miércoles, 15 de enero de 2025

EL PUEBLO NUNCA HACE UNA REVOLUCIÓN

Los marxistas siempre dicen que son los pobres los que hacen las revoluciones, pero la clase que hizo la Revolución Francesa fue la clase rica, la burguesía.

Por Marian T. Horvat


Las semillas de la Revolución fueron, en su mayor parte, sembradas y cultivadas por los nobles de la corte, muchos miembros del clero, intelectuales y la alta burguesía. Los estudios muestran que ni siquiera el 10% de la población francesa estaba a favor de la Revolución. La gente corriente, la gente común, siempre se opuso a la Revolución porque apoyaba a la Iglesia y se aferraba a su forma de vida tradicional (1).

Incluso en nuestros días, los líderes revolucionarios siempre hacen parecer que la gente común es la que inicia y apoya las revoluciones. Pero es un hecho bien conocido que unos pocos hombres pueden llevar a una multitud a hacer algo que la multitud no quiere hacer.

Así lo afirmó George Jacques Danton, uno de los principales líderes revolucionarios de la Revolución Francesa, que se convertiría en una de sus víctimas en la guillotina en 1794, el mismo año en que fueron martirizadas las 16 carmelitas de Compiègne.

Los franceses obtuvieron la victoria contra los Países Bajos austríacos a finales de abril de 1792 en lo que se dio en llamar la Guerra de la Primera Coalición. Los revolucionarios belgas que deseaban iniciar una revolución en su propio país consultaron al fogoso orador Danton. Pensaban que si conseguían persuadir a Danton para que hablara, el pueblo se inflamaría y se rebelaría.

Pero Danton respondió: “¿Qué? Los principios de igualdad y libertad están bien para tus libros. ¡Pero no haces una revolución con ellos! Para hacer una revolución necesitas bandidos pagados. Consíguemelos y luego haré una revolución para ti” (2).

Danton nos dejó muchas declaraciones prosaicas que explican la verdadera naturaleza de la revolución. Esta es una de sus más famosas: “En las revoluciones, la autoridad permanece con los mayores sinvergüenzas” (3).

Débil reacción a la Revolución Francesa

Es un hecho lamentable que la Revolución Francesa no sea rechazada como debería en los libros de texto y conferencias católicas. Las reacciones blandas han llevado a la caída de las monarquías, a la Revolución Comunista y al estado caótico del mundo actual, donde la fe en la democracia está decayendo rápidamente, preparando el escenario para el Nuevo Orden Mundial ya deseado por los arquitectos detrás de la Revolución Francesa (4).

En teoría, algunos principios de la Revolución Francesa fueron condenados por la Iglesia, por ejemplo, el laicismo y, en menor grado, el igualitarismo. Pero la reacción no fue suficiente para sofocar la creciente propaganda que difundía esos principios revolucionarios.

Años después de la Revolución, la política de Ralliement de León XIII, que buscaba una reconciliación de la Iglesia con el mundo moderno, fomentó el laicismo. Esta política tenía como objetivo reconciliar a la Iglesia con la Tercera República secular y masónica de Francia, admitiendo que la Iglesia podía apoyar las instituciones republicanas.

El espíritu del laicismo, especialmente en los Estados Unidos, donde los patriotas buscaron justificar su propia Revolución Americana, generó una débil condena de la Revolución Francesa, incluso entre los católicos acérrimos. Se inventó el poderoso mito de que la Revolución sólo era malvada en su lado violento. Una vez que terminó su fase brutal y sanguinaria, legó a la humanidad los principios válidos de igualdad y libertad que influyeron no sólo en nuestra república, sino en la estructura política de las democracias de todo el mundo.

El rechazo de Edmund Burke a la Revolución fue débil

Un pensador político conservador de la época, el inglés Edmund Burke (1729-1797), reflejó la actitud general hacia la Revolución Francesa. Si bien se oponía a su violencia y brutalidad, no rechazaba los principios esenciales que la inspiraron. Burke prefería la versión inglesa de la revolución, que mantenía la tradición, la continuidad y la reforma gradual basada en la experiencia práctica. Creía que los franceses deberían haber tomado como modelo a los británicos al organizar su cambio de gobierno (5).

Su postura blanda hacia la Revolución Inglesa –que vio a un rey decapitado y al Parlamento concedido poderes amplios– esencialmente sanciona la “imprudente” Revolución Francesa porque se niega a rechazar vehementemente los nuevos ideales masónicos que las generaron a ambas (6).

