Por Chris Jackson
Un sacerdote, una brújula y una suspensión
En Filipinas, un “sacerdote” agustino descalzo, el “padre” Libby Daños, fue suspendido tras bendecir una placa masónica en público. Las imágenes se viralizaron, los fieles se escandalizaron y la Orden se apresuró a emitir declaraciones sobre “programas de formación” y “discernimiento”.
Lo que nadie se atrevió a decir en voz alta: este es el fruto podrido de una Iglesia que ha pasado sesenta años borrando la línea entre el catolicismo y el mundo. Cuando Nostra Aetate y Dignitatis Humanae enseñaron que toda religión tiene rayos de verdad, ¿alguien pensó que la masonería no intentaría colarse bajo el paraguas? Los “sacerdotes” no caen en estos errores por accidente; caen porque su formación ha sido sistemáticamente desmantelada desde el Vaticano II.
La Iglesia moderna finge que la Masonería es solo “otra fraternidad” que a veces realiza obras cívicas. La realidad, condenada por los Papas desde Clemente XII hasta León XIII, es que la Masonería es una secta enemiga: naturalista, anticlerical y hostil a la Cruz. Un “sacerdote” que bendice una piedra masónica está colaborando con el enemigo.
El Vaticano se encoge de hombros: “Pregúntenle a los homosexuales”
Cuando se supo que se había realizado una marcha homosexual en la Basílica de San Pedro durante el Jubileo, el director de prensa del Vaticano, Matteo Bruni, primero se mostró reticente, pero finalmente dijo en voz alta lo que había pensado en silencio: “Pregúntenle a la asociación de homosexuales”.
La cita de León: Un blasfemo en el Panteón
El 6 de septiembre, León XIV nombró a Cristiana Perrella “presidenta” de la Academia Pontificia de Bellas Artes y Letras. Su currículum es como una lista de activismo anticatólico: exposiciones feministas que alaban el aborto, propaganda homosexual, imágenes pornográficas e incluso una instalación que proclamaba “Dios es creación humana”.
Cristiana Perrella
El mensaje es claro: el arte sacro debe ahora servir a la revolución.
China: Rediseñando las diócesis para el César
Mientras tanto, el Vaticano anunció la aprobación de León XIV para suprimir dos diócesis chinas y erigir una nueva en Zhangjiakou, totalmente alineada con las fronteras civiles comunistas. Por primera vez, Roma y Pekín cooperaron abiertamente no solo en el nombramiento de “obispos”, sino también en la reestructuración del mapa mismo de la Iglesia.
¿La excusa? “Las fronteras diocesanas deberían coincidir con las civiles”. ¿La realidad? El Cuerpo Místico de Cristo se está reconfigurando para adaptarse al Partido-Estado. Lo que comenzó con el vergonzoso acuerdo entre el Vaticano y China bajo el gobierno de Francisco se está consolidando: fronteras diocesanas redefinidas por los comunistas, “obispos” aprobados solo con la aprobación del estado, el clero clandestino abandonado.
La Iglesia que una vez produjo mártires para resistir a César ahora produce burócratas para servirle.
Laudato Si' en Castel Gandolfo: La naturaleza como nuevo evangelio
En Castel Gandolfo, el Vaticano acogió a jóvenes artistas para la exposición “Premio Socios de la Tierra”(Earth Partners Prize) bajo el lema de Laudato si'. En lugar de salvación, ofrecen calma y profundidad a través del “arte ambiental”. En lugar de la cruz, nos dan “resiliencia climática”. En lugar de vida eterna, hablan de “ecología integral”.
El “cardenal” Baggio fue explícito: el Evangelio ya no se trata de salvar almas, sino de la “salvación integral”, un eufemismo que subsume lo sobrenatural en lo meramente natural. Es una reinterpretación del “Cristo cósmico” de Teilhard de Chardin: una fe que no termina en el cielo, sino en los contenedores de reciclaje.
El camino ancho de Hollerich
El “cardenal” Jean-Claude Hollerich, artífice del “sínodo sobre la sinodalidad” concedió otra entrevista insistiendo en que “no definiría la moral sexual de forma tan estrecha como lo hace la Iglesia hoy”. Traducción: la fornicación, la sodomía y el adulterio ya no son pecados, sino estilos de vida que deben “discernirse”.
Conclusión: La revolución continúa
En una semana: un sacerdote bendice la masonería, el Vaticano desvía la responsabilidad por la profanación sodomítica, León nombra a una blasfema en una academia pontificia, Roma rediseña las diócesis de China para complacer a los comunistas, Laudato si' reemplaza la Cruz en Castel Gandolfo y Hollerich desmantela la moral católica con una sonrisa.
Éstas son facetas de un único proyecto: sustituir la Iglesia sobrenatural de Cristo por una ONG naturalista que bendice a los enemigos, promueve el vicio y predica la ecología en lugar de la salvación.
El único consuelo es que una Iglesia así no puede perdurar. Las puertas del infierno no prevalecerán pero los fieles serán puestos a prueba. Y Roma, antaño baluarte de la ortodoxia, se ha convertido en la prueba misma.
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