San Valentín, presbítero y mártir
(✝ 270)
Entre los numerosos mártires que en tiempo del emperador Claudio derramaron su sangre por Jesucristo, fue uno San Valentín, presbítero; el cual estando en Roma el emperador, fue llevado a su presencia, maniatado y cargado de cadenas.
Luego que Claudio le vio le dijo con blandas palabras:
- ¿Por qué no quieres gozar de nuestra amistad, y prefieres ser amigo de los cristianos? Yo escuché que te alababan diciendo que eras un hombre sabio y cuerdo, pero te veo vano y supersticioso.
Respondió Valentín:
- Si conocieses el don de Dios, serías dichoso tú, y bienaventurada tu república; dejarías de lado los demonios y falsos dioses, y adorarías a Jesucristo, único Dios verdadero.
Oyendo esto un letrado que estaba presente gritó en alta voz:
Oyendo esto un letrado que estaba presente gritó en alta voz:
- ¡Has blasfemado nuestros dioses!
Y como Valentín seguía hablando al emperador, llegó a ablandarle de manera que Capurnio, prefecto de la ciudad, exclamó a voces:
- ¿No veis como este hombre está engañando a nuestro príncipe? ¿Es posible que dejemos la religión que mamamos con la leche, y con la que nos criaron nuestros mayores?
Entonces Claudio, temiendo algún alboroto, mandó que retirasen a Valentín de su presencia, para que se le diese audiencia en otra parte, y que si no diese cuenta de sí, le castigasen como a sacrílego, y si la diese, no le condenasen.
Lo oyó, pues, en su casa, el teniente Asterio, y al entrar en ella, Valentín, oró a Dios diciendo:
- ¡Oh luz verdadera del mundo! Alumbrad a tantos hombres que viven ciegos en las tinieblas de la gentilidad.
Al escuchar estas palabras, dijo el teniente:
- Si esto es así como lo dices, presto lo probaré: tengo una hija que hace dos años que está ciega. Si tú la alumbrares y dieres vista, creeremos que Cristo es luz y Dios verdadero.
Trajeron, pues, a la doncella, y poniendo Valentín las manos sobre sus ojos, le restituyó la vista.
Entonces Asterio y su mujer se echaron a los pies del santo, suplicándole que, ya que por su medio habían conocido a Cristo, les dijese lo que habían de hacer para salvarse.
El santo les mandó hacer pedazos todos los ídolos que tenían y ayunar tres días y perdonar a todos los que los habían agraviado, y después bautizarse, y con esto se salvarían.
Asterio cumplió todo lo que le fue ordenado, y soltó a todos los fieles que tenían presos, y se bautizó con toda su familia, que eran cuarenta y seis personas.
Supo esto el emperador, y teniendo recelo de alguna gran perturbación en Roma, por razón de estado, mandó martirizar a todos con varios géneros de tormentos; y a San Valentín le hizo a palear y degollar en la vía Flaminia, donde el Papa Teodoro le dedicó su templo.
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