jueves, 19 de junio de 2025

LA PROFECÍA DE SANTO DOMINGO SAVIO SOBRE INGLATERRA

Muchos católicos desconocen la visión que el niño Santo Domingo Savio (1842-1857) tuvo sobre Inglaterra en 1857, el año de su muerte.

Por Hugh O'Reilly


El niño nació en Piamonte, en el norte de Italia, y nunca pisó suelo inglés, que era protestante anglicano. Sin embargo, tenía un gran interés en el retorno a la fe de este país apóstata que en otro tiempo había llevado con orgullo el título de “Dote de Nuestra Señora”.

Don Bosco señala en su biografía del santo que a menudo oía a Domingo Savio decir: “Cuántas almas hay en Inglaterra esperando nuestra ayuda. Nada me complacería más, si tuviera la fuerza y la virtud, que ir allí y ayudar, con la predicación y las buenas obras, a ganarlas para Jesucristo”. A menudo lamentaba la falta de celo por esta misión.

Le pidió a Don Juan Bosco, fundador del Oratorio al que asistía en Turín, que le entregara el mensaje que había recibido al Papa Pío IX. Don Bosco lo consideró tan importante que en 1857, el mismo año de la muerte de Domingo Savio, le contó el mensaje al Papa.

Es el propio Don Bosco quien nos relata el incidente en su conocido libro Vida de Domingo Savio:

Era notable que a menudo hablara del Sumo Pontífice y expresara el deseo de poder verlo, ya que tenía algo muy importante que decirle.

Como lo había repetido en varias ocasiones, un día le pregunté cuál era ese asunto tan importante. Él respondió: “Si pudiera tener una entrevista con el Papa, le diría que, a pesar de las grandes tribulaciones que tiene que soportar en la actualidad, nunca debe cejar en su especial solicitud por Inglaterra. Porque Dios está preparando un gran triunfo para el catolicismo en ese reino”.

Le pregunté: “¿Por qué? ¿En qué te basas para afirmar eso?”.

“Te lo diré, pero no se lo digas a nadie, porque podrían pensar que es ridículo. Pero si vas a Roma, díselo a Pío IX de mi parte.

He aquí por qué lo creo así. Una mañana, durante mi acción de gracias después de la comunión, tuve una distracción repetida, lo cual era extraño para mí. Me pareció ver una gran extensión de campo envuelta en una espesa niebla y llena de una multitud de personas. Se movían, pero como hombres que, habiéndose perdido, no están seguros de dónde pisan.

Alguien cerca de mí dijo: “Esto es Inglaterra”.

Iba a hacer algunas preguntas al respecto cuando vi a Su Santidad Pío IX tal y como lo había visto representado en los cuadros. Iba vestido majestuosamente y llevaba una antorcha brillante con la que se acercó a la multitud como para iluminar su oscuridad. A medida que se acercaba, la luz de la antorcha parecía dispersar la niebla y la gente quedaba a plena luz del día.

“Esta antorcha -dijo mi informante- es la religión católica que iluminará Inglaterra”.

Cuando estuve en Roma en 1858, le conté esta visión al Santo Padre, quien se mostró muy interesado y dijo: “Lo que me has contado me confirma en mi resolución de hacer todo lo posible por Inglaterra, que desde hace mucho tiempo es objeto de mi especial atención. Lo que me has contado es, como mínimo, el consejo de un alma devota”.

Hay muchos otros hechos de naturaleza similar, pero que no tienen cabida en una pequeña biografía como esta. Los he dejado registrados para que, cuando otros consideren oportuno su publicación, puedan ser dados a conocer al mundo.

El Papa había manifestado acertadamente su gran interés y preocupación por Inglaterra. En mayo de 1850, Su Santidad Pío IX concedió 200 días de indulgencia a todos los que ofrecieran una oración devota, como por ejemplo un Ave María, por la conversión de Inglaterra.

Ese mismo año promulgó la bula papal Universalis Ecclesiae, que restablecía la jerarquía diocesana católica en Inglaterra, que había sido eliminada tras la muerte del último obispo mariano durante el reinado de Isabel I. Aunque el Papa sabía que la bula despertaría un gran sentimiento anticatólico entre los protestantes ingleses, no vaciló en su decisión.

Así, Inglaterra pudo enviar a 13 obispos ingleses al Concilio Vaticano I, convocado por el Papa en 1869. 


Extracto de The Life of Dominc Savio 
por John Bosco, libro online. Cap. X, IX
 

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