sábado, 16 de julio de 2022

UN MONSTRUO EN EL SANTUARIO DE OROPA

Ni siquiera el Santuario de Oropa (municipio de Biella, Italia) ha conseguido salvarse de esa nada que se hace pasar por todo y que llaman “arte contemporáneo”


Y ahora, desde hace unos días, en la primera plaza, unos metros más allá de las puertas, se alza una figura imponente, que evoca rituales inquietantes o la publicidad de una película de terror. La muestra de esa y otras obras, la han llamado 'Los pliegues del alma', pero del alma muestra sobre todo las heridas. Y las peores. Precisamente en la época de las grandes peregrinaciones que llevan a multitudes de fieles al Santuario, para recibir a los peregrinos estará un monstruo, una imagen amenazante del mal, donde desde hace siglos la Virgen Negra es la dispensadora de la misericordia y la esperanza.

En los últimos días, respondiendo a un amigo incrédulo, me encontré diciendo que ésta es otra agresión insidiosa y rastrera de un ateísmo que tiende a vaciar el mundo de sus valores para que los hombres se conviertan en robots sin alma y, por lo tanto, sin religión. La ambigüedad que representan estas cosas es evidente; pero también lo es la necedad de los que se dejan engañar por estas ambigüedades.

Y de hecho, el artista que propone sus obras, aunque sea a través de la mediación de quienes habitualmente mueven la cola entre sacristías y salones del poder, no tiene la culpa. La culpa es de quienes consienten en exhibir en un lugar de culto representaciones que contrastan estridentemente con el mensaje que la devoción de los fieles ha buscado desde tiempo inmemorial en la sacralidad del Santuario de Oropa.

Y así, creo que estoy interpretando el pensamiento de muchas personas de Biella y de fuera de Biella que miran a Oropa como un hito de su fe, pidiendo la eliminación de ese monstruo. Me dirijo especialmente al obispo, al rector, a los sacerdotes, a los administradores del Santuario, a los que deberían ser los custodios de un lugar de fe que sólo el año pasado celebró el 500 aniversario de la Coronación de Nuestra Señora. Entiendo que el arte, cuando tiene poco que mostrar, trata de dar que hablar.

Desgraciadamente, estamos hablando de ello, y sé muy bien lo mucho que esto beneficia a los que esperaban que este clamor cosechara algo de publicidad a costa de la sacralidad del lugar. Que se elimine el monstruo y que este asunto se ahogue en el silencio de una oración.



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