Por Matthew McCusker
¡Estupor causa oír tan gran atrevimiento en hacer tales afirmaciones, tamaña blasfemia! ¡Y, sin embargo, venerables hermanos, no son los incrédulos sólo los que tan atrevidamente hablan así; católicos hay, más aún, muchos entre los sacerdotes, que claramente publican tales cosas y tales delirios presumen restaurar la Iglesia! No se trata ya del antiguo error que ponía en la naturaleza humana cierto derecho al orden sobrenatural. Se ha ido mucho más adelante, a saber: hasta afirmar que nuestra santísima religión, lo mismo en Cristo que en nosotros, es un fruto propio y espontáneo de la naturaleza. Nada, en verdad, más propio para destruir todo el orden sobrenatural.
— Papa San Pío X, Pascendi Dominci Gregis, n° 8
En un artículo anterior expliqué cómo, en el reciente documento vaticano Dilexit Nos, Francisco propone una nueva devoción reparadora que tiene un fin completamente diferente a la devoción tradicional del Sagrado Corazón.
La devoción tradicional fue revelada por Nuestro Señor a Santa Margarita María, y durante más de tres siglos, ha sido practicada por la Iglesia Católica de acuerdo con la enseñanza y exhortaciones de los Romanos Pontífices. Esta auténtica devoción tiene como fin la salvación y santificación de las almas, mediante la reparación al Divino Corazón de Jesús por los sacrilegios, indiferencias e ingratitudes con que se le ofende.
La nueva devoción, que he llamado el “Corazón Social”, tiene como fin una agenda política centrada en el hombre y promueve la reparación del hombre para el hombre por los “pecados sociales” percibidos, en lugar de la reparación por las ofensas del hombre contra la infinita bondad y majestad de Dios.
El “Corazón Social” es una nueva devoción para una nueva religión. La devoción al Sagrado Corazón pertenece a la Iglesia Católica, y la devoción al “Corazón Social” pertenece a la nueva institución a la que Francisco y sus colaboradores llaman abiertamente “Iglesia Conciliar/Sinodal”.
En este artículo, examinaré más de cerca los fundamentos teológicos y filosóficos de Dilexit Nos. Este análisis nos ayudará a entender por qué Francisco ha transformado la tradicional devoción al Sagrado Corazón en la nueva devoción al “Corazón Social”.
Demostraré que Dilexit Nos se sustenta en la herejía del modernismo, tal como lo expuso y condenó el Papa San Pío X en su carta encíclica de 1907 Pascendi Dominici Gregis, cuya advertencia inicial nunca ha sido más relevante:
Hablamos, venerables hermanos, de un gran número de católicos seglares y, lo que es aún más deplorable, hasta de sacerdotes, los cuales, so pretexto de amor a la Iglesia, faltos en absoluto de conocimientos serios en filosofía y teología, e impregnados, por lo contrario, hasta la médula de los huesos, con venenosos errores bebidos en los escritos de los adversarios del catolicismo, se presentan, con desprecio de toda modestia, como restauradores de la Iglesia, y en apretada falange asaltan con audacia todo cuanto hay de más sagrado en la obra de Jesucristo, sin respetar ni aun la propia persona del divino Redentor, que con sacrílega temeridad rebajan a la categoría de puro y simple hombre [1].
La ambigüedad como arma
Los fundamentos modernistas de Dilexit Nos pueden no resultar obvios en una primera lectura del texto. El documento puede admitir distintas interpretaciones, según las secciones que se elijan para sustentar un argumento determinado. El texto en inglés, en el que se basa este artículo, consta, con notas a pie de página, de 31.359 palabras y se compone de cinco capítulos y doscientos veinte párrafos.La extensión misma del texto dificulta un análisis exhaustivo. Sin embargo, en el documento se pueden identificar tendencias subyacentes que entran en claro conflicto con la enseñanza auténtica de la Iglesia Católica.
Lo que hace que un texto como éste sea tan peligroso es la introducción de nociones modernistas mezcladas con la doctrina católica, en lugar de simplemente sustituirla. Quienes están detrás de este texto saben que cuando alguien señala los errores en un párrafo, un defensor ingenuo de la jerarquía podrá señalar algo ortodoxo en otro párrafo.
El padre Edward Schillebeeckx OP, teólogo liberal, reveló que un miembro de la comisión doctrinal del Concilio Vaticano Segundo le dijo:
Lo decimos diplomáticamente, pero después del concilio sacaremos las conclusiones implícitas [2].En otras palabras, los redactores de los documentos del Vaticano II incluyeron en los borradores declaraciones que eran suficientemente vagas y ambiguas para incluirlas en los textos finales, pero que los autores pretendían utilizar para extraer conclusiones más claramente heréticas en el momento oportuno.
Y esta táctica de ofuscación deliberada se remonta a mucho antes del Vaticano II.
Mi colega SD Wright ya ha demostrado cómo los enemigos de la fe han sido durante mucho tiempo maestros en el uso de esta técnica. Su artículo debería leerse íntegramente, pero aquí llamo la atención sobre la advertencia dada por el Papa San Pío X en Pascendi Dominici Gregis. En ese documento el Sumo Pontífice escribió:
Y como una táctica de los modernistas (así se les llama vulgarmente, y con mucha razón), táctica, a la verdad, la más insidiosa, consiste en no exponer jamás sus doctrinas de un modo metódico y en su conjunto, sino dándolas en cierto modo por fragmentos y esparcidas acá y allá, lo cual contribuye a que se les juzgue fluctuantes e indecisos en sus ideas, cuando en realidad éstas son perfectamente fijas y consistentes; ante todo, importa presentar en este lugar esas mismas doctrinas en un conjunto, y hacer ver el enlace lógico que las une entre sí, reservándonos indicar después las causas de los errores y prescribir los remedios más adecuados para cortar el mal [3].Y también advirtió:
... muchos de sus escritos y dichos parecen contrarios, de suerte que cualquiera fácilmente reputaría a sus autores como dudosos e inseguros. Pero lo hacen de propósito y con toda consideración, por el principio que sostienen sobre la separación mutua de la fe y de la ciencia. De aquí que tropecemos en sus libros con cosas que los católicos aprueban completamente; mientras que en la siguiente página hay otras que se dirían dictadas por un racionalista [4].Dilexit Nos, al igual que otros textos producidos por Francisco, ejemplifica este enfoque. Mezcla “cosas que los católicos aprueban completamente” con “otras [cosas] que se dirían dictadas por un racionalista” para promover su agenda con cierto grado de cobertura.
