miércoles, 16 de octubre de 2024

16 DE OCTUBRE: SAN GALO, ABAD


16 de Octubre: San Galo, abad

(✞ 646)

El glorioso abad San Galo, fue de nacionalidad irlandesa, hijo de padres tan ilustres por su nobleza como por sus cristianas virtudes. 

Le pusieron desde niño en el monasterio de Bencor bajo la disciplina de San Columbano, donde hizo grandes progresos en la virtud, en la poesía y en las Letras Sagradas. 

Siguió como fiel discípulo a San Columbano cuando este pasó de Irlanda a Inglaterra, y después a Francia, donde fueron muy bien recibidos como varones de Dios del Rey Sigeberto, y fundaron el monasterio de Anegroy en una selva de la diócesis de Besancon, y dos años después el de Luxenil. 

Habiendo sido desterrado de este monasterio San Columbano por el rey Trierry cuyas liviandades había reprimido, se retiró con San Galo a los estados de Teodoberto que era el rey de Austrasia, y pusieron su asiento en una soledad horrorosa cerca del lago de Constanza. 

Encontraron en él una capilla dedicada a San Aurelio, pero profanada por los gentiles, los cuales habían colgado algunos de sus ídolos en las paredes. 

Encendióse el celo de San Galo a la vista de aquella abominación y determinó trabajar en la conversión de aquellas gentes con la esperanza de encontrar la corona del martirio. 

Llegó el día de la fiesta principal de aquel lugar, y concurriendo mucho gentío, les predicó el santo con tanto fervor y eficacia contra las supersticiones del paganismo, que redujo a muchos a la fe cristiana. 

Pasando después de las palabras a las obras, derribó las estatuas de sus dioses y arrojó al lago los pedazos que hizo de ellas. 

San Columbano purificó la capilla, la bendijo, puso una ara sobre el altar y celebró el santo sacrificio de la Misa. 

Fue creciendo aquella comunidad, se levantaron celdas alrededor de la capilla, y aquella colonia de santos Religiosos hizo triunfar la vida monástica en medio del paganismo. 

San Galo curó una doncella hija del duque de Cunzón, que estaba poseída por el demonio, y que no había podido curarse con los exorcismos; y reconociéndolo el duque, hizo cuanto pudo para que el santo admitiese el obispado de Constanza que en aquella sazón había vacado; pero San Galo se resistió a aceptarlo. 

Por muerte de San Eustaquio, abad de Luxeu, todos los monjes eligieron por sucesor suyo a San Galo, pero este renunció también a aquella abadía, y nunca quiso salir de su soledad. 

Finalmente, habiéndole enviado el santo presbítero Willimar a la fiesta de su parroquia, predicó el santo con gran fruto delante de un numerosísimo concurso de gente, y tres días después, pasó de esta vida, a los ochenta años de edad, y recibió la recompensa por sus méritos y virtudes. 

Reflexión

No se puede hacer elogio más honorífico de un hombre, que el decir que fue amado por Dios. ¿Puede, en efecto, aspirar a más la ambición del corazón humano, que ser favorecido por Dios con su amistad, como lo fue San Galo? Por esto los santos despreciaron siempre las honras y dignidades terrenas, y se abrazaron únicamente con la humildad, persuadidos de que así agradaban de veras al Señor, y entraban por lo tanto, a formar parte del número de sus amigos predilectos. O Cristo se engaña, dice San Bernardo, al abrazarse con la humildad y las deshonras, o el mundo yerra, al correr desolado en pos de las honras y dignidades; pero Cristo no se puede engañar, porque es sabiduría infinita; luego el mundo yerra miserablemente.

Oración

Te rogamos, Señor, que nos recomiende delante de tu divino acatamiento la intercesión del bienaventurado abad Galo, para que lo que no podemos conseguir por nuestros méritos, lo alcancemos por su patrocinio. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. 

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