Por Cris Yozia
Esta congregación llamada Unión de Misioneras Escolares “Santa Catalina de Siena”, fundada en 1924, en su presentación dice
“Hoy, más que nunca, en una fase de dificultad para comunicar y de miedo al “diferente”, nuestra misión nos compromete a hacer circular los valores humanos y evangélicos también entre quienes no se acercan a los ambientes eclesiales, pero necesitan dejarse encontrar por Cristo. Por eso, hemos de ser presencia de la Iglesia también para los “lejanos”.Por eso, en el momento de nuestra profesión religiosa manifestamos nuestra renuncia a llevar el hábito dominicano en la vida”.
Pero aunque el modernismo es una de las características de esta “congregación”, estas ancianas señoritas no se salvaron de la reprimenda “papal”.
El jesuita apóstata dijo que la “venerable” Luigia Tincani, fundadora de esta agrupación, se destacó por la promoción de un “humanismo cristiano”. ¿Pero que es el humanismo?
Según Wikipedia:
Se denomina humanismo al “sistema de creencias centrado en el principio de que las necesidades de la sensibilidad y de la inteligencia humana pueden satisfacerse sin tener que aceptar la existencia de Dios y la predicación de las religiones”, lo que se aproxima al laicismo o a posturas secularistas.
Más adelante dice:
Por extensión, se llama “humanista” a todo pensamiento que pone en el primer plano de sus preocupaciones el desarrollo de las cualidades esenciales del ser humano.
Y también:
La defensa de los principios humanistas alcanzaría, posteriormente, su culminación en las ideas de la Ilustración, desde donde se incorporarán más tarde a los programas políticos de los Estados Unidos y la Revolución francesa.
Respecto al “Humanismo religioso” informa:
El humanismo religioso es una integración de la filosofía ética humanista con rituales y creencias religiosas que se centran en necesidades, intereses y habilidades humanas. Aunque los practicantes del humanismo religioso no se organizaron oficialmente bajo el nombre de "humanismo" hasta finales de los siglos XIX y XX, la unión de las religiones no teístas con la filosofía ética centrada en el ser humano tiene una larga historia. El Culto a la Razón (en francés: Culte de la Raison) fue una religión basada en el deísmo ideado durante la Revolución francesa (1789-1799) por Jacques Hébert, Pierre Gaspard Chaumette y sus seguidores.
Afortunadamente, según ellas mismas dijeron en la audiencia, solo quedan doce “monjas” (y bastante entradas en años, por cierto) en esta “congregación” que tiene poco de católica.
Pese a estar bastante entradas en años, Bergoglio les recomendó mantenerse en marcha, no quietas, caminando con la Iglesia... porque ¡los muertos están quietos! ¿Podrán hacerlo?
Además les dijo: “Muchas veces en mi vida me he encontrado con monjas con cara de vinagre, y eso no es amistoso”. “El vinagre es feo, y monjas con cara de vinagre, ¡no digamos!” Resulta muy sorprendente saber que un tipo que se hace llamar “papa” pueda ser tan grosero y maleducado con ancianas que, podrán estar desviadas en su visión religiosa, pero no merecen ser tratadas con semejante falta de respeto.
Más adelante les encomendó que se alejen de los chismes: “El chisme mata, el chisme envenena”. Es de imaginar que se refiere a innumerables rumores que circulan y que lo involucran directamente a él y a sus cómplices.
También les recomendó estar “en diálogo con todos” (obviamente ese “todos” no incluye a los movimientos tradicionalistas); “El Señor nos ha enseñado que Él dialogaba con todos, excepto con una persona que no dialoga con el Señor nunca: el diablo”. Pero... ¿qué dice Bergoglio?... ¿El diablo no habló con el Señor, según Mateo 4:2-10?
Después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. El tentador se acercó y le propuso:—Si eres el Hijo de Dios, ordena a estas piedras que se conviertan en pan.Jesús respondió:Escrito está: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.Luego el diablo lo llevó a la ciudad santa e hizo que se pusiera de pie sobre la parte más alta del Templo y le dijo:—Si eres el Hijo de Dios, tírate abajo. Pues escrito está:“Ordenará que sus ángeles te protejany ellos te sostendrán en sus manospara que no tropieces con piedra alguna”.—También está escrito: “No pongas a prueba al Señor tu Dios” —contestó Jesús.De nuevo el diablo lo llevó a una montaña muy alta. Allí le mostró todos los reinos del mundo y su esplendor. Y le dijo:—Todo esto te daré si te postras y me adoras.—¡Vete, Satanás! —dijo Jesús—. Porque escrito está: “Adora al Señor tu Dios y sírvele solamente a él”.
Para cerrar su discurso les pidió: “No olvidéis rezar por mí: a favor, no en contra”. Extraño pedido de alguien que quiere convencer al mundo de que es “papa”. ¿Acaso ya tiene miedo de su futuro no terrenal? ¿Acaso ha tomado conciencia de que la muerte está a la vuelta de la esquina y muy pronto tendrá que rendir cuentas ante el Justo Juez?