Pero como advierte un texto antiguo, citado por el Papa León XIII en su encíclica Satis Cognitum:
Aquellos que comparten muchas cosas en común con nosotros pueden fácilmente engañar a mentes inocentes, dedicadas únicamente a Dios, mediante asociaciones engañosas, defendiendo sus propias creencias corruptas apelando a las nuestras.Dilexit Nos está bien posicionado para “engañar fácilmente a las mentes inocentes” porque defiende las “propias creencias corruptas” de Francisco y sus colaboradores “apelando a las nuestras”.
Porque nada hay más peligroso que estos herejes, que parecen proceder correctamente en todo, pero con una sola palabra, como una gota de veneno, corrompen la fe pura y simple del Señor, y, por medio de ella, la tradición apostólica.
Por eso, debemos tener mucho cuidado de no permitir que nada de esto se infiltre secretamente en nuestro entendimiento o en nuestro oído, pues nada conduce más a la muerte que violar la fe bajo la apariencia de la fe misma. Así como el yeso mezclado con agua se asemeja falsamente al color de la leche, también una tradición hostil se infiltra bajo la apariencia de una profesión de fe creíble.
Por esta razón, no es la semejanza exterior de la profesión de fe lo que debe valorarse, sino la intención de la mente por la cual se establece la profesión misma. [5]
En Dilexit Nos, Francisco se apropia de aspectos de la devoción al Sagrado Corazón para administrar más fácilmente esa “gota de veneno” con la que puede “corromper la fe pura y sencilla del Señor”.
Es esa “gota de veneno” –y mucho más que una gota– que ya he expuesto en mi artículo anterior.
Ahora debemos proceder a examinar más de cerca los fundamentos filosóficos del tratamiento que Francisco da al Sagrado Corazón.
Ruego la indulgencia del lector si primero esbozo los principios fundamentales del modernismo tal como los describe San Pío X. Una vez comprendidos los fundamentos de esta herejía, será mucho más fácil ver cómo el enfoque adoptado por Francisco en Dilexit Nos lo ejemplifica.
¿Qué es el modernismo?
El modernismo es una herejía que se manifestó hacia fines del siglo XIX y que está en la raíz de la crisis que atraviesa la Iglesia hoy.
El fundamento principal del modernismo es la convicción de que el intelecto humano no puede asentir con certeza a ninguna proposición que esté más allá del alcance de los fenómenos sensoriales.
El Papa San Pío X enseñó:
Los modernistas establecen, como base de su filosofía religiosa, la doctrina comúnmente llamada agnosticismo. La razón humana, encerrada rigurosamente en el círculo de los fenómenos, es decir, de las cosas que aparecen, y tales ni más ni menos como aparecen, no posee facultad ni derecho de franquear los límites de aquéllas. Por lo tanto, es incapaz de elevarse hasta Dios, ni aun para conocer su existencia, de algún modo, por medio de las criaturas: tal es su doctrina [6]
Como resultado de su agnosticismo, el modernista no cree que el hombre pueda aceptar verdades dadas a conocer por Dios mediante revelación sobrenatural. En cambio, cree que la creencia y la práctica religiosas –incluidas la doctrina y la práctica católicas– sólo pueden ser la representación simbólica de experiencias humanas internas. Esto incluye devociones como la del Sagrado Corazón.
Como dice San Pío X:
El Papa San Pío X explicó:
Como dice San Pío X:
La religión, como todo hecho, exige una explicación. Pues bien: una vez repudiada la teología natural y cerrado, en consecuencia, todo acceso a la revelación al desechar los motivos de credibilidad; más aún, abolida por completo toda revelación externa, resulta claro que no puede buscarse fuera del hombre la explicación apetecida, y debe hallarse en lo interior del hombre; pero como la religión es una forma de la vida, la explicación ha de hallarse exclusivamente en la vida misma del hombre [7].El modernista cree que la religión comienza en un movimiento interno del corazón humano, un “sentimiento religioso”, y no en alguna revelación externa hecha por el Dios verdadero:
En efecto, todo fenómeno vital —y ya queda dicho que tal es la religión— reconoce por primer estimulante cierto impulso o indigencia, y por primera manifestación, ese movimiento del corazón que llamamos sentimiento. Por esta razón, siendo Dios el objeto de la religión, síguese de lo expuesto que la fe, principio y fundamento de toda religión, reside en un sentimiento íntimo engendrado por la indigencia de lo divino [8].Para el modernista, todas las doctrinas y dogmas religiosos tienen su origen en la conciencia del hombre, y por lo tanto, esta “revelación” personal debe tener precedencia sobre la autoridad docente de la Iglesia:
De aquí, por fin, la ley que erige a la conciencia religiosa en regla universal, totalmente igual a la revelación, y a la que todos deben someterse, hasta la autoridad suprema de la Iglesia, ya la doctrinal, ya la preceptiva en lo sagrado y en lo disciplinar [9].Según la teoría modernista, todos los aspectos de la doctrina católica y de la práctica religiosa se han desarrollado a lo largo del tiempo y, en última instancia, son sólo el producto de experiencias internas. San Pío X explica:
En consecuencia, el sentimiento religioso, que brota por vital inmanencia de los senos de la subconsciencia, es el germen de toda religión y la razón asimismo de todo cuanto en cada una haya habido o habrá. Oscuro y casi informe en un principio, tal sentimiento, poco a poco y bajo el influjo oculto de aquel arcano principio que lo produjo, se robusteció a la par del progreso de la vida humana, de la que es —ya lo dijimos— una de sus formas. Tenemos así explicado el origen de toda religión, aun de la sobrenatural: no son sino aquel puro desarrollo del sentimiento religioso. Y nadie piense que la católica quedará exceptuada: queda al nivel de las demás en todo [10].Así, para el modernista lo que la Iglesia enseña está determinado en última instancia por las experiencias humanas individuales:
Y si se pregunta en qué se apoya, finalmente, esta certeza del creyente, responden los modernistas: en la experiencia singular de cada hombre [11].En este sistema no queda nada de la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. Él fue simplemente un hombre que tuvo experiencias profundas que transmitió a sus discípulos y que han seguido desarrollándose a través de las generaciones, dando lugar al sistema religioso que vemos hoy. Este sistema no es fijo ni permanente, ni en su enseñanza ni en su práctica, y puede ser revisado siempre que las necesidades humanas lo requieran.
