viernes, 1 de septiembre de 2023

COMO QUEDAMOS DESPUES DEL CONCILIO DE LA CÁBALA LLAMADO VATICANO II

Llamamiento a la unidad ante la división entre los obispos católicos sedevacantistas.

Por Monseñor Moisés Carmona


Desde que terminó la cábala, pomposamente llamada VATICANO II, todos vimos que aparecía una NUEVA IGLESIA, fundada por Pablo VI y sus incondicionales obispos conciliares; pero también vimos, aunque no todos, que era una iglesia muy extraña, que se alejaba de todo lo divino, que enseñaba lo contrario de lo que siempre ha enseñado la IGLESIA DE CRISTO; que condenaba todo lo que antes adoraba y adoraba todo lo que antes se condenaba; que el ALTAR CONSAGRADO fue sustituido por una mesa, como hizo Martín Lutero en Alemania y Crammer en Inglaterra; y que donde no pudieron destruir el ALTAR, porque era artístico, lo dejaron pero sin usarlo y ante él colocaron su mesa para realizar lo que ahora han venido a llamar la “CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA”, pero no el SANTO SACRIFICIO DE LA MISA, que ha sido sustituido por la CENA PROTESTANTE.

Algunos, advertidos de que todos estos cambios eran queridos y ordenados por el “PAPA”, arrastrados por una falsa obediencia a sus vergonzosos y asalariados pastores, RECHAZARON LA VERDADERA IGLESIA y se unieron a la APOSTASÍA UNIVERSAL, aunque más bien forzados que por voluntad propia. Cada vez que tienen la oportunidad de asistir a una MISA CATÓLICA, son presionados para que no asistan y amenazados con la excomunión y el castigo eterno en el infierno por sus “sacerdotes” renegados. Estos son la inmensa mayoría.

Otros, conscientes de que un hereje no puede ser el legítimo sucesor de San Pedro, y convencidos también de que la NUEVA MISA, expresada por los Cardenales Ottaviani y Bacci, se alejaba de forma impresionante de la TEOLOGÍA CATÓLICA y se acercaba más a la protestante; y seguros como están de que los Cardenales elegidos por los falsos Papas, no son Cardenales legítimos y que, por lo tanto, no pueden darnos un PAPA LEGÍTIMO, apoyados en la preciosa Bula de Pablo IV, “CUM EX APOSTOLATUS OFFICIO” y encabezados por el conocido teólogo de hierro, el ilustre sacerdote D. Joaquín Saénz Arriaga, sostuvo la tesis que asusta a todos los pusilánimes indecisos, pero que es la verdad:

“LA SANTA SEDE ESTÁ VACANTE, 

LA NUEVA MISA ES INVÁLIDA 

Y LOS TRES ÚLTIMOS CÓNCLAVES SON INVÁLIDOS”.

Otros rechazaron los cambios porque descubrieron en ellos herejías, pero no rechazaron al que patrocinó tales herejías, al que siguieron reconociendo como legítimo Papa y al que siguen llamando “SU SANTIDAD”, a pesar de que la ya citada Bula “CUM EX APOSTOLATUS OFFICIO” dice claramente:

“Agregamos que si en algún tiempo aconteciese que un Obispo, incluso en función de Arzobispo, o de Patriarca, o Primado; o un Cardenal, incluso en función de Legado, o electo Pontífice Romano que ANTES DE SU PROMOCIÓN al Cardenalato o asunción al Pontificado, se hubiese desviado de la Fe Católica, o hubiese caído en herejía o incurrido en cisma, o lo hubiese suscitado o cometido, LA PROMOCIÓN O LA ASUNCIÓN, INCLUSO SI ÉSTA HUBIERA OCURRIDO CON EL ACUERDO UNÁNIME DE TODOS LOS CARDENALES, ES NULA, INVÁLIDA Y SIN NINGÚN EFECTO; Y DE NINGÚN MODO PUEDE CONSIDERARSE QUE TAL ASUNCIÓN HAYA ADQUIRIDO VALIDEZ, POR ACEPTACIÓN DEL CARGO Y POR SU CONSAGRACIÓN, o por la subsiguiente posesión o cuasi posesión de GOBIERNO Y ADMINISTRACION, o por la misma entronización o adoración del Pontífice Romano, O POR LA OBEDIENCIA QUE TODOS LE HAYAN PRESTADO, cualquiera sea el tiempo transcurrido después de los supuestos antedichos. TAL ASUNCIÓN NO SERÁ TENIDA POR LEGÍTIMA EN NINGUNA DE SUS PARTES, y no será posible considerar que se ha otorgado o se otorga alguna facultad de administrar en las cosas temporales o espirituales a los que son promovidos, en tales circunstancias, a la dignidad de obispo, arzobispo, patriarca o primado, o a los que han asumido la función de Cardenales, o de Pontífice Romano, SINO QUE POR EL CONTRARIO TODOS Y CADA UNO DE LOS PRONUNCIAMIENTOS, HECHOS, ACTOS Y RESOLUCIONES Y SUS CONSECUENTES EFECTOS CARECEN DE FUERZA, Y NO OTORGAN NINGUNA VALIDEZ, Y NINGÚN DERECHO A NADIE”.

Estos son los Lefevristas, que finalmente se rebelaron contra su “PAPA” y le desobedecieron consagrando obispos contra su voluntad, por lo que fueron excomulgados de su propia iglesia, y aunque se autodenominan católicos, no lo son ni lo han sido nunca, ya que en todo momento han buscado componendas con la falsa iglesia.

Por último, han aparecido otros que, en contra del sentir de todos los teólogos católicos, han enseñado que un PAPA que cae en la herejía queda automáticamente fuera de la IGLESIA y ya no puede seguir siendo su cabeza visible, dándose aires de gran inteligencia y asombrosa sabiduría, han sacado de sus reservas dos brillantes terminologías: MATERIALITER y FORMALITER, para venir a decirnos que un hereje sí puede ser Papa legítimo pero materialiter no formaliter y pretenden imponer esta fórmula maravillosamente inventada a todos aquellos que desconocen que es esta distinción se aplica perfectamente al pecado que puede ser este, sí, material o formal en quien lo comete, pero de ninguna manera al PAPADO, algo en lo que la IGLESIA siempre ha sido clara y contundente: “O SE ES PAPA O NO SE LO ES”.

La citada Bula es clara y nos dice que los así promovidos deben ser evitados como si fueran hechiceros, paganos, recaudadores de impuestos o heresiarcas.

Es verdaderamente lamentable que aquellos que fueron consagrados en la misma línea que el Obispo Thuc, que sin duda nunca fue de esa opinión, estén ahora dividiendo a la familia por cosas tan triviales, cuando debería estar más unida. ¿Hemos olvidado que TODO REINO DIVIDIDO CONTRA SÍ MISMO ES ASOLADO; Y TODA CIUDAD O CASA DIVIDIDA CONTRA SÍ MISMA NO PERMANECERÁ? (Mt. 12.25)

Reflexionemos seriamente y convenzámonos de que una Iglesia dividida no puede ser la IGLESIA INMACULADA DE CRISTO...

A todos los hermanos que, creyendo hacer lo correcto, provocan divisiones en las filas de la verdadera Iglesia, tenemos que recordarles lo mismo que San Pablo escribió a los Corintios:

“OS RUEGO, PUES, HERMANOS, POR EL NOMBRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, QUE HABLÉIS TODOS UNA MISMA COSA, Y QUE NO HAYA ENTRE VOSOTROS DISENSIONES, SINO QUE ESTÉIS PERFECTAMENTE UNIDOS EN UNA MISMA MENTE Y EN UN MISMO PARECER” (Cor 1,10).


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