A continuación el texto completo con las palabras del Sumo Hereje:
(Nota: El énfasis es nuestro)
Me complace encontrarme con vosotros con ocasión de vuestro Capítulo general y del centenario de la fundación de la Unión “Santa Catalina de Siena” de los Misioneros de la Escuela. La Escuela es una misión, no lo olvidéis.
Habéis elegido, para vuestros encuentros, un tema exigente: Comprender el pasado para comprender juntos el futuro de la Unión en su caminar con la Iglesia. Entender el presente, comprenderlo, para comprender el futuro, en marcha, no quieto - ¡los muertos están quietos! - caminando con la Iglesia. Es hermoso. Está en línea con el legado que os dejó la Venerable Luigia Tincani de dar respuestas creativas a los interrogantes de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, especialmente a los indiferentes a la fe y a los alejados, mediante la promoción de un humanismo cristiano. Para ello, vuestra fundadora propuso tres actitudes, que san Juan Pablo II resumió de la siguiente manera, cito textualmente: “El compromiso constante con la propia santificación, una seria preparación teológica y profesional, y un estilo de vida amable y afectuoso con todos, especialmente con los jóvenes” (Discurso a la Unión Santa Catalina de Siena de los Misioneros de la Escuela, 2 de enero de 1995). Y eso me gusta, el estilo de vida amable y cariñoso. Muchas veces en mi vida me he encontrado con monjas con cara de vinagre, y eso no es amistoso, no es algo que ayude a atraer a la gente. El vinagre es feo, y monjas con cara de vinagre, ¡no digamos! En resumen: santidad, preparación y amabilidad. Os pido esto.
Primero: santidad. Es un término exigente, que puede asustar, hasta el punto de que nos cuesta aplicarlo a nosotros mismos. Y, sin embargo, es la vocación que todos tenemos en común (cf. Concilio Ecuménico Vaticano II, Constitución dogmática Lumen gentium, 40) y el objetivo esencial de nuestra vida es la santidad. Pero la santidad es algo alegre, la santidad atrae, la santidad es alegría espiritual. Es verdad que no es fácil encontrar la santidad, pero con la gracia de Dios podemos hacerlo. ¡Qué importante es hoy esta misión, especialmente para los jóvenes! Vosotras, como consagradas, la realizáis ante todo en la sequela Christi, con la profesión de los consejos evangélicos, la vida sacramental, la escucha y la reflexión cotidiana de la Palabra de Dios, la oración y la vida comunitaria (cf. ib., 44), como enseña el lema dominicano: “contemplata aliis tradere”. Permaneced bien arraigadas en estos fundamentos, para que vuestro apostolado sea sólido y rico. Y para contemplar para transmitir a los demás, es necesario hablar bien y con amabilidad, y hay un gran enemigo de esto, que es el chisme. Por favor, alejaos de los chismes. El chisme mata, el chisme envenena. Por favor, nada de chismes entre vosotras, nada. Y pedirle esto a una mujer es heroico, pero vamos, adelante, y nada de chismes.
Y llegamos a la segunda actitud: la preparación. Podríamos decir, con un término moderno, “profesionalidad”: pero no en el sentido reductivo de eficacia funcional, sino en el sentido evangélico de dedicación, vivida en el estudio y en el continuo perfeccionamiento de los propios conocimientos y capacidades, en la confrontación personal y en la condivisión fraterna de las verdades aprendidas, en la actualización de los métodos didácticos y comunicativos, para hacer propios los “elementos dignos... que se encuentran en los movimientos sociales de hoy” (Concilio Ecuménico Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes, 42), con apertura, franqueza y en diálogo con todos. El Señor nos ha enseñado que Él dialogaba con todos, excepto con una persona que no dialoga con el Señor, nunca: el diablo. Y cuando el diablo se acerca para hacer esas preguntas, el Señor no dialoga con él. Responde con la Palabra de Dios, con la Escritura. Por favor, conversad con todos, menos con el diablo. El diablo entra en las comunidades, mira, los celos, todas estas cosas que son de todos, no sólo de las mujeres, de todos, y el diablo va allí. No se conversa con el diablo. ¿Entendéis? No se conversa con el diablo.
Sed mensajeras de esta amabilidad, que es un don del Espíritu, y de esta alegría, viviendo cada encuentro con una cálida valoración del otro en su sagrada unicidad.
Queridas hermanas, ¡gracias por vuestro trabajo, gracias, especialmente en el ámbito de la juventud! ¡Y veo que faltan monjas jóvenes! ¿Cuántas novicias tenéis en el mundo? [Alguien responde: “Una docena”]. ¡Sólo unas pocas! Buscad un apostolado vocacional, buscadlo. Seguid llevándolo adelante con vuestra apertura y valentía, dispuestas a renovaros donde sea necesario, con santidad de vida, preparación y amabilidad. Os bendigo y rezo por vosotras. Y también vosotras, por favor, no olvidéis rezar por mí: a favor, no en contra.