El Papa San Pío X explicó:
Las mismas causas que trajimos antes para explicar el origen de la fe hay que asignar a su progreso. A lo que hay que añadir ciertos hombres extraordinarios (que nosotros llamamos profetas, entre los cuales el más excelente fue Cristo), ya porque en su vida y palabras manifestaron algo de misterioso que la fe atribuía a la divinidad, ya porque lograron nuevas experiencias, nunca antes vistas, que respondían a la exigencia religiosa de cada época.
Mas la evolución del dogma se origina principalmente de que hay que vencer los impedimentos de la fe, sojuzgar a los enemigos y refutar las contradicciones. Júntese a esto cierto esfuerzo perpetuo para penetrar mejor todo cuanto en los arcanos de la fe se contiene. Así, omitiendo otros ejemplos, sucedió con Cristo: aquello más o menos divino que en él admitía la fe fue creciendo insensiblemente y por grados hasta que, finalmente, se le tuvo por Dios.En la evolución del culto, el factor principal es la necesidad de acomodarse a las costumbres y tradiciones populares, y también la de disfrutar el valor que ciertos actos han recibido de la costumbre.En fin, la Iglesia encuentra la exigencia de su evolución en que tiene necesidad de adaptarse a las circunstancias históricas y a las formas públicamente ya existentes del régimen civil. Así es como los modernistas hablan de cada cosa en particular [12].
Es por esto que, en Dilexit Nos, Francisco comienza examinando las necesidades y experiencias del corazón humano, en lugar de las enseñanzas de la Iglesia Católica, y luego procede a trazar el desarrollo histórico de la devoción basada en la experiencia de varios santos, hasta que finalmente presenta una nueva devoción basada en su interpretación de la experiencia del hombre moderno.
El enfoque, de principio a fin, es el del Modernismo.
De entrada hay que decir que el “corazón” es un tema perfectamente adecuado para la investigación psicológica y filosófica, pero desgraciadamente no se encuentra un tratamiento de este tipo en las páginas de Dilexit Nos.
El término “corazón” se utiliza quinientas doce veces en el texto, pero nunca se define adecuadamente. El propio Francisco escribe:
El enfoque, de principio a fin, es el del Modernismo.
El término "corazón" nunca se define
El término “corazón” se utiliza quinientas doce veces en el texto, pero nunca se define adecuadamente. El propio Francisco escribe:
Su significado es impreciso y no se le concedió un lugar específico en la vida humana. Quizás porque no era fácil colocarlo entre las ideas “claras y distintas” o por la dificultad que supone el conocimiento de uno mismo: pareciera que lo más íntimo es también lo más lejano a nuestro conocimiento [13].Lamentablemente, a pesar de la imprecisión admitida, se afirman muchas cosas extraordinarias sobre “el corazón”. El corazón es “el juez último” y “es necesario hablar nuevamente del corazón, apuntar hacia allí donde cada persona, de toda clase y condición, hace su síntesis; allí donde los seres concretos tienen la fuente y la raíz de todas sus demás potencias, convicciones, pasiones, elecciones” [14].
“El corazón también es capaz de unificar y armonizar tu historia personal, que parece fragmentada en mil pedazos, pero donde todo puede tener un sentido” [15].
Tales afirmaciones se hacen con gran confianza, sin ofrecer una definición clara de lo que es realmente el corazón o de cómo se relaciona con otros aspectos de la naturaleza humana. A veces parece que el “corazón” debe asociarse con el intelecto, a veces con la voluntad y otras veces con las emociones, los sentidos o la intuición. Pero nunca se aclara su relación precisa con estos aspectos de la naturaleza humana, todos los cuales tienen definiciones claras en la psicología escolástica. Finalmente, algunas de las afirmaciones son claramente contradictorias. Por ejemplo, se nos dice que el corazón es “el lugar de la sinceridad, donde no se puede engañar ni disimular”(Dilexit Nos 5), pero al mismo tiempo se cita la Escritura en el sentido de que “Nada más tortuoso que el corazón humano y no tiene arreglo: ¿quién puede penetrarlo?” (Jer 17:9) [16].
Como el texto carece de una definición clara del corazón y de su relación con aspectos más claramente definidos de la naturaleza humana, carece de un significado claro e inequívoco. Esta ambigüedad permite que Francisco y sus colaboradores lleven adelante su agenda con mayor facilidad.
Para tratarse de un texto que supuestamente explora las profundidades del corazón humano, el documento es notable por su banalidad y superficialidad. El primer capítulo consiste en poco más que un conjunto desordenado de citas, presentadas sin una estructura clara.
