Por Monseñor de Segur (1820-1881)
Y mejor para los hombres. La razón es clara: Porque, o es verdad (y, si es verdad, dicho está que es bueno) lo que la Religión enseña y manda, o es mentira: está de sobra para los hombres y para las mujeres; pero si es verdad, la necesitan los hombres, tanto más cuanto son sus pasiones más violentas, sus medios de obrar más fuertes, sus ocupaciones más importantes, sus obligaciones más graves, sus vicios más dañosos y sus peligros más continuos.
Porque ello es verdad, que si hombres y mujeres, todos tenemos deberes arduos y penosos que cumplir en esta vida, no lo es menos que los hombres somos por naturaleza los maestros, los tutores y los defensores de las mujeres.
De los hombres salen los sacerdotes, ministros de Dios, los soldados, defensores de la patria, los jefes naturales de la familia, los gobernadores de los pueblos. Si tú crees que se puede ser un buen sacerdote, buen militar, buen padre de familia y buen gobernante sin tener Religión, crees un disparate enorme que no cabe en ninguna cabeza sana.
Ahora bien; si tanto mayor ayuda se necesita para una obra cualquiera, cuanto la obra es más difícil, y mayores y más numerosos los peligros que hay de ejecutarla mal, tanto más necesaria tiene que ser la Religión para que los hombres ejecuten bien las obras que son propias de su sexo, mucho más difíciles y mucho más peligrosas que las de las mujeres.
Que la Religión es buena para hacer cumplir los deberes a alguien, es cosa que tú no me niegas, pues me concedes que para las mujeres buena es. Y si es buena para que, enseñadas y dirigidas por ella, cumplan las mujeres con las obligaciones de su sexo, ¿qué le falta para ser tan suficiente a enseñar y dirigir a los hombres en el cumplimiento de las suyas?
Desengáñate, hijito; para los hombres, como para las mujeres, hay un Dios a quien adorar y servir, un alma inmortal que salvar, vicios que huir, virtudes que practicar, un cielo que merecer, un infierno que evitar, un juicio supremo que temer, y una muerte que sin cesar nos amenaza, que no sabemos cuándo llegará, y para la cual hay que estar preparados. Por los hombres y por las mujeres murió en la Cruz Nuestro Señor Jesucristo, y a unos y a otras tocan sus divinos mandamientos.
La Religión es buena para todo el mundo y, sobre todo, es más necesaria que a nadie a los que dicen que a ellos no les hace falta. Los que más la necesitan son los que menos la quieren.
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