En primer lugar, la redacción de MiL decidió publicar la noticia sólo una vez que se había hecho pública y había provocado un escándalo público entre los hermanos y fieles confiados al cuidado del sacerdote en cuestión (que es vicario parroquial, es decir, director de un oratorio en la diócesis de Bérgamo); así como el video y las fotografías relacionadas fueron publicados en las redes sociales por el propio sacerdote.
Además, a diferencia de un periódico online de Bérgamo, desde el principio y después de comprobar cuidadosamente las noticias (de las que publicó sólo aquellos aspectos de los que estaba seguro), con un espíritu de caridad cristiana:
1. A pesar de ser conscientes de ello, no quisimos divulgar el nombre del sacerdote, al igual que aparece un seudónimo en la cabecera de su página de Instagram;
2. aunque lo reconocimos y conocíamos su nombre, no quisimos denunciar la presencia, al lado del sacerdote en cuestión, de un antiguo sacerdote (ahora reducido al estado laical), que también era director de un oratorio en la diócesis de Bérgamo, ya que -al no ser ya sacerdote- su comportamiento -aunque deplorable- debe considerarse circunscrito al foro interno.
Dicho esto, para aclarar la posición del sacerdote en cuestión, su supuesta relación con el presbiterio de Bérgamo y sus superiores, y su convicción personal ante la llamada “manifestación del Orgullo” (en la que participó tanto en Bérgamo hace quince días como en Milán), creemos que debemos informar (respetando la confidencialidad del nombre que queremos mantener) sobre sus declaraciones realizadas y publicadas por Bergamo News:
PRECISIONES
Tras lo publicado anteriormente, el padre [.....] escribe: "No parece que esté en un periodo de reflexión vocacional. Mis superiores me conocen y saben que soy felizmente sacerdote. Un sacerdote que intenta, a su manera, acompañar a esa parte de la Iglesia y a esos hermanos, creyentes y no creyentes, que sufren y se sienten excluidos, juzgados y abandonados".
Ante estas declaraciones precisas, se desprende que el "sacerdote" en cuestión:
- No considera en absoluto escandaloso su comportamiento (reproducimos a continuación el video que capta al sacerdote en el Milano Pride, inequívocamente no dedicado a la conversión de los presentes, sino visiblemente implicado en el clima de depravación general y pública...)
- Lo considera como algo conforme a su condición de sacerdote
- No considera que está dando escándalo a sus hermanos y a los fieles que le han sido confiados (especialmente a los niños, adolescentes y jóvenes, siendo director de un oratorio)
- No se considera un mal ejemplo para ellos
- No se considera en estado de pecado mortal, y de hecho, no descarta la repetición de dicha conducta.
Queremos responder con lo que enseña la doctrina católica inmutable y el Magisterio actual (limitándonos a los documentos más recientes, el énfasis es nuestro):
1. "2357 [...] Apoyándose en la Sagrada Escritura, que presenta las relaciones homosexuales como graves depravaciones, la Tradición ha declarado siempre que "los actos de homosexualidad son intrínsecamente desordenados". Son contrarios a la ley natural. Impiden el don de la vida del acto sexual. No son fruto de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. En ningún caso se pueden aprobar.
2358 Un número no despreciable de hombres y mujeres tienen tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación objetivamente desordenada constituye una prueba para la mayoría de ellos. [...] Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en sus vidas y, si son cristianas, a unir el sacrificio de la cruz del Señor a las dificultades que puedan encontrar como consecuencia de su condición.
2359 Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. A través de las virtudes del dominio de sí mismos, de los educadores de la libertad interior, del apoyo, a veces, de la amistad desinteresada, de la oración y de la gracia sacramental, pueden y deben, gradual y decididamente, acercarse a la perfección cristiana". (Catecismo de la Iglesia Católica, 15 de agosto de 1997)
2. "A la luz de esta enseñanza, este Dicasterio, de acuerdo con la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, considera necesario afirmar claramente que la Iglesia, respetando profundamente a las personas en cuestión, no puede admitir al Seminario y a las Órdenes Sagradas a quienes practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o apoyan la llamada cultura gay.
Las personas mencionadas se encuentran, de hecho, en una situación que impide seriamente una relación adecuada con los hombres y las mujeres. Las consecuencias negativas de la ordenación de personas con tendencias homosexuales profundamente arraigadas no deben pasarse por alto en absoluto [...]
Él [el director espiritual] tiene la obligación de evaluar todas las cualidades de la personalidad y asegurarse de que el candidato [al sacerdocio] no presenta trastornos sexuales incompatibles con el sacerdocio. Si un candidato practica la homosexualidad o presenta tendencias homosexuales profundamente arraigadas, su director espiritual, así como su confesor, tienen el deber de disuadirle, en conciencia, de proceder a la ordenación". (Instrucción de la Congregación para la Educación Católica sobre los criterios de discernimiento vocacional respecto a las personas con tendencias homosexuales con vistas a su admisión al Seminario y a las Órdenes Sagradas, 31 de agosto - 4 de noviembre de 2005)
3. "82. [...] No se puede olvidar que el celibato se vivifica con la práctica de la virtud de la castidad, que sólo puede vivirse mediante el cultivo de la pureza con madurez sobrenatural y humana, ya que es esencial para desarrollar el talento de la vocación. No es posible amar a Cristo y a los demás con un corazón impuro. La virtud de la pureza permite vivir la consigna del Apóstol: "¡Glorifica, pues, a Dios en tu cuerpo!" (1 Cor 6,20). En cambio, cuando falta esta virtud, todas las demás dimensiones se ven perjudicadas. Si es cierto que en el contexto actual existen diversas dificultades para vivir la santa pureza, es más cierto que el Señor prodiga su gracia con abundancia y ofrece los medios necesarios para practicar esta virtud con alegría y gozo.
