Por Monseñor de Segur (1820-1881)
¡Pero ahora, ya que lo necesitas mil veces más que entonces, no quieres hacerlo! ¡Ahora, ya que estás metido en medio del mundo, que te amenazan más peligros, que tienes pasiones más dominantes, quieres renunciar a tu mejor defensa... ¡Válgame Dios, hijo! ¡Cómo nos ciegan nuestras preocupaciones y nuestros vicios!
Cuando ibas a la escuela, y ahora y siempre, tienes una ley de Dios que te manda obedecer a su Iglesia, la cual te impone obligación de confesar lo menos una vez al año. Ahora y siempre eres hombre miserable y expuesto a pecar. Ahora y siempre puedes morir cuando menos te figures; y ahora y siempre la confesión de tus culpas es el único pasaporte para la gloria.
Cuanto más entramos en años, tanto más fieros y repetidos son los combates que tenemos que sostener con nuestros enemigos. ¿Hemos de dejar las armas cuando más falta nos hacen?
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