Julián, obligado por su familia a casarse, acordó con su esposa, Basilia, que ambos conservarían su virginidad, y además la animó a fundar un convento para mujeres, del que ella se convirtió en Superiora, mientras él mismo reunió a un gran número de monjes y emprendió también su obra. Los dos convirtieron su casa en un gran hospital que podía albergar hasta 1.000 personas.
Basilia, después de haber soportado severas persecuciones, pudo morir en paz. Julián le sobrevivió muchos años, pero finalmente fue arrestado, torturado y decapitado en las persecuciones de Diocleciano. Junto a él, fueron martirizados Celso y Marcionila (hijo y madre), el sacerdote Antonio de Antioquía y el converso y neófito Anastasio de Antioquía.
Desafortunadamente, como ocurre con la mayoría de las vidas de los santos, los detalles históricos exactos son difíciles de obtener. Lo que sí se ha podido verificar es la veneración de Julián, que ya estaba bien establecida antes del siglo VIII. En el Martyrologium Hieronymianum se menciona el 6 de enero; mientras que el monje benedictino Usuard; el arzobispo de Viena, Ado de Vienne, el monje benedictino de la Abadía de Saint Gall, Notker y otros, los sitúan el 9 de enero; por otra parte, el monje teólogo benedictino Rabanus Maurus lo sitúa el día 13 del mismo mes, mientras que Vandelbert lo sitúa el 13 de febrero, y en la Menología de Canisio figura el 21 de junio.
Sólo ha sobrevivido un fragmento de la Pasión de San Julián y su esposa Basilia en “Vidas de los Santos” del Abad inglés Ælfric: Los dos juraron en su noche de bodas no consumar su matrimonio y dedicarse a la clænnysse (castidad).
Nota de la Editora: Este Santoral Tradicional está tomado del “VADEMECUM devocionario” del padre Santiago Lichius de la Congregación del Verbo Divino, impreso el 10 de septiembre de 1958, anterior a las reformas del concilio Vaticano II.
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