PRIMERA SESIÓN
SEGUNDA SESIÓN
Celebrada el séptimo día del mes de enero de 1546.
DECRETO RELATIVO A LAS FORMAS DE VIDA
Y OTRAS ASUNTOS QUE DEBEN OBSERVARSE DURANTE EL CONCILIO
El Sagrado y Santo Sínodo de Trento —legítimamente reunido en el Espíritu Santo, presidido por los mismos tres Legados de la Sede Apostólica— reconociendo, con el Bienaventurado Apóstol Santiago, que todo don excelente y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, quien da abundantemente a quienes le piden sabiduría, sin reprocharles; y sabiendo además que el temor del Señor es el principio de la sabiduría, ha ordenado y decretado que todos y cada uno de los fieles de Cristo, reunidos en la ciudad de Trento, sean exhortados, como por la presente se les exhorta, a enmendarse de sus males y pecados cometidos hasta ahora, y a caminar en adelante en el temor del Señor; a no satisfacer los deseos de la carne; a perseverar en la oración; a confesarse con mayor frecuencia; a recibir el Sacramento de la Eucaristía; a visitar las iglesias; a cumplir, en definitiva, en la medida de las posibilidades de cada uno, los Mandamientos del Señor; y, además, orar diariamente en privado por la paz entre los príncipes cristianos y por la unidad de la Iglesia; y en cuanto a los Obispos y todos los demás constituidos en el Orden Sacerdotal que celebran juntos un Concilio Ecuménico en esta ciudad, que se atiendan a aplicarse asiduamente a las alabanzas de Dios; ofrecer víctimas, alabanzas y oraciones; celebrar el Sacrificio de la Misa al menos cada domingo, día en que Dios creó la luz, resucitó de entre los muertos y derramó el Espíritu Santo sobre los Discípulos; haciendo, como el mismo Espíritu Santo lo ordena por medio del Apóstol, súplicas, oraciones, intercesiones y acciones de gracias por nuestro santísimo Señor el Papa, por el emperador, por los reyes y demás personas que ocupan altos cargos, y por todos los hombres, para que podamos llevar una vida tranquila y pacífica, disfrutar de la paz y ver crecer nuestra Fe. Además, exhorta a ayunar al menos cada viernes, en memoria de la Pasión del Señor, y a dar limosna a los pobres; asimismo, cada jueves se celebrará en la Catedral la Misa del Espíritu Santo, con las Letanías y demás oraciones designadas para tal fin; y ese mismo día se rezarán, en las demás iglesias, al menos las Letanías y oraciones; y durante la celebración de los Sagrados Oficios, que no haya conversación entre los Obispos, sino solo comunión de palabra y espíritu con el celebrante. Y puesto que conviene a los Obispos ser irreprochables, sobrios, castos y gobernar bien sus casas, el Concilio exhorta también a que, ante todo, observen sobriedad en la mesa y moderación en la alimentación; además, que, ya que suelen surgir conversaciones ociosas, se introduzca la lectura de las Sagradas Escrituras, incluso en las mesas de los Obispos; y que cada uno enseñe y exhorte a sus servidores a no ser pendencieros, dados al vino, inmodestos, codiciosos, orgullosos, blasfemos ni amantes de los placeres; en definitiva, que eviten el vicio y sigan la virtud, y que en su vestir, comportamiento y en todas sus acciones muestren modestia, como corresponde a los servidores de los servidores de Dios.
Además, considerando que el principal interés, solicitud e intención de este Sagrado Concilio es que, disipada la oscuridad de las herejías que durante tantos años ha cubierto la tierra, resplandezca la luz, el brillo y la pureza de la Verdad Católica con la ayuda de Jesucristo, que es la verdadera luz; y que aquello que necesita reforma sea reformado; el Sínodo exhorta a todos los católicos aquí reunidos y a los que se reúnan, y especialmente a aquellos versados en las Sagradas Escrituras, a que, mediante una meditación diligente, reflexionen profundamente sobre cómo llevar a cabo mejor la intención del Sínodo y obtener el efecto deseado; que, con la mayor prontitud y prudencia, se condene lo que debe ser condenado y se apruebe lo que debe ser aprobado; para que así, en todo el mundo, todos, con una sola voz y la misma Confesión de Fe, glorifiquen a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Y al expresar sus sentimientos, cuando los Sacerdotes del Señor estén reunidos en el lugar de la bendición, nadie —de acuerdo con el estatuto del Concilio de Toledo— debe ser bullicioso con gritos inmoderados ni causar disturbios con tumultos; nadie debe enzarzarse en disputas falsas, vanas u obstinadas; sino que todo lo que se diga debe ser moderado por la más suave expresión de las palabras, para que ni los oyentes se ofendan ni la rectitud de un juicio correcto se vea perturbada por la inquietud.
Además, este Sagrado Sínodo ha ordenado y decretado que, si sucediera que alguien no se sentara en el lugar que le corresponde y, por lo tanto, no expresara sus opiniones, incluso bajo la palabra “placet” (nos place), estuviera presente en las Congregaciones y participara en cualquier otro acto durante el Concilio, nadie se vería perjudicado por ello, nadie adquiriría un nuevo derecho.
INDICACIÓN DE LA PRÓXIMA SESIÓN
Después de esto, la siguiente sesión fue programada para el jueves, cuatro del mes de febrero siguiente.

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