viernes, 9 de febrero de 2024

9 DE FEBRERO: SANTA APOLONIA, VIRGEN Y MÁRTIR


Santa Apolonia, virgen y mártir

 (✝ 252)

Santa Apolonia vivía en la ciudad de Alejandría, y toda su vida fue virgen, mostrando gran recato, modestia y ejemplo. Estaba en aquella ciudad un mago o hechicero, cruelísimo enemigo de los cristianos, el cual, por instigación del demonio comenzó a mover a todo el pueblo para que defendiese su antigua religión y el culto de sus falsos dioses, y persiguiese y quitase de sobre la faz de la tierra a los cristianos que la impugnaban y traían al mundo una nueva y extraña religión y predicaban que un hombre crucificado era Dios.

Fueron las palabras de este mago como centellas de fuego que cayeron como sobre yesca seca en los corazones de aquella gente idólatra y perdida, y así los encendió de tal manera, que luego entraron en las casas de los cristianos, robando todo lo ricos y precioso que había en ellas, y quemando todo lo que no era tal y atormentando y matando con atroces tipos de muerte a muchos cristianos que cayeron en sus manos, entre los cuales estaba Santa Apolonia, virgen, que ya era anciana de edad y de grandes y admirables merecimientos, y muy respetada en aquella ciudad.

Quisieron persuadirla que negase la fe de Cristo y sacrificase a los dioses, y como la santa estuviese constante y firme, le dieron muchos golpes y le quebrantaron las mejillas, y con gran violencia y furor le arrancaron todos los dientes, y habiendo hecho una gran hoguera, la amenazaron que la quemarían viva, si no blasfemaba de Cristo.

Entonces la santa se detuvo un poco y recogió su alma, hizo oración al Señor, y encendida de su amor y de aquel fuego Divino con que estaban abrasadas sus entrañas, con particular instinto e impulso de Dios, sin el cual lícitamente no lo pudiera hacer, corriendo se arrojó en el fuego por el cual fue consumida, quedando espantados los gentiles por ver que la santa había sido más pronta en tomar la muerte, que ellos en querérsela dar.

Sucedió este martirio siendo Papa San Fabián, y Filipo emperador, y lo escribió San Dionisio Alejandrino en una de sus Epístolas, que refiere Eusebio Cesariense en su Historia Eclesiástica.


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