miércoles, 1 de octubre de 2025

UN DEPREDADOR EN LIBERTAD

Gustavo Zanchetta, condenado a cuatro años y seis meses de prisión por abuso sexual agravado contra seminaristas, ha sido puesto en libertad condicional.


Según publicó InfoCatólica, la resolución, dictada por el juez Federico Armiñana, ha generado una fuerte polémica en Argentina, especialmente entre las víctimas de abusos eclesiásticos.

El tribunal ha explicado su decisión de conceder la libertad condicional. En primer lugar, la sentencia de Zanchetta aún no es firme, lo que, según el tribunal, podría vulnerar garantías constitucionales si se mantuviera su privación de libertad. Además, el condenado ha cumplido dos tercios de la pena impuesta, lo que le habilita para acceder a beneficios penitenciarios conforme a la legislación argentina. 

Además, según los “informes psicológicos y psiquiátricos” de Zanchetta presentados, no indican riesgo de reincidencia ni peligro procesal; pero si realmente es verdad lo que dicen esos informes, este sería entonces un caso muy excepcional ya que según la misma psicología, un abusador posee determinadas características en su conducta por las cuales, la reincidencia sería lo habitual.

Al depredador Zanchetta se le ha impuesto un “tratamiento psicológico obligatorio” como parte de las condiciones de su libertad. Entre las obligaciones establecidas, el “obispo” deberá fijar un domicilio y comparecer ante el tribunal cuando se le requiera.

Aunque el recurso de casación presentado por la defensa fue considerado inadmisible por cuestiones formales, el tribunal examinó el fondo del asunto para garantizar el derecho a la libertad del condenado.

Un lobo al acecho

La Red Nacional de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico, representada en Salta por Kevin Montes, ha manifestado su profundo rechazo a la resolución.

Montes ha calificado la liberación como “un nuevo agravio” para las víctimas, denunciando la falta de notificación previa sobre la audiencia, lo que contraviene los protocolos de participación de las partes afectadas.

Además, ha criticado los beneficios otorgados a Zanchetta durante el proceso, como permisos para viajar al Vaticano por motivos de salud, interpretándolos como evidencia de un trato privilegiado

La red ha anunciado que vigilará de cerca el desarrollo del caso y exige mayor transparencia al Poder Judicial argentino

El “Caso Zanchetta”

En 2015, se encontraron imágenes sexualmente explícitas en el teléfono móvil de Zanchetta, incluyendo algunas de hombres jóvenes y otras de él mismo en “actitudes inapropiadas”. Al ser informado Bergoglio, éste lo convocó a Roma. Zanchetta alegó que su teléfono “había sido hackeado”, y el falso papa, aplicando el principio de in dubio pro reo (en la duda, a favor del acusado), aceptó su explicación. Es decir, exactamente lo contrario de lo que ha hecho en otras ocasiones, como es el del cardenal Cipriani, sancionado sin tener ni siquiera derecho a defenderse de la acusación de una supuesta víctima anónima, o el conocido como caso del “clan de los Romanones”, donde Bergoglio dio crédito a la denuncia de la supuesta víctima de abusos por parte de sacerdotes de la archidióces de Granada (España), con la particularidad de que, a diferencia del caso Zanchetta, la justicia les declaró inocentes. El jesuita argentino no solo dio por hecho la existencia de abusos sino que afirmó hipócritamente al respecto: “la verdad es la verdad y no debemos esconderla”.


En 2017, Zanchetta renunció al obispado de Orán, aduciendo falsamente “problemas de salud”, sin mencionar para nada las denuncias, a pesar de que se conocían desde años atrás. Posteriormente, Bergoglio, en una escandalosa muestra de protección y complicidad con un abusador, inventó un cargo en el Vaticano para tenerlo bajo su protección, nombrándolo “asesor en la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica” (APSA) en el Vaticano, con el antecedente que también en la Diócesis que tenía a su cargo, fue desastroso como administrador de patrimonios. Sin embargo, en 2019, tras nuevas acusaciones de abuso sexual, fue suspendido de su cargo y se inició una investigación canónica en su contra. Sospechosamente, esa “investigación canónica” no había dado ningún resultado.
 

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