Santa Genoveva nació cerca de París en el año 422. Muy jovencita, se encontró con San Germán, venerable Obispo, el cual le aconsejó que dedicara su vida a servir a Dios y al prójimo y así lo hizo.
A los 15 años formó con un grupo de amigas una asociación de mujeres dedicadas al apostolado y a ayudar a los pobres. No eran religiosas pero vivían muy santamente en su casa o en su sitio de trabajo, y asistiendo mucho al templo y ayudando todo lo más posible a los necesitados.
Genoveva practicaba de tan manera el recogimiento y apartamiento del mundo que durante los 40 días de cuaresma no salía de su casa sino para ir al templo o ayudar a algún necesitado. Y el resto del año hacía casi lo mismo.
Cuando tenía 30 años oyó que el terrible bárbaro llamado Atila se acercaba con 100.000 guerreros a sitiar a París y a destruirla a sangre y fuego. La gente quería salir huyendo pero Genoveva los convenció de que en vez de salir corriendo lo que debían hacer era ir al templo a rezar. Casi la linchan los cobardes, pero la mayoría le hizo caso y se dedicaron a orar.
Y la ciudad se salvó de ser atacada, pues el feroz Atila cuando ya venía llegando a París, cambió imprevistamente de rumbo y se dirigió hacia Orleans, pero por el camino le salieron al encuentro los ejércitos cristianos y lo derrotaron en la terrible batalla de los Campos Cataláunicos. Así se cumplió lo que había anunciado Genoveva, que si el pueblo oraba con fe la ciudad de París no sería atacada. Esto le dio una gran popularidad en esa capital.
Después llegó a París una espantosa escasez y carestía y la gente se moría de hambre. Genoveva en vez de quejarse reunió un buen grupo de hombres y juntos fueron río arriba buscando víveres, volviendo con las barcas llenas de comestibles y así salvó una vez más la ciudad.
Como los reyes Childerico y Clodoveo sentían por ella una gran veneración, logró obtener de ellos el perdón para muchos presos políticos que iban a ser ajusticiados.
Cuando Genoveva murió, muy anciana, el 3 de enero del año 502, ya la ciudad de París la consideraba su patrona, y todavía hoy, ella es la Patrona de París. Sobre su tumba se construyó un famoso templo, el cual fue destruido durante la Revolución Francesa y en ese sitio levantaron el edificio llamado Panteón, donde los franceses entierran a sus héroes.
A los 15 años formó con un grupo de amigas una asociación de mujeres dedicadas al apostolado y a ayudar a los pobres. No eran religiosas pero vivían muy santamente en su casa o en su sitio de trabajo, y asistiendo mucho al templo y ayudando todo lo más posible a los necesitados.
Genoveva practicaba de tan manera el recogimiento y apartamiento del mundo que durante los 40 días de cuaresma no salía de su casa sino para ir al templo o ayudar a algún necesitado. Y el resto del año hacía casi lo mismo.
Cuando tenía 30 años oyó que el terrible bárbaro llamado Atila se acercaba con 100.000 guerreros a sitiar a París y a destruirla a sangre y fuego. La gente quería salir huyendo pero Genoveva los convenció de que en vez de salir corriendo lo que debían hacer era ir al templo a rezar. Casi la linchan los cobardes, pero la mayoría le hizo caso y se dedicaron a orar.
Y la ciudad se salvó de ser atacada, pues el feroz Atila cuando ya venía llegando a París, cambió imprevistamente de rumbo y se dirigió hacia Orleans, pero por el camino le salieron al encuentro los ejércitos cristianos y lo derrotaron en la terrible batalla de los Campos Cataláunicos. Así se cumplió lo que había anunciado Genoveva, que si el pueblo oraba con fe la ciudad de París no sería atacada. Esto le dio una gran popularidad en esa capital.
Después llegó a París una espantosa escasez y carestía y la gente se moría de hambre. Genoveva en vez de quejarse reunió un buen grupo de hombres y juntos fueron río arriba buscando víveres, volviendo con las barcas llenas de comestibles y así salvó una vez más la ciudad.
Como los reyes Childerico y Clodoveo sentían por ella una gran veneración, logró obtener de ellos el perdón para muchos presos políticos que iban a ser ajusticiados.
Cuando Genoveva murió, muy anciana, el 3 de enero del año 502, ya la ciudad de París la consideraba su patrona, y todavía hoy, ella es la Patrona de París. Sobre su tumba se construyó un famoso templo, el cual fue destruido durante la Revolución Francesa y en ese sitio levantaron el edificio llamado Panteón, donde los franceses entierran a sus héroes.
Los datos acerca de esta santa los conocemos porque los escribió Gregorio de Tours, unos veinte años después de haber muerto ella.
Santa Genoveva ha sido invocada en épocas de grandes calamidades públicas, y ha librado muchas veces a ciudades y pueblos de pestes, carestías e invasiones de enemigos.
Oración a Santa Genoveva
Oh gloriosa santa Genoveva que desde muy joven te entregaste a Dios, y siempre fuiste fiel servidora del Señor llevando una vida ascética y consagrada a tu fe; que por amor y caridad fuiste benefactora generosa y bendita auxiliadora de prójimo, dedicándote al apostolado y a servir y ayudar al necesitado, acudo hoy a solicitar tu milagrosa ayuda.
Santa Genoveva, insigne y aclamada por todos, que en las situaciones más difíciles demostraste enorme fortaleza y favor, y animaste a tu pueblo a confiar y tener fe en el Señor como único medio para resistir y detener al adversario, y pidiéndoles que oraran con todo su corazón conseguiste milagrosa victoria, haz que también mis oraciones lleguen al Altísimo y pueda conseguir salir victorioso(a) de tanta necesidad.
Tú que supiste milagrosamente remediar la hambruna y carencias extremas de toda una ciudad, dame tu favor e intercesión: en tus manos me encomiendo con fe, con gran esperanza y total seguridad, y te pido con humildad me concedas tu valiosa ayuda para solucionar los problemas económicos que me aquejan y preciso solucionar con urgencia.
Mira todas las necesidades de mi familia, nuestras carencias, ruinas y deudas y envíanos bendiciones en abundancia, envíanos prosperidad, no permitas que carezcamos de nada, socórrenos en nuestras adversidades, en especial solicito medies para que pueda conseguir:
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Amén
Nota de la Editora: Este Santoral Tradicional está tomado del “VADEMECUM devocionario” del padre Santiago Lichius de la Congregación del Verbo Divino, impreso el 10 de septiembre de 1958, anterior a las reformas del concilio Vaticano II.
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