Si este documento no se hubiera presentado al mundo como “obra de un Papa”, nadie pensaría jamás en tomarlo en serio. Pero quizá Francisco sí tenga una idea del valor real de su texto, porque en el párrafo 7 ofrece un excelente resumen del mismo. Escribe:
Como metáfora, me permito recordar algo que ya narré en otra oportunidad: “Para carnaval, cuando éramos niños, la abuela nos hacía galletas, y era una masa muy liviana, liviana, era liviana esa masa que hacía. Luego la ponía en el aceite y la masa se inflaba, se inflaba, y cuando la comíamos estaba hueca. Esas galletas en el dialecto se llamaban “mentiras”. Y era precisamente la abuela quien nos explicaba la razón de ello: “estas galletas son como las mentiras, parecen grandes, pero no tienen nada dentro, no hay nada verdadero allí; no hay nada de sustancia” [17]Eso es exactamente lo que es Dilexit Nos. Es “grande” en tamaño, pero “vacío por dentro”; es al mismo tiempo “falso” e “irreal”.
Examinemos con más detalle algunos de los aspectos más problemáticos.
La primacía de la experiencia humana
El primer párrafo del primer capítulo establece la orientación fundamental del texto, planteando la cuestión de si el corazón es todavía un símbolo legítimo del amor de Jesucristo:
Para expresar el amor de Jesucristo suele usarse el símbolo del corazón. Algunos se preguntan si hoy tiene un significado válido [18].A esta pregunta hay que responderla apelando a las experiencias del hombre moderno:
Pero cuando nos asalta la tentación de navegar por la superficie, de vivir corriendo sin saber finalmente para qué, de convertirnos en consumistas insaciables y esclavizados por los engranajes de un mercado al cual no le interesa el sentido de nuestra existencia, necesitamos recuperar la importancia del corazón [19].El “corazón” que hay que redescubrir no es el Sagrado Corazón de Jesús, sino el corazón humano. Es a través de la consideración de las experiencias del corazón humano que podremos determinar el valor del corazón como símbolo significativo del amor divino. Por eso, el documento pasa inmediatamente a la consideración de estas experiencias. De ahí se sigue la reformulación del símbolo del Sagrado Corazón para hacerlo más “significativo” para el hombre moderno. Ya he explorado esta reformulación en mi artículo anterior.
Inmanencia vs. trascendencia
Ya hemos visto que San Pío X consideraba que el concepto de “inmanencia vital” era el núcleo del enfoque modernista.
El enfoque católico es trascendente. Mediante el uso de la razón, llegamos a conocer con certeza la existencia de cosas que están más allá del alcance inmediato de los sentidos. A través de la razón llegamos a saber que Dios existe, y podemos llegar a reconocer que se ha revelado en Jesucristo. Por el acto de fe, creemos sin dudar todas las doctrinas que nos propone el Magisterio de la Iglesia Católica.
El enfoque modernista es inmanente. Todo ocurre dentro del hombre. El hombre tiene experiencias internas, a las que da significado, y éstas se expresan externamente como conceptos religiosos. Estos conceptos son símbolos de la experiencia interna del hombre. No son conocimiento de realidades objetivas externas al hombre. Tienen su origen “en ese movimiento del corazón que llamamos sentimiento” [20].
El enfoque adoptado en Dilexit Nos es el del inmanentismo modernista. En el párrafo 8 Francisco escribe:
En lugar de procurar algunas satisfacciones superficiales y de cumplir un papel frente a los demás, lo mejor es dejar brotar preguntas decisivas [21].
Las “preguntas verdaderamente importantes de la vida” para Francisco son las siguientes:
Obsérvese bien la pregunta: “¿Qué sentido quiero dar a todas mis experiencias?”. En Dilexit Nos, es el hombre mismo quien da sentido subjetivo a sus propias experiencias, y el sentido dado procede de su propia voluntad. Es un proceso inmanente. Por eso, más adelante en el texto, Francisco escribe:
La “cuestión decisiva” para Francisco no es si Dios existe, si se ha revelado a la humanidad, si ha muerto en la cruz por nuestra salvación, o si pasaremos la eternidad unidos a Él o separados de Él. Para Francisco las preguntas más decisivas se refieren al sentido que damos a las experiencias de nuestro propio corazón.
Francisco observa con razón que “Esto ofrece consecuencias para la espiritualidad” [25].
Y, por lo tanto, inmediatamente después de esa declaración sigue la siguiente observación:
Todas las reglas y composiciones de lugar en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio tienen como fin a Dios. San Ignacio afirma explícitamente que el “principio y fundamento” de los ejercicios es el siguiente:
Hace ya más de cien años que San Pío X había señalado la importancia de este concepto del “misterio del corazón humano” en el pensamiento modernista. Explicó que para los modernistas el objeto de la fe no es el Dios trascendente sino más bien aquello que es misterioso, lo que él llama lo “incognoscible”. El modernista se siente atraído hacia este incognoscible, que se convierte para él en el objeto de la “fe”. San Pío X escribió:
De hecho, Francisco se refiere muy específicamente al “misterio del corazón humano” como lo “desconocido”, escribiendo que “algo inesperado y hasta ahora desconocido comienza a hablar en nuestro corazón”. Es este “desconocido” el que está en el corazón de los ejercicios espirituales, que, según él, “No se trata de discursos racionales que habría que llevar a la práctica, haciéndolos pasar a la vida” [31]. De esta manera, Francisco sustituye a Dios, la doctrina revelada y la ley moral por misterios supuestamente incognoscibles del corazón humano.
