lunes, 1 de abril de 2024

1 DE ABRIL: SANTA MARIA LA EGIPCIA, MADRE DEL DESIERTO

Nació alrededor del 344. A la tierna edad de doce años María dejó su casa para irse a Alejandría, donde por más de diecisiete años llevó una vida de prostitución pública. 

Al final de ese período, con motivo de un peregrinaje a Jerusalén para la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, se embarcó hacia Palestina, sin embargo no con la intención de hacer el peregrinaje, sino con la esperanza de que la vida a bordo del barco le brindara nuevas y abundantes oportunidades de gratificar su insaciable lujuria. 

Habiendo llegado a Jerusalén persistió en su desvergonzada vida, y en la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz se unió a las multitudes que iban a la iglesia donde se veneraba la sagrada reliquia, esperando encontrar en el grupo nuevas víctimas que pudiera inducir al pecado. 

Cuando llegó la puerta de la iglesia, se sintió repentinamente repelida por una fuerza que no le permitía ingresar, y habiendo intentado entrar tres o cuatro veces, se retiró a un rincón del patio de la iglesia, y le sobrevino remordimiento por su perversa vida, que reconoció como la causa de su exclusión de la iglesia. Rompiendo en amargas lágrimas y golpeándose el pecho, empezó a lamentarse por sus pecados.

En ese momento posó sus ojos en una estatua de la Santísima Virgen encima del lugar donde estaba de parada y con profunda fe y humildad de corazón imploró encarecidamente a Nuestra Señora que la ayudara, y que le permitiera entrar al templo a venerar la sagrada madera en que Jesús había sufrido, prometiendo que si se le concedía su petición, renunciaría para siempre al mundo y sus placeres, y en adelante iría a dondequiera que Nuestra Señora la guiara.

Animada por la oración y contando con la merced de la Madre de Dios, se acercó de nuevo a la puerta de la iglesia, logrando esta vez entrar sin la menor dificultad. Después de adorar la Santa Cruz y besar el pavimento de la iglesia, regresó a la estatua de Nuestra Señora, y mientras oraba ahí pidiendo guía para su futuro camino, le pareció escuchar una voz que desde lejos le decía que si cruzaba el Jordán, encontraría reposo. Esa misma tarde María alcanzó el Jordán y recibió la Sagrada Comunión en una iglesia dedicada al Bautista, y el día siguiente cruzó el río y caminó hacia el este internándose en el desierto que se prolonga hacia Arabia.

Ahí vivió absolutamente sola durante cuarenta y siete años, subsistiendo aparentemente de hierbas, cuando un sacerdote y monje llamado Zósimo, que siguiendo la costumbre de sus Hermanos había salido de su monasterio para pasar la Cuaresma en el desierto, allí la halló. 

Tan pronto se encontraron, llamó a Zósimo por su nombre y lo reconoció como sacerdote, sin haberlo visto antes ni saber de él jamás. 

Después le narró la historia de su vida y finalmente oraron juntos. Le rogó a Zósimo que le prometiera encontrarla en el Jordán la noche del Jueves Santo del siguiente año y que trajera consigo el Sacratísimo Sacramento. 

Cuando llegó la noche convenida, Zósimo, según cuentan, puso en un pequeño cáliz una porción del Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, y llegó al lugar que había sido convenido. 

Después que hubo recibido la Sagrada Comunión, levantó sus manos hacia el cielo y gritó las palabras de Simeón: “Ahora puedes disponer de tu siervo en paz, oh Señor, según tu palabra, porque mis ojos han visto tu salvación”

Luego le encargó a Zósimo ir al año siguiente al lugar donde primero la había encontrado en el desierto, añadiendo que la encontraría entonces en la condición que Dios ordenara. 

Zósimo fue, pero solo para encontrar el cadáver de la pobre santa, y escrita a un lado, en la tierra, una petición de que la enterrara, y decía que había muerto un año antes en la misma noche en que le había administrado la Sagrada Comunión, muy lejos de las márgenes del Jordán. 

Auxiliado por un león, según cuenta la Tradición, preparó la tumba y la enterró, y habiéndose encomendado él mismo y la Iglesia a sus plegarias, regresó a su monasterio, donde contó, ahora por primera vez, la maravillosa historia de la vida de María.

La vida de la santa fue escrita poco tiempo después de su muerte por alguien que asevera que escuchó los detalles de los monjes del monasterio al que había pertenecido Zósimo. 

Se cree que la santa murió alrededor del 421.

Santa María Egipcíaca se celebra el 1 de abril en el Rito Romano de la Iglesia Católica. En el Rito Extraordinario, su festividad se celebra el 2 de abril. La reliquias de la santa son veneradas en Roma, Nápoles, Cremona, Amberes, y algunos otros lugares.

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