jueves, 5 de diciembre de 2024

POR QUÉ LAS “SOCIEDADES BÍBLICAS” ESTÁN CONDENADAS POR LA IGLESIA (31)

La Biblia protestante no es más que una hipócrita piel de oveja, con que se disfrazan a la vez la incredulidad y la revolución.

Por Monseñor De Segur (1862)


Me preguntaba un católico muy piadoso, que medita la Sagrada Escritura para robustecer su vida religiosa ¿si las sociedades bíblicas no hacían una cosa útil a las almas, sirviendo de auxiliares a la Iglesia Católica, sin saberlo, cuando distribuyen a racimos los ejemplares de la Biblia? Este buen hombre se maravillaba de que el Papa Gregorio XVI, hubiese marcado indeleblemente a esas sociedades con un sello de reprobación, llamándolas Pestes.

La respuesta está dada por un protestante alemán, hombre de claro talento, el Doctor Leo, el cual dice sobre este particular: “El Papa ha llamado Pestes a las sociedades bíblicas; y si yo fuera Papa e italiano, confieso que haría lo mismo. Tengamos la buena fe de examinar un poco lo que van a hacer en los países católicos esos emisarios de las sociedades protestantes inglesas, con una falta sin límites de delicadeza y pudor. Todos los medios les parecen buenos para propagar la Biblia. La ponen, sin discernimiento, en las manos de los hombres menos aptos para comprenderla. Siembran doctrinas que infunden confusión en los espíritus, hieren la moralidad, minan la autoridad social y el orden eclesiástico; y, en resumen, son una acción revolucionaria. Las sociedades bíblicas en estos últimos tiempos, han servido de instrumento a los autores de las maquinaciones execrables, que han trastornado la Italia: además, el celo protestante abre un camino a la política y al comercio inglés, que se introducen en Italia con una Biblia en la mano. La Biblia es la piel de oveja con que se disfraza el lobo”.

He aquí la cuestión juzgada por un protestante. La Biblia protestante no es más que una hipócrita piel de oveja, con que se disfrazan a la vez la incredulidad y la revolución.


Tomado del libro “Conversaciones sobre el protestantismo actual”, impreso en 1862.




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