miércoles, 8 de octubre de 2025

VIGANÒ: LA CONNIVENCIA DE LA IGLESIA SINODAL CON LA ÉLITE GLOBALISTA

La Santa Sede es cómplice del plan subversivo orquestado por la élite globalista: presenta a los inmigrantes clandestinos como “víctimas” mientras culpa a la población invadida.

Por Monseñor Carlo Maria Viganò


La obsesión monomaníaca de Jorge Bergoglio por el inmigración indiscriminada y por el mestizaje encuentra en Robert Prevost un continuador muy celoso. El traspaso de poderes no ha representado ningún cambio radical ni en el ámbito doctrinal y moral, ni en el ámbito político y social. La iglesia conciliar-sinodal es y sigue siendo “Ancilla Novi Ordinis”, cortesana de la élite globalista.

Sabemos bien que el fenómeno migratorio no es espontáneo: no está provocado por hambrunas, guerras o persecuciones religiosas. Por el contrario, ha sido querido y planificado como un elemento de desestabilización de las naciones occidentales, y la inmigración clandestina se utiliza como un instrumento de subversión social. Así lo declara un documento de las Naciones Unidas del 21 de marzo de 2000 titulado “Replacement migration” (Documento PDF en inglés aquí).

La iglesia bergogliana y postbergogliana está en primera línea en la promoción de la inmigración indiscriminada, de la sustitución étnica y de la invasión de las naciones occidentales, con el fin de borrar su identidad cristiana, su cultura, su historia.

Lo confirma el énfasis dado a la audiencia concedida por León a Amy Pope, Directora General de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de las Naciones Unidas, y al Jubileo de los migrantes.

La Santa Sede es cómplice del plan subversivo orquestado por la élite globalista: presenta a los inmigrantes clandestinos como “víctimas” y mantiene relaciones con quienes organizan su trata, mientras culpa a la población invadida, víctima de los crímenes atroces y del deterioro que estas hordas causan en nuestras ciudades. Finalmente, abusando de la autoridad moral del Papado, la iglesia sinodal pone en el mismo plano la inmigración, la pena de muerte y el aborto, para alegría de la izquierda woke y con gran escándalo de los movimientos pro-vida.

La connivencia de León y de sus obispos con la élite globalista es consciente, deliberada y una fuente de lucro para las instituciones y organizaciones católicas. Esto también ocurre en los gobiernos civiles, cuyos gobernantes son todos emisarios del Foro de Davos, de la Fabian Society, de la Open Society de Soros o de otras entidades supranacionales que conspiran contra los pueblos. Y es escandaloso, por decir lo menos, que los obispos progresistas estadounidenses alimenten la polémica -creada artificialmente- explotándola políticamente contra el presidente Trump, cuando han callado vilmente durante la presidencia de Biden ante cuestiones morales mucho más graves.

No olvidemos que la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB por sus siglas en ingles) se ha dejado corromper por los miles de millones de dólares que la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID por sus siglas en inglés) le ha dado para favorecer la sustitución étnica en los Estados Unidos. Esto también ha ocurrido con otras Conferencias Episcopales y con el Vaticano, exactamente como en la época del Covid. También entonces la Jerarquía se alineó abiertamente con la narrativa dominante, llegando a recomendar, con una Nota del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, un suero génico, producido con fetos abortados, que sigue causando millones de víctimas.

Esta sumisión de la Iglesia Católica al plan criminal del Gran Reseteo y de la Agenda 2030 será juzgada por Dios y por la Historia, y permanecerá como una mancha imborrable en la reputación -ya ampliamente comprometida- de esta Jerarquía renegada y apóstata.
 

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