“quién soy realmente, qué busco, qué sentido quiero que tengan mi vida, mis elecciones o mis acciones; por qué y para qué estoy en este mundo, cómo querré valorar mi existencia cuando llegue a su final, qué significado quisiera que tenga todo lo que vivo, quién quiero ser frente a los demás, quién soy frente a Dios” [22].Y concluye:
“Estas preguntas me llevan a mi corazón” [23]Para Francisco, las respuestas a las preguntas “realmente importantes”, incluida nuestra relación con Dios, se encuentran en “el corazón”. No se encuentran en el uso de nuestra razón para descubrir verdades sobre Dios, ni en la aceptación de una Revelación Divina trascendente, sino en las experiencias inmanentes del corazón humano.
Obsérvese bien la pregunta: “¿Qué sentido quiero dar a todas mis experiencias?”. En Dilexit Nos, es el hombre mismo quien da sentido subjetivo a sus propias experiencias, y el sentido dado procede de su propia voluntad. Es un proceso inmanente. Por eso, más adelante en el texto, Francisco escribe:
“Por eso, frente al propio misterio personal, quizás la pregunta más decisiva que cada uno podría hacerse es: ¿tengo corazón?” [24].Ésta es “la pregunta más decisiva” porque el hombre encuentra el sentido de su propia vida en los movimientos de su propio corazón.
La “cuestión decisiva” para Francisco no es si Dios existe, si se ha revelado a la humanidad, si ha muerto en la cruz por nuestra salvación, o si pasaremos la eternidad unidos a Él o separados de Él. Para Francisco las preguntas más decisivas se refieren al sentido que damos a las experiencias de nuestro propio corazón.
Las implicaciones de este enfoque
Francisco observa con razón que “Esto ofrece consecuencias para la espiritualidad” [25].
Y, por lo tanto, inmediatamente después de esa declaración sigue la siguiente observación:
Por ejemplo, la teología de los Ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola tiene por principio el affectus. Lo discursivo se construye sobre un querer fundamental —con toda la fuerza del corazón— que da potencia y recursos a la tarea de reorganizar la vida [26].Continúa:
Las reglas y composiciones de lugar que implementa Ignacio obran en función de un “fundamento” distinto de ellas, lo desconocido del corazón [27].Aquí comienza la distorsión que hace Francisco de la enseñanza de San Ignacio de Loyola, para sustituir un enfoque católico y trascendente por un enfoque modernista e inmanente.
Todas las reglas y composiciones de lugar en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio tienen como fin a Dios. San Ignacio afirma explícitamente que el “principio y fundamento” de los ejercicios es el siguiente:
El hombre es creado para alabar, reverenciar y servir a Dios nuestro Señor, y por este medio salvar su alma [28].Pero Francisco explícitamente reemplaza “Dios” por el “misterio del corazón humano”, es decir, reorienta la vida espiritual hacia la exploración inmanente de los misterios del propio corazón, y la aleja de la consecución de la unión con el Dios trascendente a través de la mediación sobre las verdades reveladas.
Hace ya más de cien años que San Pío X había señalado la importancia de este concepto del “misterio del corazón humano” en el pensamiento modernista. Explicó que para los modernistas el objeto de la fe no es el Dios trascendente sino más bien aquello que es misterioso, lo que él llama lo “incognoscible”. El modernista se siente atraído hacia este incognoscible, que se convierte para él en el objeto de la “fe”. San Pío X escribió:
Porque lo incognoscible, de que hablan, no se presenta a la fe como algo aislado o singular, sino, por lo contrario, con íntima dependencia de algún fenómeno, que, aunque pertenece al campo de la ciencia y de la historia, de algún modo sale fuera de sus límites [29].Continúa señalando que el hombre mismo puede ser lo “incognoscible” a lo que tiende su “fe”:
ya sea ese fenómeno un hecho de la naturaleza, que envuelve en sí algún misterio, ya un hombre singular cuya naturaleza, acciones y palabras no pueden explicarse por las leyes comunes de la historia [30].Por eso Francisco sustituye “Dios” por el “misterio del corazón humano” como objeto hacia el cual el hombre se dirige en la vida espiritual.
De hecho, Francisco se refiere muy específicamente al “misterio del corazón humano” como lo “desconocido”, escribiendo que “algo inesperado y hasta ahora desconocido comienza a hablar en nuestro corazón”. Es este “desconocido” el que está en el corazón de los ejercicios espirituales, que, según él, “No se trata de discursos racionales que habría que llevar a la práctica, haciéndolos pasar a la vida” [31]. De esta manera, Francisco sustituye a Dios, la doctrina revelada y la ley moral por misterios supuestamente incognoscibles del corazón humano.
Es pues evidente la adopción por parte de Francisco del mismo enfoque identificado y condenado por san Pío X.
'Corazón' vs. intelecto y voluntad
A lo largo del texto, Francisco establece una distinción artificial entre el “corazón” y las facultades racionales del hombre, el intelecto y la voluntad.
Un análisis filosófico serio del “corazón” consideraría la integración de todos los aspectos del hombre –cuerpo, sentidos externos e internos, apetitos emocionales, intelecto, voluntad– como un todo. Por el contrario, Francisco los desmembra, oponiendo su propio concepto del “corazón” a las facultades más elevadas del hombre: el intelecto y la voluntad.
Este tipo de separación entre afectividad e intelecto tiene reminiscencias del modernismo condenado por San Pío X. San Pío X señala cómo los modernistas rechazan las conclusiones de la filosofía y la teología fundamental como “intelectualismo, sistema que, según ellos, excita compasiva sonrisa y está sepultado hace largo tiempo” [32]. El modernista, como hemos visto, no cree que el intelecto pueda alcanzar un conocimiento cierto de las verdades más allá del alcance de los fenómenos sensoriales, y cree que los conceptos religiosos surgen de movimientos del corazón conocidos como sentimientos.
