Por el padre Jorge González Guadalix
Los datos son tercos, y hoy ha querido recogerlos en su blog el amigo Paco Pepe. En resumidas cuentas, hoy, en España, no se bautizan ni la mitad de los niños que nacen -y me parecen datos muy optimistas- y las bodas por la Iglesia han pasado en veinte años del 76 % del total a apenas un 10 %.
El viejo método del ver, juzgar y actuar.
Para empezar hemos decidido que mejor no verlo, amparándonos en disculpas que no se sostienen. Lo de la pandemia no es más que la respuesta del que no la tiene, porque aquí no hablamos de valores absolutos sino relativos, y con pandemia o sin ella las bodas en la iglesia apenas llegan al 10 %. No hacen falta estadísticas. Cualquier sacerdote en su parroquia ve cómo disminuyen los fieles y cómo menguan colectas y donativos. Mal negocio no querer verlo. Es lo que hay. Nos vamos por el sumidero.
Lo fácil es negar la evidencia: no es para tanto, la prensa exagera, la conjuración judeo-masónica contra la Iglesia.
Juzguemos los datos con seriedad. Seamos honestos. Algo estamos haciendo rematadamente mal cuando la gente se nos larga. Algo está pasando. Si miramos las aportaciones al sínodo de la sinodalidad podría parecer que todo esto pasa porque no tenemos sacerdocio femenino y por el celibato de los curas, y porque somos muy brutotes con los gays. Otras aportaciones, que las ha habido, en este blog sin ir más lejos, simplemente han sido obviadas. Posiblemente eran algo muy minoritario. Se acepta.
Mi impresión, la mía, es que hemos conseguido hartar y cabrear al personal. Rafaela me lo dice: mira cura, si en cada parroquia se predica y se hace lo que le da la gana al párroco de turno, luego no pidáis que los fieles os tomemos en serio. ¿Casarse para qué? Si total da igual casarse que no, divorciarse, arrejuntarse. Se puedo comulgar lo mismo y al cielo de todas formas. Para qué ir a misa o confesarse o bautizar al niño si el cielo lo tenemos ganado igual. Basta con no ser fascista.
Tiene razón mi amiga Rafaela. En cada parroquia se hace y se predica una cosa, que bien puede ser la contraria en esta y aquella. Si esto es así y no hay autoridad, la gente se harta y deja de tomarnos en serio, y con razón. Quedan los convencidos muy de verdad. El resto, hace tiempo que ha ido abandonando el barco.
Lo de actuar es lo que tenemos más claro. Habida cuenta de los grandes éxitos pastorales de los últimos cincuenta años de vida eclesial, sigamos por la misma línea. Es decir, secularización de formas, usos y costumbres, relativismo en doctrina, liturgia y moral, falta de autoridad y “to er mundo é güeno”. Fantástico.
¿Y si hubiera alguien, algún cura, algún obispo, que decidiera hacer las cosas de otra manera? Simplemente que no lo va a tener fácil…
Nos quedaría una última cosa. Y es que siempre me preguntan y usted qué hace. Poco, la verdad, pero me atrevo a ofrecer mis sugerencias desde mi vida ahora de párroco rural.
1. Uso camisa de clergyman de manera habitual. Incluso sotana en ocasiones. Me parece que en este mundo secularizado los signos de sacralidad son no digo necesarios, sino imprescindibles.
2. Liturgia fiel a la Iglesia, cuidada y sin originalidades. En mis pueblos, en uno o en otro, dependiendo de días, se reza el rosario, celebramos misa y se expone en Santísimo de forma habitual. Iglesias abiertas y campanas que suenan.
3. Predicación concreta y fiel al catecismo.
4. Cuidado de esos momentos en los que la gente acude al templo, como son entierros o fiestas patronales.
5. Presencia en el pueblo. El señor cura vive ahí, no es un paracaidista que se deja caer el domingo para celebrar las misas y luego se marcha corriendo a la ciudad.
6. Conocer a la gente, saber lo que necesitan y manejar cauces (ayuntamiento, Cáritas y otros) para resolver problemas.
¿Y con esto tiene más bautizos, más bodas que en otros lugares? Más o menos. Uno hace lo que puede, pero la gente ve la televisión, escucha la radio, lee cosas y precisamente lo que le llega de más arriba, Roma o las diócesis, es lo que es. Y qué les voy a contar… Pues eso: que usted, señor cura de mi pueblo, dirá lo que quiera, pero por lo visto, en la tele dicen que ahora es de otra manera, y además el cura de Tal dice que no es como usted lo explica, y yo he visto al obispo que hace o dice…
Un lío. Y con tanto lío lo dicho, que la gente no nos toma en serio.
De profesión, cura
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