L.V.
Messa in Latino
1. "2357 [...] Apoyándose en la Sagrada Escritura, que presenta las relaciones homosexuales como graves depravaciones, la Tradición ha declarado siempre que "los actos de homosexualidad son intrínsecamente desordenados". Son contrarios a la ley natural. Impiden el don de la vida del acto sexual. No son fruto de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. En ningún caso se pueden aprobar.
2358 Un número no despreciable de hombres y mujeres tienen tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación objetivamente desordenada constituye una prueba para la mayoría de ellos. [...] Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en sus vidas y, si son cristianas, a unir el sacrificio de la cruz del Señor a las dificultades que puedan encontrar como consecuencia de su condición.
2359 Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. A través de las virtudes del dominio de sí mismos, de los educadores de la libertad interior, del apoyo, a veces, de la amistad desinteresada, de la oración y de la gracia sacramental, pueden y deben, gradual y decididamente, acercarse a la perfección cristiana". (Catecismo de la Iglesia Católica, 15 de agosto de 1997)
2. "A la luz de esta enseñanza, este Dicasterio, de acuerdo con la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, considera necesario afirmar claramente que la Iglesia, respetando profundamente a las personas en cuestión, no puede admitir al Seminario y a las Órdenes Sagradas a quienes practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o apoyan la llamada cultura gay.
Las personas mencionadas se encuentran, de hecho, en una situación que impide seriamente una relación adecuada con los hombres y las mujeres. Las consecuencias negativas de la ordenación de personas con tendencias homosexuales profundamente arraigadas no deben pasarse por alto en absoluto [...]
Él [el director espiritual] tiene la obligación de evaluar todas las cualidades de la personalidad y asegurarse de que el candidato [al sacerdocio] no presenta trastornos sexuales incompatibles con el sacerdocio. Si un candidato practica la homosexualidad o presenta tendencias homosexuales profundamente arraigadas, su director espiritual, así como su confesor, tienen el deber de disuadirle, en conciencia, de proceder a la ordenación". (Instrucción de la Congregación para la Educación Católica sobre los criterios de discernimiento vocacional respecto a las personas con tendencias homosexuales con vistas a su admisión al Seminario y a las Órdenes Sagradas, 31 de agosto - 4 de noviembre de 2005)
3. "82. [...] No se puede olvidar que el celibato se vivifica con la práctica de la virtud de la castidad, que sólo puede vivirse mediante el cultivo de la pureza con madurez sobrenatural y humana, ya que es esencial para desarrollar el talento de la vocación. No es posible amar a Cristo y a los demás con un corazón impuro. La virtud de la pureza permite vivir la consigna del Apóstol: "¡Glorifica, pues, a Dios en tu cuerpo!" (1 Cor 6,20). En cambio, cuando falta esta virtud, todas las demás dimensiones se ven perjudicadas. Si es cierto que en el contexto actual existen diversas dificultades para vivir la santa pureza, es más cierto que el Señor prodiga su gracia con abundancia y ofrece los medios necesarios para practicar esta virtud con alegría y gozo.
Es evidente que, para garantizar y salvaguardar este don en un ambiente de sereno equilibrio y progreso espiritual, deben practicarse todas aquellas medidas que alejen al sacerdote de posibles dificultades.
Es necesario, por lo tanto, que los sacerdotes se comporten con la debida prudencia en sus relaciones con personas cuya familiaridad puede poner en peligro la fidelidad al don o causar escándalo entre los fieles. En casos particulares, hay que someterse al juicio del obispo, que está obligado a dar normas precisas al respecto. Como es lógico, el sacerdote debe abstenerse de cualquier conducta ambigua y no olvidar el deber prioritario que tiene de dar testimonio del amor redentor de Cristo. Desgraciadamente, con respecto a este asunto, algunas situaciones que se han producido han hecho un gran daño a la Iglesia y a su credibilidad, aunque ha habido muchas más situaciones de este tipo en el mundo. [...]
Los sacerdotes, por tanto, no deben descuidar el cumplimiento de esas reglas ascéticas garantizadas por la experiencia de la Iglesia y aún más exigidas por las circunstancias actuales. Eviten, pues, con prudencia, frecuentar lugares, asistir a espectáculos, leer o frecuentar sitios de Internet que constituyan una insidiosa violación de la castidad celibataria o incluso la ocasión y causa de graves pecados contra la moral cristiana. Al hacer uso, como agentes o como usuarios, de los medios de comunicación social, observen la necesaria discreción y eviten todo lo que pueda ser perjudicial para su vocación". (Directorio para el Ministerio y la Vida de los Sacerdotes, 14 de enero - 11 de febrero de 2013).
Renovamos nuestra filial súplica a monseñor Francesco Beschi, obispo de Bérgamo, para que, movido por un paternal celo pastoral, intervenga sin demora en la corrección de los errores de su sacerdote y salve las almas de los fieles a él encomendados, concluimos -en una perspectiva de auténtica caridad cristiana- con la admonición de nuestro Señor a la mujer sorprendida en flagrante adulterio, condición esencial para el perdón: "Vade et amplius iam noli peccare" (Juan 8, 11: "Vete y en adelante no peques más").
L.V.
Messa in Latino
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