Por Chris Jackson
¿Qué mejor manera de salvaguardar el futuro de la vida consagrada que entregárselo a hombres que bendicen a las “parejas” del mismo sexo, promueven el sincretismo pagano y tratan el sacerdocio como “una tarea compartida”? Esa, al parecer, es la visión de León XIV, a juzgar por sus nombramientos del 24 de junio en el Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (DICLSAL): el organismo vaticano encargado de supervisar las Ordenes Religiosas, incluidas las que practican la misa en latín.
La alineación es una auténtica provocación teológica. Entre los nuevos miembros se encuentran el “cardenal” Arthur Roche, el pirómano litúrgico de la era de Francisco; el “cardenal” Cristóbal López Romero, un ferviente defensor de la Fiducia Supplicans y sus “bendiciones pastorales” para personas del mismo sexo; y el “cardenal” Jaime Spengler, el prelado brasileño que promueve activamente un “rito amazónico” impregnado de paganismo indígena y “abierto” al clero casado.
Los tres tendrán ahora voz en el mismo dicasterio responsable de regular la FSSP, el Instituto Cristo Rey y otras instituciones religiosas tradicionales. En otras palabras: ahora los zorros dirigen el gallinero.
El regreso del “cardenal” Roche: la hostilidad litúrgica se intensifica
El lugar de Roche en esta camarilla no sorprende. Como ejecutor de Traditionis Custodes, dedicó la mayor parte de la última década a extinguir la misa en latín dondequiera que se atreviera a florecer. Su aversión por la piedad tradicional está bien documentada; tanto es así que, según se dice, un alto cargo de su oficina expresó su consternación por el éxito de la peregrinación a Chartres simplemente porque incluía la liturgia tridentina.
Cristóbal Romero: el vendedor favorito de Fiducia
El “cardenal” Romero, “arzobispo” de Rabat, es conocido por su lealtad ideológica a Fiducia Supplicans, el caballo de Troya del Vaticano para las bendiciones a “parejas” del mismo sexo. Tras el rechazo acertado del documento en gran parte de África, Romero emitió una declaración instando a los católicos a evitar cualquier “espíritu de controversia” y aceptar la declaración como “una profundización del discernimiento”.
En otras palabras, cállate y bendícelos.
Éste es el hombre que ahora ayudará a decidir el destino de las congregaciones religiosas ligadas a los votos tradicionales, la moral tradicional y la teología tradicional.
El Rito de la Jungla de Spengler y el avance de los Viri Probati
El “cardenal” Spengler, presidente de la Conferencia Episcopal Latinoamericana, ha estado durante mucho tiempo al borde del desastre doctrinal. Su coqueteo con un rito amazónico, que incluye simbolismo pagano y rituales indígenas, ha sido bien documentado. Ha elogiado la “dignidad” de la inculturación tribal e insinúa la aprobación de la ordenación de hombres casados como “una necesidad pastoral”.
Cuando se le preguntó sobre la bendición de las parejas homosexuales, Spengler soltó la clase de sentimentalismo que hoy se hace pasar por “sabiduría pastoral”:
“¿Son personas? Si lo son, merecen nuestro respeto”.
Es el equivalente teológico de “El amor es amor”. Y ahora, este mismo hombre ayudará a determinar si un monasterio carmelita tradicional en los Alpes es suficientemente “sinodal”.
¿Inculturación o infiltración?
Con Spengler ahora como miembro con derecho a voto del dicasterio que supervisa la vida religiosa, su larga promoción de un nuevo “rito amazónico” cobra nueva gravedad. El proceso de inventar una liturgia sincrética, con vestimentas tribales, cuencos de incienso de arcilla y gestos ambiguos hacia lo divino, ya está en marcha. Los mismos “obispos” que Spengler representa han admitido abiertamente que estas prácticas provienen de rituales paganos indígenas. No son simplemente “catolicismo inculturado”, sino las formas rituales de otras religiones, ahora invitadas al santuario.
¿Y quién lo aprobará? Los mismos hombres que ahora supervisan la vida religiosa tradicional. Los mismos hombres que quieren monjes con sandalias y estolas arcoíris, no con capuchas y sotanas. En sus manos, la cuestión ya no es si la vida religiosa debe conformarse a Cristo, sino si puede adaptarse a cada “necesidad humana”, una categoría tan flexible que ahora incluye la bendición del pecado mortal y la reescritura de la misa para apaciguar los espíritus personales.
El verdadero objetivo: las pocas Ordenes que aún permanecen fieles
No olvidemos la importancia de este dicasterio. El DICLSAL ha sido el instrumento predilecto del Vaticano para sofocar la vida religiosa tradicional. Bajo Francisco, produjo Cor Orans, el documento que eliminó la autonomía de los conventos contemplativos. Es el mismo dicasterio que ahora exige a los “obispos” la aprobación del Vaticano antes de fundar cualquier nuevo instituto religioso, lo que impide en la práctica la formación de nuevas comunidades tradicionales.
Ahora cuenta con una religiosa como prefecta (“Hermana” Simona Brambilla) y una laica en su consejo directivo. Bienvenidos a la “iglesia sinodal”, donde gobernar sin Ordenación es una característica, no un defecto.
Ya no estamos en la época de San Bernardo ni de Santa Teresa de Ávila. Estamos en la época de Brambilla y Roche.
Conclusión: No reforma, sino reeducación
Los pocos remanentes de la vida religiosa fiel, aquellos que se aferran a la antigua Misa, los antiguos votos, las antiguas enseñanzas, están siendo puestos bajo el control de hombres que los han rechazado abiertamente. No se trata de un asunto de gobierno ni de supervisión, sino de una toma de control hostil.
Y mientras las comunidades de la Misa en latín pasan por “visitas apostólicas”, “reestructuraciones” y “diálogos pastorales”, los mismos prelados que promueven el sincretismo y la ambigüedad moral sonreirán desde sus tronos en Roma, recordándonos que el “discernimiento” es la nueva doctrina y la “unidad” la nueva fe.
Pero los católicos fieles no deben dejarse engañar. Esto no es unidad ni discernimiento. Es coerción.
Y la guerra contra la vida consagrada ya no se libra en la sombra. Ahora marcha bajo la bandera de la “sinodalidad”: bendiciendo las uniones irregulares, elogiando los rituales amazónicos y silenciando lo que queda de lo sagrado.
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