Por Monseñor de Segur (1878)
XX
SI LA FRANCMASONERÍA AMA A LOS POBRES, COMO PRETENDE
Acabamos de hablar de cuestaciones y beneficencia, y la Francmasonería ha logrado ciertamente por todas partes darse tono de institución caritativa, buena, eminentemente bienhechora y filantrópica. ¿La Iglesia se dice Madre de los pobres? Yo soy su Madre, dice a cada paso la Francmasonería. - ¿Dice la verdad?
La Francmasonería es tan franca en esto como en todo lo demás; y cuando habla con sinceridad, se le escapan, respecto a los pobres, confesiones irritantes.
El citado H∴ Ragón, flor y nata del espíritu masónico, llama a los francmasones pobres: “asquerosa lepra de la Francmasonería en Francia” (1) y recomienda con ahínco a todas las logias la regla de caridad dada por el H∴ Bournonville: “No presentéis en la Orden más que hombres que puedan presentaros la mano, pero no tendérosla”.
Otro Hermano, también muy competente, el H∴ Bazot, habla de los indigentes con unción no menos evangélica: “Al francmasón mendigo -dice- os lo encontráis sin cesar en vuestra casa, en la calle, en las logias; es un genio maléfico que os acosa por todas partes y a todas horas. Nada puede libraros de ese importuno, y su insolencia no conoce límites ni obstáculos. Topáis en él cuando os levantáis, en vuestros negocios, a vuestra comida, cuando salís, en todas partes. Más valdría encontrar su mano armada de un puñal: al menos podríais oponer vuestro valor al hierro asesino. Armado tan sólo con su título de francmasón, os dice: “Soy francmasón, dadme algo; soy vuestro Hermano, y vuestra ley os manda ser caritativos. Dadme, o de lo contrario publicaré que sois un mal Hermano”.
“¡Dad, francmasones! -prosigue el buen Hermano- pero preparaos a dar sin descanso: la emboscada es permanente”. (¡La emboscada!) ¡Qué palabra! (¡Que cinismo!)
“La culpa de esto la tienen las logias. Si éstas no recibiesen en la asociación fraternal (¡!) más que hombres honorables (de modo que para ser honorable es preciso ser rico), de posición independiente por su fortuna o su trabajo, bastaríales a ellas y a todos los francmasones aliviar infortunios pasajeros” (2).
Esto se llama amar cordialmente a los pobres; esta es la verdadera, la buena fraternidad. ¡Pobre filantropía! Por más que prescribas cuestaciones y des dinero, no tienes ni sombra de la caridad; no tienes corazón!
Continúa...
Notas:
1) Curso filosófico e interpretativo de las Iniciaciones antiguas y modernas, pág. 368.
2) Código de los francmasones, págs. 176 y 177.
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