sábado, 17 de febrero de 2024

17 DE FEBRERO: SAN JULIÁN DE CAPADOCIA, MÁRTIR


San Julián de Capadocia, Mártir

(✝ 308)

Este fervoroso devoto de los santos mártires, y glorioso mártir de Jesucristo, era natural de Capadocia, y (como escribe Eusebio) varón ingenuo y santísimo, admirable en todas sus acciones, y lleno del Espíritu Santo.

Habiendo venido a Cesárea al tiempo que el impío gobernador Firmiliano acababa de dar muerte con espantosos tormentos a muchos Santos mártires; llevado por su ardiente devoción con aquellos ilustres soldados de Cristo, se arrojó sobre sus venerables cadáveres que estaban tirados por el suelo, despedazados y bañados en su propia sangre.

A todos abrazó, a todos besó con gran reverencia, sin temor alguno de los gentiles ni de los mismos soldados que custodiaban a los santos cuerpos, que por orden del tirano debían quedar cuatro días en el lugar del suplicio para que los perros y buitres los devorasen.

Viendo, pues, los guardas aquellas demostraciones de la fe y reverencia de Julián, lo detuvieron y maltrataron con gran inhumanidad, y le presentaron al tribunal del impío juez, acusándole de adorador del crucificado y de sus mártires.

Firmiliano se enfureció, viendo que la mucha sangre de cristianos que acababa de derramar no era bastante para extinguir la fe de Jesucristo, después de algunas demandas y respuestas, ordenó que se encendiese una gran hoguera, donde arrojasen a Julián y donde ardiese hasta que no quedase de él más que cenizas.

Oyó el santo mártir con gestos de inexplicable gozo la terrible sentencia, y no cesaba de dar gracias al Señor por la incomparable merced que le hacía padecer y morir por su amor.

- ¿Cuándo será la hora -decía- en que mi alma se junte con la de tus Santos y justos en la gloria eterna?

Y con esa maravillosa constancia y alegría, que dejaba atónitos y asombrados a los mismos verdugos, llegó al lugar del suplicio, y padeció el tormento del fuego, ofreciéndose en holocausto a Jesús hasta que su alma preciosa, saliendo del cuerpo abrasado, voló al eterno refrigerio y al Paraíso de Dios.

Quiso vengarse el gobernador ordenando que el cadáver del santo mártir quedarse en el lugar del suplicio por espacio de cuatro días, con el fin de que las fieras lo devorasen, pero no atreviéndose éstas a tocarlo por disposición divina, pudieron recogerlo los cristianos, juntamente con los otros cuerpos de otros Santos mártires, a todos los cuales dieron honrosas sepultura.

El señor castigó después al tirano y a sus cómplices, haciendo que acabasen su vida con muerte desastrosa.


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