17 de Agosto: San Liberato, abad y compañeros mártires
(✞ 483)
Grandes fueron los estragos que hizo en África el furor del rey vándalo llamado Hunerico, que seguía la secta de los herejes arrianos; pero en el año séptimo de su reinado, publicó un edicto sobremanera impío y sacrílego, por el cual mandaba que se arrasasen todos los monasterios, y se profanasen todas las iglesias, consagradas a la honra de la Santísima Trinidad.
Vinieron pues, los soldados de Hunerico a un convento de monjes que vivían con gran ejemplo y opinión de santidad, debajo del gobierno del santo abad Liberato, entre los cuales se hallaba el diácono Bonifacio, los subdiáconos Servo y Rústico, y los santos monjes Rogato, Séptimo y Máximo; y habiendo los bárbaros derribado las puertas del monasterio, maltrataron con gran inhumanidad a aquellos inocentes siervos del Señor, y los llevaron presos a Cartago, y al tribunal de Hunerico.
El tirano les ordenó que negasen la Fe del Bautismo y de la Santísima Trinidad; más ellos confesaron con gran conformidad, un solo Dios en tres Personas, una sola Fe y un sólo Bautismo; y añadió en nombre de todos San Liberato:
- Ahora, oh, rey impío, ejercita, si quieres, en nuestros cuerpos las invenciones de vuestra crueldad, pero entiende que no nos espantan los tormentos, y que estamos prontos a dar la vida en defensa de nuestra Fe Católica.
Al oír el hereje estas palabras, bramó de rabia y furor, y mandó que le quitasen de delante aquellos hombres y los encerrasen en la más oscura y hedionda cárcel.
Pero los católicos de Cartago hallaron el modo de persuadir a los guardas, que soltasen a los santos monjes; y aunque estos no quisieron verse libres de la prisión que llevaban por amor a Cristo, aprovecharon alguna libertad que se les concedió en la misma cárcel, para dar valor a otros muchos cristianos que por la misma Fe estaban cargados de cadenas; lo cual, habiendo llegado a oídos del tirano, castigó severamente a los guardas, y con despiadados suplicios a estos santos monjes.
Dio luego la orden de que preparasen una antigua embarcación inútil y carcomida, y que echaran dentro de ella buena cantidad de leña y pusiesen sobre ella a los santos confesores atados de pies y manos y los arrojasen en el mar.
Más, aunque los verdugos pusiesen una y muchas veces antorchas encendidas en los maderos secos amontonados en el barco, nunca pudo prender el fuego en ellos.
Atribuyó el bárbaro monarca aquel soberano prodigio a artes diabólicas y de encantamiento, y bramando de rabia, mandó que a golpes de remos golpeasen las cabezas de los mártires hasta derramarles los sesos, y los echasen a la mar.
Arrojaron las olas a la playa los sagrados cadáveres de los santos mártires; y habiéndolos recogido los católicos, los sepultaron honoríficamente.
Reflexión:
La historia de todas las herejías ha sido siempre la historia de los odios sangrientos, de los sacrílegos desmanes, y de las más insoportables tiranías. Semejantes acciones propias de aquellos Vándalos, han hecho en nuestros días, en muchas partes, los enemigos dela Fe Católica, robando monasterios, profanando sacrílegamente los templos de Dios, y asesinando villana y cruelísimamente a indefensos religiosos, sacerdotes y vírgenes consagrados a Dios. Inhumanos han sido pues como los Vándalos, pero más traidores que ellos porque han cometido tales crímenes a pesar de andar pregonando humanidad, tolerancia y libertad de pensamiento.
Oración:
Oh Dios, que nos concedes la dicha de celebrar el nacimiento para el cielo de San Liberato y sus compañeros mártires, otórganos también la gracia de gozar de su compañía en la eterna bienaventuranza. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
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