sábado, 25 de mayo de 2024

OBJECIONES CONTRA LA RELIGION (51)

¿Quiere usted hacerme un santurrón fanático?

Por Monseñor de Segur (1820-1881)


No; pero quiero hacerte cristiano, que no es lo mismo. La santurronería y el fanatismo no son la Religión, sino el abuso de la Religión.

Quiero que seas religioso devoto, no supersticioso y mojigato. Dios exige y acepta lo primero, pero prohíbe y condena lo segundo; quiere que le amemos de corazón y que cumplamos sus mandamientos; no que nos entreguemos a prácticas supersticiosas y ridículas, que hacen dejar lo principal por lo accesorio, y confundir el gran fin que la Religión se propone con algunos de los medios que nos han sido dados para conseguirlo.

No es la velita rizada o la lámpara de aceite que ofreces en el altar de la Virgen lo que la Virgen te agradece, sino el amor con que la ofreces y la intención con que lo haces.

Pero también te digo que estos abusos de la Religión no son ni tan numerosos ni tan perversos como se dice. Por lo general, no son más que efectos de celo mal entendido de gentes sencillas o ignorantes, que ningún mal hacen a nadie con sus inocentes manías.

No te digo que son laudables ni pretendo que las imites. Pero te aseguro con mi experiencia que, ridículas y todo como son, valen mucho más y son harto menos perjudiciales a la Religión y a la sociedad, que la mayor parte de los que tanto gritan contra ellas.

Valiera más que estos críticos zumbones pensaran un poco en sí mismos, y ya que tanto charlan contra los abusos de la Religión, trataran de corregir los que ellos cometen contra todas las cosas más santas. Porque, si malo es que haya santurrones mojigatos y fanáticos supersticiosos, mil veces peor es que haya libertinos desvergonzados, incrédulos blasfemos y herejes escandalosos. Cuando estos tales dan en su manía favorita de echar sapos y culebras contra los otros, me recuerdan a cierto presidario que estaba condenado por asesino, y se puso furioso porque le habían dado a un ladrón por compañero de cadena.

Compadezcamos, pues, y procuremos ilustrar a esas pobres gentes que practican su Religión de mala manera, y seamos nosotros buenos cristianos, amando a Dios de veras, cumpliendo todos sus mandamientos, llenando todos nuestros deberes y oyendo dócilmente los consejos de nuestros pastores ministros de Jesucristo.

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