Este débil rechazo de la Revolución Francesa ha engendrado los errores que dominan nuestro mundo moderno. Ayer, el argumento de que “sólo se debe condenar la violencia” se aplicó a la Revolución Francesa. Hoy, ese mismo razonamiento se está aplicando a la Revolución Comunista. Es decir, una vez vaciado de su carácter opresivo y tiránico, el comunismo puede generar un mundo de paz y justicia. Son sólo sus excesos –su primera fase violenta– lo que debe criticarse.

Esta posición es revolucionaria

Al analizar los trágicos resultados de la Revolución Francesa a principios del siglo XIX, el historiador católico Joseph de Maistre (1753-1821) nos ofrece la posición contrarrevolucionaria.

Joseph de Maistre: La Revolución Francesa es “una insurrección contra Dios”

Abogado y escritor saboyano que vivió la Revolución, denunció a sus líderes como los más viles, bajos e inmorales que se hayan reunido jamás en la historia de la humanidad: “¿En qué página de la historia encontraréis una cantidad tan grande de vicios reunidos al mismo tiempo en el mismo escenario? ¡Qué horrible reunión de bajeza y crueldad! ¡Qué profunda inmoralidad! ¡Qué ausencia de toda decencia!” (7).

De Maistre se negó a adoptar la posición tibia de que la Revolución era demasiado radical y sangrienta, pero que al final produjo algunos buenos resultados. Analizó sus objetivos y sus métodos y llegó a esta conclusión: era malvada porque quería destruir la totalidad del antiguo orden: la monarquía, la aristocracia y la Iglesia Católica.

El derrocamiento del antiguo orden no fue nada menos que “una insurrección contra Dios” (8). Y, de hecho, las nuevas autoridades revolucionarias asesinaron al rey y abolieron la monarquía católica, estrangularon a la Iglesia y nacionalizaron sus propiedades y guillotinaron a miles de sacerdotes y nobles.

Para oponerse eficazmente a la Revolución Francesa, insistió De Maistre, hay que combatir con firmeza los infames principios que fueron a la vez su causa y su justificación. Ésta es la posición contrarrevolucionaria.

Para adoptar esta posición, es necesario conocer las causas subyacentes de la Revolución, los hechos de lo que ocurrió y sus efectos a corto y largo plazo. Esto es lo que propongo exponer en estos artículos.

Continúa...

Notas:

1) Elisha Greifer, Joseph de Maistre and the Reaction against the 18th Century, The American Political Science Review, septiembre de 1961, vol. 55, n.º 3 (septiembre de 1911), pág. 591.

2) Parafraseado de Franz Dumont, Die Mainer Republik von 1792-/93: Studienm zur Revolutionierung in Rheinhessen und der Pfalz, Berlín: Alzey, 1982.

3) https://www.azquotes.com/author/20262-Georges_Danton

4) Plinio Correa de Oliveira, “Revolução Francesa: o grande resumo e a grande parábola da História. Sua importância para o apostolado contra-revolucionário”, 13 de marzo de 1971 https://www.pliniocorreadeoliveira.info/revolucao-francesa-o-grande-resumo-e-a-grande-parabola-da-historia-sua-importancia-para-o-apostolado-contra-revolucionario/#gsc.tab=0

5) En su ensayo en el que analiza la postura de Burke ante la revolución, el historiador Jeffrey Hart señala: “Y, sin embargo, más allá de los debates sobre los detalles, sigue siendo un hecho que ambas rebeliones o revoluciones [la inglesa y la francesa] implicaron el derrocamiento de un monarca absoluto y, de hecho, su ejecución. En ambas, la monarquía absoluta fue abolida para siempre y hubo que buscar nuevas fuentes de legitimidad. Podría decirse con justicia que se extinguió el sistema medieval de derecho divino. Tanto en Inglaterra como en Francia, los órganos parlamentarios entraron en conflicto con la corte, y ambos levantamientos dieron como resultado un cambio de poder de la corona a la legislatura”. “Edmund Burke & the English Revolution”, https://theimaginativeconservative.org/2023/08/edmund-burke-english-revolution-jeffrey-hart.html

6) En el Gran Sello de los Estados Unidos, debajo de la pirámide rematada con el ojo que todo lo ve dentro de un triángulo, se encuentra la palabra Novus Ordo Seclorum (“nuevo orden de los siglos”), anunciando los objetivos masónicos de la Revolución.

7) Joseph De Maistre and the Metaphysics of the French Revolution, https://minervawisdom.com/2022/08/23/joseph-de-maistre-and-the-metaphysics-of-the-french-revolution/ Elisha Greifer, “Joseph de Maistre and the Reaction against the 18th Century”, The American Political Science Review, septiembre de 1961, vol. 55, núm. 3, pág. 596.

8) Ibidem.




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