domingo, 6 de octubre de 2024

6 DE OCTUBRE: SAN BRUNO, FUNDADOR


6 de Octubre: San Bruno, confesor

(✞ 1101)

San Bruno, fundador de la Cartuja, fue alemán de nación, hijo de nobles padres, y nació en la ciudad de Colonia. 

Le enviaron a la universidad de París, donde estudió filosofía y teología sagrada, en la cual se aventajó tanto de sus otros compañeros que vino a ser maestro excelente, varón docto y de fama, y canónigo de la ciudad de Reims.

Sucedió en ese tiempo en París una cosa notable y espantosa, que refieren muchos autores, entre los cuales el que escribió la vida de nuestro Santo en el año 1150, es decir, cuarenta y nueve años después de su muerte. 

Entre otros insignes doctores de aquella Universidad había uno muy amigo de Bruno, de gran opinión de virtud y letras; al morir éste, y estando en la iglesia haciéndole las exequias acostumbradas, al tiempo que uno de los clérigos cantaba aquella lección de Job que dice: Responde mihi, quantas habea iniquitates? que quiere decir: “Respóndeme, ¿Cuántas son mis maldades?” El cuerpo del difunto que estaba en medio de la iglesia, levantó la cabeza y con una voz espantosa dijo: “Por justo juicio de Dios soy acusado”, y acabando de decir estas palabras, reclinó su cabeza como antes. 

Se asombraron los circunstantes, y determinaron no enterrarle hasta el día siguiente para ver lo que sucedía; y el día siguiente volvió a hablar el difunto y dijo: “Por justo juicio de Dios soy juzgado”; y como fuese grande la turbación de todos los presentes, acordaron dejarlo hasta el tercer día, en que con voz más espantosa y tremenda exclamó: Por justo juicio de Dios soy condenado. 

Muchos se movieron a hacer penitencia por sus pecados con este terrible juicio, y uno de ellos fue San Bruno, el cual tocado por la mano de Dios, determinó morir en vida para no morir eternamente, y con seis de sus amigos partió a Grenoble en el Delfinado, donde el santo Obispo Hugo les cedió el asperísimo desierto llamado la Cartuja. 

Allí fundaron su Sagrada Orden, viviendo más como ángeles que como hombres; y muchas veces el mismo San Hugo iba a morar entre ellos con gran humildad y gozo de su espíritu. 

Habiendo sucedido en el pontificado Urbano II, que había sido discípulo de Bruno, le llamó a Roma para aprovecharse de sus consejos: más al partirse el pontificado para Francia, el santo le suplicó que le diese licencia para retirarse a un desierto de Calabria tan áspero como el de la Cartuja; y en aquel yermo llamado Torre, en el territorio de Esquilache, pasó el resto de su vida con muchos otros solitarios que se llegaron a él deseosos de imitar su admirable perfección. 

Finalmente, habiendo enriquecido la Santa Iglesia con la nueva y celestial familia de los gloriosos hijos de la Cartuja, tan célebre por la multitud de Santos y eminentes prelados que de ella han salido, cubierto de cilicio, y con un crucifijo arrimado a los labios, antes de cumplir los cincuenta años años entregó su espíritu en las manos del Creador. 

Reflexión

¿Quién no ve en la vida de este santísimo confesor los caminos maravillosos que el Señor toma para llevar almas al cielo? Condenóse por justo juicio de Dios el letrado soberbio y vano, e hizo conocer su condenación de un modo tan espantoso que movidos con tal ejemplo, muchos se salvaron; y además, esta revelación hizo que nuestro santo fundase una Orden de solitarios y penitentes, que ha sido de gran ejemplo en la Iglesia de Dios.

Oración

Te suplicamos, Señor, que seamos ayudados con la intercesión de tu glorioso confesor San Bruno, para que los que con nuestras culpas hemos ofendido gravemente a tu divina Majestad alcancemos por sus méritos y oraciones la remisión de nuestros pecados. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.


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