DISCURSO DEL PAPA FRANCISCO
A LAS PARTICIPANTES EN EL CAPÍTULO GENERAL DE LA
“UNIÓN SANTA CATALINA DE SIENA DE MISIONERAS ESCOLARES”
Sala Clementina
Sábado, 4 de enero de 2025
Me complace encontrarme con vosotros con ocasión de vuestro Capítulo general y del centenario de la fundación de la Unión “Santa Catalina de Siena” de los Misioneros de la Escuela. La Escuela es una misión, no lo olvidéis.
Habéis elegido, para vuestros encuentros, un tema exigente: Comprender el pasado para comprender juntos el futuro de la Unión en su caminar con la Iglesia. Entender el presente, comprenderlo, para comprender el futuro, en marcha, no quieto - ¡los muertos están quietos! - caminando con la Iglesia. Es hermoso. Está en línea con el legado que os dejó la Venerable Luigia Tincani de dar respuestas creativas a los interrogantes de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, especialmente a los indiferentes a la fe y a los alejados, mediante la promoción de un humanismo cristiano. Para ello, vuestra fundadora propuso tres actitudes, que san Juan Pablo II resumió de la siguiente manera, cito textualmente: “El compromiso constante con la propia santificación, una seria preparación teológica y profesional, y un estilo de vida amable y afectuoso con todos, especialmente con los jóvenes” (Discurso a la Unión Santa Catalina de Siena de los Misioneros de la Escuela, 2 de enero de 1995). Y eso me gusta, el estilo de vida amable y cariñoso. Muchas veces en mi vida me he encontrado con monjas con cara de vinagre, y eso no es amistoso, no es algo que ayude a atraer a la gente. El vinagre es feo, y monjas con cara de vinagre, ¡no digamos! En resumen: santidad, preparación y amabilidad. Os pido esto.
Primero: santidad. Es un término exigente, que puede asustar, hasta el punto de que nos cuesta aplicarlo a nosotros mismos. Y, sin embargo, es la vocación que todos tenemos en común (cf. Concilio Ecuménico Vaticano II, Constitución dogmática Lumen gentium, 40) y el objetivo esencial de nuestra vida es la santidad. Pero la santidad es algo alegre, la santidad atrae, la santidad es alegría espiritual. Es verdad que no es fácil encontrar la santidad, pero con la gracia de Dios podemos hacerlo. ¡Qué importante es hoy esta misión, especialmente para los jóvenes! Vosotras, como consagradas, la realizáis ante todo en la sequela Christi, con la profesión de los consejos evangélicos, la vida sacramental, la escucha y la reflexión cotidiana de la Palabra de Dios, la oración y la vida comunitaria (cf. ib., 44), como enseña el lema dominicano: “contemplata aliis tradere”. Permaneced bien arraigadas en estos fundamentos, para que vuestro apostolado sea sólido y rico. Y para contemplar para transmitir a los demás, es necesario hablar bien y con amabilidad, y hay un gran enemigo de esto, que es el chisme. Por favor, alejaos de los chismes. El chisme mata, el chisme envenena. Por favor, nada de chismes entre vosotras, nada. Y pedirle esto a una mujer es heroico, pero vamos, adelante, y nada de chismes.
Y llegamos a la segunda actitud: la preparación. Podríamos decir, con un término moderno, “profesionalidad”: pero no en el sentido reductivo de eficacia funcional, sino en el sentido evangélico de dedicación, vivida en el estudio y en el continuo perfeccionamiento de los propios conocimientos y capacidades, en la confrontación personal y en la condivisión fraterna de las verdades aprendidas, en la actualización de los métodos didácticos y comunicativos, para hacer propios los “elementos dignos... que se encuentran en los movimientos sociales de hoy” (Concilio Ecuménico Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes, 42), con apertura, franqueza y en diálogo con todos. El Señor nos ha enseñado que Él dialogaba con todos, excepto con una persona que no dialoga con el Señor, nunca: el diablo. Y cuando el diablo se acerca para hacer esas preguntas, el Señor no dialoga con él. Responde con la Palabra de Dios, con la Escritura. Por favor, conversad con todos, menos con el diablo. El diablo entra en las comunidades, mira, los celos, todas estas cosas que son de todos, no sólo de las mujeres, de todos, y el diablo va allí. No se conversa con el diablo. ¿Entendéis? No se conversa con el diablo.
Sed mensajeras de esta amabilidad, que es un don del Espíritu, y de esta alegría, viviendo cada encuentro con una cálida valoración del otro en su sagrada unicidad.
Queridas hermanas, ¡gracias por vuestro trabajo, gracias, especialmente en el ámbito de la juventud! ¡Y veo que faltan monjas jóvenes! ¿Cuántas novicias tenéis en el mundo? [Alguien responde: “Una docena”]. ¡Sólo unas pocas! Buscad un apostolado vocacional, buscadlo. Seguid llevándolo adelante con vuestra apertura y valentía, dispuestas a renovaros donde sea necesario, con santidad de vida, preparación y amabilidad. Os bendigo y rezo por vosotras. Y también vosotras, por favor, no olvidéis rezar por mí: a favor, no en contra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario