miércoles, 3 de septiembre de 2025

SACERDOTISAS EN EL ALTAR, SACERDOTES LATINOS EN EL EXILIO: BIENVENIDOS A LA IGLESIA DE LEÓN

Los “obispos” pueden entregar el cáliz a “sacerdotisas” lesbianas, pero los sacerdotes que dicen la misa en latín reciben suspensión, exilio o excomunión.

Por Chris Jackson


Cuando la blasfemia se vuelve “pastoral”

El “obispo” Raúl Vera López de Saltillo se ha superado. En el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, entregó las palabras de la consagración, la elevación del cáliz, el Evangelio y la homilía a una “sacerdotisa” anglicana lesbiana en un “matrimonio” sodomita. Una mujer con estola, susurrando las palabras de Cristo, elevando la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor para que el pueblo la adorara, mientras un “obispo” católico sonreía a su lado.

No se equivoquen, esto fue una profanación deliberada, una parodia blasfema del Santo Sacrificio de la Misa. El altar de Dios se convirtió en el escenario de una mentira grotesca: que las mujeres pueden ser sacerdotes, que la sodomía puede ser santa, que la herejía puede equipararse a la única fe verdadera. Y el propio “obispo” dio el permiso, el lugar y la aprobación.

En cualquier época católica sensata, Vera habría sido arrastrado ante el Santo Oficio, destituido y anatematizado. Gelasio e Inocencio habrían tronado contra él. Benedicto XIV lo habría llamado por su nombre: un sacrilegio que clama al cielo. En la cristiandad medieval, semejante profanación pública no solo habría significado la pérdida del cargo, sino también la vergüenza pública, el exilio o algo peor. La ofensa contra Dios es así de grave.

Pero en nuestra loca iglesia posconciliar, Vera sigue gozando de buena reputación. No hay suspensión. No hay investigación. Roma no le ha amonestado. En cambio, Vera cita Laudato si' como si un tratado sobre las emisiones de carbono santificara de alguna manera el hecho de entregar el cáliz a una “clériga” lesbiana. Incluso se atrevió a llamar a los críticos “cazadores de brujas”, como si la fidelidad al primer mandamiento fuera un delito de superstición.

(Ver el video aquí: https://x.com/mattlamb22/status/1961451320667144548?s=46&t=R4xyMNVYgeB6hu6jyd3HHA)

Ésta es la nueva “realidad pastoral”se celebra el sacrilegio, mientras se disciplina el catolicismo. Actúan con rapidez y decisión cuando la “ofensa” es ser “demasiado católico”

Aquí está el Catálogo de algunos de los “Condenados”:

Padre Sixto Eduardo Varela Santamaría — Costa Rica, 2021

¿Su delito? Decir el Novus Ordo en latín y ad orientem, tal como lo permiten las rúbricas. ¿Su castigo? Seis meses de suspensión y tratamiento psicológico. La reverencia castigada como patología.

Padre Jeremy Leatherby — Sacramento, 2020

¿Su delito? Omitir el nombre de Francisco del Canon y seguir oficiando misa a pesar de su suspensión. ¿Su castigo? Declararlo culpable de excomunión latae sententiae. Rápido, despiadado, definitivo.

Arzobispo Carlo Maria Viganò — 2024

¿Su delito? Declarar el Vaticano II un falso concilio y a Francisco un papa ilegítimo. ¿Su castigo? La excomunión por cisma. Es un hombre que cuando habló contra el modernismo fue interrumpido, mientras a Vera se le permite celebrar el sacrilegio sin consecuencia alguna.

El arzobispo Lefebvre, el obispo Castro de Mayer y los cuatro obispos de la FSSPX — 1988

¿Su delito? La consagración episcopal del arzobispo Lefebvre para preservar la misa tradicional y el sacerdocio. ¿Su castigo? Excomunión inmediata latae sententiae. Sin “misericordia”, sin “tolerancia”, sin “diálogo”.

Obispo Licínio Rangel — Brasil, 1991

¿Su delito? Continuar la línea lefebvrista. ¿Su castigo? La excomunión, que solo se levantó tras la reconciliación según las condiciones que le impuso Roma.

Padre Stephen Zigrang — Houston, 2002

¿Su delito? Ofrecer la misa tradicional en latín exclusivamente en su parroquia. ¿Su castigo? Suspendido por el “cardenal” Fiorenza. Con el tiempo se unió a los sacerdotes de Campos y luego a la FSSPX. La misa de su ordenación se convirtió en la causa de su exilio.

Padre Paul Wickens — Newark, décadas de 1980 y 1990

¿Su delito? Negarse a adherirse al Novus Ordo y fundar la capilla de San Antonio de Padua para los católicos fieles. ¿Su castigo? Suspendido por el “arzobispo” McCarrick, un hombre que posteriormente fue descubierto como depredador sexual. Wickens era fiel; McCarrick era un monstruo. Adivina a cuál de los dos toleró Roma.

Padre Marcel Guarnizo – Washington, DC, 2012

¿Su delito? Negarle la Sagrada Comunión a una mujer que mantenía una relación lésbica abierta en el funeral de su madre. ¿Su castigo? Suspendido y discretamente retirado del ministerio en la Arquidiócesis de Washington, con las autoridades eclesiásticas disculpándose con la lesbiana por su “falta de sensibilidad pastoral”. Un sacerdote castigado por defender el derecho canónico, mientras “obispos” como Vera profanan el altar sin consecuencias.

Padre Ronald Ringrose — Arlington, década de 1970 en adelante

¿Su delito? Negarse a recitar el Novus Ordo. ¿Su castigo? Despojado de sus facultades, obligado a ejercer su ministerio de forma independiente en San Atanasio, Virginia. Durante décadas, ha ofrecido a los fieles la misa de los santos sin la aprobación de Roma.

Dos pesos, dos medidas

La hipocresía no podría ser más flagrante. Sacerdotes que son suspendidos, excomulgados o expulsados ​​por defender la reverencia, el latín o la integridad de la fe. Pero un “obispo” que entrega el cáliz a una “pastora” lesbiana en el altar permanece intocable.

Roma se ensaña contra la tradición y ronronea el sacrilegio. No le falta voluntad para disciplinar, simplemente la reserva para los fieles católicos.

La lógica satánica

Esto no es casualidad. Es la diabólica inversión de la justicia. El sacrilegio promueve la Revolución Conciliar, por lo que se lo excusa. La Tradición expone esa Revolución como falsa, por lo que se la aplasta. El mensaje es clarísimo: si quieres misericordia, traiciona a Cristo. Si quieres ser condenado, sírvele a Cristo.

Vera se burló de quienes criticaron su sacrilegio diciendo que “ya hemos superado la era de la caza de brujas”. Tiene razón en cierto sentido: la caza de brujas ha cambiado de objetivo. Se acabaron las quemas de herejes. Solo los sacerdotes “demasiado católicos” se enfrentan a la hoguera ahora.

Por eso Vera aún goza de honor y retiro, mientras Varela está suspendido, Leatherby excomulgado, Viganò anatematizado, Rangel expulsado, Zigrang suspendido, Wickens silenciado y Ringrose despojado de sus facultades.

Ésta no es la disciplina de la Iglesia, es el castigo por la fidelidad.

La Roma moderna ya no custodia el altar. Lo profana. Y todo sacerdote que intenta preservar la fe es castigado en nombre de la “unidad”.


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