Esto se manifiesta claramente en las siguientes palabras de Francisco:
Allí donde el filósofo detiene su pensamiento, el corazón creyente ama, adora, pide perdón y se ofrece a servir en el lugar que el Señor le da a elegir para que lo siga. Entonces entiende que es el tú de Dios, y que puede ser un yo porque Dios es un tú para él. El hecho es que sólo el Señor nos ofrece tratarnos como un tú siempre y para siempre [33].Es notable que en este pasaje Francisco adopte exactamente la misma distinción entre “filósofo” y “creyente” que San Pío X considera característica del Modernismo.
Aquel gran pontífice escribió:
Para mayor claridad en materia tan compleja, preciso es advertir ante todo que cada modernista presenta y reúne en sí mismo variedad de personajes, mezclando, por decirlo así, al filósofo, al creyente, al apologista, al reformador; personajes todos que conviene distinguir singularmente si se quiere conocer a fondo su sistema y penetrar en los principios y consecuencias de sus doctrinas [34].El santo prosigue luego tratando la distinción entre “creyente” y “filósofo”. Explica que el modernista como filósofo no puede aceptar como verdad objetiva ningún concepto religioso a causa de su doctrina del agnosticismo, por lo que para expresar la doctrina católica debe asumir el papel de “creyente”. El Papa explica:
Si, pasando al creyente, se desea saber en qué se distingue, en el mismo modernista, el creyente del filósofo, es necesario advertir una cosa, y es que el filósofo admite, sí, la realidad de lo divino como objeto de la fe; pero esta realidad no la encuentra sino en el alma misma del creyente, en cuanto es objeto de su sentimiento y de su afirmación: por lo tanto, no sale del mundo de los fenómenos. Si aquella realidad existe en sí fuera del sentimiento y de la afirmación dichos, es cosa que el filósofo pasa por alto y desprecia. Para el modernista creyente, por lo contrario, es firme y cierto que la realidad de lo divino existe en sí misma con entera independencia del creyente. Y si se pregunta en qué se apoya, finalmente, esta certeza del creyente, responden los modernistas: en la experiencia singular de cada hombre [35].En resumen: el creyente debe encontrar los objetos de la creencia religiosa en su propia experiencia individual de los sentimientos de su propio corazón, porque no puede encontrarlos fuera de sí mismo.
Por eso Francisco escribe:
Allí donde el filósofo detiene su pensamiento, el corazón creyente ama, adora [36].El “creyente”, para Francisco, no se acerca a Dios con el pensamiento sino con el corazón, por las razones que explica san Pío X: “esta realidad no la encuentra sino en el alma misma del creyente, en cuanto es objeto de su sentimiento y de su afirmación: por lo tanto, no sale del mundo de los fenómenos” [37].
La distorsión del cardenal Newman
De la misma manera que intentó incorporar a San Ignacio de Loyola a su causa, Francisco también distorsiona los escritos de John Henry Newman. Francisco escribe:
John Henry Newman tomó como lema la frase “Cor ad cor loquitur”, porque más allá de toda dialéctica, el Señor nos salva hablando a nuestro corazón desde su Corazón sagrado. Esta misma lógica hacía que para él, gran pensador, el lugar del encuentro más hondo consigo mismo y con el Señor no fuera la lectura o la reflexión, sino el diálogo orante, de corazón a corazón, con Cristo vivo y presente [38].Newman sin duda estaría de acuerdo en que la oración es un encuentro con Dios más elevado que la reflexión intelectual, pero la distinción artificial entre “nuestro corazón” y “nuestra reflexión” es ajena al pensamiento genuino de Newman.
Para Newman la oración comienza con el dogma, las verdades que Dios nos ha revelado, tal como sucede en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. En su sermón “Sobre las glorias de María por amor a su Hijo”, escribe sobre la manera en que la oración surge de la meditación sobre las verdades reveladas:
Las grandes verdades de la Revelación están todas conectadas entre sí y forman un todo. Todo el mundo puede ver esto en cierta medida incluso a primera vista, pero para comprender la coherencia y armonía plenas de la enseñanza católica se requiere estudio y meditación. Por eso, así como los filósofos de este mundo se entierran en museos y laboratorios, descienden a las minas o vagan por los bosques o por la orilla del mar, así el investigador de las verdades celestiales habita en la celda y el oratorio, derramando su corazón en oración, recogiendo sus pensamientos en la meditación, deteniéndose en la idea de Jesús, o de María, o de la gracia, o de la eternidad, y ponderando las palabras de los hombres santos que lo han precedido, hasta que ante su vista mental surge la sabiduría oculta de los perfectos, “que Dios predestinó antes del mundo para nuestra gloria”, y que “les revela por medio de su Espíritu” [39].Y dirigiéndose a los escolares sobre el tema del rosario, expresó la misma idea en términos más sencillos:
El gran poder del Rosario consiste en que convierte el Credo en oración. Es cierto que el Credo es en cierto sentido una oración y un gran acto de homenaje a Dios, pero el Rosario nos da a meditar las grandes verdades de su vida y de su muerte y las acerca a nuestro corazón. De este modo contemplamos todos los grandes misterios de su vida y de su nacimiento en el pesebre, y también los misterios de su sufrimiento y de su vida gloriosa [40].Para Newman, la religión es necesariamente dogmática. En su Apología Pro Vita Sua, Newman escribe:
Mi lucha fue contra el liberalismo; por liberalismo entiendo el principio antidogmático y sus desarrollos. Éste fue el primer punto del que estuve seguro… Sobre este primer punto tengo la satisfacción de sentir que no tengo nada de qué retractarme, ni de qué arrepentirme… He cambiado en muchas cosas; en ésta no. Desde los quince años, el dogma ha sido el principio fundamental de mi religión: no conozco otra religión; no puedo aceptar la idea de ninguna otra clase de religión; la religión, como mero sentimiento, es para mí un sueño y una burla [41].Pero para Francisco, como para todos los modernistas, la religión no surge de verdades conocidas por el intelecto, sino de los sentimientos del corazón. Como escribe Francisco:
No se trata de discursos racionales que habría que llevar a la práctica, haciéndolos pasar a la vida, de modo que la afectividad y la práctica serían simplemente consecuencias —en dependencia— de conocimientos asegurados [42].Pero la práctica de la fe católica es precisamente el efecto de – y depende de – los datos de la Revelación Divina.
¿La devoción al Sagrado Corazón proviene de la experiencia humana?
Francisco sostiene que la devoción al Sagrado Corazón se deriva de la experiencia humana, pues, como ya se explicó, toda doctrina y práctica religiosa tiene su origen, en última instancia, en la experiencia individual del hombre en su papel de “creyente”.
Para encontrar alguna justificación a esta posición cita al Papa Pío XI:
Pío XI presentaba esta devoción como una suma de la experiencia de fe cristiana [43].Sin embargo, la nota a pie de página revela que el Papa Pío XI no dijo nada parecido. En el pasaje citado por Francisco para apoyar esta afirmación, Pío XI enseñó en realidad:
¿no es verdad que se contiene la suma de toda la Religión y aun la norma de vida más perfecta, como que más expeditamente conduce los ánimos a conocer íntimamente a Cristo Señor Nuestro, y los impulsa a amarlo más vehementemente, y a imitarlo con más eficacia? [44].Al igual que san Ignacio y John Henry Newman, Francisco distorsiona el sentido de la fuente que cita. Pío XI no dice nada en absoluto sobre la devoción “como una 'suma' de la experiencia de la fe cristiana”, sino más bien como “la suma de toda religión”. La religión es la virtud por la cual se rinde el debido honor a Dios [45].
De este modo, el Papa Pío XI alaba la devoción tradicional al Sagrado Corazón como un acto supremo de religión, que rinde el debido honor a Dios, y no de ninguna manera como la “suma” de “la experiencia de la fe cristiana”. Pero para el modernista, la religión no es nada más que “experiencia”. De este modo, Francisco reinterpreta la enseñanza del Papa Pío XI a través de una lente modernista.
La palabra “experiencia” se encuentra cincuenta veces en el texto. Y la enseñanza y la práctica de los santos y escritores a los que se hace referencia en Francisco a lo largo del capítulo cuatro de Dilexit Nos se presentan constantemente como originadas en sus “experiencias”. De esta manera, el desarrollo de la devoción al Sagrado Corazón se hace principalmente contingente a una sucesión de experiencias individuales. Esta “experiencia” se contrasta a menudo con conceptos intelectuales, como cuando Francisco escribe que a los misioneros “les duele perder el tiempo discutiendo cuestiones secundarias o imponiendo verdades y normas, porque su mayor preocupación es comunicar lo que ellos viven” [46].
Es decir, para Francisco la fe no consiste primariamente en verdades, sino en “experiencias”. Y, en última instancia, Francisco sitúa el fin de la vida cristiana en las experiencias internas. En la penúltima sección del documento, escribe:
Si te atreves, él te iluminará. Él te acompañará y te fortalecerá, y vivirás una valiosa experiencia que te hará mucho bien [47].La religión modernista de Francisco conduce, en el mejor de los casos, a “una experiencia que te hará mucho bien”. ¡Qué diferente de la verdadera Religión Católica, que conduce a la vida eterna!
Cristo inmanente en la historia humana
En mi artículo anterior analicé la manera en que Francisco asocia el Sagrado Corazón de Jesús con el “Punto Omega” de Teilhard de Chardin, sacerdote jesuita y paleontólogo francés cuyos escritos buscaban reinterpretar la doctrina católica a la luz de la teoría de la evolución.
Teilhard de Chardin, otro de los modernistas admirados por Bergoglio
En definitiva, este Corazón sagrado es el principio unificador de la realidad, porque “Cristo es el corazón del mundo; su Pascua de muerte y resurrección es el centro de la historia, que gracias a él es historia de salvación”. Todas las criaturas “avanzan, junto con nosotros y a través de nosotros, hacia el término común, que es Dios, en una plenitud trascendente donde Cristo resucitado abraza e ilumina todo” [48].También observé que el significado de este pasaje sería muy claro para aquellos familiarizados con las teorías de Teilhard de Chardin.
Teilhard de Chardin consideraba que la humanidad se encontraba en un proceso de evolución hacia lo que él llamaba el “Punto Omega”, que identificaba con Cristo. Veía a la humanidad, de hecho al universo entero, como en evolución hacia este “Cristo” como punto final del proceso evolutivo. Baste decir que la comprensión de De Chardin sobre la naturaleza de Cristo es completamente diferente a la que infaliblemente propone para nuestra fe la Iglesia Católica.
En Dilexit Nos, Francisco identifica al Sagrado Corazón como el “Punto Omega” hacia el cual se dirige la humanidad. El hecho de que Francisco pretenda que este párrafo se entienda a la luz de las teorías de De Chardin queda explícito en la segunda cita del párrafo citado anteriormente. Esta cita está tomada del párrafo 83 de Laudato Si, que hace referencia a “la contribución del padre Teilhard de Chardin”.
La parte final del párrafo 31 del Dilexit Nos dice:
pido al Señor que una vez más tenga compasión de esta tierra herida, que él quiso habitar como uno de nosotros. Que derrame los tesoros de su luz y de su amor, para que nuestro mundo que sobrevive entre las guerras, los desequilibrios socioeconómicos, el consumismo y el uso antihumano de la tecnología, pueda recuperar lo más importante y necesario: el corazón [49].En este punto, Francisco es muy explícito al afirmar que “lo más importante y necesario” es el corazón, y no el Sagrado Corazón de Jesús, sino el corazón de “nuestro mundo”. La oración de Francisco no es para que la humanidad alcance la unión con el Corazón Divino, sino que recupere su corazón puramente humano. El hombre es el alfa y el omega del Dilexit Nos. Dios es, en el mejor de los casos, sería un instrumento para alcanzar un bien humano puramente natural.
