jueves, 22 de febrero de 2024

22 DE FEBRERO: LA CÁTEDRA DE SAN PEDRO EN ANTIOQUÍA


 La cátedra de San Pedro en Antioquía 

(Año 40 dC)


La Cátedra de San Pedro en Antioquía la celebra la Santa Iglesia para declararnos el beneficio que el mundo recibió en la institución de la Cátedra Apostólica, y en la potestad que Cristo nuestro Señor dio al Príncipe de los Apóstoles, cuando le hizo su Vicario y piedra fundamental de la Iglesia. 

Después que el Señor subió a los cielos, el glorioso apóstol San Pedro comenzó a ejercer su oficio de Pastor universal, presidiendo en los concilios de Jerusalén y hablando como lengua de todos los otros apóstoles, más pasando luego por Siria, entró en la ciudad de Antioquía, que era la metrópolis de las demás, dónde por divina ordenación había que poner su primera Cátedra.

Allí padeció al principio muchas y graves tribulaciones, y fue escarnecido, afrentado, encarcelado y perseguido por los que eran enemigos de la luz y de la verdad, pero después que recibieron el Evangelio, y salieron de la ceguera en la que estaban, le honraron mucho y aún edificaron un templo al Dios Verdadero y pusieron en él una Cátedra en que el Santo Apóstol se sentase para predicarles y satisfacer a sus dudas y declararles cuál era la verdadera Doctrina de Dios.

Y fueron tantos los que se convirtieron, que allí comenzaron los fieles a llamarse Cristianos, llamándose antes con el nombre de Discípulos.

Siete años estuvo San Pedro en Antioquía, aunque no siempre moraba en aquella ciudad, sino que como Pastor universal visitaba las otras Iglesias.

Traspasó después su Silla apostólica a la ciudad de Roma, que era señora del mundo, y abrazaba en sí, como dice San León, a todos los monstruos de los falsos dioses que en las otras provincias la ciega gentilidad adoraba; para que resplandeciese la nueva luz del Evangelio en aquel abismo tan profundo y de tanta oscuridad, y conquistada la cabeza y el alcázar del imperio romano, más fácilmente se sujetasen las demás ciudades y provincias al suave yugo de la Fe de Cristo, que había venido del cielo para alumbrar y salvar a todos los hombres.

Y así nuestro Señor fue declarado Rey en aquel título que en tres lenguas: hebrea, griega y latina, se puso sobre el glorioso estandarte de la cruz, ordenó que el Príncipe de los Apóstoles, San Pedro, predicase como Vicario de Cristo, primero a los judíos, después a los griegos y finalmente a los romanos, para que se entendiese que era Pastor universal de todos, y que lo son sus sucesores.



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