Por William Kilpatrick
Espero que el título de este artículo no suene a teoría conspirativa, pero si así fuera, tenga en cuenta que no todas las conspiraciones son teorías. Muchas de ellas han sido comprobadas a fondo.
El encubrimiento al que me refiero es el esfuerzo altamente exitoso por parte de los líderes de la Iglesia (la Iglesia Católica en particular), el gobierno, los medios de comunicación y la academia para restar importancia a la naturaleza agresiva del Islam y presentarlo en cambio como “un modelo de moderación”.
Este encubrimiento no refleja necesariamente una colusión entre estas cuatro instituciones, pero, ya sea trabajando juntas o por separado, han ayudado a crear una mentalidad que hace casi imposible entender el Islam.
Desglosándolo
En particular, la mentalidad occidental tiene dificultades para comprender la doctrina islámica de la yihad, que sostiene que quienes luchan y matan a los infieles por la causa de Alá serán recompensados en el paraíso. En la ley sharia, la yihad se define como “la guerra contra los no musulmanes” con el fin de “establecer la religión” (Reliance of the Traveller, 9.0).
Existen también otras definiciones. Por ejemplo, la yihad suele definirse como “una lucha interior para mejorarse a sí mismo”. Sin embargo, el hecho de que quienes gozan de mayor honor en el mundo musulmán sean “los mártires” —aquellos que realmente han luchado y matado (y han sido asesinados) por la causa de Alá— sugiere que la yihad que más cuenta implica violencia.
En cambio, las élites occidentales insisten en que “la violencia no tiene nada que ver con el Islam”. Como afirmó Francisco en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium de 2013, “el Islam auténtico y una lectura correcta del Corán se oponen a toda forma de violencia”.
¿Ha leído Francisco alguna vez el Corán o se ha limitado a confiar en las garantías de su buen amigo y compañero de diálogo, Ahmed Al-Tayeb, el Gran Imán de Al-Azhar? Sea como fuere, a la mayoría de los católicos no pareció importarles. Lo que dijo Francisco parecía encajar perfectamente con lo que a los católicos ya se les había enseñado sobre el Islam desde mediados de los años 60.
Enseñanzas católicas sobre el Islam
Durante la mayor parte de los últimos 1.400 años, los católicos habían considerado al Islam como un enemigo al que había que temer y combatir. Luego, en un cambio repentino, los líderes de la Iglesia comenzaron a defenderlo. Según la nueva visión “ilustrada”, el Islam no es tan malo después de todo. De hecho, según muchos “teólogos católicos”, las dos religiones tienen tanto en común que podrían considerarse religiones hermanas con valores compartidos.
La primera manifestación pública de este cambio de actitud hacia el Islam ocurrió durante el concilio Vaticano II con la promulgación en 1965 de Nostra Aetate, un breve documento que enfatizaba los puntos en común entre el Islam y el cristianismo e ignoraba las profundas diferencias entre ambos.
A pesar de sus deficiencias, Nostra Aetate marcó rápidamente la pauta en la enseñanza católica sobre el Islam. Un cambio de actitud similar se estaba produciendo en las principales iglesias protestantes, pero debido en parte al interés desmesurado de los medios de comunicación por los asuntos católicos, la imagen idealizada del Islam que presentaba ganó más atención.
Una institución católica en particular –la Escuela de Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown– probablemente desempeñó un papel clave en el pulido de la imagen del Islam. Las sucesivas administraciones de Washington habían dependido durante mucho tiempo de ella para obtener información y asesoramiento especializado sobre asuntos internacionales. Desafortunadamente, el Centro para el Entendimiento Musulmán-Cristiano de Georgetown, que funcionaba en la Escuela de Servicio Exterior, se vio comprometido por una donación masiva del príncipe saudí Alwaleed Bin Talal. Con el tiempo, como lo demuestra su enfoque actual sobre la amenaza de la “islamofobia”, el Centro se convirtió en poco más que un apologista del Islam.
Disculpando el 11 de septiembre
El cambio de actitud hacia el Islam que comenzó con el concilio Vaticano II ayuda a explicar la reacción mixta del país ante el 11 de septiembre. Al principio, había miedo a todo lo islámico, pero en un plazo relativamente breve, los políticos estadounidenses, junto con educadores y presentadores de televisión, iniciaron una campaña para exonerar a esa religión de toda culpa por el 11 de septiembre.
El presidente George W. Bush proclamó erróneamente que “islam” significa “paz”, cuando en realidad “islam” significa “sumisión”. Los editores de libros de texto tuvieron a bien reescribir los libros de historia para presentar la historia islámica en términos elogiosos. Las personalidades de los medios de comunicación hicieron lo mismo y pronto lograron convencer al público de que la “islamofobia” era una amenaza mucho mayor que la violencia islámica.
Mientras tanto, gracias a la influencia de Nostra Aetate, los católicos ya habían sido adoctrinados en la misma línea. Aprendieron que “el Islam significa paz”, que “los musulmanes reverencian a Jesús y honran a María”, y practican “el mismo código moral que siguen los cristianos”.
De este modo, muchos católicos, si no la mayoría, aceptaron la opinión predominante de que el 11 de septiembre “no tenía nada que ver con el Islam”. Muchos llegaron a creer que el Islam verdadero y pacífico había sido secuestrado por un “puñado” de radicales que habían malinterpretado su religión.
Las mentiras tienen consecuencias mortales
Lamentablemente, la explicación simplista del “secuestro” que se utilizó para explicar el 11 de septiembre se convirtió en el modelo para explicar prácticamente todos los incidentes de la yihad islámica posteriores. Hoy en día, casi todas las yihad violentas se justifican como si no tuvieran nada que ver con las creencias islámicas: o bien el yihadista entendió mal el Islam, era un enfermo mental o era un “lobo solitario” sin ninguna conexión real con la comunidad islámica.
En resumen, cualquier explicación que quite peso a las enseñanzas del Islam les servirá, pero si se ignora el motivo real de estos ataques terroristas, estos continuarán y probablemente se intensificarán. No se encontrará ningún remedio real hasta que se aborde el verdadero problema.
Continúa...
No hay comentarios:
Publicar un comentario