La teoría del Punto Omega de Teilhard de Chardin es un ejemplo de inmanencia modernista. Postula un “Cristo cósmico” como punto final de la evolución del universo. Concibe a Cristo como una fuerza dentro del universo creado que culmina en un estado final de máxima complejidad y conciencia.
Al asociar el “Sagrado Corazón” con el “Punto Omega”, Francisco parecería plantear el Sagrado Corazón como el punto final de la evolución y el desarrollo humanos. El Sagrado Corazón es aquello hacia lo que se dirige el corazón humano a medida que se desarrolla la sociedad humana. Parece representar, para Francisco, simplemente la culminación del progreso humano. Por ello, presenta su “nueva forma” de devoción al Sagrado Corazón, que no se ocupa del culto al Dios verdadero y trascendente, sino del progreso político, social y económico de la humanidad.
De este modo, Francisco hace precisamente lo que nos advirtió san Pío X hace más de un siglo:
Se ha ido mucho más adelante, a saber: hasta afirmar que nuestra santísima religión, lo mismo en Cristo que en nosotros, es un fruto propio y espontáneo de la naturaleza [50].
Notas:
1) Papa San Pío X, Pascendi Dominci Gregis, nº 1.
2) Para la fuente y el contexto de la observación del P. Schillebeeckx, véase aquí: https://dominicansavrille.us/little-catechism-of-the-second-vatican-council-part-two/.
3) Papa San Pío X, Pascendi Dominci Gregis, nº 3.
4)Papa San Pío X, Pascendi Dominci Gregis, nº 17.
5) El texto es del Tract. de Fide Orthodoxa contra Arrianos. Nota 52 de Satis Cognitum. La traducción es del artículo de SD Wright.
6) Papa San Pío X, Pascendi Dominci Gregis, nº 4.
7) Papa San Pío X, Pascendi Dominci Gregis, nº 5.
5) El texto es del Tract. de Fide Orthodoxa contra Arrianos. Nota 52 de Satis Cognitum. La traducción es del artículo de SD Wright.
6) Papa San Pío X, Pascendi Dominci Gregis, nº 4.
7) Papa San Pío X, Pascendi Dominci Gregis, nº 5.
8) Papa San Pío X, Pascendi Dominci Gregis, nº 5.
9) Papa San Pío X, Pascendi Dominci Gregis, nº 6.
10) Papa San Pío X, Pascendi Dominci Gregis, nº 8.
11) Papa San Pío X, Pascendi Dominci Gregis, nº 12.
12) Papa San Pío X, Pascendi Dominci Gregis, nº 25.
13) Francisco, Dilexit Nos, n° 10.
14 Francisco, Dilexit Nos, nº 9.
15) Francisco, Dilexit Nos, n° 19.
16) Francisco, Dilexit Nos, n° 6.
17) Francisco, Dilexit Nos, n° 7.
18) Francisco, Dilexit Nos, nº 2.
19) Francisco, Dilexit Nos, nº 2.
20) Papa San Pío X, Pascendi Dominci Gregis, n.º 5.
21) Francisco, Dilexit Nos, nº 8.
21) Francisco, Dilexit Nos, nº 8.
22) Francisco, Dilexit Nos, nº 8.
23) Francisco, Dilexit Nos, nº 8.
24) Francisco, Dilexit Nos, n° 23.
25) Francisco, Dilexit Nos, nº 24
24) Francisco, Dilexit Nos, n° 23.
25) Francisco, Dilexit Nos, nº 24
26) Francisco, Dilexit Nos, nº 24
27) Francisco, Dilexit Nos, nº 24.
28) San Ignacio de Loyola, “Principio y fundamento”, Ejercicios Espirituales
29) Papa San Pío X, Pascendi Dominci Gregis, n.º 7.
30) Papa San Pío X, Pascendi Dominci Gregis, n.º 7.
31) Francisco, Dilexit Nos, nº 24.
32) Papa San Pío X, Pascendi Dominci Gregis, n.º 4.
33) Francisco, Dilexit Nos, n° 25.
34) Papa San Pío X, Pascendi Dominci Gregis, n.º 3.
35) Papa San Pío X, Pascendi Dominci Gregis, n.° 12.
36) Francisco, Dilexit Nos, n° 25.
37) Papa San Pío X, Pascendi Dominci Gregis, n.° 12.
38) Francisco, Dilexit Nos, n° 26.
37) Papa San Pío X, Pascendi Dominci Gregis, n.° 12.
38) Francisco, Dilexit Nos, n° 26.
39) Cardenal John Henry Newman, “On the Glories of Mary for the Sake of His Son”, Discourses to Mixed Congregations. Disponible en: https://www.newmanreader.org/works/discourses/discourse17.html.
40) Remarks made to schoolboys, Feast of the Holy Rosary (Comentarios hechos a los escolares, Fiesta del Santo Rosario), 1879. Disponible en: https://www.newmanreader.org/works/sayings/file2.html.
41) Cardenal John Henry Newman, Apologia Pro Vita Sua, (Londres, 1845). Disponible en: https://www.newmanreader.org/works/apologia65/chapter2.html.
42) Francisco, Dilexit Nos, n° 24.
43) Francisco, Dilexit Nos, n° 79.
44) Papa Pío XI, Miserentissimus Redemptor, n.º 3.
45) Véase Santo Tomás de Aquino, ST II.II q. 81 a.2.
46) Francisco, Dilexit Nos, nº 209.
47) Francisco, Dilexit Nos, n° 216.
48) Francisco, Dilexit Nos, n° 31.
49 Francisco, Dilexit Nos, n° 31.
50) Papa San Pío X, Pascendi Dominci Gregis, n.º 8.
Life Site News
50) Papa San Pío X, Pascendi Dominci Gregis, n.º 8.
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