El “Denzinger”, como popularmente se conoce al Enchiridion symbolorum, definitionum et declarationum de rebus fidei et morum, es una recopilación de los documentos doctrinales de la Iglesia Católica sobre fe y moral.
La colección facilita la cita y la rápida localización de los textos doctrinales. Ofrece los documentos en dos columnas, en el idioma original y en traducción. Cada texto va acompañado de una breve introducción y de referencias bibliográficas. Además, cada sección de un documento tiene su propio número.
El manual fue publicado por primera vez en 1854 por Heinrich Denzinger y desde entonces se ha ampliado continuamente. Se considera una obra de referencia fundamental para la teología en la investigación y la enseñanza.
La primera aparición del Denzinger es anterior a la finalización del Concilio Vaticano I (1870) y se cita en función de sus editores:
D (Denzinger): Primeras ediciones hasta la 31.
DS (Denzinger–Schönmetzer): De la 32 a la 36.
DH (Denzinger–Hünermann): Desde la 37 en adelante hasta la 45ª
Ahora volverá a ser DS, puesto que el profesor de dogmática de Münster, Michael Seewald, asume la edición del manual. Según informó el viernes la Universidad de Münster, Seewald sucede a Peter Hünermann, que ha supervisado la obra durante más de tres décadas y la ha editado hasta la actual 45ª edición.
Según InfoCatólica, Seewald ha dicho:
“Debemos añadir textos de los pontificados de Francisco y León XIV a la nueva edición del Denzinger; otros textos menos aceptados, especialmente de los pontificados de Pablo VI y Juan Pablo II, podrían ser eliminados. También sería apropiado incluir nuevos textos históricos que aún no se incluyen en el Denzinger. La Iglesia busca actualmente una estructura sinodal. Los concilios de reforma de finales de la Edad Media, como el Concilio de Constanza (1414-1418), hicieron declaraciones pioneras al respecto. Durante mucho tiempo, esto permaneció dogmáticamente desconocido, pero hoy puede reavivar su interés. Por lo tanto, merece más espacio en el Denzinger. Estos cambios se abordarán con cuidado y se procurará que la numeración no se modifique para que los textos sigan encontrándose bajo el número habitual”.
Las preocupaciones sobre la eliminación de “magisterio” de los “papas” Pablo IV y Juan Pablo II no deja de aumentar. Baste recordar que el editor saliente es un firme defensor de la ordenación de mujeres. Es normal que algunos textos de Pablo IV y Juan Pablo II molesten.
No deja de llamar la atención la elección de Seewald, que la editorial lo presenta con elogios excesivos:
“Elegimos a Michael Seewald como nuevo editor del Denzinger porque combina un conocimiento detallado de la historia teológica con una sutileza teológica sistemática. Su trabajo sobre el desarrollo del dogma se considera una obra de referencia en el campo y lo ha convertido en uno de los teólogos de habla alemana más solicitados del mundo”.
Hace unos días, León XIV ha dicho sobre la importancia del Catecismo y su raíz en la Tradición:
Todos hemos sido educados para creer gracias al testimonio de quienes creyeron antes que nosotros. Desde niños y adolescentes, pasando por jóvenes, hasta adultos y ancianos, los catequistas nos acompañan en la fe compartiendo un camino constante, como lo han hecho ustedes en estos días, en la peregrinación jubilar. Esta dinámica involucra a toda la Iglesia: de hecho, mientras el Pueblo de Dios engendra hombres y mujeres en la fe, “crece la comprensión, tanto de las cosas como de las palabras transmitidas, tanto con la contemplación y el estudio de los creyentes que las meditan en su corazón (cf. Lc 2, 19.51), como por la inteligencia dada por una experiencia más profunda de las cosas espirituales, como por la predicación de aquellos que, con la sucesión episcopal, han recibido un carisma seguro de la verdad” (Const. dogm. Dei Verbum, 8). En esta comunión, el Catecismo es el “instrumento de viaje” que nos protege del individualismo y las discordias, porque da testimonio de la fe de toda la Iglesia católica. Cada fiel colabora en su obra pastoral escuchando las preguntas, compartiendo las pruebas, sirviendo al deseo de justicia y verdad que habita en la conciencia humana.
La propuesta de Seewald sobre “evolución del dogma” es rahneriana, y rupturista con la Tradición. Ojalá los prejuicios ideológicos no lleven al traste esta magna obra como ha terminado ocurriendo con los documentos de la neo-Academia Pontificia por la Vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario