Por Chris Jackson
El evangelio de León sobre el perdón barato
La audiencia general del 20 de agosto de León XIV sobre Judas se lee como una meditación sentimental anticatólica. Él ensalza a Jesús por ofrecerle un bocado de pan al traidor como prueba de que “El perdón que nos enseña Jesús no espera el arrepentimiento del que ofende, sino que se ofrece primero, como don gratuito”. El problema es que eso no es doctrina católica, sino lenguaje “terapéutico” modernista.
La fe católica enseña que el perdón está ligado al arrepentimiento. Nuestro Señor dijo a los Apóstoles: “Si tu hermano peca contra ti, repréndele; y si se arrepiente, perdónale” (Lc 17, 3). La gracia no es licencia, y la misericordia no niega la justicia. Sin embargo, León convierte la escena de Judas en una parábola de aceptación incondicional, sugiriendo que el amor de Dios libera al pecador incluso cuando persiste en la traición. Esta es la misma lógica que ha justificado la comunión para los divorciados y las “bendiciones” para las “parejas” del mismo sexo. Judas ha sido rehabilitado como el santo patrón de la teología “pastoral” del concilio Vaticano II.
La “catequesis” de León es, por lo tanto, un sermón sin la Cruz. El mal se reconoce solo como telón de fondo del triunfo del amor, no como una ruptura objetiva que requiere conversión. Es Cristo como “entrenador” de vida, no Cristo como Juez.
La Temporada de la Creación:
Un nuevo evangelio según Isaías y la COP30
La declaración conjunta de los obispos europeos y sus socios protestantes para la “Temporada de la Creación” continúa la farsa del ecologismo como religión. Con Isaías reclutado como una especie de Greta Thunberg, la jerarquía propone “la paz con la creación” como nueva alianza.
Los obispos incluso se jactan de que la “Charta Oecumenica” revisada guiará su “espiritualidad ecológica”. Traducción: el ecumenismo del concilio Vaticano II ha dado el fruto esperado: un sincretismo medioambiental interreligioso en el que Cristo es opcional, pero la sostenibilidad es dogma.
Valence: cuando las ovejas vigilan sin sus pastores
Mientras León y sus “obispos” dialogan sobre el “cuidado de la creación”, los verdaderos católicos de Valence ocupan su propia parroquia después de que el “obispo” local expulsara a la FSSP y suprimiera los sacramentos.
Trescientos fieles han mantenido una vigilia día y noche en Notre-Dame, rezando el rosario y declarando: “No somos marionetas, somos cristianos”. Su “obispo” los ha abandonado, primero privándolos de sacerdotes y luego yéndose a vacacionar a Roma. El diálogo se ha roto. Los fieles están defendiendo literalmente su altar contra su propio “pastor”.
Esta es la verdadera crisis eclesial: la revolución de Traditionis Custodes continúa en Francia (como en todo el mundo), mientras que la “sinodalidad” de Roma significa que los laicos deben mendigar las migajas de la liturgia que les legaron sus padres. No es “sinodalidad”, sino ocupación; no es “escuchar”, sino resistencia.
La Rochelle: otro obispo bajo investigación por violación
La Francia de León es ahora un laboratorio no solo para la persecución litúrgica, sino también para el escándalo. El “obispo” Georges Colomb, de La Rochelle, se enfrenta a acusaciones de intento de violación durante su etapa como superior de las Misiones Extranjeras de París. Él niega los cargos, pero el mero hecho de que otro “obispo” francés sea objeto de una investigación penal revela la continua podredumbre.
Georges Colomb
Optimismo en Napa: los obispos aplauden el concilio de la ruptura
Desde el Instituto Napa, el “arzobispo” Erik Varden ofreció una oda al concilio Vaticano II como “acontecimiento fundacional” de la iglesia moderna (en inglés aquí), comparando a León XIV con un abad de tercera generación que continúa el legado del monasterio. Desprecia los debates sobre la ruptura frente a la continuidad como “proyectos fosilizados” e insiste en que el concilio debe aceptarse simplemente como “un horizonte hermenéutico”.
Erik Varden
El nuevo entusiasmo de Rorate
Rorate Caeli continúa con su surrealista rehabilitación de León. Antiguos oponentes acérrimos de Francisco, ahora presentan a León como “un baluarte contra los modernistas radicales”. En su última entrega lo defienden por proteger al “cardenal” Woelki, distanciarse del radical Mattasoglio de Lima y desmantelar la red de protección de Rupnik.
Pero fíjense en el juego de manos: el nivel se ha puesto tan bajo que el simple hecho de no apoyar la sodomía o la revolución litúrgica convierte a León en un defensor de la ortodoxia. Rorate elogia su oposición a la “sinodalidad radical”, pero admite que sigue utilizando la retórica, confirma la fase de implementación y las “reinterpretaciones” de Fiducia Supplicans siguen sobre la mesa. La revolución continúa, y a un ritmo constante.
En su día, Rorate advirtió sobre los lobos con piel de cordero. Ahora, ofrecen excusas para un “pastor” que lleva el mismo bastón que Francisco, pero lo maneja con más astucia.
Los mártires de Weigel y el problema de las definiciones
El biógrafo de Juan Pablo II George Weigel, “el oráculo neocatólico”, se ha dedicado a alabar los catálogos de mártires modernos de Robert Royal (editor de The Catholic Thing). Pero, una vez más, se sacrifica la precisión en aras del sentimentalismo. La Iglesia siempre ha enseñado que el martirio es una gracia concedida a los católicos que mueren por la fe. Sin embargo, Weigel habla de “mártires cristianos” en un sentido “ecuménico” genérico, agrupando a cismáticos y herejes como si la comunión con Roma fuera “opcional” para alcanzar la corona de gloria (el artículo de Weigel en inglés aquí).
George Weigel
Conclusión: una Iglesia en la encrucijada
En una semana de agosto vemos todo el trágico panorama de la Iglesia de León: catequesis sentimentales que excusan el pecado sin arrepentimiento, eco-teologías que sustituyen al Evangelio, fieles que ocupan iglesias abandonadas por sus “obispos”, una nueva ronda de escándalos de carácter episcopal, “obispos” estadounidenses que pretenden vendernos el Vaticano II como “un destino inmutable” y medios de comunicación “tradicionales” que se apresuran a bautizar a León como “el salvador”.
La ironía es casi demasiado aguda: mientras León predica sobre Judas recibiendo el bocado, es el rebaño el que es traicionado y los pastores son los que salen por las noches.
No hay comentarios:
Publicar un comentario