada capitaneada por el emperador Conrado y el Rey de Francia San Luis contra los sarracenos e infieles que infestaban la Tierra Santa.

Finalmente, habiendo San Bernardo escrito muchos y sapientísimos libros, y obrando grandes milagros, y dejando fundados ciento sesenta monasterios de su Orden, entre las manos y lágrimas de sus hijos dio su purísima alma al Creador.

Reflexión:

Entrando un día San Bernardo en la iglesia mayor de Espira, ciudad de Alemania y cámara del Imperio, acompañado de todo el clero y de gran muchedumbre del pueblo, se arrodilló tres veces en tres lugares diferentes y dijo en el primero: -Oh clemens; en el segundo: Oh Pía; en el tercero: - Oh dulcis Virgo Maria, y en memoria de esta salutación del santo, hoy día en la misma iglesia están las tres láminas de metal, en que se leen estas palabras y todos los días se canta el Salve Regina con gran solemnidad. Recémosla nosotros cada día devotamente, para mostrarnos también como hijos de tan clemente, piadosa y dulcísima Madre.

Oración:

Oh Dios, que diste a tu pueblo al Bienaventurado Bernardo como ministro dela salud eterna, concédenos que tengamos por intercesor en los Cielos al que en la tierra tuvimos por maestro de santa vida. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

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