miércoles, 17 de abril de 2024

MARICONES DIFUNDIENDO HEREJÍAS

Al igual que su pequeño maestro (Francisco) y su gran maestro (Satanás), Tucho está destinado a engañar; pero no puede engañar a los que se preocupan por la verdad.


La esclavitud ha acompañado la historia del cristianismo. La lectura del Misa Tradicional del domingo pasado se dirigía históricamente a los esclavos, aunque su aplicación es universal. El cristianismo se expandió rápidamente entre los esclavos, pero no porque el cristianismo sea militantemente abolicionista. Siempre vimos al cristianismo abogando más bien por un mundo que va más allá de la esclavitud y está en condiciones de prescindir de ella. Todavía a mediados del siglo XIX, vemos a los futuros Estados Confederados muy admirados nada menos que por el Papa Pío IX, que es, no lo olvidemos, un Beato de la Iglesia, beatificado en tiempos poco sospechosos.

La esclavitud no es una cuestión de doctrina, es una cuestión de disciplina. Por eso, diferentes Papas pudieron tener diferentes opiniones al respecto, y.... disciplinarla de diferentes maneras.

La perversión sexual es una cuestión de doctrina. No puede haber dos Papas diciendo uno que es aceptable, y otro que no lo es. Esto tiene numerosas ramificaciones en cuanto a la manera de evitar escándalos, seleccionar al clero, etc.

Por eso, Tucho no entiende nada de nada o, si lo entiende, finge no entenderlo, y por favor, no me hagas hablar de otras perlas de su idiotez mundana, como presumir de los clicks en un “documento” que todos los maricones del planeta clickearán 200 veces, o incluso mencionar las “estadísticas” sobre los “grupos demográficos” a los que les gustan sus propios excrementos maricones.

En Sodoma, el documento de Tucho obtendría casi el 100% de aprobación en todos los demográficos, y todos querrían leer lo que dice el tipo.

Difundes perversión y herejía desde el Vaticano, ¡claro que saldrá en las noticias, pato maricón!

Pero aquí es donde estamos hoy, con este pequeño “instrumento” vestido de color rojo tratando de engañar a los católicos.

Al igual que su pequeño maestro (Francisco) y su gran maestro (Satanás), está destinado a engañar; pero al igual que los otros, no puede engañar a los que se preocupan por la verdad.


Mundabor


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