Por el padre David Nix
“Y como las nuevas generaciones deben ser formadas en todas las artes y disciplinas, que contribuyen a la prosperidad y al engrandecimiento de la convivencia social, y para esta labor es por sí sola insuficiente la familia, por esto surgieron las escuelas públicas, primeramente — nótese bien lo que decimos— por iniciativa conjunta de la familia y de la Iglesia, sólo después y mucho más tarde por iniciativa del Estado. Por esto, la escuela, considerada en su origen histórico, es por su misma naturaleza una institución subsidiaria y complementaria de la familia y de la Iglesia; y la lógica consecuencia de este hecho es que la escuela pública no solamente no debe ser contraria a la familia y a la Iglesia, sino que debe armonizarse positivamente con ellas, de tal forma que estos tres ambientes —escuela, familia e Iglesia— constituyan un único santuario de la educación cristiana, so pena de que la escuela quede desvirtuada y cambiada en obra perniciosa para la adolescencia”. Papa Pío XI - Divinis Illus Magistri - n.61
Obsérvese que el Papa Pío XI escribió en 1929 que “para esta labor es por sí sola insuficiente la familia” para la educación católica. Por “insuficiente”, quiso decir “no está a la altura”. Eso significa que las familias no están “a la altura” de la tarea de educar a sus hijos en la fe católica, al menos no del todo, propiamente hablando. Entonces, ¿quién está “a la altura” de esta tarea? El Papa respondió: “por esto surgieron las escuelas”. Y con “la escuela” se refiere obviamente a la escuela católica. Sé que esto puede ser un obstáculo para muchos lectores tradicionales que ven la educación en casa como el ideal de educación en un mundo en caída libre. Pero nótese que el Papa Pío XI acaba de escribir que la familia católica no está totalmente a la altura de las exigencias de una educación católica completa para sus propios hijos.
Los padres son, en efecto, los primeros educadores de sus hijos, pero en un mundo católico ideal, esto puede y debe complementarse con el sistema escolar católico. Esto ayuda no sólo a la catequesis, sino también a las interacciones sociales. Sin embargo, nótese que acabo de escribir “en un mundo católico ideal” con respecto a las conclusiones anteriores. El Papa Pío XI escribió la encíclica anteriormente citada en 1929, cuando las escuelas católicas todavía enseñaban la fe tradicional. En todo el mundo (no sólo en los Estados Unidos) mi estimación es que actualmente el 0,1% de las familias católicas todavía tienen acceso a escuelas que todavía utilizan catecismos tradicionales, como el Catecismo de Baltimore.
Además, cuando los sacerdotes y religiosos dirigían colegios, podían ofrecer una educación mucho más asequible que el actual sistema diocesano de la mayoría de las ciudades (El voto de pobreza está más ligado a la ortodoxia y la castidad de lo que la mayoría de los buenos tradicionalistas creen).
Hace poco hablé con un policía con cinco hijos que quería enviar a sus hijos a un instituto del Opus Dei. Pero la educación costaba 20.000 dólares anuales por alumno. Evidentemente, es un coste prohibitivo con el sueldo de un policía, sobre todo teniendo en cuenta que él y su mujer tienen cinco hijos.
Así, la escuela católica es el ideal en un mundo teológico no modernista en el que la educación se ofrece a familias de todos los estratos económicos. Esto es raro en la mayor parte del mundo católico actual. La verdad no cambia, pero cuando el Papa Pío XI escribió Divinis Illus Magistri sobre las escuelas católicas, obviamente se refería a escuelas verdaderamente católicas. De nuevo, mi estimación anterior es que el 0,1% de los niños católicos de todo el mundo tienen actualmente acceso a escuelas asequibles que siguen utilizando el catecismo de Baltimore (o algo equivalente a ese catecismo que no se anda con rodeos en las verdades básicas del Evangelio).
Por supuesto, esa cifra es mayor si uno aprueba ciertas escuelas católicas que son fieles pero no tradicionales. Por ejemplo, la mayoría de mis sobrinas van a una escuela católica diocesana no tradicional pero conservadora y allí les va muy bien, tanto catequética como sociológicamente.
En conclusión, hay muchos factores que sopesar. Todas estas contingencias hacen que la vida de las familias católicas sea un poco más compleja en 2024 que en 1929 (cuando el Papa escribió esa encíclica). Por lo tanto, no hay una respuesta fácil al título de mi artículo, ¿Es la educación en casa el ideal de las parejas? Ahora, los padres deben investigar la ortodoxia del colegio. Los padres deben hablar con otros padres sobre la seguridad y la formación humana de la escuela antes de matricular a sus hijos allí, no porque “es la escuela católica más cercana que es asequible”. Por supuesto, los padres de hoy también deberían pedir al Espíritu Santo el don del consejo. Sólo Dios sabe lo que hay detrás de esos muros.
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