sábado, 13 de septiembre de 2025

MASONES, FEMINISTAS Y LA TIENDA PROHIBIDA

La semana en que Roma intentó bendecir la masonería, nombrar a un blasfemo y redibujar el mapa de China.

Por Chris Jackson


Un sacerdote, una brújula y una suspensión

En Filipinas, un “sacerdote” agustino descalzo, el “padre” Libby Daños, fue suspendido tras bendecir una placa masónica en público. Las imágenes se viralizaron, los fieles se escandalizaron y la Orden se apresuró a emitir declaraciones sobre “programas de formación” y “discernimiento”.

Lo que nadie se atrevió a decir en voz alta: este es el fruto podrido de una Iglesia que ha pasado sesenta años borrando la línea entre el catolicismo y el mundo. Cuando Nostra Aetate y Dignitatis Humanae enseñaron que toda religión tiene rayos de verdad, ¿alguien pensó que la masonería no intentaría colarse bajo el paraguas? Los “sacerdotes” no caen en estos errores por accidente; caen porque su formación ha sido sistemáticamente desmantelada desde el Vaticano II.

La Iglesia moderna finge que la Masonería es solo “otra fraternidad” que a veces realiza obras cívicas. La realidad, condenada por los Papas desde Clemente XII hasta León XIII, es que la Masonería es una secta enemiga: naturalista, anticlerical y hostil a la Cruz. Un “sacerdote” que bendice una piedra masónica está colaborando con el enemigo.

El Vaticano se encoge de hombros: “Pregúntenle a los homosexuales”

Cuando se supo que se había realizado una marcha homosexual en la Basílica de San Pedro durante el Jubileo, el director de prensa del Vaticano, Matteo Bruni, primero se mostró reticente, pero finalmente dijo en voz alta lo que había pensado en silencio: “Pregúntenle a la asociación de homosexuales”.


Esto es lo que se hace pasar por “gobierno” en la Roma de León XIV. La Basílica más sagrada de la cristiandad es profanada por la propaganda arcoíris, y el Vaticano se niega a asumir su responsabilidad. En cambio, dirige a los periodistas hacia la Tenda di Gionata, el grupo activista invitado con el pretexto de la “logística del Jubileo”. Los pastores no sólo no cuidan a las ovejas, sino que entregan las llaves a los lobos y les dicen: “Llévenselas”.

La cita de León: Un blasfemo en el Panteón

El 6 de septiembre, León XIV nombró a Cristiana Perrella “presidenta” de la Academia Pontificia de Bellas Artes y Letras. Su currículum es como una lista de activismo anticatólico: exposiciones feministas que alaban el aborto, propaganda homosexual, imágenes pornográficas e incluso una instalación que proclamaba “Dios es creación humana”.

Cristiana Perrella

Esto es una profanación calculada. La academia pontificia más antigua, fundada para elevar el arte hacia lo sagrado, ahora está dirigida por una mujer que niega a Dios, celebra el vicio y promueve la ideología queer. Perrella elogia abiertamente a la filósofa feminista Rosi Braidotti, quien predica el “sujeto nómada”: el hombre sin esencia, el género sin límites, la identidad sin alma. Y Roma aplaude.

El mensaje es claro: el arte sacro debe ahora servir a la revolución.

China: Rediseñando las diócesis para el César

Mientras tanto, el Vaticano anunció la aprobación de León XIV para suprimir dos diócesis chinas y erigir una nueva en Zhangjiakou, totalmente alineada con las fronteras civiles comunistas. Por primera vez, Roma y Pekín cooperaron abiertamente no solo en el nombramiento de “obispos”, sino también en la reestructuración del mapa mismo de la Iglesia.

¿La excusa? “Las fronteras diocesanas deberían coincidir con las civiles”. ¿La realidad? El Cuerpo Místico de Cristo se está reconfigurando para adaptarse al Partido-Estado. Lo que comenzó con el vergonzoso acuerdo entre el Vaticano y China bajo el gobierno de Francisco se está consolidando: fronteras diocesanas redefinidas por los comunistas, “obispos” aprobados solo con la aprobación del estado, el clero clandestino abandonado.

La Iglesia que una vez produjo mártires para resistir a César ahora produce burócratas para servirle.

Laudato Si' en Castel Gandolfo: La naturaleza como nuevo evangelio

En Castel Gandolfo, el Vaticano acogió a jóvenes artistas para la exposición “Premio Socios de la Tierra”(Earth Partners Prize) bajo el lema de Laudato si'. En lugar de salvación, ofrecen calma y profundidad a través del “arte ambiental”. En lugar de la cruz, nos dan “resiliencia climática”. En lugar de vida eterna, hablan de “ecología integral”.

El “cardenal” Baggio fue explícito: el Evangelio ya no se trata de salvar almas, sino de la “salvación integral”, un eufemismo que subsume lo sobrenatural en lo meramente natural. Es una reinterpretación del “Cristo cósmico” de Teilhard de Chardin: una fe que no termina en el cielo, sino en los contenedores de reciclaje.

El camino ancho de Hollerich

El “cardenal” Jean-Claude Hollerich, artífice del “sínodo sobre la sinodalidad” concedió otra entrevista insistiendo en que “no definiría la moral sexual de forma tan estrecha como lo hace la Iglesia hoy”. Traducción: la fornicación, la sodomía y el adulterio ya no son pecados, sino estilos de vida que deben “discernirse”.


Hollerich elogia la “carpa” como modelo de la Iglesia, en constante expansión, nunca excluyente, siempre complaciente. Los africanos, en su defensa, rechazaron la imagen porque las carpas les recuerdan a los campos de refugiados. Pero Roma insiste: la Iglesia debe ser una carpa de carnaval donde toda perversión tenga cabida, siempre que se obedezca el “proceso sinodal”.

Conclusión: La revolución continúa

En una semana: un sacerdote bendice la masonería, el Vaticano desvía la responsabilidad por la profanación sodomítica, León nombra a una blasfema en una academia pontificia, Roma rediseña las diócesis de China para complacer a los comunistas, Laudato si' reemplaza la Cruz en Castel Gandolfo y Hollerich desmantela la moral católica con una sonrisa.

Éstas son facetas de un único proyecto: sustituir la Iglesia sobrenatural de Cristo por una ONG naturalista que bendice a los enemigos, promueve el vicio y predica la ecología en lugar de la salvación.

El único consuelo es que una Iglesia así no puede perdurar. Las puertas del infierno no prevalecerán pero los fieles serán puestos a prueba. Y Roma, antaño baluarte de la ortodoxia, se ha convertido en la prueba misma.
 

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