Por Chris Jackson
Toda revolución tiene su fase de mantenimiento, el momento en que las consignas se convierten en política y el daño se describe como renovación. Esta semana, León logró el equilibrio perfecto: elogió al Instituto Juan Pablo II por “defender la familia”, al tiempo que lo dejó en manos de los mismos arquitectos que la desmantelaron; canonizó a los agitadores callejeros como “poetas de la periferia”; reclutó a los jesuitas para otra campaña fronteriza de ecología e inteligencia artificial; y, mientras se desarrollaba todo este teatro, su secretario de Estado atendió discretamente la propuesta de Andorra de despenalizar el aborto. El resultado es un retrato del gobierno poscatólico por continuidad: Francisco sin teatralidad, el modernismo sin máscara.
“Cari fratelli e sorelle”: La carta de amor de León al Instituto JPII que él mismo destripó.
León sonríe en la Sala Clementina y habla sobre “defender y promover la familia”, “restaurar la dignidad de la maternidad” y encontrar “nuevas palabras” para una sociedad que ya no se casa. Bendice Veritatis gaudium, Summa familiae cura y el habitual “diálogo” con las ciencias sociales. Todo se lee como el discurso de un rector ante un claustro intacto. Solo que no está intacto. El mismo régimen reformó el Instituto bajo Bordeyne y llenó el ecosistema con una Academia para la Vida que trata la anticoncepción como “reevaluable” y el suicidio asistido como un “mal menor” legislativo. La sonrisa es pastoral; la estructura subyacente es poscatólica.
Las pruebas: la Academia para la Vida de Pegoraro y la silenciosa derogación de Evangelium Vitae
Si se preguntan por qué la homilía de Juan Pablo II sonaba a teatro, aquí está el equipo técnico. Renzo Pegoraro, durante mucho tiempo canciller que impulsó la metamorfosis de la Academia en un salón de bioética global, es ahora su presidente. Hizo públicas las estructuras del suicidio asistido, bendijo el cambio de lenguaje de “complejidad” y “acompañamiento”, y pilotó volúmenes que suavizan la Humanae Vitae en una “cuestión abierta”. La Evangelium Vitae dice “nunca excusable”. La nueva línea dice “bajo ciertas condiciones”. León alaba la maternidad por la mañana y promueve la burocracia que la desmantela por la tarde. No es una contradicción, es el método.
“Poetas sociales”: cuando el Evangelio se convierte en una propuesta de subvención
En la reunión de Movimientos Populares, León declaró que la tierra, la vivienda y el trabajo son “derechos sagrados”, llama a los activistas “poetas sociales” y reformula “las cosas nuevas” como el litio, el coltán, la inteligencia artificial y el clima. Se invoca Mateo 25, pero nunca el arrepentimiento. Los pobres son instrumentos de transmisión de mensajes, las Bienaventuranzas se convierten en un plan de desarrollo y la salvación se reformula como “procesos de solidaridad”. Una Iglesia que ya no llama a los hombres a la conversión necesita una soteriología diferente. La ha encontrado: la política.
Fronteras sin la Cruz: órdenes de marcha a los superiores jesuitas
Se le dice a la Compañía que se dirija a las “fronteras”, la sinodalidad, la ecología, la IA, equipada con la “santa indiferencia”, que ahora funciona como permiso para deshacerse de cualquier estructura que obstaculice el nuevo programa. Hay audacia para la reinvención institucional y una exquisita cautela sobre la única frontera que realmente convierte al mundo: predicar a Cristo crucificado y llamar a los pecadores a la penitencia. La omisión es la tesis.
El acuerdo de Andorra con la Santa Sede: despenalizar el aborto, salvar la diarquía
Mientras Roma elogia a las madres, el Gobierno andorrano se reúne con el cardenal Parolin para elaborar una ley que despenalice el aborto y que no provoque una “oposición frontal” por parte de la Santa Sede. El problema constitucional es que el obispo de Urgell es copríncipe; la solución política que se ofrece parece ser una anestesia moral: preservar el palacio, enterrar a los bebés. El comunicado habla de “compatibilidad” entre las instituciones y los “derechos de la mujer”. Evangelium Vitae habla de asesinato. Adivina qué vocabulario redacta la ley.
El reinicio sinodal de Italia: si abril fue demasiado vago, octubre es el plan maestro.
La asamblea italiana no pudo aprobar un documento en abril porque los progresistas dijeron que era demasiado cauteloso en cuestiones lgbt y la ordenación de mujeres. El texto de octubre vuelve con propuestas de “caminos de acompañamiento” parroquiales para las uniones irregulares, equipos de gobierno parroquial dirigidos por laicos, reforma del seminario, vías de investigación sobre el diaconado femenino y renovación del lenguaje litúrgico. No llega a pronunciar las palabras mágicas, pero proporciona la maquinaria. Cuando no se puede cambiar la doctrina, se cambian las estructuras, el vocabulario y los votos.
La improvisación en la Sala Pablo VI: “aprender”, “escuchar” y la nueva constitución de la Iglesia
En una sesión de preguntas y respuestas libre con los delegados del sínodo, León ofreció la eclesiología del proceso permanente. Se elogió a África como “puente”, se convocó a Oceanía al activismo climático, se dijo a Norteamérica que la resistencia surge del “miedo” y necesita formación, se instó a Oriente a la reconciliación, se aseguró a Europa que las mujeres se enfrentan a “obstáculos culturales” y deben esperar “quizás algunos cambios”, y Asia se convirtió en “tierra sagrada” para el diálogo interreligioso y el intercambio de recursos. La sinodalidad se define en contraposición a los “modelos uniformes”, pero sus resultados parecen notablemente uniformes: más proceso, menos predicación; más inclusión, menos absolutos; más gestión, menos misión.
El patrón
Reescribir los fines del matrimonio suavizando la enseñanza que importa y alabándola donde no importa. Sustituir los fines de la misión por programas sociales. Reasignar a los hombres que una vez defendieron las “fronteras” de la IA y el clima. Explorar las “compatibilidades” del aborto en un microestado mientras su Academia redacta la bioética para racionalizarlo. Y cuando un cardenal por fin puede rugir, maúlla a un gatito.
Conclusión
Lo único verdaderamente “nuevo” aquí no es la tecnología ni la política. Es una Iglesia que mantiene las palabras del Evangelio y cambia su significado.

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