miércoles, 27 de agosto de 2025

SÓLO PEDRO ES EL FUNDAMENTO DE LA IGLESIA

Continuamos presentando a nuestros lectores otro extracto de Satis cognitum, la Encíclica del Papa León XIII que abordó la unidad de la Iglesia Católica. 


En el texto de hoy se aclara que, si bien los obispos tienen su propio poder, este proviene del poder que Nuestro Señor confirió a San Pedro.

Este documento muestra claramente que no hay lugar para la doctrina de una iglesia sinodal en la que el poder supremo de la Iglesia Católica pertenezca a los obispos y al Papa, siendo el rol compartido parte de la naturaleza de este poder.

Papa León XIII:

37. Pero como el sucesor de Pedro es único, mientras que los de los apóstoles son muy numerosos, conviene estudiar qué vínculos, según la constitución divina, unen a estos últimos al Pontífice Romano. Y desde luego la unión de los obispos con el sucesor de Pedro es de una necesidad evidente y que no puede ofrecer la menor duda; pues si este vínculo se desata, el pueblo cristiano mismo no es más que una multitud que se disuelve y se disgrega, y no puede ya en modo alguno formar un solo cuerpo y un solo rebaño. “La salud de la Iglesia depende de la dignidad del soberano sacerdote: si no se atribuye a éste un poder aparte y sobre todos los demás poderes, habrá en la Iglesia tantos cismas como sacerdotes” (S. Jerónimo, Diálogo contra Luciferianos, n. 9). 

Por esto hay necesidad de hacer aquí una advertencia importante. Nada ha sido conferido a los apóstoles independientemente de Pedro; muchas cosas han sido conferidas a Pedro aislada e independientemente de los apóstoles. San Juan Crisóstomo, explicando las palabras de Jesucristo (Jn 21,15), se pregunta: “¿Por qué dejando a un lado a los otros se dirige Cristo a Pedro?”, y responde formalmente: “Porque era el principal entre los apóstoles, como la boca de los demás discípulos y el jefe del cuerpo apostólico” (San Juan Crisóstomo, Hom.88 in Ioann. n.1). Sólo él, en efecto, fue designado por Cristo para fundamento de la Iglesia. A él le fue dado todo el poder de atar y de desatar; a él sólo confió el poder de apacentar el rebaño.

Por otro lado, cualquier autoridad y oficio que los Apóstoles recibieron, lo recibieron en conjunto con Pedro. “Si la divina benignidad quiso que algo fuera común entre él y los demás príncipes, lo que no negó a los demás, lo dio solo a través de él. Así, mientras que Pedro solo recibió muchas cosas, no confirió nada a los demás sin que Pedro participara en ello” (S. León M. Sermo iv, cap. 2). Al contrario, todo lo que los apóstoles han recibido en lo que se refiere al ejercicio de funciones y autoridad lo han recibido conjuntamente con Pedro.

Por donde se ve claramente que los obispos perderían el derecho y el poder de gobernar si se separasen de Pedro o de sus sucesores. Por esta separación se arrancan ellos mismos del fundamento sobre que debe sustentarse todo el edificio y se colocan fuera del mismo edificio; por la misma razón quedan excluidos del rebaño que gobierna el Pastor supremo y desterrados del reino cuyas llaves ha dado Dios a Pedro solamente.

38. Estas consideraciones hacen que se comprenda el plan y el designio de Dios en la constitución de la sociedad cristiana. Este plan es el siguiente: el Autor divino de la Iglesia, al decretar dar a ésta la unidad de la fe, de gobierno y de comunión, ha escogido a Pedro y a sus sucesores para establecer en ellos el principio y como el centro de la unidad. Por esto escribe San Cipriano: Hay, para llegar a la fe, una demostración fácil que resume la verdad. El Señor se dirige a Pedro en estos términos: ‘Te digo que eres Pedro’... Es, pues, sobre uno sobre quien edifica la Iglesia. Y aunque después de su resurrección confiere a todos los apóstoles un poder igual, y les dice: ‘Como mi Padre me envió...’, no obstante, para poner la unidad en plena luz, coloca en uno solo, por su autoridad, el origen y el punto de partida de esta misma unidad (De Unit. Eccl., n. 4).

León XIII, Encíclica Satis cognitum, §§ 37, 38


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